Diferencia entre revisiones de «PEREGRINACIONES AL TEPEYAC»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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BARBA DE PIÑA CHAN, BEATRIZ, ''Caminos terrestres al cielo.  Contribución al estudio del fenómeno romero'',  México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1998.
 
BARBA DE PIÑA CHAN, BEATRIZ, ''Caminos terrestres al cielo.  Contribución al estudio del fenómeno romero'',  México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1998.
  
KUBLER, GEORGE, “Pre-Clombian Pilgrimages in Mesoamérica”, en:  ''Fourth Palenque Round Table 1980'', Colombian Art Research Institute, San Francisco  California, 1980.
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KUBLER, GEORGE, “Pre-Clombian Pilgrimages in Mesoamérica”, en:  ''Fourth Palenque Round Table 1980'', Colombian Art Research Institute, San Francisco  [[CALIFORNIA;_Misiones | California]], 1980.
  
 
RICARD ROBERT, ''La conquista espiritual'', México, Fondo de Cultura Económica, 1987
 
RICARD ROBERT, ''La conquista espiritual'', México, Fondo de Cultura Económica, 1987
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'''ANA RITA VALERO DE GARCÍA LASCURÁIN'''
 
'''ANA RITA VALERO DE GARCÍA LASCURÁIN'''
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Revisión del 05:12 16 nov 2018

México ha sido, desde antaño, tierra de peregrinaciones; se sabe que durante la época prehispánica las peregrinaciones eran acontecimientos colectivos, organizados para complacer a la divinidad con la intención de frenar las fuerzas destructivas del universo. Toda la estructura religiosa del mundo prehispánico giraba en torno a la vital tarea de lograr que el universo continuara su curso; ese era su pensamiento central y en torno a el se realizaban un sinnúmero de actos de piedad entre los que se contaban las peregrinaciones. Los indios del México Antiguo acostumbraban peregrinar a los cerros, las cuevas, los ríos o los manantiales. Se conocen un mínimo de 18 sitios de peregrinaje que funcionaban al momento de la conquista; de estos había cinco en Oaxaca, cuatro en la región de Puebla Tlaxcala, tres en Yucatán y seis en la cuenca de México, uno de los cuales era el cerro del Tepeyac, donde hoy está la Basílica de Guadalupe, punto central del peregrinaje mexicano contemporáneo.


Desde su llegada a México en la primera mitad del siglo XVI, los misioneros españoles promovieron la devoción a la Virgen María, misma que se potenciaría de manera espectacular después de las apariciones de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego en el Tepeyac en el año de 1531. Dadas las adversas circunstancias que sufrían las comunidades indígenas tras la conquista española, la presencia de la Virgen les proporcionó alivio en un momento histórico de profunda crisis. Así, la devoción a la Virgen de Guadalupe no solo se enraizó, sino que empezó a crecer inconteniblemente, al punto de que hoy se le reconoce como patrona de todo el continente americano.


Parte fundamental de esta importante devoción se canaliza hoy a través de las peregrinaciones. Se estima que más de 15 millones de romeros llegan a lo largo del año a ver a la Virgen, la mayoría de los cuales lo hacen con sinceridad. El peregrino que va al Tepeyac parte con la firme esperanza de poder establecer un contacto directo con la Virgen de Guadalupe, de tal forma que al estar en “su casa” se establece una íntima relación que le permite abrirse plenamente ante la Señora.


Por otro lado, tomando en cuenta que el hecho de peregrinar implica realizar un traslado, la peregrinación puede llegar a ser una práctica muy rica, durante la cual trabajan todas las facultades del individuo, tanto las visuales, como las auditivas y motoras, generando una vivencia de gran intensidad, que refuerza poderosamente el sentimiento religioso. A eso se añade el que cada peregrinación proporciona la oportunidad de lograr una tregua en las tensiones de la vida diaria, por lo que se convierte en un momento santo de gran utilidad para el hombre de hoy.


Al llegar a la Villa de Guadalupe, el peregrino empieza a recibir una serie de estímulos visuales y auditivos encaminados especialmente a transmitir el mensaje guadalupano; importante papel en esta transmisión de ideas, juega la arquitectura del santuario, dirigida a presentar el recinto como un lugar de refugio, que recibe al peregrino con hospitalidad. Con este criterio se diseñó la gran techumbre que imita el manto que porta la Virgen, dando la impresión de amparar al peregrino; una vez cruzado el umbral del santuario se entra de lleno al espacio de lo sagrado, que proyecta un sentido de resguardo y protección. Es entonces cuando se lleva a cabo el encuentro personal, directo y concreto entre la Virgen de Guadalupe y el peregrino, de suerte que durante la visita se viven momentos de piedad y autocompasión, pero también de triunfo y alegría, durante los cuales se estrechan fuertemente los vínculos del individuo con Dios a través de la Virgen de Guadalupe.


Otro aspecto de especial interés es que las peregrinaciones que van al Tepeyac tienen la virtud de reunir los distintos estratos sociales mexicanos, con lo que se produce entre ellos un importante contacto físico y moral, lo que no sucede en otras partes. De la misma manera, el que peregrina a “la Villa” lleva implícito un sentimiento nacionalista, al percibir a la Virgen como “madre de la patria” y símbolo de justicia, alineada a las esperanzas de un pueblo inconforme frente a su autoridad.


Las peregrinaciones que visitan la Villa de Guadalupe presentan diferentes tipos de acuerdo a quienes las forman; así hay las peregrinaciones individuales, formadas por personas solas que deciden peregrinar por su propia cuenta. A éstas les seguirían las peregrinaciones familiares, formadas por grupos de parientes que pueden ir desde una pareja hasta conjuntos de familias extensas que se juntan con tal fin. Después estarían las peregrinaciones colectivas, que son eventos multitudinarios, públicos previamente organizados y formales en los que participan diversos grupos de gente.


Tomando en cuenta el origen geográfico de las peregrinaciones, se pueden dividir en locales que son las que se originan en la ciudad de México formadas por una gran diversidad de grupos entre los que se cuentan las asociaciones laborales, escolares, comerciales, entre muchos otros.


Las foráneas, que pueden ser nacionales o del extranjero, son las que unen a los peregrinos mediante lazos geográficos; las hay urbanas o rurales formadas por pueblos campesinos; cabe señalar que son éstas últimas las que desarrollan el mayor esfuerzo al peregrinar y no solo en el campo de lo económico sino también en el social, ya que al sustraerse de su propio entorno eminentemente tradicional, los peregrinos se ven expuestos a escenarios socio religiosos más modernos lo que les exige la necesidad de hacer difíciles ajustes culturales.


Cabe señalar que la Basílica de Guadalupe nunca cierra; todos los días del año llegan peregrinos al santuario guadalupano; allí se recibe un mínimo de 100 peregrinaciones en los meses de temporada baja y cerca de 400 peregrinaciones en un mes de temporada alta, algunas de las cuales aglutinan a cientos de miles de peregrinos quienes, después de oír misa (se celebran un mínimo de 5,000 misas al año) y de confesarse ( se reciben alrededor de 300,000 confesiones al año), se instalan en el atrio a comer, a bailarle a la Virgen y a dormir, convirtiéndolo en un inmenso campamento en el que se manejan intensos sentimientos devocionales, acompañados de fuertes pensamientos de carácter nacionalista; es así que el fenómeno romero guadalupano reviste fundamental importancia dentro de la religiosidad no solo de México sino de todo el continente americano.


Biliografía

BARBA DE PIÑA CHAN, BEATRIZ, Caminos terrestres al cielo. Contribución al estudio del fenómeno romero, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1998.

KUBLER, GEORGE, “Pre-Clombian Pilgrimages in Mesoamérica”, en: Fourth Palenque Round Table 1980, Colombian Art Research Institute, San Francisco California, 1980.

RICARD ROBERT, La conquista espiritual, México, Fondo de Cultura Económica, 1987


ANA RITA VALERO DE GARCÍA LASCURÁIN