ACADEMIA NACIONAL DE MEDICINA DE MEXICO

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Desde mediados del siglo XIX, coincidiendo con el desarrollo de la medicina científica, en Europa, principalmente en Francia, con el desarrollo de la “Clínica”, concebida esta como la ciencia y arte de explorar e interrogar a los pacientes; en Alemania, con el desarrollo del estudio de la Patología normal y de las enfermedades, y en Inglaterra, con el establecimiento de hospitales con óptimo funcionamiento, así como otros países europeos, que contribuyeron en menor grado, pero esas contribuciones tuvieron gran importancia. Visto lo anterior, médicos de otros continentes, acudieron a las principales escuelas europeas a elevar su nivel de conocimiento y aplicarlo en sus países de origen.

Uno de los primeros pasos organizativos, fue la formación de agrupaciones de médicos de manera colegiada, a fin de estudiar e intercambiar conocimientos básicos de esta arte y ciencia de la medicina de rápida complejidad y diversidad.

Cada hospital, y pronto en cada escuela de medicina, universidad, ciudad y país, se vio la necesidad de adoptar estas medidas y también, a corto plazo, se estableció la realización de congresos médicos internacionales. México no fue la excepción. La medicina mexicana había quedado retrasada respecto a la de otros países y no faltaron valiosos médicos que por iniciativa personal acudieron a congresos y reuniones, y tomaron cursos de residencia de variable duración según la especialidad que se deseara tomar. Para honrar a estos pioneros mexicanos, se mencionarán a los doctores. Eduardo Liceaga, José Terrés, Miguel Jiménez y Rafael Lucio, entre muchos otros, que a su retorno a nuestro país, hicieron cambiar la atención médica, tanto en el aspecto asistencial como hospitalario y aún investigativo.

Hubo organizaciones que antecedieron a la actual Academia Nacional de Medicina, que por diferentes razones de vieron obligadas a desaparecer, y es hasta las épocas del Segundo Imperio, con su influencia francesa, que se le da nuevo impulso a la idea de reunir a los médicos como Colegio o Academia, llamándosele en 1865 como Sociedad Médica de México. Desafortunadamente, esta idea se mantuvo exclusivamente en la Ciudad de México, continuando de manera aislada, los esfuerzos de contados médicos en distintas ciudades de la provincia hasta años después. Fue en el año de 1873 cuando legalmente se decide nombrar a este grupo como Academia de Medicina de México. El presidente de esta Academia fue el Dr. Lauro María Jiménez. Esto atrajo a un reducido grupo de entusiastas que se comprometieron a presentar trabajos, a discutirlos y asistir a las sesiones de la Academia, siendo estos tres requisitos algunos a los que se comprometían sus miembros. Sin embargo, las sesiones estaban abiertas a todo aquel médico que deseara asistir.

Es en 1877 cuando se cambia el nombre al de Academia Nacional de Medicina, se le adjudica una cantidad anual otorgada por el Congreso Nacional, lo que le dio aceptación del Gobierno Federal a la Academia. Los importantes avances de las ciencias médicas, llegaron y se aplicaron rápidamente a la atención de los pacientes. Esto se debió, como ya se ha mencionado, a la asistencia de médicos mexicanos a escuelas europeas, y a que principiaron a circular revistas y libros médicos siempre en lenguas extranjeras.

Los médicos estaban, en los últimos 25 años de siglo XIX, poco o nada especializados. Había quienes practicaban la medicina interna, con una muy baja farmacia a su disposición en cuanto a medicamentos, y los cirujanos generales, cuya posibilidad de tratamiento incluía una cantidad muy limitada de intervenciones, particularmente en las áreas de la traumatología, cirugía de abdomen, ginecología y tiroides. Desde luego, la anestesiología, que principiaba a desarrollarse, abrió grandes posibilidades y les evitó enormes sufrimientos a los pacientes. Del mismo modo, la profilaxis mejoró la gran cantidad de infecciones que se presentaban antes del desarrollo de estas técnicas, así como la identificación de gérmenes anteriormente no conocidos. Hacia fines del Siglo XIX y principios del XX, se experimentó en Europa, y ahora ya en los Estados Unidos de América y Japón, un gran auge en la medicina que dio lugar a muy diversas especialidades que, desde luego, iniciaron a practicarse en México una vez que hubo médicos que salieron al extranjero a estudiar. Así, la medicina general se fraccionó en cardiología clínica, nefrología clínica, gastroenterología clínica y muchas más. En tanto, la cirugía se especializó en cirugía cardiovascular, urología, gastroenterología quirúrgica y otras. Cada una de estas especialidades, dio lugar a que, dentro de la Academia, se formaran sociedades, como las de neurología y neurocirugía, la de oftalmología, la cirugía plástica y reconstructiva y muchas más, pero todas ellas bajo la vigilancia de la Academia. En la actualidad hay más de sesenta secciones.

Solamente durante la presidencia de Francisco I. Madero↗, la Academia fue reconocida oficialmente como Cuerpo Consultivo del Gobierno en el área de la medicina. Durante los años de la revolución mexicana, la Academia pasó por un lapso de serios contratiempos y dificultades, pero a pesar de ello, la atención médica se sostuvo prácticamente en todos los estados y entonces territorios del país.

Terminada la lucha armada mexicana y la II guerra mundial,- las guerras siempre han sido fuente de progreso médico - las condiciones de México se prestaron para que se desarrollaran varias instituciones que fueron creadas y dirigidas por excelentes médicos que ha dado la medicina mexicana, ellos de reconocido prestigio internacional. El Dr. Ignacio Chávez, después de entrenarse principalmente en Francia, fundó, dirigió y formó un gran equipo de cardiólogos y cirujanos cardiovasculares, el Instituto Nacional de Cardiología. El Dr. Federico Gómez, médico militar, creo el Hospital Infantil, donde atendió a miles de niños e hizo importantes trabajos de investigación, así como formar a numerosísimos pediatras que continúan vigentes, ahora ya en tercera generación. El Dr. Salvador Zubirán organizó el Instituto Nacional de la Nutrición, donde se cultivaron principalmente la gastroenterología, la hematología y la endocrinología, e igualmente formando una gran cantidad de especialistas en esas y otras áreas que se encuentran diseminados por todo México y otros países, principalmente en Latinoamérica, pero también fuera de nuestro continente. Hubo otras instituciones de distintas especialidades, pero por diferentes razones, no alcanzaron la altura de las anteriores.

Eran legendarias las sesiones que se presentaban intramuros de estas instituciones, pero también los trabajos y publicaciones que se presentaban en la Academia y en el extranjero, además de numerosos profesores y maestros provenientes de diversos países.

La Academia Nacional de Medicina ha tenido como casa diferentes inmuebles, algunos con pobres instalaciones. Estuvo durante largos años en la Escuela de Medicina en Santo Domingo, y en tiempo reciente, en un moderno local situado en el Centro Médico Nacional Siglo XXI del I.M.S.S. El número de miembros de la Academia ha aumentado de no más de dos docenas a su inicio hace unos 140 años, a 500 actualmente, pero a su sombra han pasado varios miles de los más brillantes médicos que ha dado el país. Son sesenta las especialidades que alberga y es común, por el rápido aumento del conocimiento médico que algunas de ellas deban fraccionarse o crear otras nuevas para mantenerse actualizados.

Cada una de esas especialidades tiene su Consejo de Especialidad que por medio de exámenes determinan las características que debe cubrir cada uno de las personas que pretendan practicar la especialidad de que se trata, exámenes que son de máxima exigencia. Se pretende reexaminar a sus miembros periódicamente a fin de mantenerlos actualizados en sus conocimientos. Médicos de otras especialidades participan en estos exámenes para constatar su validez.

Sus principios han cambiado a lo largo del tiempo, principalmente ajustándose a los cambios propios de la medicina y de la exigencia social; posiblemente el principal cambio es la divulgación actualizada por medio de secciones estatales y regionales, para que los médicos que lo desean, puedan asistir a sesiones, en o cerca de sus lugares de origen.

La realización de Jornadas y Congresos, son también medios por los que se consigue actualización, y la revista periódica de distribución nacional e internacional también persigue los mismos objetivos. La biblioteca posee grandes colecciones de libros y la hemeroteca cuenta con amplia variedad de revistas generales y especializadas, muchas de ellas con años de estarse publicando y que son tesoros que están a la espera de quienes deseen consultarlas. Tanto las reuniones como la revista están al alcance de todos los médicos, y son muy solicitadas. Intercambios académicos con otros países, son frecuentes y es común observar profesores y maestros extranjeros dando conferencias y participando muy activamente en las sesiones.

En nuestro país, la falta de recursos económicos dificulta los trabajos de investigación, tanto básica como aplicada, pero la Academia hace constante hincapié en hacerlo cada vez que esto sea posible. El futuro de la Academia Nacional de Medicina es brillante, ya que sus bases son sólidas, sus principios actualizados, y los médicos, tanto los de mayor edad como los de ingreso más reciente, no pretenden otra cosa que conseguir darle más reconocimiento a la Academia y divulgar los conocimientos médicos.


Notas


BIBLIOGRAFÍA

Pérez Tamayo R. Bases de Etica Médica. Curar, Enseñar e Investigar. Medicina y Cultura 1990.

Cárdenas de la Peña E. Juicio Crítico de la Medicina en México.

Fernández del Castillo F.- Historia de la Academia Nacional de Medicina de México.


JORGE GUZMÁN RAMOS