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CUAUHTÉMOC (México-Tenochtitlán, 1496?; Teotílac?, 1525) Último Monarca Azteca
Cuauhtémoc, cuyo nombre significa “águila que desciende”, fue hijo del «Huey-Tlatoani» (monarca) Ahuizotl; nació en Tenochtitlán probablemente en el año de 1496 y, por pertenecer a la nobleza azteca, fue formado en el «Calmecac» como guerrero de élite. Después de la muerte de Moctezuma y de los acontecimientos de la “Noche Triste”, asumió el poder su primo Cuitláhuac, pero éste pereció al poco tiempo víctima de la viruela ; fue entonces cuando Cuauhtémoc fue designado por los nobles aztecas como nuevo «Huey-Tlatoani». Para esos momentos Hernán Cortés se aprestaba a poner sitio a Tenochtitlán. “Acordaron Cortés e Ixtlilxúchitl y los demás señores que en el ínterin que se hacía la zanja de ir a dar una vista a México, y ver si Cuauhtémoc y Cohuanacoxtzin y los demás se querían dar la paz, y así Ixtlilxúchitl tomó hasta sesenta mil hombres de sus vasallos, y Cortés hasta trescientos españoles, y los veinte mil tlaxcaltecas (…) Seis días estuvieron aquí, en donde salían todos los días a pelear y escaramucear con los mexicanos, procurando siempre si podían ver al rey Cuauhtémoc para tratar con él si quería darse de paz, y visto que no había lugar se volvieron para Tezcoco.”[1]
El sitio a Tenochtitlán, que duró casi tres meses (del 26 de mayo al 13 de agosto de 1521), tuvo su desenlace cuando Cuauhtémoc fue capturado. “García de Olguín, capitán de un bergantín, que tuvo aviso por un mexicano que tenía preso de cómo la canoa que seguía era donde iba el rey dio tras ella hasta alcanzarla. El rey Cuauhtémoc viendo que ya los enemigos lo tenían cerca, mandó a los remeros llevasen la canoa hasta ellos para pelear; viéndose de esta manera, tomó su rodela y macana, y quiso embestir; más viendo que era mucha la fuerza de los enemigos, que le amenazaban con sus ballestas y escopetas, se rindió. García de Olguín lo llevó a Cortés, el cual lo recibió con mucha cortesía, al fin como a rey, y él echó mano al puñal de Cortés, y le dijo: ¡Ah capitán!, ya yo he hecho todo mi poder para defender mi reino, y librarlo de vuestras manos; y pues no ha sido mi fortuna favorable, quitadme la vida (…) Cortés le consoló y le rogó que mandase a los suyos se rindiesen, el cual así lo hizo”.[2]
El Tesorero del Rey, cuya función consistía en cuidar el «quinto regio», es decir, la quinta parte que de toda riqueza correspondía a la Corona, se preguntaba por el paradero del tesoro de Moctezuma. “Julián de Alderete, que desempeñaba ese puesto, insistió en que Cortés averiguase qué había sucedido con todo el oro del tesoro de Moctezuma y andaba en sospechas, lo mismo que algunos españoles, de que Cortés quería birlarles algo, porque era amistoso y compasivo con Cuauhtémoc (…) Muy a su pesar Cortés ordenó que se aplicase la tortura a Cuauhtémoc y a unos cuantos más, y mediante ese desgraciado sistema se obtuvo más oro (…) pero no se obtuvo lo que se esperaba. Finalmente Cortés, molesto, como dice Torquemada, dio órdenes precisas de que cesase el tormento”.[3]
Tres años después Hernán Cortés emprendió la expedición a las Hibueras (Honduras) y decidió llevar consigo a Cuauhtémoc, a Tetlepanquetzal, señor de Tacuba, y a otros importantes aztecas en previsión de que en su ausencia pudieran organizar algún levantamiento contra los españoles. Tras un año de viaje entre las selvas y pantanos, “uno de los mexicanos nobles llamado Coztemexi (Mexicatl) llegó en secreto a ver a Cortés y le refirió que Cuauhtémoc y otros estaban conspirando para darle muerte junto con los españoles y volver a tomar posesión de México”.[4]
De Alva Ixtlilxóchitl narra así ese acontecimiento: “Llamó después Cortés secretamente a un indio llamado Coxtemexi, que después se llamó Cristóbal, natural de Ixtalapan, o según algunos de Mexicaltzingo; y como se fiaba de él mucho, y le traía siempre los mensajes de todo lo que se hacía y decía en todo el ejército…él preguntó de qué eran las largas arengas que los señores hacían, según él lo confesó (posteriormente)… y que Cortés le mandó pintase cuántos eran en la plática, y que así pintó a nueve personas; más que él no dijo lo que Cortés decía, que se querían alzar contra él, y matarle a él y a todos los españoles; y así claro parece en las historias, pinturas y demás relaciones y confesiones de este indio a quien Cortés pone por testigo, que murieron estos señores sin culpa; mas a la verdad fingiendo Cortés todas estas cosas por quitarse de embarazo, y que no quedase señor natural de la tierra. El día siguiente, que era el martes de carnestolendas (carnaval), año de 1525, tres horas antes del día fue llamando los reyes y señores por su orden, sin que uno supiese del otro, ni nadie, porque no se alborotasen y corriese riesgo Cortés y los suyos, y los fue ahorcando de uno en uno; primero, al rey Cuauhtémoc, y luego a Tletlepanquezatzin y a los demás”.[5]
Notas
- ↑ Alva Ixtlilxóchitl Fernando de. Decima tercera relación de la venida de los españoles, párrafos 51-53. Anexa en Sahagún, Bernardino de, Historia General de las Cosas de la Nueva España, Porrúa, México, 1989, p.831
- ↑ Ibídem, párrafos 173-176, p. 849
- ↑ Schlarman Joseph H. L. México, tierra de volcanes. Porrúa, 14 edición, México, 1987, pp. 83-84
- ↑ Schlarman. Obra citada, p. 96
- ↑ Alva Ixtlilxóchitl, Obra citada, párrafos 322-324, pp. 869-870.
Bibliografía
- Sahagún Bernardino de, Historia General de las Cosas de la Nueva España, Porrúa, México, 1989
- Schlarman Joseph H. L. México, tierra de volcanes. Porrúa, 14 edición, México, 1987
- Grandes biografías de México. Vol. V. Océano, México, 1995
JUAN LOUVIER CALDERÓN