Diferencia entre revisiones de «GUADALUPE. Su nombre y el antiaparicionismo»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Quienes sostienen esa corriente usan distintos supuestos ''“argumentos”;'' uno de los más torpes -pero quizá el que más repiten- es el referente al mismo nombre de «Guadalupe». Retorciendo una verdad histórica afirman que ''«la Virgen de Guadalupe no se apareció en el Tepeyac; simplemente trasladaron a la Nueva España la veneración a una antigua imagen, pues la Virgen de Guadalupe fue venerada en España mucho antes del Descubrimiento de América».'' Pero este “argumento” del antiaparicionismo no resiste un análisis serio.
 
Quienes sostienen esa corriente usan distintos supuestos ''“argumentos”;'' uno de los más torpes -pero quizá el que más repiten- es el referente al mismo nombre de «Guadalupe». Retorciendo una verdad histórica afirman que ''«la Virgen de Guadalupe no se apareció en el Tepeyac; simplemente trasladaron a la Nueva España la veneración a una antigua imagen, pues la Virgen de Guadalupe fue venerada en España mucho antes del Descubrimiento de América».'' Pero este “argumento” del antiaparicionismo no resiste un análisis serio.
  
Es totalmente cierto que, cuando Cristóbal Colón descubrió el Nuevo Mundo en 1492, la devoción en España a la virgen de «Guadalupe» era ya de vieja data, pues dio inicio ''“desde que se unió a la gran victoria del Salado, (en Cádiz, contra los benimerines), cuando en 1340 se evitó la nueva invasión (árabe), en la época de Alfonso XI. Desde este acontecimiento se vio a la Virgen de Guadalupe como gran protectora de las causas cristianas, sobre todo si estas eran de valor decisivo”.''<ref>RAMOS PÉREZ Demetrio. La primera estancia de Colón en Guadalupe. En VV.AA. Extremadura en la evangelización del Nuevo Mundo. Turner libros. Madrid, 1992, p. 213</ref>   
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Es totalmente cierto que, cuando Cristóbal Colón descubrió el Nuevo Mundo en 1492, la devoción en España a la virgen de «Guadalupe» era ya de vieja data, pues dio inicio ''“desde que se unió a la gran victoria del Salado, (en Cádiz, contra los benimerines), cuando en 1340 se evitó la nueva invasión (árabe), en la época de Alfonso XI. Desde este acontecimiento se vio a la Virgen de Guadalupe como gran protectora de las causas cristianas, sobre todo si estas eran de valor decisivo”.''<ref>RAMOS PÉREZ Demetrio. La primera estancia de Colón en Guadalupe. En VV.AA. ''Extremadura en la evangelización del Nuevo Mundo''. Turner libros. Madrid, 1992, p. 213</ref>   
  
 
==ORIGEN DEL NOMBRE «GUADALUPE»==
 
==ORIGEN DEL NOMBRE «GUADALUPE»==
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Del 9 al 12 de diciembre de 1531 en el Cerro del Tepeyac, la Madre de Jesús se mostró a Juan Diego Cuauhtlatoatzin, un humilde indígena quien, junto con un tío suyo, estuvieron entre los primeros conversos en el centro de la Nueva España, gracias a la predicación de los franciscanos. De la realidad de ese Acontecimiento tenemos varias pruebas; dos de ellas fundamentales: una imagen y un mensaje. la imagen es la que quedó plasmada en el Ayate de Juan Diego; y el mensaje es el recogido en el documento conocido como «Nican Mopohua».<ref>Aunque es el relato más importante, al respecto existen otros documentos, como el llamado «Nican Motecpana» (aquí se pone en orden), que es un documento del año 1590 escrito también en náhuatl por el mestizo Fernando de Alva Ixtlilxóchitl..</ref>
 
Del 9 al 12 de diciembre de 1531 en el Cerro del Tepeyac, la Madre de Jesús se mostró a Juan Diego Cuauhtlatoatzin, un humilde indígena quien, junto con un tío suyo, estuvieron entre los primeros conversos en el centro de la Nueva España, gracias a la predicación de los franciscanos. De la realidad de ese Acontecimiento tenemos varias pruebas; dos de ellas fundamentales: una imagen y un mensaje. la imagen es la que quedó plasmada en el Ayate de Juan Diego; y el mensaje es el recogido en el documento conocido como «Nican Mopohua».<ref>Aunque es el relato más importante, al respecto existen otros documentos, como el llamado «Nican Motecpana» (aquí se pone en orden), que es un documento del año 1590 escrito también en náhuatl por el mestizo Fernando de Alva Ixtlilxóchitl..</ref>
  
El Ayate o «tilma»<ref>Los ayates eran una especie de capa rectangular que servía como instrumento de trabajo y no tanto como abrigo, pues anudado al cuello y tomando las puntas formaba una bolsa donde poner fruta, cargar leña, etc.</ref>de Juan Diego es una tela elaborada con fibra de maguey, material sumamente tosco y biodegradable que, en las mejores condiciones, no puede durar más de 15 años. El de Juan Diego con la imagen de la Virgen tiene ya casi 500 años, y sigue causando asombro aún a los científicos actuales que seriamente lo han estudiado.<ref>Cfr. PEDROZA MELENDEZ Alejandro y SALINAS SAUCEDO Carlos, La Virgen de Guadalupe y la ciencia del siglo XXI. Ed. Buena Prensa, México, 2015.</ref>  
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El Ayate o «tilma»<ref>Los ayates eran una especie de capa rectangular que servía como instrumento de trabajo y no tanto como abrigo, pues anudado al cuello y tomando las puntas formaba una bolsa donde poner fruta, cargar leña, etc.</ref>de Juan Diego es una tela elaborada con fibra de maguey, material sumamente tosco y biodegradable que, en las mejores condiciones, no puede durar más de 15 años. El de Juan Diego con la imagen de la Virgen tiene ya casi 500 años, y sigue causando asombro aún a los científicos actuales que seriamente lo han estudiado.<ref>Cfr. PEDROZA MELENDEZ Alejandro y SALINAS SAUCEDO Carlos, ''La Virgen de Guadalupe y la ciencia del siglo XXI.'' Ed. Buena Prensa, México, 2015.</ref>  
  
 
==EL NOMBRE DE GUADALUPE EN EL NICAN MOPOHUA==
 
==EL NOMBRE DE GUADALUPE EN EL NICAN MOPOHUA==
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Por lo que se refiere al mensaje relatado en el «Nican Mopohua» debemos tener presente el hecho de que, para transmitir la fe cristiana, los misioneros en todo el Nuevo Mundo no buscaron enseñar el español a los indígenas, sino que fueron ellos los que estudiaron y aprendieron las lenguas de los indígenas. Dicho de otra forma, los misioneros se «indigenizaron» a ellos mismos; no «españolizaron» a los indígenas.  
 
Por lo que se refiere al mensaje relatado en el «Nican Mopohua» debemos tener presente el hecho de que, para transmitir la fe cristiana, los misioneros en todo el Nuevo Mundo no buscaron enseñar el español a los indígenas, sino que fueron ellos los que estudiaron y aprendieron las lenguas de los indígenas. Dicho de otra forma, los misioneros se «indigenizaron» a ellos mismos; no «españolizaron» a los indígenas.  
  
''“La historia y el mensaje del Acontecimiento Guadalupano, que el «Nican Mopohua» recoge literariamente, se transmitió enseguida entre la población india, propiciando su conversión y constituyendo una tradición viva hasta nuestros días. El «Nican Mopohua» no es, por lo tanto, el punto de partida de la tradición Guadalupana, sino un documento que la recoge; ésta nace de la pintura estampada en su tilma, así como de los milagros que acompañaron desde un principio a la devoción. El «Nican Mopohua» es el mejor y más cuidadoso de esos testimonios.”''<ref>GONZÁLEZ FERNÁNDEZ Fidel. Guadalupe: pulso y corazón de un pueblo. Ed. Encuentro, Madrid, 2004, p. 102</ref>   
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''“La historia y el mensaje del Acontecimiento Guadalupano, que el «Nican Mopohua» recoge literariamente, se transmitió enseguida entre la población india, propiciando su conversión y constituyendo una tradición viva hasta nuestros días. El «Nican Mopohua» no es, por lo tanto, el punto de partida de la tradición Guadalupana, sino un documento que la recoge; ésta nace de la pintura estampada en su tilma, así como de los milagros que acompañaron desde un principio a la devoción. El «Nican Mopohua» es el mejor y más cuidadoso de esos testimonios.”''<ref>GONZÁLEZ FERNÁNDEZ Fidel. ''Guadalupe: pulso y corazón de un pueblo''. Ed. Encuentro, Madrid, 2004, p. 102</ref>   
  
El autor del «Nican Mopohua» fue un indígena de nombre António Valeriano, hijo de uno de los caciques de Azcapotzalco, y educado por los frailes franciscanos en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco.<ref>Antonio Valeriano fue gobernador de Azcapotzalco durante 35 años. Persona altamente dotada; fue el primer graduado en latín y griego del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco. Fue contemporáneo de Juan Diego Cuauhtlatoatzin, de modo que pudo escuchar de sus labios la historia guadalupana: tenía 11 años en 1531, año de las apariciones de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, y 28 en 1548, fecha de la muerte de Juan Diego. Adquirió una gran autoridad entre indios y españoles como hombre honrado y erudito; de él decía el conocido obispo Fuenleal “era tan hábil y capaz que hacía gran ventaja a los españoles”. Sahagún lo califica como “el principal y más sabio” de entre los alumnos del Colegio de Tlatelolco. Escribe su relato sobre Guadalupe cuando aún vivían muchos de los testigos del Acontecimiento; su firma aparece en el Códice Escalada.</ref>Según el Nican Mopohua, cuando el 9 de diciembre de 1531 la Virgen se presenta ante Juan Diego por vez primera, le dice que su nombre es «María» y no el de alguna de sus advocaciones: ''“Yo soy la Perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdaderísimo Dios por quien se vive.”''  (N.M.26) La lengua materna de Juan Diego era el náhuatl, y aunque al momento de las Apariciones quizá conociera ya algunas palabras del castellano, no hubiera sido suficiente para sostener una conversación en la lengua de Cervantes. María conversó con Juan Diego y le dio su mensaje en lengua náhuatl.
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El autor del «Nican Mopohua» fue un indígena de nombre António Valeriano, hijo de uno de los caciques de Azcapotzalco, y educado por los frailes franciscanos en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco.<ref>Antonio Valeriano fue gobernador de Azcapotzalco durante 35 años. Persona altamente dotada; fue el primer graduado en latín y griego del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco. Fue contemporáneo de Juan Diego Cuauhtlatoatzin, de modo que pudo escuchar de sus labios la historia guadalupana: tenía 11 años en 1531, año de las apariciones de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, y 28 en 1548, fecha de la muerte de Juan Diego. Adquirió una gran autoridad entre indios y españoles como hombre honrado y erudito; de él decía el conocido obispo Fuenleal ''“era tan hábil y capaz que hacía gran ventaja a los españoles”.'' Sahagún lo califica como ''“el principal y más sabio”'' de entre los alumnos del Colegio de Tlatelolco. Escribe su relato sobre Guadalupe cuando aún vivían muchos de los testigos del Acontecimiento; su firma aparece en el Códice Escalada.</ref>Según el Nican Mopohua, cuando el 9 de diciembre de 1531 la Virgen se presenta ante Juan Diego por vez primera, le dice que su nombre es «María» y no el de alguna de sus advocaciones: ''“Yo soy la Perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdaderísimo Dios por quien se vive.”''  (N.M.26) La lengua materna de Juan Diego era el náhuatl, y aunque al momento de las Apariciones quizá conociera ya algunas palabras del castellano, no hubiera sido suficiente para sostener una conversación en la lengua de Cervantes. María conversó con Juan Diego y le dio su mensaje en lengua náhuatl.
  
 
En la noche del 11 al 12 de diciembre, Juan Bernardino, tío de Juan Diego, estaba gravemente enfermo y, todavía de madrugada, Juan Diego salió hacia Tlatelolco para traer a un sacerdote. Para evitar el lugar donde la Virgen se encontraba con él pensó: ''“Si sigo derecho el camino, no vaya a ser que me vea esta Noble Señora y seguro, como antes, me detendrá para que le lleve la señal al sacerdote que gobierna, como me lo mandó.  Que primero nos deje nuestra aflicción; que antes yo llame de prisa al sacerdote religioso al que el pobre de mi tío no hace más que aguardarlo. En seguida rodeó al cerro, subió por en medio y de allí, atravesando, vino a pasar hacia donde sale el sol; para rápido ir a llegar a México, para que no lo detuviera la Reina del Cielo. Piensa que por donde dio la vuelta no lo podrá ver la que perfectamente a todas partes está mirando.”'' (N.M.101-104)
 
En la noche del 11 al 12 de diciembre, Juan Bernardino, tío de Juan Diego, estaba gravemente enfermo y, todavía de madrugada, Juan Diego salió hacia Tlatelolco para traer a un sacerdote. Para evitar el lugar donde la Virgen se encontraba con él pensó: ''“Si sigo derecho el camino, no vaya a ser que me vea esta Noble Señora y seguro, como antes, me detendrá para que le lleve la señal al sacerdote que gobierna, como me lo mandó.  Que primero nos deje nuestra aflicción; que antes yo llame de prisa al sacerdote religioso al que el pobre de mi tío no hace más que aguardarlo. En seguida rodeó al cerro, subió por en medio y de allí, atravesando, vino a pasar hacia donde sale el sol; para rápido ir a llegar a México, para que no lo detuviera la Reina del Cielo. Piensa que por donde dio la vuelta no lo podrá ver la que perfectamente a todas partes está mirando.”'' (N.M.101-104)

Revisión del 21:26 12 oct 2025

El llamado «antiaparicionismo» es aquella corriente que niega el Acontecimiento Guadalupano porque, de hecho, sistemáticamente niega todo lo sobrenatural. Afirma que la imagen de la Virgen plasmada en el humilde Ayate de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, fue un engaño de la Iglesia con la finalidad de manipular a los indígenas. Quienes sostienen esa corriente usan distintos supuestos “argumentos”; uno de los más torpes -pero quizá el que más repiten- es el referente al mismo nombre de «Guadalupe». Retorciendo una verdad histórica afirman que «la Virgen de Guadalupe no se apareció en el Tepeyac; simplemente trasladaron a la Nueva España la veneración a una antigua imagen, pues la Virgen de Guadalupe fue venerada en España mucho antes del Descubrimiento de América». Pero este “argumento” del antiaparicionismo no resiste un análisis serio.

Es totalmente cierto que, cuando Cristóbal Colón descubrió el Nuevo Mundo en 1492, la devoción en España a la virgen de «Guadalupe» era ya de vieja data, pues dio inicio “desde que se unió a la gran victoria del Salado, (en Cádiz, contra los benimerines), cuando en 1340 se evitó la nueva invasión (árabe), en la época de Alfonso XI. Desde este acontecimiento se vio a la Virgen de Guadalupe como gran protectora de las causas cristianas, sobre todo si estas eran de valor decisivo”.[1]

ORIGEN DEL NOMBRE «GUADALUPE»

La lengua mozárabe formada a lo largo de aquellos siglos de ocupación árabe en el territorio de la Península Ibérica conocido como «Al-Ándalus», aportó a la lengua castellana aproximadamente el 8% de sus vocablos. En sus palabras compuestas, la toponimia de España registra palabras de origen árabe como Guadalquivir «río grande», Guadalajara «río de las piedras», Guadalcanal «río del canal», y… Guadalupe «río del lobo»; este último río situado en la provincia de Cáceres en Extremadura. Ante uno de los ataques de los moros, en la orilla del río Guadalupe algunos cristianos enterraron una escultura en piedra de la Virgen María. Años después y ya con los musulmanes en retirada, esa escultura fue hallada por un monje de nombre Diego de Écija, quien decidió construir en el lugar una pequeña capilla para venerar a la imagen de la Madre de Jesús que había encontrado. La Providencia quiso que el rey Alfonso XI de Castilla visitara esa capilla antes de librar la importante batalla en El Salado contra el sultán Yusuf I de Granada.

Las huestes cristianas obtuvieron un triunfo de gran trascendencia pues impidió una nueva invasión musulmana, y en agradecimiento el rey Alfonso XI declaró a la Capilla como Santuario Real, aportando lo necesario para ampliar el templo, el cual fue lógica y espontáneamente designado como «Santuario de Guadalupe». El Rey entregó el Santuario al cuidado de la Orden de los frailes Jerónimos.[2]

“El Monasterio se hizo y desarrolló en estrecho paralelo a la lucha con los moros, razón por la que la que la pequeña iglesia que albergaba a la Virgen se convirtió en Santuario famoso, con el priorato secular que pronto, en 1389, se entregó a los monjes jerónimos. De aquí también que se acostumbrara a impenetrar (pedir) su protección para la liberación de los cristianos cautivos de los piratas berberiscos y en solicitud de una buena navegación. No puede extrañar, por tanto, que los Reyes Católicos, una vez iniciada la guerra de Granada, tuvieran muy presente a Guadalupe.”[3]


EL NOMBRE DE GUADALUPE SALTA AL NUEVO MUNDO

En el tiempo en que Cristóbal Colón preparaba su segundo viaje a «Las Indias» recién descubiertas, se hospedó en el Santuario con los jerónimos, y los frailes le pidieron que pusiera el nombre de «Guadalupe» al primer lugar que encontrara en su nueva expedición. No era la primera vez que Colón visitaba el Monasterio, ni fue el primer convento de jerónimos que frecuentaba, pues su amistad con ellos llevaba ya muchos años.

“En un hombre como Colón, profundamente espiritual (…) la primera visita a Guadalupe no fue un hito más en su camino, sino como su eclosión mariológica, hasta el extremo de creer que para él tuvo que ser uno de los efectos de la ruta que seguía desde el comienzo de sus gestiones.”[4]En efecto, Colón cumplió, y antes de llegar a la Isla «La Española» donde había dejado una guarnición en el «Fuerte de Navidad», atisbó una Isla a la que nombró «Isla de Guadalupe», la cual es llamada así desde ese noviembre de 1493.[5]

EL ACONTECIMIENTO DEL TEPEYAC

Del 9 al 12 de diciembre de 1531 en el Cerro del Tepeyac, la Madre de Jesús se mostró a Juan Diego Cuauhtlatoatzin, un humilde indígena quien, junto con un tío suyo, estuvieron entre los primeros conversos en el centro de la Nueva España, gracias a la predicación de los franciscanos. De la realidad de ese Acontecimiento tenemos varias pruebas; dos de ellas fundamentales: una imagen y un mensaje. la imagen es la que quedó plasmada en el Ayate de Juan Diego; y el mensaje es el recogido en el documento conocido como «Nican Mopohua».[6]

El Ayate o «tilma»[7]de Juan Diego es una tela elaborada con fibra de maguey, material sumamente tosco y biodegradable que, en las mejores condiciones, no puede durar más de 15 años. El de Juan Diego con la imagen de la Virgen tiene ya casi 500 años, y sigue causando asombro aún a los científicos actuales que seriamente lo han estudiado.[8]

EL NOMBRE DE GUADALUPE EN EL NICAN MOPOHUA

Por lo que se refiere al mensaje relatado en el «Nican Mopohua» debemos tener presente el hecho de que, para transmitir la fe cristiana, los misioneros en todo el Nuevo Mundo no buscaron enseñar el español a los indígenas, sino que fueron ellos los que estudiaron y aprendieron las lenguas de los indígenas. Dicho de otra forma, los misioneros se «indigenizaron» a ellos mismos; no «españolizaron» a los indígenas.

“La historia y el mensaje del Acontecimiento Guadalupano, que el «Nican Mopohua» recoge literariamente, se transmitió enseguida entre la población india, propiciando su conversión y constituyendo una tradición viva hasta nuestros días. El «Nican Mopohua» no es, por lo tanto, el punto de partida de la tradición Guadalupana, sino un documento que la recoge; ésta nace de la pintura estampada en su tilma, así como de los milagros que acompañaron desde un principio a la devoción. El «Nican Mopohua» es el mejor y más cuidadoso de esos testimonios.”[9]

El autor del «Nican Mopohua» fue un indígena de nombre António Valeriano, hijo de uno de los caciques de Azcapotzalco, y educado por los frailes franciscanos en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco.[10]Según el Nican Mopohua, cuando el 9 de diciembre de 1531 la Virgen se presenta ante Juan Diego por vez primera, le dice que su nombre es «María» y no el de alguna de sus advocaciones: “Yo soy la Perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdaderísimo Dios por quien se vive.” (N.M.26) La lengua materna de Juan Diego era el náhuatl, y aunque al momento de las Apariciones quizá conociera ya algunas palabras del castellano, no hubiera sido suficiente para sostener una conversación en la lengua de Cervantes. María conversó con Juan Diego y le dio su mensaje en lengua náhuatl.

En la noche del 11 al 12 de diciembre, Juan Bernardino, tío de Juan Diego, estaba gravemente enfermo y, todavía de madrugada, Juan Diego salió hacia Tlatelolco para traer a un sacerdote. Para evitar el lugar donde la Virgen se encontraba con él pensó: “Si sigo derecho el camino, no vaya a ser que me vea esta Noble Señora y seguro, como antes, me detendrá para que le lleve la señal al sacerdote que gobierna, como me lo mandó. Que primero nos deje nuestra aflicción; que antes yo llame de prisa al sacerdote religioso al que el pobre de mi tío no hace más que aguardarlo. En seguida rodeó al cerro, subió por en medio y de allí, atravesando, vino a pasar hacia donde sale el sol; para rápido ir a llegar a México, para que no lo detuviera la Reina del Cielo. Piensa que por donde dio la vuelta no lo podrá ver la que perfectamente a todas partes está mirando.” (N.M.101-104)

Pero fue inútil la estratagema de Juan Diego, la Virgen le salió al paso en la otra vereda y con amor de Madre le reprochó: “119. ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Acaso tienes necesidad de alguna otra cosa? 120. Que ninguna otra cosa te aflija, que no te inquiete; que no te acongoje la enfermedad de tu tío, porque de ella no morirá por ahora, ten por cierto que ya sanó.” (N.M- 119-121)

Juan Digo no dudó de las palabras de la Virgen y lleno de fe hizo lo que Ella le indicó: subió al cerro, recogió las flores y se las enseñó a María quien las tomó y depositó en su Ayate, para que las llevara al obispo Zumárraga como la «prueba» que este había pedido. Ya en presencia del obispo, Juan Diego desplegó su Ayate y al caer las rosas, ante los ojos de todos los presentes, apareció plasmada en la tela la imagen de la Virgen.

Una vez recobrados del asombroso milagro que acababan de presenciar, Juan Diego quiso regresar a su casa a ver a su tío, pero el obispo no permitió que fuera solo y pidió a sus ayudantes que acompañaran a Juan Diego. Al llegar a su casa vio a su tío recuperado y le preguntó sobre su curación: “Su tío le dijo que era verdad, que en aquel preciso momento Ella lo sanó, y que la contempló exactamente en la misma forma como se le había aparecido a su sobrino. Y le dijo cómo a él también lo había enviado a México para que viera al Obispo; y que también, cuando fuera a verlo, todo absolutamente se lo manifestara, le dijera lo que había contemplado, y la manera maravillosa en que lo había sanado.” (N.P. 203-207).

Sigue relatando el Nican Mopohua que el tío Juan Bernardino recibió, junto con la salud, la petición de María para “que bien así se le llamara, bien así se le nombrara: LA PERFECTA VIRGEN SANTA MARÍA DE GUADALUPE.” (N.M. 208)

Documentalmente vemos así que, para el Nuevo Mundo, el nombre de «Guadalupe» fue el que pidió expresamente la Madre de Jesús, y no el de una supuesta tergiversación lingüística de los españoles que no conocían la pronunciación de la lengua náhuatl.[11]Quizá quienes sostienen esa versión lo hacen de buena fe movidos por la intención de refutar a los antiaparicionistas; pero con ello, en parte, diluyen la trascendencia del Acontecimiento Guadalupano.

“«Guadalupe» fue sin duda una prueba fundamental para el obispo de la autenticidad del mensaje. «Guadalupe» era la devoción mariana que habían mamado desde niños casi todos los conquistadores españoles (…) «Guadalupe» era como decir que el Mensaje procedía de la Virgen Santa María y no de un sueño descabellado de un indio soñador (…) Guadalupe era así el nombre que Santa María escogía para el Nuevo Mundo para reconciliar a dos culturas y a dos pueblos.”[12]


NOTAS

  1. RAMOS PÉREZ Demetrio. La primera estancia de Colón en Guadalupe. En VV.AA. Extremadura en la evangelización del Nuevo Mundo. Turner libros. Madrid, 1992, p. 213
  2. La Orden de San Jerónimo fue aprobada en el año 1373 por el papa Gregorio XI. Prescribe una vida religiosa de trabajo equilibrado con una asidua oración para sostener el apostolado de la Iglesia, según la máxima “Ora et labora”.
  3. RAMOS PÉREZ, ob., citada, p. 213.
  4. RAMOS PÉREZ, p. 214
  5. De hecho es la mayor isla del archipiélago situado al noreste de La Española (República Dominicana), el que hoy se encuentra bajo dominio de Francia. No confundir con otra isla del mismo nombre que forma parte del archipiélago de Revillagigedo, situado en las costas del pacífico mexicano.
  6. Aunque es el relato más importante, al respecto existen otros documentos, como el llamado «Nican Motecpana» (aquí se pone en orden), que es un documento del año 1590 escrito también en náhuatl por el mestizo Fernando de Alva Ixtlilxóchitl..
  7. Los ayates eran una especie de capa rectangular que servía como instrumento de trabajo y no tanto como abrigo, pues anudado al cuello y tomando las puntas formaba una bolsa donde poner fruta, cargar leña, etc.
  8. Cfr. PEDROZA MELENDEZ Alejandro y SALINAS SAUCEDO Carlos, La Virgen de Guadalupe y la ciencia del siglo XXI. Ed. Buena Prensa, México, 2015.
  9. GONZÁLEZ FERNÁNDEZ Fidel. Guadalupe: pulso y corazón de un pueblo. Ed. Encuentro, Madrid, 2004, p. 102
  10. Antonio Valeriano fue gobernador de Azcapotzalco durante 35 años. Persona altamente dotada; fue el primer graduado en latín y griego del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco. Fue contemporáneo de Juan Diego Cuauhtlatoatzin, de modo que pudo escuchar de sus labios la historia guadalupana: tenía 11 años en 1531, año de las apariciones de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, y 28 en 1548, fecha de la muerte de Juan Diego. Adquirió una gran autoridad entre indios y españoles como hombre honrado y erudito; de él decía el conocido obispo Fuenleal “era tan hábil y capaz que hacía gran ventaja a los españoles”. Sahagún lo califica como “el principal y más sabio” de entre los alumnos del Colegio de Tlatelolco. Escribe su relato sobre Guadalupe cuando aún vivían muchos de los testigos del Acontecimiento; su firma aparece en el Códice Escalada.
  11. Han surgido en tiempos recientes algunas versiones que, sin sustento histórico alguno, afirman que la Virgen se presentó al tío Juan Bernardino como «Tecoatlasupe», (en náhuatl significa literalmente «la que pisa la cabeza de la serpiente»), como señala el libro del Génesis 3-15
  12. GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, op., cit., p. 110

BIBLIOGRAFÍA

VV.AA. Extremadura en la evangelización del Nuevo Mundo. Turner libros. Madrid, 1992 PEDROZA MELENDEZ Alejandro y SALINAS SAUCEDO Carlos, La Virgen de Guadalupe y la ciencia del siglo XXI. Ed. Buena Prensa, México, 2015. GONZÁLEZ FERNÁNDEZ Fidel. Guadalupe: pulso y corazón de un pueblo. Ed. Encuentro, Madrid, 2004

JUAN LOUVIER CALDERÓN