DESCUBRIMIENTO Y EVANGELIZACIÓN DE AMÉRICA. Los debates preparatorios (I)

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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LA REINA ISABEL Y CRISTÓBAL COLÓN EN LOS SIETE AÑOS ANTERIORES AL DESCUBRIMIENTO (1485-1492)

En pleno quehacer de la recuperación de Granada (1485), los Reyes Católicos Isabel y Fernando se encontraban avocados a una empresa de notables consecuencias en la historia mundial: el descubrimiento de América y su primera evangelización. Cristóbal Colón llegó a Castilla para ofrecer a la Reina Isabel el proyecto de una nueva exploración oceánica.


CRISTÓBAL COLÓN EN CASTILLA.[1]

Las dificultades fueron casi insuperables. No fue la mayor de ellas la contingencia de la campaña de Granada, sino, además de sus exigencias exorbitantes, el proyecto mismo de Colón, que no va a convencer ni a los cosmógrafos de Salamanca ni a los órganos de gobierno del Reino de Castilla. La constancia de Colón y la intuición de la Reina, que él interpretará como “don de inteligencia” del Espíritu Santo, triunfaron de lo humanamente imposible: “a la Reyna, mi Señora, dio dello el espíritu de ynteligencia y esfuerzo grande”.

Llegó Colón a Castilla, fracasada su gestión en Portugal, a fines de 1484 o primeros de1485. “Salió Cristóbal Colón de Portogal para Castilla por el año de 1484, o al principio del año de 85, y dio consigo en la villa de Palos”: Palos de Moguer o de la Frontera, en Andalucía, villa marinera, “donde quizá tenía cognoscimiento con algunos de los marineros de allí, e también, por ventura, con algunos Religiosos de San Francisco, del monasterio que se llama Santa María de la Rábida, que está fuera de la villa, un cuarto, o algo más, de legua, donde dejó encomendado a su hijo chequito, Diego Colón”.[2]

La intervención decidida y pronta de los franciscanos de la Rábida, en la mediación entre Colón y la Reina, es un hecho que ha de quedar más documentado en la segunda fase de las negociaciones (1491). Colón, inmediatamente, “partióse para la Corte, que a la sazón estaba en la ciudad de Córdoba, de donde los Reyes Católicos proveían en la guerra de Granada, en que andaban muy ocupados.[3]

Afirma Las Casas que Colón llegó a la corte el 20 de enero, año de 1485; la entrevista de Colón en la Corte de Córdoba sólo pudo haber tenido lugar entre el 18 de marzo y el 25 de junio. Consta además que la Reina se encontró sólo en Córdoba, desde el 15 de abril hasta el 25 de junio, con el Consejo Real y la Corte. Pero no existen pruebas de entrevista alguna particular de Colón y la Reina en Córdoba. Tampoco tenemos noticias ciertas sobre estancia de Colón en la Corte, hasta la entrevista de Alcalá de Henares.

Los Reyes estuvieron en esta ciudad de Alcalá el 25 de octubre de 1485.[4]Con el Consejo y la Corte, fue Colón a Alcalá de Henares. Todo esto supone que Colón había sido admitido en la Corte de Córdoba, y que la Reina se ocupó de él ya en esa ciudad.


COLÓN ES RECIBIDO POR LOS REYES

Ni en Córdoba ni tampoco, al principio, en Alcalá, recibió la Reina a Colón inmediatamente; se encontraba en espera de un hijo. El 15 de diciembre le nació en Alcalá el último de sus cinco hijos: la infanta Catalina.[5]

Pero entre tanto y hasta la oportunidad de la audiencia Real, Colón había tratado en la Corte con los personajes más allegados a la persona de la Reina: el Cardenal Mendoza, el dominico fray Diego de Deza, preceptor del Príncipe heredero, el maestresala de la Reina, Gutierre de Cárdenas, el fiel contador mayor Quintanilla, y el mayordomo del rey don Fernando, Juan Cabrero; todos ellos enumerados por Las Casas,[6]y todos personajes que indican ya con toda certeza la mano de la Reina en los asuntos de Colón.

Pero cuando ya es claro que la Reina ha tomado en serio el apoyo a Colón, es al encontrar a su confesor fray Hernando de Talavera preparando la entrevista. No hay obra transcendente en el reinado de Isabel, en que no esté por medio este santo varón; y cuando aparece en cualquier asunto, es señal inequívoca que la Reina lo había tomado en consideración o que había puesto ya la mano en ello.

Hablando de personajes allegados a la Reina y unidos a Colón, no es posible silenciar en estos pasos previos el nombre de un franciscano de la Observancia, fray Antonio de Marchena: uno de los de la Rábida, probablemente Guardián del convento a la llegada de Colón; ciertamente Custodio en Sevilla en el trienio 1485-1488.[7]

En todo caso, es válido el texto de López de Gómara, cualquiera que sea la imprecisión de fechas: Marchena animó a Colón a ir a la corte de los Reyes Católicos: “...Y escrivio con él a Fray Hernando de Talavera, confesor de la Reina doña Ysabel”.[8]Juntos ya desde entonces (1485) estos dos personajes, coincidentes unas veces, discrepantes otras, no hay que olvidarles en todo este proceso de los siete años de Colón en Castilla (1485-1492).

Fray Antonio de Marchena presenta una doble faceta en su actuación en este proceso histórico: su amistad con la Reina y su condición de estudioso y entendido en cosmografía. La amistad con la Soberana fue desde la primera hora de Isabel como Reina, cuando ella se encontraba en 1475 con el conflicto de los dos conventos franciscanos (claustral y observante) de Toledo; fue allí Marchena quien puso en manos de la Reina la solución.

Y ahora, religioso o Guardián del convento de La Rábida en Palos de Moguer, (donde, al fin, fueron armadas las tres carabelas del descubrimiento), muy conocedor y amigo de toda aquella marinería (la parroquia de la villa de Palos estaba encomendada a los franciscanos de la Rábida), no se desligó de ellos durante sus años de Custodio de Sevilla. Es Colón mismo quien nos dice que Marchena fue el único apoyo firme que él encontró en sus tratos con la Reina de Castilla:

“Ya saben vuestras Altezas que anduve siete años en su corte importunándoles por esto. Nunca, en todo este tiempo, hallé piloto, ni marinero ni filósofo, ni de otra ciencia, que todos no dijesen que mi empresa era falsa; que nunca yo hallé ayuda de nadie, salvo de fray Antoño de Marchena, después de aquella de Dios eterno”.[9]

Un texto escrito en momentos de amargura; las precisiones que luego hizo el propio Colón sobre la génesis de aquella última e inspirada decisión de la Reina en el campamento de Santa Fe (Granada), no invalidan la claridad con que en este momento se expresaba sobre Marchena. Y fue la Reina misma quien ratificó esta relación estrecha entre el descubridor y el cosmógrafo; dicen las segundas «Instrucciones» a Colón para el segundo viaje, 5 de septiembre de 1493:

“Platicadas acá estas cosas nos parece que sería bien que llevásedes con vos un buen astró-logo; y nos paresció que sería bueno para esto fray Antonio de Marchena porque es buen astrólogo; y siempre nos paresció que se conformaba con vuestro parescer”... “Por eso, si a vos paresce, sea este; si no, sea otro qual vos quisiéredes; y una carta vos enbiamos nuestra para él, en blanco la persona”.[10]

La fe y el mérito de Marchena, como después lo fue de la Reina, estribaban en la escasa opinión favorable que iba teniendo en Castilla, como la había tenido anteriormente en Portugal. Colón lo reconoce así: “Yo les vine a convidar con esta empresa en sus reynos, y estuvieron mucho tiempo que no me daban adereco para la poner en obra; bien que d'esto no es de maravillar, porque esta empresa era ignota a todo el mundo y no avía quien la creyese”.[11]

El 20 de enero de 1486, fue Colón recibido en audiencia por los reyes don Fernando y doña Isabel.[12]Fecha memorable para Colón, que la recuerda en su «Diario de a bordo», de regreso ya para España, donde escribe dirigiéndose a los Reyes: “Después que yo vine a los servir, que son siete años agora, a 20 días de enero de este mismo mes”.[13]

Describe la entrevista el cura de Los Palacios (Sevilla), Andrés Bernáldez, gran amigo de Colón, a quien hospedó varias veces en su casa. Hablando de Colón, “hombre de muy alto injenio, sin saber muchas letras, muy diestro de la arte de la Cosmographia, e del repartir del mundo... e hizo su injenio un mapamundi, y estudió mucho en ello...”, escribe a propósito de su entrevista con los Reyes: “Se vino a la corte del Rey don Fernando y de la Reyna doña Isabel, y les hizo relación de su imajinación, a la qual tampoco no daban mucho crédito, y él les platicó y dijo ser cierto lo que les decía, y les enseñó el mapamundi, de manera que les puso en deseo de saber de aquellas tierras”.[14]

¿Qué ofreció Colón a los Reyes? Es el mismo Colón quien nos da a conocer lo que él trató personalmente con los Reyes Católicos en Alcalá de Henares. Aparte de la cuestión técnica y cosmográfica de su mapamundi y de las teorías de Tolomeo, lo que él subraya como para ganarse la voluntad de los Reyes, es una empresa de apostolado.

Sin reparar tanto ahora en su plan cosmográfico y descubridor del paso a la India Oriental por la ruta de occidente,[15]con su obsesión del Catay y del Cipango, lo que Cristóbal Colón primeramente subrayó, desde Alcalá (1486) a Santa Fe (1492), fue la empresa espiritual de fe y de incorporación de pueblos a la Iglesia, de la cual habla a los Monarcas en el prólogo de su “Diario”:

“...Por la información que yo había dado a vuestras Altezas de las tierras de India y de un príncipe que es llamado Gran Kan, que es lo mismo que Rey de Reyes. Cómo muchas veces él y sus antecesores habían enviado a Roma a pedir doctores en nuestra santa fe porque les enseñasen en ella, y que nunca el Santo Padre le había proveído y se perdían tantos pueblos cayendo en idolatrías e recibiendo en sí secta de perdición, y Vuestras Altezas como Católicos cristianos y príncipes amadores de la Santa Fe cristiana y acrecentadores de ella, y enemigos de la secta de Mahoma, y de todas las idolatrías y herejías, pensaron de enviarme a mí, Cristóbal Colón, a las dichas partidas de India...”.[16]

Estos conceptos religiosos, y más ampliamente los cosmográficos, se encuentran a veces, casi al pie de la letra, en la carta que el florentino Paolo Toscanelli escribió al canónigo de Lisboa, «doméstico» del rey de Portugal, el 25 de junio de 1474: carta que el propio Toscanelli remite, en copia, con dos cartas remisorias, al mismo Cristóbal Colón, pocas fechas después.[17]

La importancia de estos textos es que aquí Cristóbal Colón presenta con énfasis a la Reina, ya desde la entrevista primera de Alcalá de Henares (20 enero1486), un gran proyecto de fe y de incorporación de nuevos pueblos a la Iglesia, que Colón profesaba y sentía en sí mismo y que, con su exposición, trataba de encender el celo misional de la Reina y atraerla a su proyecto.

La firmeza con que habla Colón, primero a los Reyes en Alcalá y después a los doctores en Salamanca, tiene sus más profundas raíces en la propia convicción y también, al parecer, en la firmeza de las expresiones de la segunda carta remisoria de Toscanelli al propio Colón: “el viaje que deseáis emprender, no es tan difícil... la derrota a Occidente es segura... Quedaríais persuadido enteramente si hubieseis comunicado, como yo, muchas personas que han estado en esos países…” El Rey y príncipe de ellos serían gozosos en abrirles el camino para comunicar con los cristianos a fin de hacerse instruir en la Religión Católica”.[18]

De hecho, y a partir de esta histórica fecha de Alcalá de Henares hasta el momento de la decisión en Santa Fe (Granada), en 1492, la reina Isabel, a pesar de las serias contradicciones que pudieran surgir a un gobernante en el seno de sus propios órganos de gobierno y de asesoría, no abandonó nunca a Cristóbal Colón. Y así lo reconoce el propio interesado en su carta confidencial a doña Juana de la Torre.[19]

LA JUNTA DE SALAMANCA

Prueba importante de la favorable acogida de la Reina al plan descubridor y misional de Colón, es la presencia de su confesor fray Hernando de Talavera en la cuestión. Este solo hecho significaba ya que la Reina, con todas sus reservas, lo había tomado en serio.[20]En este caso, los Reyes ordenaron reunir una Junta de científicos para estudiar el proyecto de Colón, en la universidad de Salamanca. La Reina encomendó al Prior de Prado constituir esta Junta y presidirla; su confesor era para ella un hombre de Estado y su paz de conciencia en las cuestiones de gobierno.

“Con benignidad y alegre rostro, acordaron de lo cometer a letrados, para que oyesen a Cristóbal Colón más particularmente, y viesen la calidad del negocio, y la prueba que daba para que fuese posible, confiriesen y tractasendello y después hiciesen a Sus Altezas plenaria relación. Cometiéronlo, principalmente, al dicho Prior de Prado, y que él llamase las personas que le pareciese más entender de aquella materia de cosmografía”.[21]

Ignoramos la composición de esta Junta en cuanto a las personas; ignoramos mucho en esta fase primera de la estancia de Colón en Castilla (1485-1488). Genéricamente, el amigo de Colón, Andrés Bernáldez, cura de Los Palacios, sabe que eran “hombres sabios, astrólogos e astrónomos e hombres del arte de la Cosmografía”.[22]

Uno de los letrados que compusieron esta Junta, el único del que consta con certeza, es el doctor Rodrigo Maldonado de Talavera, que compartió con el Prior de Prado el informe sobre las Islas Canarias, y las negociaciones con Portugal para el tratado de Alcaçobas. Dice el doctor Maldonado: “Este testigo con el Prior de Prado que a la sazón era, que después fue Arzobispo de Granada, e con otros sabios e letrados, e marineros, platycaron con el dicho Almirante Colón sobre su ida a las dichas Yslas”.[23]

Con estos dos textos conocemos que la Junta se componía de cosmógrafos, letrados y ma-rineros; y entre las personas damos como ciertos los nombres de su presidente fray Hernando de Talavera (el prior de Prado), y el del Consejero Real doctor Rodrigo Maldonado de Talavera. Nominalmente los dos hombres de la reina Isabel para la asesoría y gestión de los más importantes asuntos y sucesos del reinado desde sus comienzos en 1475.

También conocemos que esta primera Junta se reunió y deliberó con Colón en Salamanca en 1486.[24]Muy importante el hecho que precedió a la constitución de esta Junta: a saber, la intervención, con la Reina y el Rey, del franciscano fray Antonio de Marchena (en aquel año Custodio de Sevilla en la provincia franciscana de Andalucía), del cual apenas hablan los historiadores. La intervención tuvo lugar en Madrid, villa próxima a Alcalá de Henares, donde poco antes habían recibido los Reyes a Colón. Entre enero y abril, se perfilaba ya la composición de la Junta; Colón hizo venir a Madrid a su gran amigo y protector de La Rábida, buen cosmógrafo y admirador de su proyecto.

Lo dice un testigo, Andrés del Corral: “Este testigo, estando en la corte en Madrid, con el dicho Almirante, al tiempo que negociaba con Sus Altezas la venida a descobrir, el dicho Almirante, viendo cómo los del Consejo e otros muchos le eran contrarios, dixera a sus Altezas que, pues no le creían a él, que él daría persona a quien creyesen. E que entonces llegó un frayle de la horden de San Francisco, cuyo nombre no sabe, el qualdixo a sus Altezas que era verdad lo que aquel Almirante desía”.[25]

Solo un franciscano cosmógrafo había tratado con Colón: Fray Antonio de Marchena. La Junta no había actuado aún, ni siquiera estaba completa; las discrepancias se referían y designaban, con el Consejo Real. La Junta de Salamanca deliberó y discutió con Colón durante casi un año: abril de 1486 a los primeros meses de 1487.

“Juntos muchas veces, propuso Colón su empresa, dando razones y autoridades para que lo tuviesen por posible;[26]tampoco oculta Las Casas algunas reservas cautelosas de Colón: “aunque callando las más urgentes, porque no le acaeciese lo que con el Rey de Portugal”...

El plan de Colón era el paso hacia la India por occidente; y esto no convenció a la Junta de Salamanca, como no había convencido a los negociadores portugueses. Se sabe que Colón murió convencido de haber encontrado el reino del Gran Kan.[27]

La información brevísima de la respuesta de la Junta, nos la ofrece el mismo doctor Maldonado de Talavera, que formó parte de ella: “Este testigo... con el prior de Prado... e con otros sabios e letrados e marineros, platicaron con el dicho Almirante... E que todos ellos acordaron que era imposible ser verdad lo que el dicho Almirante decía”; ¿unanimidad? Añade el doctor: “Contra el parecer de los más de ellos porfió el dicho Almirante de ir al dicho viaje”.[28]

Las Casas proporciona el dato siguiente: “Fueron dellos juzgados sus promesas y ofertas por imposibles y vanas y de toda repulsa dignas. Y con esta opinión... fueron a los Reyes y hiciéronles relación de lo que sentían...: que no era cosa que a la autoridad de sus personas reales convenía ponerse a favorecer negocio tan flacamente fundado, y que tan incierto e imposible a cualquiera persona, letrado o indocto que fuese, podía parecer, porque perderían los dineros... y derogarían su autoridad real, sin algún fruto”.[29]

Con esta respuesta de la Junta hubiera podido la Monarquía de Castilla dar por liquidado el negocio de Colón. Pero la Reina que, a continuación va a darnos signos claros de continuar acogiéndole oficialmente en su corte desde 1487 (a raíz de la respuesta de la Junta) hasta el final (1492), no despidió a Colón, ni le dejó de la mano.

Se le dio una respuesta dilatoria, de espera, mientras se iba desenvolviendo la guerra de Granada. El mismo Las Casas expresó esta desesperanza: “Los Reyes mandaron dar res-puesta a Cristóbal Colón, despidiéndole por aquella sazón, aunque no del todo quitándole la esperanza de tornar a la materia cuando más desocupados sus Altezas se viesen, los que entonces no estaban con los grandes negocios de la guerra de Granada, los quales no les daban lugar a entremeter negocios nuevos; que, el tiempo andando, se podría ofrecer más oportuna ocasión”.[30]

El mismo doctor Maldonado continúa su testimonio arriba expuesto diciéndonos que, a pesar de esta opinión de la Junta expresada a los Reyes, continuaron los tratos con Colón dentro de la corte: “Contra el parecer de los más de ellos porfió el dicho almirante de ir al dicho viaje, e sus Altezas le mandaron librar cierta cantidad de maravedises para ello... Lo qual todo supo este testigo como uno de los del Consejo de sus Altezas”.[31]


DINERO PARA COLÓN. PRIMEROS LIBRAMIENTOS DE CONTADURÍA

La Reina no sólo no despidió a Colón, sino que mantuvo con él una relación constante, tan significativa como documentada por la contaduría oficial a lo largo de este año 1487, y del siguiente 1488. Así, el 5 de mayo, en Córdoba, le otorgó 3.000 maravedís; el 3 de julio, en el Real de Málaga, 3.000; el 27 de agosto, para que Colón fuera de Córdoba al Real de Málaga, 4.000; el 15 de octubre, otra vez en Córdoba, 4.000; el 16 de junio de 1488, 4.000 maravedís.

Todas estas entregas se hicieron por medio de su confesor, el obispo de Ávila. Es ciertamente una actitud favorable a Colón, dilatoria y de esperanza. La Junta sólo había conseguido de la Reina diferir la cuestión, y esperar el final de la guerra.

La entrega del 5 de mayo fue en Córdoba, donde se hallaba la Reina con el Consejo Real. El Rey había salido a la campaña de Málaga. Colón sabía ya en Córdoba el resultado adverso de las deliberaciones de la Junta de Salamanca. Si allí o en el Real de Málaga le hizo la Reina, o los Reyes, comunicación oficial del informe, lo ignoramos; es una suposición lógica.

La entrega del 3 de julio, para ayuda de costa, fue hecha desde el Real de Málaga, donde la Reina estaba desde el 23 de mayo, con el Rey; y son otros 3.000 maravedíes, también “por cédula del obispo”. Colón seguía en Córdoba. La entrega del 27 de agosto, de 4.000 maravedíes tiene otra significación: se ha conquistado Málaga el 18; días después, el 27, llaman los Reyes a Colón que acuda al Real de la ciudad conquistada: “di a Cristóbal Colomo, cuatro mil maravedís para ir al Real, por mandado de sus Altezas”, también “por cédula del obispo”.

Para qué fin concreto llamó la Reina a Colón al Real de Málaga, enviándole dinero para ello, lo ignoramos. Colón tenía ya información del resultado de la Junta; había estado más de un mes en Córdoba con la Reina (del 11 de abril al 14 de mayo en que ésta salió para Málaga); todo parece indicar que ante tal victoria, que imprimía un ritmo acelerado a la guerra, la Reina quería alentar a Colón hacia el final de sus deseos.

La entrega del 15 de octubre, en Córdoba otra vez, fue también “para ayuda de costa”; no era nómina ni sueldo, es «ayuda»; ignoramos con qué fin concreto si no es éste de ayudarle, darle ánimos y reafirmar su confianza. Los documentos no nos dicen más. Dos días después, el 18, los Reyes salieron para Aragón; estuvieron en Zaragoza el 2 de diciembre.[32]

No se registraron más entradas de Contaduría a Colón, hasta el 16 de junio del año siguiente (1488), en que los Reyes estuvieron en Murcia;[33]y el texto del contador es escueto: “... di a Cristóbal Colomo tres mil maravedís, por cédula de sus Altezas”; ya no aparece aquí el obispo de Ávila, fray Hernando de Talavera.[34]

En todos estos pasos, no tenemos noticia personal de la actitud del Rey en los asuntos de Colón. El Monarca conduce la guerra en persona. La documentación oficial siempre se extendió a nombre de los dos: «Sus Altezas», como es normal en la Cancillería de Castilla.

El valor de estas ayudas económicas puede medirse por lo que recibían los funcionarios de la Casa Real que constan en nómina. Colón en un año (del 5 de mayo de 1487 al 16 de junio de 1488), había recibido de la Contaduría en concepto de ayudas, la cantidad de 14.000 maravedís. Comparando, lo que cobraba en nómina Lucas Marines, «el Siculo», por profesor, “enseñador de la Gramática”, en la Corte, eran 12.000 maravedis anuales; el pintor flamenco, Juan de Flandes, 20.000; los Capellanes de la Capilla de la Reina, 8.000; los mismos que añade Lucas Marines, como capellán, a su nómina de profesor, para sumar 20.000.[35]


COLÓN VUELVE AL REY DE PORTUGAL (1488)

La reina Isabel le ayudó, pudo asegurarle una esperanza, pero no pudo armarle una flota. Colón entonces, a fines de 1487 o principios de 1488, escribió al rey Juan II de Portugal una carta, que éste contestó el 20 de marzo de 1488: “Vimos la carta que Nos escrepuestes e a boa vontade e afeiçan que por ellamostraees a nosso servicio”... “E en quanto a vossa vyndaca... vos rogamos e encommendamos que vossa vynda seja loguo”.[36]

Coinciden las fechas de la carta de Colón a Portugal, con un hecho transcendental para el mundo y para Colón en estos tratos con Castilla y Portugal: el descubrimiento, por los portugueses, del Cabo de Buena Esperanza,[37]en la punta sur de África, y el paso marítimo a la India por Oriente; justamente lo que buscaba Colón por Occidente.

Para Colón pudiera no ser éste un contratiempo fundamental, pues en sus cálculos el paso por occidente quedaba mucho más cerca, a 750 leguas desde las Canarias, que es la parte fallida de su proyecto. No obstante, escribió al rey de Portugal para solicitarle una entrevista. Es claro que la Reina no podría ayudarle a un viaje por esa ruta oriental, ya que el tratado de Alcaçobas con Portugal, que ella cumplía escrupulosamente, le impedía navegar al sur de las Canarias en la ruta de África.

Esto afectaba al planteamiento de Colón. Pero no podemos decir que esto supusiera en Castilla un desplome del proyecto de Colón en sí mismo. Porque vamos a ver a la Reina seguir adelante, como si nada hubiera ocurrido, con el proyecto colombino, en la ruta a occidente de las Canarias, que a Castilla le estaba permitida en sus tratados con Portugal.

Parece que Colón realizó el viaje a Portugal, pero regresó a Castilla. Un testigo de los pleitos informaba en 1512: “Estando este testigo en Castilla, puede aver más de veinte e tres años... oyó dezir cómo el dicho Almirante pasó a Portugal para armar, e no pudo; y tornó en Castilla; y la Reyna nuestra Señora doña Isabel, que santa gloria aya, lo armó e dio licencia para descubrir”.[38]

El testigo adelantaba los hechos y nos dejaba en blanco lo que va a ocurrir en los próximos tres años (1488-1491), definitivos y enérgicos, lo mismo en las instancias de Colón que en las provisiones de la Reina. Esta relación «Reina-Colón», entró en un período de gran actividad, de subidos quilates humanos, y creemos que morales.


NOTAS

  1. A. Ballesteros Beretta, “Cristóbal Colón y el descubrimiento de América”, 2vv. (Barcelona, 1945); P. E. Ta-viani, “Cristoforo Colombo” (Navarra, 1974); “Studi Colombini... nel V Centenario della nascita di Cristo/oro Colombo”, 3 vv. (1952); L. Rey Sancho, “España, patria infalible de Cristóbal Colón. Refutación de las pruebas genovistas” del escritor don Luis Astrana Marín, (La Coruña, 1941); R. Sanz, M. del Olmo y E. Cuenca, “Nacimiento y vida del noble castellano Cristóbal Colón”, Guadalajara, 1980.
  2. B. de las Casas, “Historia de las Indias”, I, cap. XXIX (Ed. BAE, tomo 95, Madrid, 1957, p. 110). Texto original en la BN, Mss. Res. 21 al 23; edición y transcripción crítica de Juan Pérez de Tudela (Ed. citada). El monasterio franciscano de La Rábida es un punto clave en el descubrimiento de América: Cf. R. Becerro de Bengoa, “La Rábida”. Conferencia pronunciada en el Ateneo de Madrid, el 21 de diciembre de 1891; Fr. José Coll, “Colón y La Rábida, con un estudio acerca de los franciscanos en el Nuevo Mundo”. 2.a Ed. (Madrid, 1892); A. Germond de Lavigne, “Christofe Colomb et la Rábida”, París, 1892; R. Velázquez Bosco, “El Monasterio de Nuestra Señora de la Rábida”. Memoria de la Junta para ampliación de estudios, 1914.
  3. Las Casas, op. cit., p. 110-
  4. El “itinerario” de los Reyes, en este año 1485: Cf. AGS, RGS, “Catálogo impreso”, vol. IV (Valladolid, 1956), pp. VIII-IX.
  5. L. Galíndez de Carvajal, “Anales breves”, año 1485 (Edic. BAE, tomo LXX, Madrid, 1953), p. 544: “E fueron los Reyes a invernar a Alcalá de Henares... Y en este año nasció en Alcalá de Henares a 16 de enero la Infanta doña Catalina...” Zurita, en sus “Anales de la Corona de Aragón” (lib. 20, cap. 64), dice que el nacimiento acaeció, no en enero, sino en diciembre; lo propio opina Flórez, en su “Memoria de las Reynas Cathólicas” (p. 848), aunque señala el día 15; lo mismo que anota Pulgar en su “Crónica de los Reyes Católicos” (Edic. BAE, p. 430): “Venidos a Alcalá, la Reyna parió a la Infanta doña Catalina, Jueves a quince días de Deciembre deste año de mil e quatrocientos e ochenta e cinco años; e ficiéronse justas e fiestas grandes. El Cardenal de España cuya era aquella villa de Alcalá, fizo un gran conbite al Rey e a la Reyna e a todos los caballeros e dueñas e doncellas de su corte, por honra del nascimiento de aquella Infanta”.
  6. Las Casas, op. cit., p. 110.
  7. Germán Rubio, OFM., “La custodia franciscana de Sevilla (1220-1499)”. Sevilla, 1953, pp. 496-498.
  8. F. López de Gómara, “Historia de las Indias”, cap. V. Ed. G. Barcia, en “Historiadores primitivos de las Indias Occidentales”, II, Madrid, 1749, p. 14.
  9. “Carta de Colón a los Reyes Católicos”. Fragmento publicado por Las Casas, en su “Historia de las Indias”, I, cap. XXXII, p. 121, con esta anotación crítica de presentación del citado fragmento: “Según parece por algunas cartas de Cristóbal Colón escriptas de su misma mano, para los Reyes, desde esta isla Española, que yo he tenido en mis manos, un religioso que había nombre fray Antonio de Marchena, no dice de qué orden, ni en qué, ni cuándo, fue el que mucho le ayudó a que la Reina se persuadiese y aceptase la petición”. Sobre Antonio de Marchena, OFM.: A. Rumeu de Armas, “La Rábida y el descubrimiento de América”, Madrid, 1968; T. Marín Martínez, en “Diccionario de Historia Eclesiástica de España”, (Madrid, 1973, p. 1413), con bibliografía.
  10. “Carta de los Reyes a Colón”, Barcelona, 5 de septiembre de 1493 (AGÍ., Patr. 295, n.° 21. Original). Ed. Martín Fernández Navarrete, “Colección de documentos concernientes a la persona, viajes y descubrimientos del Almirante don Cristóbal Colón”, I, doc. LXXI (en BAE, tomo LXXV, Madrid, 1954) p. 365.
  11. “Carta de constitución del Mayorazgo”, 22 de febrero de 1498, en la “Raccolta di documenti e studi pubblicati dalla Commissione Colombiana per il quarto centenario della scoperta dell'America”, Parte 1."., vol. 1.", p. 301; J. Manzano, “Cristóbal Colón”, (Madrid, 1964), cap. III, p. 56.
  12. En este día queda perfectamente documentada la estancia de los Reyes Católicos en Alcalá de Henares (AGS, RGS, 20-1-1486, ff. 3 y 42); L. Galíndez de Carvajal, “Anales Breves”, año 1486 (Ed. BAE tomo LXX; Madrid, 1953), p. 544: “En principio de este año estuvieron los Reyes en Alcalá de Henares, y desde allí se fueron a Córdoba”.
  13. “Diario de Colón, o Libro de la primera navegación y descubrimiento de las Indias”, extractado por fray Bartolomé de las Casas; anotación al lunes, 14 de enero de 1493. Extracto autógrafo de Las Casas, en BN, Madrid, Mss. 6, n.° 7, fol. 56 r. Transcripción y edición de Carlos Sanz, “Biblioteca Americana Vetustissima” (Madrid, 1962).
  14. A. Bernáldez, “Historia de los Reyes Católicos”, cap. CXVIII (Ed. BAE, tomo XX, Madrid, 1953), p. 657; Id., edic. crítica de Gómez Moreno y de Carriazo, Madrid, 1962, p. 270.
  15. Juan Manzano y Manzano, “Cristóbal Colón, Siete años decisivos de su vida (1485-1492)”, (Madrid, 1964), cap. IV, pp. 80-106.
  16. 1492/1493. “Diario de a bordo”, de don Cristóbal Colón, extractado por fray Bartolomé de Las Casas, ff. 1 y 2. “Prólogo”. Ed. facsímil y transcripción de Carlos Sanz, “Biblioteca Americana Vetustissima. Diario de Colón. Libro de la primera navegación y descubrimiento de las Indias”, Madrid, 1962. Prólogo. (CIC, tomo XIII, doc. 1534, pp. 44-46).
  17. La fuente de donde tomamos estas cartas de Toscanelli al canónigo portugués y a Cristóbal Colón, es la “Historia del Almirante” escrita por su hijo Hernando Colón, cap. 7; de donde las tomó también Martin Fernández Navarrete, para su edición en la citada “Colección... de los viajes y descubrimientos...”, I, doc. 1 (en BAE, tomo LXXV, Madrid 1954), pp. 229-301. Estas cartas, que publica Hernando de Colón, no están en el archivo de la Casa de Veragua, hoy en Sevilla (AGÍ, Patr. 295), donde se encuentra lo más importante de la documentación familiar del Almirante don Cristóbal Colón.
  18. “Segunda carta de Toscanelli a Cristóbal Colón” (Cf. nota 16), en M. Fernández Navarrete, O. c, pp. 300- 301.
  19. 1500, noviembre, 25. Sevilla. “Carta del Almirante don Cristóbal Colón al ama del Príncipe don Juan, doña Juana de la Torre”. Arch. del Monasterio de las Cuevas, Sevilla. Copia hecha por D. Juan Bta. Muñoz, “Colección de D. Juan B. Muñoz”, Academia de la Historia, “Viajes del Almirante Cristóbal Colón”. Texto corregido por el del “Códice Colombo Americano”. Ed. Martín Fernández Navarrete, “Colección de viajes y descubrimientos...”, I (Madrid, 1858), pp. 413-423; en BAE, tomo LXXV (Madrid, 1954) pp. 217-222.
  20. Efectivamente, por manos del confesor de la Reina, fray Hernando de Talavera, prior de Prado y ya obispo de Ávila (desde el 20 de agosto de 1485), pasan los más importantes asuntos de Estado. Por ejemplo, por citar algunos de los más recientes, todos los relativos a la cuestión sucesoria y a los tratados con Portugal, donde también interviene el otro personaje cierto que está en la Junta de Salamanca para examinar el proyecto de Colón: el doctor Rodrigo Maldonado de Talavera, uno de los consejeros Reales de más estima de la Reina, que también intervino con su parecer en la solución de otro de los más delicados asuntos en la conciencia de la Reina: “Parecer que dieron el prior de Prado y los doctores Rodrigo Maldonado y Juan Díaz de Alcocer sobre la posesión de las Islas Canarias, La Palma y Tenerife”. Año. 477 (AGS, “Diversos de Castilla”, Leg. 9, fol. 18. Original).
  21. Bartolomé de las Casas, “Historia de las Indias”, I, cap. XXIX, p. 111. Precisa Hernando Colón: “Sus Altezas lo cometieron al prior de Prado, que después fue arzobispo de Granada, encomendándole que, junto con peritos en Cosmografía, se informasen plenamente de aquello” (“Historia del Almirante”, cap. XII).
  22. A. Bernáldez, “Memorias del reinado...” ed. crítica de Gómez Moreno y Carriazo, cap. CXVIII (Madrid, 1962), p. 270. Y en la edic. BAE., leemos el texto con esta variante: “...llamaron hombres sabios, astrólogos y a astrónomos, y hombres de la corte sabidores de la cosmographía, de quien se informaron...” (cap. CXVIII, p. 657).
  23. “Pleitos de Colón, Testigo Rodrigo Maldonado” (AGI. Patr. 12, fol. 7). Ed. Martín Fernández Navarrete, “Colección... de viajes y descubrimientos...”, II, “Probanzas del Almirante” (Diego de Colón), 15.a., en BAE, tomo LXXVI (Madrid 1955), pp. 347-348. Crítica de este testimonio, allí mismo: “Observación VIII”, pp. 363-364.
  24. Juan Manzano y Manzano, “Cristóbal Colón, Siete años decisivos de su vida (1485-1492)”, cap. IV (Madrid,1964), p. 72.
  25. “Pleitos de Colón”, Probanza 1.a., preg. 9a. (AGI. Patr. 12, R.° 1, fol. 18). Cf. Manzano y Manzano, op. cit., cap. III, p. 60.
  26. Las Casas, “Historia de las Indias”, I, cap. XXIX, p. 111.
  27. “Diario de Colón”, 11 dic. 1492, fol. 35 r y v. Edición facsímil de Carlos Sanz, Madrid, 1962.
  28. “Pleitos de Colón”, ut supra (nota 21).
  29. Las Casas, “Historia de las Indias”, I, cap. XXIX, p. 112.
  30. Las Casas, “Historia de las Indias”, I, cap. XXIX, p. 112.
  31. “Pleitos de Colón”, ut supra (nota 21).
  32. L. Galíndez de Carvajal, “Anales Breves, ano 1487”: “...volvieron este invierno los Reyes a Zaragoza”; año 1488: “...Estuvieron los Reyes en principio de este año en Zaragoza, y de allí fueron a Valencia y de allí a Murcia...” (Ed. BAE, tomo LXX, Madrid, 1953, pp. 544-545).
  33. L. Galíndez de Carvajal, ut supra (nota 32).
  34. AGS, “Contaduría Mayor de Cuentas”, 1.a. Época, Leg. 89, Pliegos 76r, 78 v, 80 v, 89 v: La Reina ordena ciertos libramientos de dinero para Cristóbal Colón, por medio de fray Hernando de Talavera, su confesor, ya obispo de Ávila. Años 1487 a 1488.
  35. “Libro de asientos de ios gastos de la Reina doña Isabel” (AGS, Escribanía Mayor de Rentas, Casa Real, Leg. 2, n.° 1, fol. 12 v.) Ed. A. de la Torre, “La Casa de Isabel la Católica” (Madrid 1954), pp. 21 y 144: “Lucas Marines, Siculo... 20.000 por año, los 8.000 por capellán, e los 12.000 por enseñador de la Gramática”.
  36. Publicada por Damiao Peres, “Historia dos descubrimientos portugueses”, Porto, 1964, p. 273.
  37. Las Casas copia un texto autógrafo del hermano de Cristóbal Colón, relativo al descubrimiento del Cabo de Buena Esperanza por los portugueses en el año 1488: “Yo hallé en un libro viejo de Cristóbal Colón, de las obras de Pedro Aliaco, doctísimo en todas las ciencias y astronomía y cosmografía, escriptas estas palabras en la margen del tratado De imagine mundi, cap. 8, de la misma letra y mano de Bartolomé Colón, la cual muy bien cognoscí y agora tengo hartas cartas y letras suyas...” (“Historia de las Indias”, I, cap. XXVII, p. 104).
  38. “Pleitos de Colón”, Testigo Juan Moreno... (AGI, Patr. 12, 3.a., fol. 72); J. Manzano y Manzano, “Cristóbal Colón...”, cap. VI, p. 150.

BIBLIOGRAFÍA

A lo largo de la exposición, en las notas, se hace referencia a fuentes, archivos, bibliotecas y autores citados. La vasta bibliografía sobre Isabel la Católica y sobre este periodo histórico fundamental de la historia de España y en su relación con el tema del Descubrimiento y Evangelización del Continente Americano se encuentra señalada entre otros lugares en: Congregatio de Causis Sanctorum, “Vallisoletan. Beatificationis SD Elisabeth I (Isabel la Católica) Positio Super Vita, Virtutibus et Fama Sanctitatis ex Officio Historico Concinata”, n.221.Vallisoleti 1990, 1074 pp., con una extensa Bibliografía, pp. 981-1005 [sigla “Positio Isabel”]; y en la importante biografía de T. De Azcona, “Isabel la Católica”, Madrid, 1964; Dirección General de Archivos y Bibliotecas, “Testamento y Codicilo de la reina Isabel la Católica, 12 de octubre y 23 de noviembre de 1504”, ed. facsímil (Madrid 1969); V. D. Sierra, “El sentido misional de la conquista de América” (Buenos Aires 1942); C. Bayle, “Ideales misioneros de los Reyes Católicos, en Missionalia Hispanica” 9 (1952) 233-75; V. Rodríguez Valencia, “Isabel la Católica y la libertad de los Indios”, en Anthologicaannua 24-25 (1977-1978) 645-80; Rafael del Valle Curieses, “El reinado de Isabel “La Católica” a la luz de los documentos del Archivo Municipal de Palencia”, Instituto “Tello Téllez de Meneses”. Diputación Provincial, Palencia 2007. Para los Documentos Pontificios: J. Metzler, OMI, “America Pontificia” (3 vol.), EDV 1991. En el Vol. I, pp. 47-67: da una bibliografía histórica importante sobre el argumento.

Notamos que en los textos documentales citados los transcribimos tal cual aparecen en los documentos en sus aspectos gramaticales y sintácticos de la lengua castellana usada entonces.

© VALLISOLETAN. Beatificationis SD Elisabeth I (Isabel la Católica) Positio Super Vita, Virtutibus et Fama Sanctitatis ex Officio Historico Concinata, n.221.Vallisoleti 1990, 647-706.