Diferencia entre revisiones de «YUCATÁN. La Guerra de Castas (1847-1901)»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Revisión del 18:52 8 jun 2024

La presencia española en la Nueva España dio inicio en la península de Yucatán; ahí arribaron por vez primera las expediciones que exploraron y luego colonizaron el territorio novohispano. La primera exploración marítima al occidente de Cuba le fue encomendada a Francisco Hernández de Córdoba, y su expedición tocó tierra en Isla Mujeres y luego en Cabo Catoche entre el 1° y el 5 de marzo de 1517. La segunda expedición estuvo dirigida por Juan de Grijalva, llegando a la isla de Cozumel el 3 de mayo de 1518; posteriormente prosiguió explorando la costa de la península de Yucatán, a la que se creía era una Isla, y buscando darle la vuelta Grijalva bordeó las costas del Golfo hasta Cabo Rojo al sur de Tamaulipas.

La tercera expedición fue la presidida por Hernán Cortés y también toco tierra primeramente en Cozumel pues siguió los pasos de la anterior, pero tenía la intención de iniciar ya el poblamiento y evangelización de las tierras recién descubiertas. Así en Veracruz Cortés fundó el primer Ayuntamiento, hundió sus naves y se dirigió tierra adentro dando así inicio a la Conquista de México. Pero Yucatán quedó inicialmente fuera de la acción española. La falta de montañas y las altas precipitaciones pluviales de la Península yucateca explican los pantanos y la casi impenetrable selva, lo que ha propiciado su ancestral aislamiento.

El proceso de su incorporación a la Nueva España dio inicio hasta 1527 cuando el Rey Carlos I de España nombró a Francisco de Montejo «Adelantado, Capital General y Alguacil Mayor» de Yucatán y Tabasco. El 6 de enero de 1542 Montejo fundó la ciudad de Mérida y el año siguiente la ciudad de Valladolid.

El proceso de evangelización de las etnias mayas dio inicio en 1535 cuando arribaron a Champotón los primeros misioneros franciscanos encabezados por Fray Jacobo de Testera, pero la hostilidad que encontraron de parte de los indígenas les hizo abandonar su cometido. Dos años después, en 1537, arribó un nuevo grupo conformado por cinco frailes franciscanos quienes lograron convertir a la fe cristiana a algunos cientos de habitantes de la Península.

ANTECEDENTES DE LA GUERRA DURANTE EL PERIODO VIRREINAL La rebelión de Valladolid (1546) Un grupo de caciques mayas comandado por los Batabob preparó una sublevación contra los españoles y contra los indígenas que habían abrazado la fe, y en noviembre de 1546 cayeron sobre la ciudad de Valladolid asesinando al Alcalde Villagómez, a otros 18 colonos españoles y a poco más de 400 indígenas que servían a los colonos. Como respuesta, el «Adelantado» Montejo reunió en Campeche una tropa compuesta por indígenas y españoles, la cual en diciembre de ese año arribó a Valladolid y derrotó definitivamente a los caciques en un solo encuentro. La rebelión de Cisteil (1761) Ubicado en el centro-sur de la Península de Yucatán y cercano a Mérida, el pequeño poblado de Cisteil fue teatro de una sublevación sangrienta encabezada por Jacinto Uc Canek, el 20 de noviembre de 1761. Ese día, en la Iglesia de Cistel se realizó una asamblea de vecinos, y en ella Jacinto Canek afirmó que él era brujo, que podía hacer milagros y que los mayas deberían rebelarse contra el dominio de los blancos. Algunos caciques de las poblaciones cercanas acudieron al llamado de Kanek, quien arengó a los sublevados para que lo nombraran «Re Jacinto Uc Canek chichán Motezuma» (Rey Jacinto Serpiente negra, Pequeño Moctezuma) y se lanzaran a matar a los blancos.[1]

Los sublevados quitaron el manto y corona a la imagen de la Virgen de la Concepción, y con estos objetos revistieron al «rey» Canec. Luego se dirigieron a la casa del comerciante español Diego Pacheco a quien dieron muerte. El párroco de la vecina población de Sotuta, Miguel Ruela, acababa de llegar a Cistel a celebrar Misa, pero se encontró con esta situación, y de inmediato mandó avisar a las autoridades de Mérida.

Un contingente de ocho soldados al mando del capitán Tiburcio Cosgaya salió de Mérida hacia Cistel, donde el desorden había incrementado el número de sublevados. Al llegar a Cistel, Cosgaya y sus hombres fueron asesinados. De Mérida fue enviada entonces una nueva fuerza de 500 hombres al mando del teniente Cristóbal Calderón, y tras un combate en el que murieron cuarenta soldados y unos 600 sublevados, el 26 de noviembre entraron a Cistel. Canek y unos 300 seguidores huyeron a la selva, siendo capturados al dia siguiente. Canek fue condenado a muerte y ejecutado el 12 de diciembre. Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas esparcidas en la selva.[2]

ANTECEDENDENTES DE LA GUERRA EN EL MÉXICO INDEPENDIENTE

Dos rebeliones y dos desenlaces distintos: Texas y Yucatán.

La separación de Texas de la República mexicana fue incitada desde 1835 por el yucateco Lorenzo de Zavala. El 14 de mayo de 1836 Texas logró su independencia respecto de México con la firma de los «Convenios de Velasco»; Lorenzo de Zavala fue nombrado vicepresidente de la «República de Texas». En agosto del año siguiente, las autoridades de esa «República» solicitaron su anexión a los Estados Unidos.

Cuatro años después, el 10 de febrero de 1840, Santiago Imán Jefe militar en Tizimín, Yucatán, se levantó en armas contra el gobierno de México, capturó las ciudades de Valladolid y Mérida. Ocho días después una «junta gubernativa» nombrada por Imán declaró a Yucatán «República independiente».

Por lo que se refiere a la «República de Texas», el 29 de diciembre de 1845 el gobierno norteamericano aceptó su anexión a los Estados Unidos y de su territorio formó cinco Estados de la Unión: el propio Texas, Colorado, Kansas, Oklahoma y Wyoming. El régimen esclavista que privaba en los Estados Unidos desde la época de las «trece colonias», fue instaurado en esos cinco estados. Por lo que se refiere a la «República de Yucatán», ésta se consolidó en 1841 mediante la proclamación de la «Constitución de Yucatán» el 16 de mayo de ese año, y cuyo primer artículo señalaba: “El pueblo de Yucatán, en el pleno uso de su soberanía, se erige en república libre e independiente de la nación mexicana.” En los siete años de existencia de la «Republica de Yucatán» (1841-1848) esta fue gobernada alternamente por dos personajes: Miguel Barbachano y Tarrazo, y Santiago Méndez Ibarra. Un numeroso ejército de mayas fue erigido para luchar contra los mexicanos que amenazaban impedir la separación; esto pronto se le revertería al gobierno de Mérida. Repercusión en Yucatán de la Guerra de Estados Unidos contra México Cuando en abril de 1846 un ejército norteamericano formado por cuatro mil soldados al mando del gral. Zacarías Taylor, invadió el territorio mexicano por Nuevo León y al mismo tiempo «marines» al mando del comodoro Sloat desembarcaban en California, la República de Yucatán se declaró «neutral». Otro ejército de doce mil soldados al mando del Gral. Wilhem Scott desembarcó en Veracruz el 19 de marzo de 1847, enfrentándose a las tropas mexicanas en Cerro Gordo, cercano a Jalapa; posteriormente sitió la ciudad de México heroicamente defendida por los cadetes del Colegio Militar, el Batallón de San Blas, el Batallón de San Patricio y otras unidades militares. Pero la deserción en combate del Gral. Juan N. Álvarez que comandaba la Caballería mexicana, y el sabotaje del vicepresidente Valentín Gómez Farías al esfuerzo militar del Presidente Antonio López de Santana, finalmente dio el triunfo a los norteamericanos, y la capital se rindió a los invasores el 13 de septiembre de 1847. Con los «Tratados de Guadalupe-Hidalgo» firmados el 2 de febrero de 1848 se consumó la anexión de Texas, y también la de los territorios de las provincias mexicanas de California y Nuevo México. Por lo que se refiere a la «neutral» República de Yucatán, los caciques mayas quisieron aprovecharse de la caótica situación política, y en 1847 dieron inicio a la «guerra de castas», la cual se proponía la expulsión de todos los blancos (criollos y mestizos) de Yucatán. El gobierno yucateco, dominado por los hacendados henequeneros criollos, solicitó a México apoyo militar contra los mayas en rebelión, a cambio de reintegrarse a la República mexicana. En 1848, tras triunfos relativos de los hacendados sobre los mayas rebeldes, la República de Yucatán desapareció.

CACIQUES RELEVANTES EN LA GUERRA DE CASTAS Manuel Antonio Ay, Cacique de Chichimilá Nació en Chichimilá, Yucatán, en 1817. Desde muy joven se destacó por ejercer un liderazgo radical en la comunidad de los indígenas mayas de su comunidad, alentando a luchar por la extinción de los blancos; pronto extendió su influencia hasta Dzitnup, Ebtún y Tekom.

En 1842 se le había abierto en Chichimilá un expediente “por conato de homicidio”[3]. Desde 1845 Inició la formación de contingentes armados mediante recolección de fondos entre comerciantes y latifundistas mayas, y contrabando de armamento desde Belice. Ay estaba en el centro de la conjura que buscaba iniciar la rebelión maya en la región oriental de la Península, y un mensaje que le había sido enviado por otro cacique importante en la conjura, Cecilio Chi, lo había escondido en el interior de su sombrero. Mientras tomaba aguardiente en una reunión celebrada en una cantina de Chichimilá, el cantinero Antonio Rejón descubrió el mensaje y dio aviso a las autoridades.

El Gobierno de Mérida lo capturó y juzgó con extrema severidad, decretando que Ay fuera fusilado; su ejecución se realizó en Valladolid el 26 de julio de 1847. Este hecho acabó por encender la hoguera de la guerra de castas que habría de durar 54 años.

Cecilio Chí, Cacique de Tepich

Este cacique había sido jefe de un batallón de indígenas mayas durante la defensa de la ciudad de Campeche en 1843 ante el asedio de tropas mexicanas que trataban de reintegrarla a la República mexicana. Aprovechando la indignación que se dio entre los mayas por la ejecución de Manuel Ay, el 30 de julio de 1847 al grito de «mueran los blancos», Cecilio Chí dio inicio en Tepich la «guerra de castas». Los levantamientos armados se extendieron rápidamente a Tihosuco, Valladolid y Sotuta. En diciembre de 1848 Cecilio Chi fue asesinado por su secretario Paredes, debido a que ambos se disputaban a una misma mujer.[4]

Jacinto Pat, cacique de Tihosuco

Este indígena maya originario del pueblo de Tihosuco, es frecuentemente tomado como mestizo por historiadores anglosajones debido a que «Pat» es una popular contracción del popular nombre irlandés «Patrick». Fue un cacique que poseía muchas tierras pero que vivía sin gran apego a las mismas. Los indígenas mayas a su servicio lo llamaban «tatich» (caudillo, jefe) y compartía con ellos sus cosechas. Afirmaba que la riqueza «pone agrios los espíritus» y tenía un especial desprecio a los comerciantes. Ávido lector de libros de historia poseía una cultura superior al resto de los caciques, y aunque compartía con ellos el resentimiento hacia los blancos y también buscaba su expulsión de la Península, privilegiaba los métodos políticos a los de las armas.[5]Por ello tenía marcadas diferencias con Cecilio Chi, ya que este priorizaba la guerra y Jacinto Pat veía la negociación política como una manera de evitar más muertes y de crear un estado maya en su territorio y con gobierno propio.

El gobierno de la República de Yucatán por medio del párroco Canuto Vela propuso a los mayas un tratado que pusiera fin a la rebelión indígena. El 23 de abril de 1848 ese tratado se celebró en Tzucacab, firmando por parte de los mayas únicamente el cacique Jacinto Pat, ante el rechazo de los demás caciques que por esta razón lo asesinaron el 8 de septiembre de ese mismo año. La Guerra de Castas continuará hasta los inicios del siglo XX. HECHOS RELEVANTES DE LA GUERRA DE CASTAS En agosto de 1847 el gobierno de Mérida decretó una ley que despojaba a los indígenas de su condición de ciudadanos, con lo que exacerbó aún más el conflicto racial. Los mayas rebeldes sitiaron Tihosuco y Sabán, pero fueron derrotados en Bacalar. El 6 de febrero de 1848 el gobernador Santiago Méndez decretó la amnistía para todos los indígenas que “se sometieran a la obediencia del gobierno y la pena de muerte a los que no se sometieran.”[6]

Este decreto, aunado al asesinato de Jacinto Pat por el cacique Venancio Pec en la población de Tabi, canceló la vía pacífica para la solución del conflicto, que iba creciendo en magnitud. Ante esto, el gobernador Méndez, por medio de Justo Sierra O´Reilly, ofreció a cambio de ayuda la soberanía de la Península de Yucatán al gobierno de Gran Bretaña, al de Francia, y por último al de los Estados Unidos.[7]

Debido a lo que habían obtenido en esos días por medio de los Tratados de Guadalupe Hidalgo, les llevó a los Estados Unidos a desdeñar el ofrecimiento de los yucatecos. Entonces Méndez renunció al Gobierno el que dejó en manos de Miguel Barbachano. Este tuvo ya solo la opción de ayuda militar negociando con el gobierno de México la reincorporación de Yucatán a la República Mexicana.

El 18 de agosto de 1848 la «República de Yucatán» dejó de existir y su territorio fue dividido en tres Estados: Yucatán, Campeche y Quintana Roo. Barbachano pasó a ser solo «gobernador» del Estado de Yucatán, pero su encono contra los mayas no disminuyó: en noviembre de 1848 firmó un decreto cuyo contenido “se prestó para la criminal tarea de organizar la esclavitud y tráfico indigno que se hizo”.[8]


Fundación de Chan Santa Cruz (1850)

Un antiguo compañero de Jacinto Pat de nombre José María Barrera y un grupo de mayas rebeldes, siendo perseguidos por tropas yucatecas se refugiaron en un rancho abandonado donde había un «chan» (cenote) y junto a él un árbol de caoba que tenía grabada en su corteza una pequeña cruz. Un ventrílocuo llamado Manuel Nahuat les hizo creer que esa cruz (supuestamente parlante) predecía el triunfo de los indígenas mayas sobre los blancos; pronto una afluencia de peregrinos mayas al cenote llevó a construir en sus alrededores unas 300 chozas.

En 1851 Barrera contaba con más de mil mayas listos para entrar en combate, convencidos de poder exterminar a los blancos, y por tener su centro en el Chan Santa Cruz, fueron llamados «cruzoob», los cuales fueron extendiéndose a otros parajes. Entre 1860 y 1871, se calcula que los «cruzoob» eran cerca de 35 mil y tenían al puerto de Bacalar el lugar por donde podían abastecerse de armamento y mercancías provenientes de Honduras británica (Belice) a cambio de permitir a los ingleses la explotación maderera en el territorio que dominaban, desde Tulum hasta la Bahía de Chetumal. Un acuerdo firmado en 1896 por el gobierno de Porfirio Díaz con los ingleses para la explotación forestal, significó a los «cruzoob» el cierre de la vía de su abastecimiento militar y mercantil. En 1898 llegó a la bahía de Chetumal una barcaza de bandera mexicana con una tropa al mando del teniente Othón P. Blanco para preparar la campaña final contra los mayas rebeldes. Tres años después, el 3 de mayo de 1901, el Gral. Ignacio A. Bravo al frente del 28 Batallón, ocupó Chan Santa Cruz poniendo fin a la Guerra de Castas que durante medio siglo ensangrentó a la Península.


NOTAS

  1. Cfr. Casarrubias Vicente, Rebeliones indígenas en la Nueva España. Ed. Talleres Gráficos de la Nación. México, 1975
  2. Ibídem, p. 141
  3. Sergio Quezada. Documentos de indios yucatecos 1822-1847. Ed. UAY, Mérida, 1995, p. 32
  4. Ramón Berzunza Pinto, Guerra social en Yucatán. Maldonado Fuentes editores, Mérida, 1997., p.87
  5. Cfr. Hermilo Abreu Gómez, La conjura de Xinum. Ed. UNAM, 1958
  6. Leticia Reina, Las rebeliones campesinas en México (1819-1906), Ed. Siglo XXI, México, 1986, p. 366
  7. Silvio Zavala, Apuntes de Historia Nacional 1808-1974. Ed. FCE. México, 1990, p.86
  8. Ramón Berzunza Pinto, obra citada, p. 92

BIBLIOGRAFÍA

Abreu Gómez Hermilo, La conjura de Xinum. Ed. UNAM, 1958

Berzunza Pinto Ramón, Guerra social en Yucatán. Maldonado Fuentes editores, Mérida, 1997

Casarrubias Vicente, Rebeliones indígenas en la Nueva España. Ed. Talleres Gráficos de la Nación. México, 1975

Quezada Sergio. Documentos de indios yucatecos 1822-1847. Ed. UAY, Mérida, 1995

Reina Leticia, Las rebeliones campesinas en México (1819-1906), Ed. Siglo XXI, México, 1986

Zavala Silvio, Apuntes de Historia Nacional 1808-1974. Ed. FCE. México, 1990


DHIAL, con datos tomados de la Tesis de licenciatura de JOSE LUIS CANTO SOSA Participación de los obispos y el clero de Yucatán en la Guerra de Castas. Universidad Gregoriana, Roma, 1999