PARDO DE ANDRADE Y FIGUEROA, Sancho

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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(La Coruña, 1632; Quito, 1702) Obispo

El obispo Andrade, antes de su elección para la sede episcopal panameña, confirmada por la Santa Sede el 24 de marzo de 1664, había desempeñado cargos importantes como deán de la Iglesia en Trujillo y como canónigo magistral del cabildo de Lima.

El 17 de mayo de 1665 tuvo lugar su consagración episcopal en Lima por el Arzobispo Villagómez a la cual asistieron, tanto el virrey Conde de Santisteban, como los miembros de la Audiencia y de ambos cabildos. Una vez llegado a Panamá dará inicio a la visita de su diócesis que realizará a partir del año 1666.

Durante su episcopado le tocará vivir los violentos ataques al istmo por parte de la piratería inglesa, pues en 1668 tendrá lugar el ataque de Henry Morgan a Portobelo que, además de proveer a los piratas de un consistente botín, prácticamente constituyó el preámbulo al ataque y ocupación que en 1671 los mismos ingleses habrían llevado a cabo contra la ciudad de Panamá, ocasionando la destrucción de la misma y su posterior traslado al nuevo emplazamiento a los pies del Cerro Ancón.

Para Sancho Pardo de Andrade y Figueroa el ataque de los ingleses llegó a constituir una grande prueba. La ciudad entera había quedado en ruinas; de la Catedral, que con tanto esfuerzo y dificultades se había logrado edificar a lo largo del siglo, sólo el campanario quedará en pié, aunque en muy grave estado. Sin embargo el mayor dolor causado por la dispersión y el sufrimiento de una grey que podríamos calificar de convaleciente, por las vicisitudes afrontadas durante los últimos decenios, que a muy males penas había sobrevivido a tan feroz ataque.

El obispo Andrade dejará Panamá para trasladarse a la diócesis de Huamanga (Ayacucho), para la cual había sido nombrado como obispo ya desde junio de 1679, tomando posesión de ella en 1681. En Huamanga fundó el Convento de Santa Teresa y restauró la Universidad. En 1688 fue promovido al obispado de Quito, siendo muy querido por sus feligreses.

En 1696 el obispo Sancho de Andrade cayó gravemente enfermo y los médicos lo desahuciaron; entonces sus feligreses organizaron una novena a la Santísima Virgen del Rosario, rogándole por la salud de su prelado. La novena culminó el 30 de diciembre con una procesión de más de quinientas personas que partieron hacia la Catedral de Quito, y todas ellas vieron en el cielo una perfecta imagen de la Virgen formada por las nubes; en ese momento el obispo Andrade y Figueroa recobró milagrosamente la salud, y pudo continuar al frente de su diócesis por seis años más, hasta su fallecimiento en 1702.

La advocación de “La Virgen de la Nube”, también conocida como “Nuestra Señora de las Lágrimas”, se representa a María como una Reina que sujeta con su mano derecha un cetro; se le venera en la ciudad de Azogues, Ecuador, a donde acuden cada primero de enero miles de devotos.


BIBLIOGRAFÍA

DE EGAÑA, Antonio, Historia de la Iglesia en la América Española, B. A. C. Madrid 1966

FUNDACIÓN CULTURAL DE LA NOBLEZA ESPAÑOLA, Luces olvidadas en el Nuevo Mundo, Madrid, 2012

VARGAS UGARTE Rubén, Historia de la Iglesia en el Perú III, Lima 1953


HÉCTOR QUIRÓS