Diferencia entre revisiones de «HIJAR Y MENDOZA, Martín Alonso»
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VÁZQUEZ, J. O.S.A., ''Crónica de la Provincia de N. P. San Agustín del Perú'', II, Lima 1997. | VÁZQUEZ, J. O.S.A., ''Crónica de la Provincia de N. P. San Agustín del Perú'', II, Lima 1997. | ||
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Revisión actual del 20:14 9 ago 2020
(Lima, 1628; Concepción, 1704) Sacerdote agustino.
El padre Martín Alonso fue nominado en 1693 como el décimo Obispo de Concepción, Chile, cuando era Provincial en Quito. Nació en Lima en los primeros días de 1628. Era hijo de Don García Hijar de Mendoza y de Doña Juana Margarita de Santillán, ambos de ilustres familias. Ingresó a la Orden de San Agustín y profesa el 1 de enero de 1644.
Realiza sus estudios en el Convento de Lima y los continúa en la Universidad Agustina de San Ildefonso, donde se va a desempeñar como Lector de Filosofía. Es ordenado sacerdote hacia 1650. En la Universidad de San Marcos recibe el título y grado de Doctor en Teología en 1657, donde fue docente en una de sus cátedras. Fue miembro Calificador del Santo Oficio e Inquisidor del culto de las imágenes veneradas en los templos del Distrito de Lima. En la Orden ocupó los cargos de Prior de Nuestra Señora de Copacabana (1665), famoso santuario mariano; Definidor Provincial (1669) y Prior de Otuzco, Perú (1680), también santuario mariano. En el Capítulo Provincial de 1681 es elegido Provincial nada menos que con 71 votos de los 80 electores presentes. Capítulo éste que se celebró sin presiones ni ingerencias extrañas, estableciendo normas de buen gobierno y con su Definitorio, disposiciones posteriores de vida religiosa para la Provincia de Nuestra Señora de Gracia del Perú. Alcanza a construir la cripta de la nueva segunda iglesia del convento de Lima, en estilo barroco, demoliendo la antigua, y establece las misiones entre los indios Ninarvas, inexistentes hoy día, que duraron hasta 1703, donde hubo mártires y abnegación apostólica.
En 1690, el P. Martín Alonso viaja a Quito por mandato del P. General para dar solución a la grave y particular crisis en que se debatía la Provincia Agustina de San Miguel del Ecuador. Sin duda que el P. Hijar y Mendoza era la persona precisa para esta difícil misión. Ya, en 1685 el Cabildo de Lima lo recomendaba al Rey, diciendo que: “Ha gobernado siempre su religión en paz, con mucha caridad y amor a sus súbditos, sin quejas públicas ni secretas. Su virtud, recogimiento, vida y costumbres son ejemplares…”. Con su amabilidad característica, comprensión y siempre asequible con todos, muy pronto volvió la calma y la tranquilidad restaurando la vida común en sus personas y en sus conventos, de tal modo que, al cumplirse el tiempo de elegir Provincial, no lo pensaron dos veces y el electo fue el P. Martín Alonso de Hijar, con gran alegría de todos.
Estaba en dicha función cuando recibe comunicado que S.S. Inocencio XII lo había preconizado Obispo de la Santísima Concepción de Chile, en el Consistorio de 20 de abril de 1693. Una vez hechos los preparativos que se estilan, fue consagrado con pompa y dignidad en Quito por el Ilmo. Señor Sancho de Andrade y Figueroa. Pasa a Lima, donde el Arzobispo señor Melchor de Liñán le regala el pontifical que usará hasta su muerte. La comunidad agustina le facilita algunos elementos episcopales valiosos que necesita y otros utensilios ad hoc, ante escribano. En la iglesia de San Agustín realiza varias ordenaciones sacerdotales de religiosos agustinos. Una vez en Chile, y precisamente en Concepción, asume la Diócesis el 21 de diciembre de 1695, año en que esta Provincia de Nuestra Señora de Gracia de Chile ha celebrado su primer centenario de vida. Sus prendas morales eran conocidas por referencias en el país.
Contaba entonces con 67 años y su salud no era de las mejores. Llegaba en momentos de gran desesperación y de carencias generales, pues hasta 1695 no habían llegado cinco de los situados con el que se pagaba a soldados y clero y esto no iba a tener solución en su administración. Visitó lo que pudo de su extensa Diócesis y dos veces intentó ir hasta Valdivia y de ahí seguir a Chiloé que hacía unos cien años que no conocía obispo, y no se le permitió por el temor a los piratas franceses. Dio inicio a un Sínodo en 1702 que no concluyó por su salud, pero algunos acuerdos como el bautismo de los párvulos, fue puesto en práctica por referencia del P. Mascardi, S. J. Las Órdenes Religiosas fundan cada una, por lo menos dos nuevas casas para apoyar la misión en su período. Se funda en Chillán en 1700, el colegio seminario para hijos de caciques que se le encomendó a la Compañía de Jesús.
Fue un valiente defensor de la inmunidad eclesiástica ante las autoridades del país tanto en Yumbel como en Concepción, aún con su salud quebrantada. Y en febrero de 1704 asiste al Capítulo Provincial de la Orden de San Agustín que se celebró en Concepción. Fallece en suma pobreza el 15 de mayo de ese mismo año. Fue sepultado en la catedral de Penco. De él y de su predecesor, el agustino Francisco de Loyola y Vergara, escribió el P. Maturana en 1910 “por su humildad y mortificación y celo pastoral, ambos merecen los honores del altar”.
Bibliografía
MATURANA, V. O.S.A., Historia de los Agustinos en Chile, Santiago 1904
RUZ, L. C.M., Martín Alonso Hijar y Mendoza, en Episcopologio Chileno. 1561-1815, IV
VÁZQUEZ, J. O.S.A., Crónica de la Provincia de N. P. San Agustín del Perú, II, Lima 1997.
OSVALDO WALKER