CASTELLANOS Y CASTELLANOS, Leonardo

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
Ir a la navegaciónIr a la búsqueda

(Michoacán, 1862 – Tabasco, 1912) Obispo.

José Leonardo de Jesús nació el 5 de noviembre de 1862 en Ecuandureo, población ubicada al noroeste del Estado de Michoacán. Ese mismo día fue llevado a bautizar por sus padres: Fernando Castellanos, un humilde pero trabajador sastre, y Lugarda Castellanos. Su madre murió tiempo después, cuando el pequeño Leonardo tenía seis años de edad.

Fue un buen estudiante, comenzó a acolitar en su parroquia y desde pequeño expresó su deseo de ser sacerdote. A los trece años de edad, en 1862, ingresó al prestigiado seminario de Zamora donde se distinguió entre sus compañeros tanto por su desempeño académico como por su modestia, piedad y recogimiento. Recibió la ordenación sacerdotal el 20 de marzo de 1886. Durante casi un año vivió en su natal Ecuandureo ejerciendo su ministerio mientras se recuperaba de un quebranto que tuvo en su salud poco antes de su cantamisa, quebrantos que le acompañarían toda su vida debido a su frágil constitución física. Poco después, el párroco Inocencio Palomino pidió que se le nombrara Vicario Cooperador por lo cual se quedó en su tierra acudiendo a los ranchos a llevar los últimos sacramentos a los enfermos y ocupándose tanto de la catequesis de los niños como de la instrucción religiosa de los adultos. Dedicaba el mayor tiempo posible a la oración, vestía pobre pero pulcramente, era muy solicitado en el confesionario, bondadoso con pobres y ricos, exactísimo en los servicios parroquiales y siempre preocupado por mantener la iglesia parroquial en las mejores condiciones.

Posteriormente, el 1 de marzo de 1905, fue designado canónigo de la Santa Iglesia Catedral por su obispo, Mons. José María Cázares y Martínez. Más tarde fue nombrado rector del seminario de Zamora, donde enseñó Teología Dogmática. Dedicaba buena parte de su tiempo en conversar con sacerdotes y alumnos, y a todos trataba con amabilidad sin descuidar la disciplina. Tiempo después fue elegido por S.S. Pío X como obispo de Tabasco. Recibió la consagración episcopal en la capital del país el 27 de septiembre de 1908 de manos del Delegado Apostólico en México, Mons. Giuseppe Ridolfi. Unos cuantos días después, el 5 de octubre, tomó posesión de su diócesis.

En Tabasco se vivía una clara hostilidad contra la Iglesia, tanto entre funcionarios del gobierno como maestros, e incluso entre la gente común; además la falta de clero, el clima insalubre y los insuficientes medios de comunicación, hacían más difícil la tarea. Hizo una vida de comunidad con los únicos tres seminaristas que había en la diócesis, y como no tenían sirvientes él mismo les atendía; asimismo muchas veces hizo las funciones de sacristán barriendo la iglesia o tocando las campanas para llamar a misa. Fundó con sus propios recursos una escuela para obreros, en consonancia con sus tiempos de párroco cuando había hecho de la Rerum Novarum la medida de su actuación social. Llevó religiosas a la diócesis, y debido a su acendrada caridad y dedicación llegó a ganarse incluso la simpatía del gobernador, de los masones y de algunos ministros protestantes. Daba muchas limosnas a los pobres y llevaba alimentos y ropa a los presos de la cárcel, a pesar de vivir él mismo en medio de la pobreza; viajaba a pie y tenía una gran paciencia con los incultos, niños y enemigos de la Iglesia.

Su generosidad lo llevó a dar la vida por los demás durante la epidemia de fiebre amarilla –llamada vómito negro- que azotó la región en 1912: se dedicó a auxiliar a los enfermos en sus últimos momentos, entrando en las casas de los enfermos sin miedo a contagiarse, asistiéndolos durante el día y la noche. Como resultado de su caridad en grado heroico, se contagió y murió después de algunos días de sufrimiento. Su deceso ocurrió el 19 de mayo de 1912 en la ciudad de Villahermosa, Tabasco y a sus funerales asistieron autoridades civiles, ministros protestantes, sacerdotes y una gran cantidad de fieles. Posteriormente sus restos fueron trasladados a su tierra natal –Ecuandureo- a la parroquia de Nuestro Señor de la Paz, donde actualmente reposan.

El proceso de su beatificación se retrasó debido a la persecución religiosa desatada por la Revolución carrancista desde 1914, por lo que el proceso diocesano dio inicio hasta 1953, siendo declarado Venerable el 21 de diciembre de 1989.


Bibliografía


SIGRID MARÍA LOUVIER NAVA