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En la hacienda de Siquisiva, ubicada cerca de Navojoa en Sonora, nació el 19 de febrero de 1880 un personaje cuya actuación pública fue determinante para sumir a México en un periodo de destrucción física, política y social, además de destacarse en los intentos por desdibujar la identidad de la Nación mexicana; ese personaje fue Álvaro Obregón Salido. | En la hacienda de Siquisiva, ubicada cerca de Navojoa en Sonora, nació el 19 de febrero de 1880 un personaje cuya actuación pública fue determinante para sumir a México en un periodo de destrucción física, política y social, además de destacarse en los intentos por desdibujar la identidad de la Nación mexicana; ese personaje fue Álvaro Obregón Salido. | ||
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Su padre, Francisco Obregón Gámez falleció cuando Álvaro tenía apenas pocos meses de vida; su madre, Cenobia Salido Palomares abandonó el hogar familiar, dejando a su hijo recién nacido al cuidado de a sus hermanas mayores Cenobia, María y Rosa. Otro hermano de Álvaro, José Obregón Salido, era el director de la escuela rural de la comunidad en cuyas aulas Álvaro aprendió a leer y escribir y algunas nociones de geografía e historia, asimiladas ampliamente por la prodigiosa memoria que poseía. | Su padre, Francisco Obregón Gámez falleció cuando Álvaro tenía apenas pocos meses de vida; su madre, Cenobia Salido Palomares abandonó el hogar familiar, dejando a su hijo recién nacido al cuidado de a sus hermanas mayores Cenobia, María y Rosa. Otro hermano de Álvaro, José Obregón Salido, era el director de la escuela rural de la comunidad en cuyas aulas Álvaro aprendió a leer y escribir y algunas nociones de geografía e historia, asimiladas ampliamente por la prodigiosa memoria que poseía. | ||
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Pronto abandonó la escuela tratando de ganar dinero en diferentes oficios, pero todos con poco éxito. Años después, con la ayuda de sus hermanos, logró comprar en subasta pública un predio rural tan pobre que el mismo Álvaro lo llamó «la Quinta Chilla», expresión popular para designar una situación de pobreza económica cercana a la miseria. De este modo se convirtió en agricultor, y en su propiedad sembró garbanzo. Las condiciones climáticas y su inexperiencia le condujeron nuevamente a un rotundo fracaso. | Pronto abandonó la escuela tratando de ganar dinero en diferentes oficios, pero todos con poco éxito. Años después, con la ayuda de sus hermanos, logró comprar en subasta pública un predio rural tan pobre que el mismo Álvaro lo llamó «la Quinta Chilla», expresión popular para designar una situación de pobreza económica cercana a la miseria. De este modo se convirtió en agricultor, y en su propiedad sembró garbanzo. Las condiciones climáticas y su inexperiencia le condujeron nuevamente a un rotundo fracaso. | ||
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En 1908, con casi 30 años de edad y con una familia que mantener, pues en 1903 había contraído matrimonio con Refugio Urrea con quien había procreado dos hijos -Humberto y María del Refugio-, además de haber enviudado recientemente, Álvaro Obregón logró ser incorporado como síndico al Ayuntamiento de Huatabampo. Aprovechando que la Revolución Maderista de 1910 había agitado el ambiente político del país, y dado su carácter alegre y burlón logró que fuera designado presidente municipal «interino» de Huatabampo, cargo que desempeñó por poco tiempo. | En 1908, con casi 30 años de edad y con una familia que mantener, pues en 1903 había contraído matrimonio con Refugio Urrea con quien había procreado dos hijos -Humberto y María del Refugio-, además de haber enviudado recientemente, Álvaro Obregón logró ser incorporado como síndico al Ayuntamiento de Huatabampo. Aprovechando que la Revolución Maderista de 1910 había agitado el ambiente político del país, y dado su carácter alegre y burlón logró que fuera designado presidente municipal «interino» de Huatabampo, cargo que desempeñó por poco tiempo. | ||
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CARRERA «MILITAR» DE ÁLVARO OBREGÓN | CARRERA «MILITAR» DE ÁLVARO OBREGÓN | ||
El 23 de marzo de 1913 el presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson, declaró que no reconocería al gobierno de Victoriano Huerta; tres días después, el día 26, en la hacienda de Guadalupe ubicada al norte de Saltillo, Venustiano Carranza desconoció a Huerta y proclamó el «Plan de Guadalupe», firmado por sus colaboradores y subordinados, y en cual éstos proclamaban a Carranza «Primer Jefe», título bajo el que pretendió ocupar las funciones del poder ejecutivo. | El 23 de marzo de 1913 el presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson, declaró que no reconocería al gobierno de Victoriano Huerta; tres días después, el día 26, en la hacienda de Guadalupe ubicada al norte de Saltillo, Venustiano Carranza desconoció a Huerta y proclamó el «Plan de Guadalupe», firmado por sus colaboradores y subordinados, y en cual éstos proclamaban a Carranza «Primer Jefe», título bajo el que pretendió ocupar las funciones del poder ejecutivo. | ||
Revisión del 20:21 16 sep 2025
PRÓLOGO
En la hacienda de Siquisiva, ubicada cerca de Navojoa en Sonora, nació el 19 de febrero de 1880 un personaje cuya actuación pública fue determinante para sumir a México en un periodo de destrucción física, política y social, además de destacarse en los intentos por desdibujar la identidad de la Nación mexicana; ese personaje fue Álvaro Obregón Salido.
Su padre, Francisco Obregón Gámez falleció cuando Álvaro tenía apenas pocos meses de vida; su madre, Cenobia Salido Palomares abandonó el hogar familiar, dejando a su hijo recién nacido al cuidado de a sus hermanas mayores Cenobia, María y Rosa. Otro hermano de Álvaro, José Obregón Salido, era el director de la escuela rural de la comunidad en cuyas aulas Álvaro aprendió a leer y escribir y algunas nociones de geografía e historia, asimiladas ampliamente por la prodigiosa memoria que poseía.
Pronto abandonó la escuela tratando de ganar dinero en diferentes oficios, pero todos con poco éxito. Años después, con la ayuda de sus hermanos, logró comprar en subasta pública un predio rural tan pobre que el mismo Álvaro lo llamó «la Quinta Chilla», expresión popular para designar una situación de pobreza económica cercana a la miseria. De este modo se convirtió en agricultor, y en su propiedad sembró garbanzo. Las condiciones climáticas y su inexperiencia le condujeron nuevamente a un rotundo fracaso.
En 1908, con casi 30 años de edad y con una familia que mantener, pues en 1903 había contraído matrimonio con Refugio Urrea con quien había procreado dos hijos -Humberto y María del Refugio-, además de haber enviudado recientemente, Álvaro Obregón logró ser incorporado como síndico al Ayuntamiento de Huatabampo. Aprovechando que la Revolución Maderista de 1910 había agitado el ambiente político del país, y dado su carácter alegre y burlón logró que fuera designado presidente municipal «interino» de Huatabampo, cargo que desempeñó por poco tiempo.
CARRERA «MILITAR» DE ÁLVARO OBREGÓN El 23 de marzo de 1913 el presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson, declaró que no reconocería al gobierno de Victoriano Huerta; tres días después, el día 26, en la hacienda de Guadalupe ubicada al norte de Saltillo, Venustiano Carranza desconoció a Huerta y proclamó el «Plan de Guadalupe», firmado por sus colaboradores y subordinados, y en cual éstos proclamaban a Carranza «Primer Jefe», título bajo el que pretendió ocupar las funciones del poder ejecutivo. “La jefatura que le asignaba a Carranza el Plan de Guadalupe era nominal, pues se la otorgaban sus antiguos colaboradores, civiles y militares, ahora convertidos en sus lugartenientes. Para convertirse en el líder de todo el movimiento, llamado «constitucionalista». Paradójicamente, en ninguna parte de la Constitución entonces vigente, se decía algo sobre una figura de «Primer Jefe»; pero todo el actuar siguiente de Carranza lo realizó por medio de decretos. Uno de esos civiles convertidos en «lugartenientes» por decreto de Carranza, fue Álvaro Obregón quien así daba inicio a su «carrera» militar al ser designado «comandante» del 4º batallón del ejército «constitucionalista», el cual él mismo tuvo que organizar con cincuenta indígenas yaquis y otros tantos rancheros. Su pariente Benjamín Hill le ordenó saliera con esa fuerza a detener al revolucionario maderista Pascual Orozco, que amenazaba tomar el puerto de Guaymas. Obregón no solo logró detener a las fuerzas de Orozco, sino que logró arrebatarle armas y pertrechos; esa acción le dio el primer asenso de su carrera. Posteriormente su jefe Sanguinés le ordenó impedir que Orozco se apoderara de la frontera, por lo que se dirigió a Agua Prieta, donde conoció a quien años después sería el principal cómplice para alcanzar sus ambiciones: Plutarco Elías Calles. El gobernador carrancista de Sonora, Ignacio Pesqueira, lo nombró jefe militar de Hermosillo, donde pudo incrementar a 500 los efectivos de su 4º batallón; entre ellos estaban Arnulfo R Gómez (a quien años después mandaría asesinar) y Manuel Diéguez. Poco instruido pero muy astuto, Obregón empezó a implementar algunas estrategias eficaces que llamaron la atención de Carranza. Pesqueira ordenó a Obregón atacar la población minera de Cananea, la que contaba con una guarnición federal escasa y que fácilmente sucumbió al ataque de Obregón. Para finales de marzo, la mayoría de las ciudades importantes de Sonora estaban en manos del llamado «Ejército Constitucionalista» y Carranza designó a Obregón «general de división». CONTEXTO POLÍTICO DEL ENCUMBRAMIENTO DE OBREGÓN En julio de 1914 Victoriano Huerta abandonó la Presidencia y huyó del País, tras la toma del puerto de Veracruz y desembarco de tropas estadounidenses dos meses antes (21 de abril). Esto permitió a Carranza y su «Ejército constitucionalista» avanzar hacia el centro del País y enfrentarse a sus rivales revolucionarios Francisco Villa y Emiliano Zapata que buscaban implementar los acuerdos tomados en la «convención de Aguascalientes», cuyo primer punto fue la destitución del «primer jefe». Alfonso Taracena describe la actuación de las fuerzas «constitucionalistas» cuando se enfrentaron a Villa en las afueras de Guadalajara, misma conducta que se repetiría en todo lugar por el que pasaban: “Mas de 120 sacerdotes de todas nacionalidades llenan la penitenciaría «Escobedo» de Guadalajara, entre ellos el obispo de Tehuantepec…todos incomunicados.” El historiador norteamericano Joseph Schlarman escribe<: “Los soldados adornaron sus caballos con las vestiduras sagradas (…) Los colegios, establecimientos de educación, bibliotecas, laboratorios, hospitales, todo fue saqueado y desperdiciado.” Y en el Hospital Civil de Guadalajara fue fusilado el 31 de enero de 1915 el padre David Galván Bermúdez por el “delito” de confesar soldados moribundos. Inicialmente Villa y Zapata lograron derrotar a los carrancistas, tomar la capital y empujar al «ejército constitucionalista» hasta encerrarlo en el puerto de Veracruz y sus alrededores; pero la intervención estadounidense cambió la balanza revolucionaria. El puerto de Veracruz fue desocupado por los «marines» el 23 de noviembre de 1914 y entregado a los carrancistas, a quienes les entregaron las armas y municiones que requerían; mientras que a Villa le cerraron toda ayuda. Ante esta realidad que lo dejaba sin parque, Villa decía: «no importa, se lo quitaré al perfumado de Obregón». Pero el apoyo norteamericano a Carranza cambió la balanza revolucionaria; Villa y Zapata tuvieron que abandonar la Capital. Obregón y sus tropas entraron a la ciudad el 18 de agosto para preparar el arribo del «primer jefe» Venustiano Carranza, quien arribó a la estación del ferrocarril el día 19. Al día siguiente, acompañado de Obregón, Carranza llegó a caballo al Palacio Nacional. A partir de esos días, la prepotencia de Obregón se manifestó muy frecuentemente, y todo lo que significara el menor reproche a su actuar o a sus ambiciones, fue blanco de su conducta violenta, vengativa y rencorosa. En especial fue blanco de su odio la fe Católica y la Iglesia; las personas a su alrededor le oyeron decir que un día «habría de limpiar su caballo con el Ayate de la Imagen de la Virgen de Guadalupe». Encarceló a todos los sacerdotes, expulsando a los extranjeros y pidiendo rescates por los mexicanos; a los ciudadanos extranjeros residentes en la capital los obligó a barrer las calles, y a muchos les confiscó sus bienes. La conducta de Obregón y su tropa seguida en todas partes, fue descrita nítidamente por Jorge Vera quien había sido secretario de Educación en el gobierno de Dela Huerta: “El Leviatán constitucionalista señaló con la demolición de cuanto constituye el patrimonio de una sociedad civilizada (…) ¡Imposible, no ya enumerar, pero ni siquiera catalogar en grandes lineamientos, la serie de crímenes y violencias perpetrados! ¡No hay precepto del Código Penal, no hay canon de moralidad o de humanidad que emerja inmune del brutal azote! Campos asolados, haciendas saqueadas o incendiadas, fábricas manufactureras, minas y establecimientos de todas clases entregados al pillaje o devastados por la exacción (cobro injusto y violento); propiedades muebles e inmuebles, rústicas o urbanas, robadas o usurpadas permanentemente por el «avance» o la incautación; puentes, obras de arte, tramos inmensos y equipo de material rodante de los ferrocarriles, todo destruido; hecatombe sin cuento de prisioneros de guerra desde el soldado raso hasta el general, y aun de simples civiles denunciados –como en la época de la revolución francesa- como sospechosos, o sospechosos de sospechosos; macabros gallardetes humanos colgados por millares a lo largo de los caminos y hasta en las poblaciones; asesinatos individuales cometidos a diario por el simple y salvaje afán de matar; plagios desvergonzados en demanda de rescate; raptos y violaciones de mujeres, sin escatimar vírgenes entregadas a la devoción de la vida mística; orgías desenfrenadas en plazas, calles y lugares públicos; sacerdotes escarnecidos por las hordas; imágenes de santos fusiladas; iglesias y establecimientos religiosos clausurados o entregados al saqueo y la profanación; en fin, la más espantosa debelación de la sociedad y del individuo, el desquiciamiento general, lo mismo de los elementos materiales que de los resortes morales, de los vínculos civiles que de la más embrionaria coordinación política…”
LAS BATALLAS DEL BAJÍO Carranza nombró a Obregón comandante del «ejército constitucionalista», y bien armado por los norteamericanos, salió a enfrentarse a Francisco Villa y su «División del Norte» en la región del Bajío; mientras tanto Carranza permaneció en Veracruz, pues siempre buscó quedar alejado lo más posible de los campos de batalla; sería Obregón quien peleara por él. La División del Norte de Villa era más numerosa, pero los «constitucionalistas» de Obregón contaban con mejor armamento y mayor cantidad de municiones. La primera batalla se dio el 6 de abril de 1915 afuera de la población de Pénjamo, Guanajuato, con un evidente triunfo de Villa. Obregón se vio obligado a retirarse a Celaya donde preparó un mejor plan de batalla, y sabiendo que Villa solo sabía atacar mediante «cargas» de caballería, preparó una emboscada que le dio el triunfo. Muchos villistas fueron hechos prisioneros y en un hecho de inaudita crueldad, Obregón ordenó que fueran encerrados en un corral de chivos, acribillados con ametralladoras y quemados con gasolina. Villa se retiró, primero a Silao y luego a León. En Santa Ana del Conde, la artillería villista, dirigida por el experto general Felipe Ángeles, le desprendió a Obregón el brazo derecho, quedando herido de gravedad. Su pariente Benjamín Hill lo reemplazó en la jefatura del ejército, consumando la derrota de Villa, el cual con los restos de su División del Norte tuvo que retirase hacia Chihuahua. Villa juró vengarse «de los gringos», a quienes veía como causantes de su derrota en el Bajío, y el 9 de marzo de 1916 atacó por sorpresa la casi indefensa población de Columbus en Nuevo México. INFLUENCIA DE OBREGÓN EN EL CONGRESO CONSTITUYENTE DE 1916 Restituido de su herida, en noviembre de 1916 Obregón, recién nombrado por Carranza como Secretario de Guerra y Marina, escoltó simbólicamente a Carranza a la ciudad de Querétaro donde estaban los reunidos los 180 diputados nombrados por Carranza -y algunos por Obregón- para integrar un «congreso constituyente» que debía, en base a la constitución de 1857, redactar una nueva. Desde 1915 Obregón había entrado en contacto con la «Casa del obrero mundial» para integrar los «batallones rojos» que se incorporaron a los carrancistas; de ellos Obregón tomaría de manera confusa ideas del socialismo y del anarquismo. El Congreso fue una competencia entre los diputados propuestos por Obregón con los designados por Carranza para demostrar quién era el anticatólico más radical, llegando a extremos tan ridículos como el del diputado Luis G. Monzón, quien, en la discusión del artículo quinto, desde la tribuna se vanaglorió de que sus hijos en lugar de llevar nombres cristianos se llamaran «uno, dos, tres, cuatro». Y en la discusión del artículo tercero, el diputado Alfonso Cravioto inició su intervención repitiendo una amenaza de la revolución francesa: “señores diputados, si cuerdas faltan para ahorcar tiranos, tripas de fraile tejerán mis manos.” No es de extrañar que la Constitución proclamada por Carranza el 5 de febrero de 1917 llegara al extremo de prohibir a los ministros de los cultos (los sacerdotes) y a los fieles (el 90% de los mexicanos), “el auxilio a los necesitados”. LA CONSPIRACIÓN DE AGUA PRIETA Carranza convocó, organizó y, obviamente, ganó las elecciones; el 1 de mayo de 1917 tomó posesión como presidente constitucional, designando a Obregón secretario de Guerra y Marina. Un año después, Obregón renunció para preparar su campaña a la presidencia pues pensaba ser el sucesor de Carranza en 1921, cuando terminara el periodo presidencial que entonces era de cuatro años. Pero en 1920 el presidente Carranza hizo saber a todos que pensaba designar como candidato a sucederlo, al embajador de México en los Estados Unidos, el ingeniero Ignacio Bonillas. Entonces Obregón empezó a maquinar un movimiento contra Carranza, y con el apoyo de otros dos sonorenses, Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta proclamo el 23 de abril de 1920 el «Plan de Agua Prieta» en el que se desconocía al presidente Carranza. El Plan fue secundado por un numeroso grupo de militares entre los que se encontraba Lázaro Cárdenas, y algunos políticos como el exgobernador de Michoacán Pascual Ortiz Rubio. Ante la magnitud de la rebelión y viéndose con poco apoyo, Carranza decidió huir de la Capital y trasladar su gobierno nuevamente a Veracruz. El 8 de mayo partió en un convoy de ferrocarril cargado con las riquezas que había acumulado, y acompañado por los pocos elementos que le seguían siendo fieles. En la estación de Aljibes el convoy encontró las vías levantadas y ante la imposibilidad de seguir, abandonando las riquezas que iban en el tren, montó a caballo para tratar de alcanzar el puerto internándose en la Sierra Norte de Puebla. La comitiva se detuvo a descansar en unas chozas del poblado de Tlaxcalantongo, y en la madrugada del día 21 de mayo, mientras dormía fue acribillado a balazos por uno de sus acompañantes: el general Rodolfo Herrero. De este modo el Plan de Agua Prieta llevó a Carranza a la tumba, y a Obregón a la presidencia. ANTICATÓLICISMO EN LA PRESIDENCIA DE OBREGÓN (1920-1924) Para disfrazar que el autor principal del «cuartelazo» contra el presidente constitucional fue Obregón, Adolfo de la Huerta ocupó interinamente la presidencia del país y así dar tiempo de organizar un simulacro de elecciones en las que, obviamente, el ganador fue… Álvaro Obregón. El 1° de diciembre de 1920 Obregón asumió la Presidencia, y de inmediato el discurso anticatólico empezó a dominar todo el actuar gubernamental. En la madrugada del domingo 6 de febrero estalló una bomba de dinamita en la puerta del Palacio arzobispal de la ciudad de México, provocando una gran manifestación de protesta que se realizó dos días después, la cual fue hostilizada primero a insultos y luego a golpes.
“Algunos agresores -policías de la reservada disfrazados de obreros- echaron mano de los hermanos Silva y de Manuel Jiménez Rueda, Luis Barquera y José Perches Franco. Los manifestantes no se desanimaron y continuaron su marcha por la avenida Madero. Al paso de los católicos por la esquina de Bolívar y Madero, un grupo de damas les aplaudieron y arrojaron flores, Esto irritó a los porros e intentaron arrancar a viva fuerza el estandarte con el escudo de la ACJM que llevaban en la vanguardia.
Pero los puñetazos les hicieron entender que aquella no era una empresa fácil. (…) Álvaro Obregón, desde la presidencia, trató de hacer creer que la actitud intransigente del arzobispo Mora y del Río había provocado el atentado de los dinamiteros (…) Pero la realidad de los hechos no tardó en desmentirlo. Una comisión de la Confederación Regional Obrera Mexicana, se presentó ante el presidente a protestar contra el atentado pues no era obra de ellos.” El 8 de mayo de 1921 en Morelia, los socialistas protegidos por el gobernador Francisco J. Mújica -principal propulsor en el Congreso de los artículos más radicales de la Constitución-, tomaron por asalto la Catedral, echaron a vuelo las campanas mientras plantaban en una de las torres la bandera bolchevique. Sucesos semejantes empezaron a verse por todas partes del país, pero el culmen del actuar anticatólico de Obregón tuvo lugar el 14 de noviembre de 1921 en la Basílica de Guadalupe. Dispuesto a cumplir su propósito de «limpiar su caballo con el Ayate de la Virgen», expresado desde 1914, envió a un empleado de la oficina de la presidencia llamado Luciano Pérez Carpio, disfrazado de obrero, a colocar una bomba de dinamita, a los pies de la Sagrada Imagen. Ese día un numeroso grupo de fieles se encontraban en el interior de la Basílica a las diez y media de la mañana; Pérez Carpio subió las gradas del presbiterio, prendió la mecha del cartucho de dinamita que llevaba oculto en un ramo de flores y apresuradamente quiso salir, pero la explosión se produjo antes de que pudiera alcanzar la puerta, por lo que puso ser sometido por varios de los fieles presentes. “Un crucifijo de bronce, puesto encima del altar, quedó retorcido dolorosamente, pero el frágil cristal que protegía a la sagrada imagen no se quebró . (…) Media hora después llegó una camioneta de la Secretaría de Guerra con soldados y en ellos fue trasladado a las oficinas del presidente municipal.” “La sagrada tilma o Ayate guadalupano resultó ilesa mientras se doblaron el crucifijo y los candelabros de bronce sobre el altar, y se rompieron todos los cristales del templo (al igual que las lajas de mármol del altar). El terrorista, a pesar de ser detenido por la gente y consignado al presidente municipal de la Villa de Guadalupe, fue inmediatamente protegido por un grupo de policías y dejado libre, cuando el mismo Obregón llamó telefónicamente ordenando su liberación.” El 13 de enero de 1923 Obregón expulsó del País al Delegado Apostólico Ernesto Filippi por el “delito” de haber bendecido dos días antes la primera piedra del Monumento a Cristo Rey, mismo que fue destruido el 30 de enero de 1928 lanzándole una bomba desde un avión tripulado por Jesús Carranza. Pocas semanas antes de dejar la presidencia, el 8 de octubre de 1924 Obregón prohibió las celebraciones del Primer Congreso Eucarístico Nacional y ordenó el cese en sus empleos a cuanto empleado gubernamental hubiera adornado sus casas por ese motivo. “El presidente Obregón denunció de un modo fulminante y violento la que él llamaba violación de la ley en materia de cultos, aunque resultase difícil de comprender de qué manera el adornar las casa con la bandera nacional, con colgaduras y con emblemas religiosos podía ser considerado como violación de la ley que prohibía celebrar el culto público fuera del recinto de los templos.” LOS TRATADOS DE BUCARELI El 13 de agosto de ese mismo año, Obregón firmó con el Gobierno de los Estados Unidos los tristemente célebres «Tratados de Bucareli» mediante los cuales México aceptaba indemnizar a todos los norteamericanos que hubieran sufrido algún daño durante la revolución, además de garantizar los derechos de propiedad a todos los estadounidenses radicados en México, así como de sus compañías petroleras en territorio mexicano. A cambio de todo esto, el gobierno de los Estados Unidos aceptó reconocer como legítimo al gobierno de Obregón. La firma de los Tratados de Bucareli provocó indignación en muchos ambientes, incluso políticos. “El 22 de enero de 1924 Francisco Field Jurado, senador por Campeche fue asesinado en México y otros tres senadores fueron secuestrados por haberse opuesto a los Tratados de Bucareli. El 25 de abril fue muerto a balazos el general Diéguez en Chiapas…” LA REBELIÓN DELAHUERTISTA El «grupo de los sonorenses» (Obregón, Calles y De la Huerta) se fracturó cuando Obregón decidió eliminar a De la Huerta del pacto para repartirse el poder. Entonces De la Huerta se levantó en armas contra el gobierno de Obregón en Veracruz el 6 de diciembre de 1923, siendo apoyado por ocho de los 35 comandantes de los distritos militares con unos 23 mil soldados. En un par de semanas los «delahuertistas» controlaban los estados de Veracruz, Tabasco, Jalisco, Oaxaca, San Luis Potosí, y regiones de Durango, Zacatecas y Michoacán. Pero entonces fue evidente la oportunidad de haber firmado los Tratados de Bucareli. La ayuda militar de los Estados Unidos al gobierno de Obregón -que incluyó aviones- inclinó la balanza a favor de éste; El 23 de diciembre los federales lograron detener en Puebla el avance de los rebeldes y recuperar la plaza, poniendo en el poder a Vicente Lombardo Toledano. El general Gonzalo Escobar recuperó Morelia, y Obregón tomó Guadalajara. Con el repliegue de los delahuertistas hacia el Golfo, la rebelión fue sofocada. De la Huerta se vio obligado a huir a Panamá.
OBREGÓN DURANTE EL GOBIERNO DE CALLES (1924-1928) Fue del todo evidente que Obregón y Calles establecieron un acuerdo para conservar el poder presidencial, pasándoselo del uno al otro. Calles rindió protesta como presidente el 1° de diciembre de 1924; el 22 de enero de 1927 hizo que se modificara el Artículo 83 de la Constitución para eliminar la prohibición de la reelección, lo que permitió que Obregón pudiera lanzar su candidatura para retomar la presidencia en el periodo 1928-1934.
Durante los cuatro años del gobierno de Calles, supuestamente Obregón se “retiró” de la vida pública para dedicarse a la agricultura, pero viajaba frecuentemente a la capital para entrevistarse con Calles y en común acuerdo determinar las políticas a seguir, sobre todo en lo referente a la aplicación de los artículos radicales de la Constitución (3, 5, 27 y 130), lo que dio por resultado la «Ley Calles», el clímax de la persecución religiosa y la «Cristiada».
REELECCIÓN Y MUERTE DE ÁLVARO OBREGÓN
Dos militares importantes quisieron disputar a Obregón la presidencia y lanzaron por cuenta propia su candidatura: el general Francisco Serrano y el general Arnulfo R. Gómez. Por órdenes de Obregón y Calles, el Gral. Serrano y 13 militares de alta graduación que lo apoyaban, fueron capturados por el general Claudio Fox el 3 de octubre de 1927 en Cuernavaca y ejecutados en Huitzilac cuando supuestamente solo los trasladaba a una prisión en México. Para cerciorase de que la orden de Obregón y Calles de eliminar a Serrano, su amigo y ahora adversario político había sido llevada a cabo por Fox, le exigieron que llevara los cadáveres al Bosque de Chapultepec para comprobar la eliminación de su rival y sus seguidores. Poco después también fue eliminado el Gral. Arnulfo R. Gómez y un sobrino suyo por el general Claudio Fox en Coatepec Veracruz. De este modo Obregón ya como candidato único, “ganó” las elecciones presidenciales y fue declarado «presidente electo».
MUERTE DE OBREGÓN
Para celebrar el nombramiento de presidente electo que le hizo el Congreso, el 17 de julio un grupo de diputados le organizó un banquete en el más célebre restaurante de la época: «La Bombilla», situado al sur de la ciudad de México en el barrio de San Ángel, en ese entonces ya en las afueras de la capital.
Hasta ese lugar se presentó José de León Toral, un joven pintor y hábil retratista armado de lápices, un block de dibujo y, oculto entre sus ropas, una pistola automática marca «star», de fabricación española, calibre .32. Hizo primero un boceto de Aarón Saenz quien le pidió hiciera el del homenajeado. Toral hizo varios a la vista de todos y al concluirlos se acercó a enseñárselos a Obregón por el lado derecho; entonces sacó su pistola y le disparó a bocajarro seis tiros matándolo instantáneamente. Ya sin «la sombra del caudillo», Calles se hizo designar «jefe máximo de la revolución», inaugurando una etapa conocida como «el maximato» el cual concluyó en 1938 cuando fue expulsado del país por el presidente Lázaro Cárdenas.