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Instituciones. Instituciones católicas de enseñanza: Colegio Agustín de la Rosa (Melo), Colegio Dámaso Antonio Larrañaga (Melo), Colegio y Liceo Diocesano María Auxiliadora (Melo), Liceo Mons. Luis Lasagna (Melo), Colegio Nuestra Señora de las Mercedes (Río Branco), Colegio General José Gervasio Artigas (Cerro Chato), Liceo Nuestra Señora de los Treinta y Tres (Treinta y Tres). Hogares: Hogar Cristo Rey (Melo), Hogar Quo Vadis (Cerro Chato), Hogar San Francisco de Asís (Vergara). Educación no formal: Obra Social Picapiedras (Parroquia Santo Domingo Savio, Padres Salesianos, Barrio Feder, Melo), Obra Social San Martín, (Parroquia San José Obrero, Treinta y Tres) | Instituciones. Instituciones católicas de enseñanza: Colegio Agustín de la Rosa (Melo), Colegio Dámaso Antonio Larrañaga (Melo), Colegio y Liceo Diocesano María Auxiliadora (Melo), Liceo Mons. Luis Lasagna (Melo), Colegio Nuestra Señora de las Mercedes (Río Branco), Colegio General José Gervasio Artigas (Cerro Chato), Liceo Nuestra Señora de los Treinta y Tres (Treinta y Tres). Hogares: Hogar Cristo Rey (Melo), Hogar Quo Vadis (Cerro Chato), Hogar San Francisco de Asís (Vergara). Educación no formal: Obra Social Picapiedras (Parroquia Santo Domingo Savio, Padres Salesianos, Barrio Feder, Melo), Obra Social San Martín, (Parroquia San José Obrero, Treinta y Tres) | ||
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ANONIMO, Monseñor José María Cavallero. Un hombre de Iglesia… un profeta, Montevideo, 1998 | ANONIMO, Monseñor José María Cavallero. Un hombre de Iglesia… un profeta, Montevideo, 1998 | ||
Revisión del 20:11 28 may 2017
Historia El Papa Gregorio XVI, por Breve del 14 de agosto de 1832, creó el Vicariato Apostólico del Uruguay y designó como titular al Pbro. Dámaso Antonio Larrañaga. En 1878 el Papa Pío IX elevó el Vicariato a la categoría de diócesis y puso a su frente a Mons. Jacinto Vera.
El Poder Ejecutivo presentó el 25 de abril de1895, un proyecto de ley ante el Parlamento solicitando la creación del Arzobispado de Montevideo, y de dos diócesis sufragáneas en Salto y Melo. La iniciativa puede sorprender en función del proceso de secularización que experimentaba el país desde 1861. En un punto coincidían liberales y clericales: el rol moralizador de la religión; la consideraban un muro de contención para atemperar la ferocidad de los hombres de campo y generar hábitos de trabajo.
Apoyar el afianzamiento de la Iglesia en el interior, permitiría - en opinión de los dirigentes de la época - afirmar la autoridad gubernativa. En los debates parlamentarios se utilizó como argumento importante que la erección de dos diócesis fronterizas contribuiría a contrarrestar la infiltración cultural de Argentina y Brasil. La ley fue aprobada el 18 de noviembre de 1896, y se iniciaron los trámites pertinentes ante la Sede Apostólica. Como representante uruguayo fue nombrado el Dr. Juan Zorrilla de San Martín, uno de los laicos más connotados del momento. Partió el 2 de febrero de1897 rumbo a Roma y sus gestiones fueron exitosas.
El Papa León XIII creó, por bula del 14 de abril de 1897, la Provincia Eclesiástica del Uruguay conformada por el Arzobispado de Montevideo y las diócesis sufragáneas de Salto y Melo. En la parte medular indicaba: “Erigimos para siempre y constituimos con la sobredicha autoridad, dos nuevas iglesias episcopales en la misma República del Uruguay, a saber, la del Salto y la de Melo, honrándolas respectivamente y conforme a las disposiciones canónicas con el título y honor de ciudad episcopal a las dos poblaciones del Salto y de Melo. Adjudicamos, por consiguiente, y asignamos a la sobredicha Iglesia del Salto, como Diócesis propia las circunscripciones civiles del Salto, Colonia, Soriano, Flores, Río Negro, Paysandú y Artigas; y a la Iglesia de Melo, a su vez, además del territorio civil llamado de Cerro Largo, […] las demás circunscripciones de Rivera, Tacuarembó, Durazno, Florida y Treinta y Tres” (León XIII, Bula de erección del Arzobispado Metropolitano de Montevideo y de los Obispados Sufragáneos del Salto y de Melo).
En esos momentos, Mons. Mariano Soler estaba en Roma. El 19 de abril de 1897 fue designado arzobispo de Montevideo, y el 29 recibió el palio. Un acontecimiento inesperado, el asesinato del presidente Idiarte Borda (25 de agosto de 1897), impidió que pudiera efectivizarse la instalación de las nuevas sedes. El nuevo presidente, Juan Lindolfo Cuestas, interrumpió las negociaciones con el Vaticano.
Los obispos designados para ocupar las sedes de Salto y Melo - Mons. Ricardo Isasa y Mons. Nicolás Luquese respectivamente -, no pudieron tomar posesión de las mismas. En 1908, cuando murió Mons. Soler, quedó también acéfala la Arquidiócesis. Mons. Ricardo Isasa asumió en calidad de administrador apostólico el gobierno de la Iglesia uruguaya. En la Constitución de 1917 quedó consagrada la separación de la Iglesia y el Estado. A partir de entonces la Santa Sede pudo proveer libremente las diócesis vacantes. En 1919 el Papa Benedicto XV designó a Juan Francisco Aragone, Tomás Gregorio Camacho y José Marcos Semería, titulares de las sedes de Montevideo, Salto y Melo, respectivamente.
La «prehistoria» de la Diócesis de Melo comenzó en 1797 con la designación del primer capellán de la capilla «Nuestra Señora del Pilar y San Rafael» de la villa de Melo (P. Benito Enrique Ducós de Lahitte) y culminó en 1919 con el nombramiento de su primer obispo (Mons. José Marcos Semería).
El último obispo español de Buenos Aires, Mons. Benito Lué y Riega, realizó una visita canónica a su diócesis entre 1803 y 1804; como fruto de su gira pastoral por los territorios de la Banda Oriental (que incluyó los curatos de Víboras, Melo, Minas, Santa Teresa, Rocha, San Carlos, Maldonado, Montevideo - donde permaneció prácticamente todo el mes de octubre participando de actos importantes como la consagración de la nueva iglesia matriz -, Canelones, Rosario del Colla, y Colonia) decretó, por Auto de Erección del 8 de febrero de 1805, la creación de varias parroquias, entre ellas la de Melo.
Sus límites serían “por el Norte, las puntas del Yaguarón y Río Negro; por el Sur, el arroyo nombrado Cebollatí; por el Este el Río Yaguarón y por el Oeste, el Arroyo llamado Cordobés” (Auto de Erección de la Parroquia «Nuestra Señora del Pilar y San Rafael»).
Diversos sacerdotes se sucedieron en la atención pastoral. Recién a mediados de la década de 1840 apareció un sacerdote con quien la historia eclesiástica de Cerro Largo dio un giro importante: el padre José Reventós, un activo animador de la vida social, política y cultural de la ciudad.
Otro pastor destacado fue el P. José Montes, natural de Galicia, nombrado en 1871 cura vicario de la parroquia Nuestra Señora del Pilar y San Rafael. Permaneció 29 años en el cargo y tuvo una actuación muy destacada (solemnizó la liturgia; reconstruyó el templo; fue presidente de la Junta Económico Administrativa; fomentó la educación cristiana apoyando la radicación en Melo de la Congre¬gación de las Hermanas de la Caridad Cristiana, de origen alemán, que fundaron en 1884 el colegio de la Inmaculada Concepción; promovió la creación de la Cruz Roja Departamental durante la revolución de 1897). Falleció en 1899.
Mons. José Marcos Semería arribó a Melo el 20 de diciembre de 1919. Su llegada a la estación de trenes fue anunciada por el repique de las campanas y por el estallido de bombas y cohetes. Una caravana de autos lo acompañó en el recorrido hacia la iglesia catedral. Ingresó al templo bajo los sones del «Ecce Sacerdos Magnus», luego se dirigió a sus diocesanos e impartió la bendición.
Se rodeó de sacerdotes ilustrados que fueron, de hecho, los fundadores de la curia diocesana: David Giordano, vicario general; Manuel Gillade, fiscal; Emilio Bertone, canciller. Consideró fundamental la realización de misiones al interior de la Diócesis, labor en la que colaboró el «Centro Apostólico San Francisco Javier». En 1922 debió renunciar por razones de salud.
Mons. Joaquín Arrospide fue designado sucesor. La consagración episcopal se realizó el 25 de febrero de 1923 en la ciudad de Durazno. Publicó su primera Carta Pastoral el mismo día de la consagración. Lo esperaba una ardua tarea, la frase que se le atribuye: “Seré párroco de toda la Diócesis y en ella trabajaré, aunque con más dificultades, como trabajé en Durazno”, constituyó un proyecto llevado fielmente a la prácti¬ca.
En 1924 manifestó una particular preocupación por la transmisión de las verdades evangélicas en la circular «Sobre la enseñanza del catecismo». Puso especial énfasis en la catequesis de primera comunión y en la formación de los catequistas. Publicó un instructivo complementario titulado «Indicaciones para la enseñanza del catecismo de los oratorios de campaña».
Estimuló la formación intelectual del clero. Insistió en el buen orden y clasificación de los archivos y del cuidado de los objetos de culto. Elevó a la categoría de parroquia a varias capillas. Procuró acercar las verdades de la fe a las realidades cotidianas. Las cartas dirigidas a los feligreses de Durazno (1923), Cerro Largo (1925), y Florida (1924), evidencian preocupación e interés por los problemas de esos departamentos. Murió en Montevideo el 19 de abril de 1928.
El 19 de abril de 1929, el sacerdote redentorista Miguel Paternain fue designado tercer obispo de Melo, luego de una breve administración del P. Generoso Pérez en calidad de vicario capitular en Sede Vacante. Recibió la consagración episcopal el 21 de julio de 1929 en la Iglesia del Perpetuo Socorro (Montevideo). Mons. Paternain solicitó autorización al Papa Pío XI para radicar la sede episcopal en Florida, argumentando que esa ciudad estaba más cerca de la capital y contaba con mejores medios para concretar sus proyectos.
El Pontífice concedió el permiso por bula del 11 de agosto de 1931. Su gestión diocesana fue intensa y efectiva: fomentó las misiones en zonas rurales; erigió varias parroquias; gestionó la radicación de congregaciones religiosas - Canónigos Regulares Lateranenses, Oblatos de la María Virgen, Operarios Diocesanos, Dominicas de la Inmaculada Concepción, entre otros - dedicadas a la enseñanza; fundó el «Seminario Menor Mons. Jacinto Vera» (1944); reformó y decoró la Catedral de Florida (1933-1936).
Uno de los eventos religiosos más importantes fue la realización del Congreso Eucarístico de Melo (domingo 5 al domingo 12 de noviembre de1944) en torno al cual se movilizó toda la diócesis. Mons. Paternain debió enfrentar uno de los problemas más curiosos de la historia civil y eclesiástica del país: el diferendo con la colectividad italiana de Florida en torno a la capilla de San Cono (1946).
En 1955 hubo importantes ajustes territoriales en la Iglesia uruguaya. Se crearon nuevas diócesis y se fraccionaron otras. Florida y Melo se separaron; y Melo, la capital arachana, volvió a ser sede episcopal. Mons. José Ma. Cavallero, obispo auxiliar de Salto desde 1952, fue designado titular de Melo. El territorio diocesano quedó conformado por los departamentos de Cerro Largo, Treinta y Tres, Minas, Maldonado y Rocha.
Mons. Cavallero desarrolló un apostolado intenso que tuvo como uno de sus ejes fundamentales la «Sociedad del Magisterio y de Apostolado Parroquial» (SMAP), primer Instituto Secular uruguayo fundado por él, en Trinidad, el 28 de junio de1946 (organización femenina cuyas socias debían estar comprometidas con las realidades de la época y predicar el Evangelio como medio para lograr la construcción de una sociedad más justa). Promovió la educación católica, apoyó la fundación de los colegios Dámaso Antonio Larrañaga y Mons. Luis Lasagna.
En 1960 se creó la Diócesis de Minas (con jurisdicción sobre los departamentos de Lavalleja, Maldonado y Rocha) y Mons. Cavallero fue designado su titular. El obispado de Melo adquirió entonces su actual estructura territorial (Cerro Largo y Treinta y Tres). El padre Orestes Nuti, S.D.B., director del liceo Mons. Lasagna, fue elegido nuevo obispo. Su administración fue breve pues, en enero de 1962, el Papa Juan XXIII lo trasladó a la recién erigida Diócesis de Canelones y designó al P. Roberto Cáceres para sucederlo.
Mons. Cáceres recibió la consagración episcopal el 19 de marzo de 1962 en la Catedral de Montevideo, y tomó posesión de la diócesis el 8 de abril de1962. Su arribo a Melo coincidió con el comienzo del Concilio Vaticano II. En setiembre partió hacia Roma para participar de la Magna Asamblea.
La renovación conciliar coincidió con un período de profunda agitación social, ideológica y política en América Latina. En consonancia con este clima de cambios, el Concilio enfatizó la necesidad de que la Iglesia se comprometiera más con la sociedad. Algunos sacerdotes influidos por la teología de la liberación asumieron una actitud que trascendió el rol tradicionalmente asignado a los clérigos hasta ese momento. Esto provocó algunos enfrentamientos internos que se reflejaron en la vida diocesana.
Mons. Cáceres utilizó los medios de comunicación, especialmente la radio, para llevar su mensaje a los rincones más apartados de la diócesis. Promovió la erección de parroquias, la construcción de capillas, hogares infantiles (en Cerro Chato, Santa Clara, Tupambaé, Vergara), la fundación de la Sala de Auxilios de Fraile Muerto; estimuló la radicación de misioneros y congregaciones religiosas y la creación de comunidades eclesiales de base. El 8 de mayo de1988 el Papa Juan Pablo II visitó Melo, en el marco de su segundo viaje apostólico a Uruguay. La ciudad se vistió de fiesta para recibir al Vicario de Cristo. En la denominada «Explanada de la Concordia» se produjo el «Encuentro del Papa con el Mundo del Trabajo». El acto contó con las presencia de autoridades nacionales y departamentales. El episcopado de Mons. Cáceres se prolongó hasta 1996 cuando debió renunciar por haber cumplido los 75 años de edad. Mons. Nicolás Cotugno fue designado sucesor. Tomó posesión de la Diócesis el 28-VII-1996 y estuvo al frente de la misma hasta el 4-XII-1998 cuando se hizo público su nombramiento como arzobispo de Montevideo. Uno de los acontecimientos más destacados de su breve episcopado fue la realización del III Sínodo Diocesano, una importante instancia de comunión que estableció una serie de prioridades pastorales (juventud misionera diocesana, comunidades eclesiales de base, ministerios laicales, entre otros).
Instituciones. Instituciones católicas de enseñanza: Colegio Agustín de la Rosa (Melo), Colegio Dámaso Antonio Larrañaga (Melo), Colegio y Liceo Diocesano María Auxiliadora (Melo), Liceo Mons. Luis Lasagna (Melo), Colegio Nuestra Señora de las Mercedes (Río Branco), Colegio General José Gervasio Artigas (Cerro Chato), Liceo Nuestra Señora de los Treinta y Tres (Treinta y Tres). Hogares: Hogar Cristo Rey (Melo), Hogar Quo Vadis (Cerro Chato), Hogar San Francisco de Asís (Vergara). Educación no formal: Obra Social Picapiedras (Parroquia Santo Domingo Savio, Padres Salesianos, Barrio Feder, Melo), Obra Social San Martín, (Parroquia San José Obrero, Treinta y Tres)
BIBLIOGRAFÍA
ANONIMO, Monseñor José María Cavallero. Un hombre de Iglesia… un profeta, Montevideo, 1998
AA.VV. La Iglesia en el Uruguay, Montevideo, Instituto Teológico del Uruguay, 1978
BENITEZ BURGOS, Wilson, La Iglesia en la evolución de Melo, Melo, 1988
GANNELLO, Víctor Humberto, La Iglesia en la cultura de Cerro Largo, en Génesis. Revista de la Asociación de Escritores de Cerro Largo, Melo, nº 8, 1996
PÉREZ, Apolinario, Centenario del templo-catedral (1876 – 25 de mayo – 1976), Melo, 1976
SALLABERRY, Juan Faustino, Reseña histórica de la Diócesis de Florida y Melo, en Vida Diocesana. Órgano mensual de la Diócesis de Florida y Melo, Florida, octubre-noviembre de 1944, año XI, nº 129
SANSÓN, Tomás, Servum Dei. La vida posible del Padre José Montes y Veiga, Melo, 2002
SANSÓN, Tomás, El catolicismo popular en Uruguay. Una aproximación histórica, Melo, 1998
SANSÓN, Tomás, Crónicas para una historia de la diócesis de Melo, Melo, 2007
TURCATTI, Dante - SANSÓN, Tomás, Excelente sacerdote de buena vida y costumbres… Aporte del clero secular español en la Iglesia uruguaya, Montevideo, 2005
TOMÁS SANSÓN CORBO