DURÁN Y MARTEL, Fray José Higinio

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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(Lima, 1760 – Chepo, 1823) Religioso mercedario, Político, Obispo

Nació en Lima, Perú, el 12 de enero de 1760, hijo legítimo nacido del matrimonio de don Lázaro Durán Martel y de doña Rosa Alcocer, domiciliados en Lima. Desde muy joven dio señales de tener vocación eclesiástica, tomando el hábito mercedario en el monasterio de la Merced de Lima.

Estudiante de letras, sobresalió en la Universidad de San Marcos por su brillante inteligencia, y obtuvo el título de Doctor en Teología. En 1785 fue nombrado Lector de Teología en el Colegio de San Pedro Nolasco y Capellán del Colegio del Príncipe, en Lima, distinguiéndose como predicador elocuente, y persuasivo propagador de la doctrina católica.

Por sus virtudes e ilustración y por sus talentos, atrajo las simpatías de sus superiores en la Orden de Nuestra Señora de la Merced a la cual pertenecía, lo que le hizo acreedor a muy altas distinciones en su ministerio. Fue nombrado Comendador del Convento de Nuestra Señora de Belén y luego fue trasladado a Cartagena de Indias con igual cargo. Allí fue promovido a Vicario Provincial y en 1795, a Vicario General de los Conventos de San Nicolás de Cartagena, Portobelo y Panamá.

En Cartagena reveló grandes cualidades para la enseñanza de literatura en el Seminario y especiales condiciones de organizador. Por sus atributos personales mereció el aplauso público del Obispo de aquella Diócesis don Miguel Álvarez Cortés, del Gobernador Militar de la Plaza, y de los hombres doctos de la ilustre ciudad.

Posteriormente viajó a España. Al conocérsele en Madrid, fue nombrado Predicador del Rey, entre 1800 y 1810. Estaba en la capital del reino cuando ésta fue ocupada por José Bonaparte. En defensa de la monarquía, prestó servicio militar, saliendo de Madrid en octubre de 1809, al dirigirse el Gobierno Nacional hacia Cádiz.

Por sus servicios a la Monarquía y su adhesión a la persona del Soberano, la Cámara de Indias recomendó su nombre para la Mitra de Panamá, vacante por la muerte del Obispo panameño Doctor Don Manuel Joaquín González de Acuña y Sanz Merino. El 11 de enero de 1815 recibió su nombramiento.

Fue preconizado en Roma en 18 de diciembre de 1815, y consagrado en Madrid en 4 de agosto de 1816, actuando como consagrante el Ilustrísimo Don Andrés Esteban y Gómez, Obispo de Ceuta, asistido por Andrés García y Luis López Castillo, co-consagrantes; el acto litúrgico tuvo lugar en la Iglesia de la Merced Calzada.

Llegado a tierras panameñas, fue recibido por el Cabildo eclesiástico, tomando posesión canónica de la Sede 3 de agosto de 1816. A principios del citado año llegó á Panamá el Gobernador titular, Mariscal de Campo don Alejandro Hore, quien habiendo salido de Cádiz á mediados de 1815, cayó en poder de los patriotas al cruzar la costa de Tolú.

Conducido á Cartagena logró obtener pasaportes para Jamaica, de donde luego vino al Istmo para establecer en él un gobierno enteramente militar. A Hore le debe Panamá la construcción del primer cementerio fuera del recinto urbano y la clausura del que funcionaba anexo al edificio de la Catedral, labor en la cual cooperó decididamente el nuevo obispo de la diócesis, Fray José Higinio Durán y Martel.

Muy poco pudo hacer el obispo mercedario en el gobierno espiritual de la diócesis, al hallarse todo el país envuelto en los horrores de la guerra. Pronto se convenció de que la independencia de las colonias españolas en América era una necesidad de los tiempos. No vaciló el Prelado en prestar su valioso aporte moral a la causa emancipadora.

Durante su periodo episcopal tuvo lugar la más célebre de las batallas que se libraron en la guerra de la independencia, la batalla de Boyacá, que selló definitivamente la emancipación de la Nueva Granada de la Corona de España (7 de agosto de 1819). Como consecuencia de esta batalla se produjo la creación de la Gran Colombia, la cual fue proclamada en el Congreso de Angostura celebrado el 17 de diciembre del mismo año 1819, nombrando Presidente de la gran República al que había sido su creador y fundador, Simón Bolívar.

Al determinar los límites de la nueva entidad política, aunque la guerra no estaba terminada ni reconocida por España su independencia, quedaron dentro de los mismos la Capitanía General de Venezuela y el Virreinato de Nueva Granada, extendiendo sus fronteras por el norte hasta la Capitanía General de Guatemala y por el sur hasta los confines del Perú. Por esta demarcación Panamá quedó incluida como parte integrante de la gran República, pero estaba aún ocupada por las fuerzas realistas y era necesario desalojarlas también de allí. Aunque la empresa no era de fácil ejecución, se dieron varias tentativas independentistas.

Convulsionado el Istmo desde el día en que la heroica Villa de Los Santos diera el grito de libertad conocido como «Grito de la Villa de Los Santos», los anhelos de libertad fueron extendiéndose en otros puntos del territorio. Los preparativos de defensa aumentaron las dificultades económicas y el Gobernador del Istmo, Coronel don José de Fábrega, viéndose en graves dificultades para atender el pago de los servicios urgentes acudió al Ilustrísimo Obispo Durán en solicitud de auxilios con algunos fondos de la Iglesia.

En el acto convocó el Obispo a su Cabildo Eclesiástico y a los párrocos notables residentes en la capital, y con sus acuerdos dispuso ceder al Erario Nacional sesenta mil pesos “en propiedad de fundación, de capellanías, cofradías y obras pías, las cuales se vendieron para atender tales necesidades, quedando el Gobierno obligado a hipotecar varios edificios públicos y a pagar el cinco por ciento de interés cada año”.

De esta manera, según la Gaceta de Colombia, “sin haberse defraudado a la Iglesia de Panamá ni en un solo maravedí, se logró obtener medios para atender a los gastos públicos; se pagaron a varios vecinos algunas cantidades que Murgeón les había entrampado. Gracias sean dadas a la liberalidad y despreocupación del Ilustrísimo señor Durán”.

El pueblo panameño, conducido por los chisperos o cabecillas, pidió la reunión del Cabildo el 28 de noviembre de 1821 para tratar el asunto de su emancipación. En la Casa Consistorial se reunieron el Gobernador y Capitán General del Reino, Coronel José de Fábrega, el Señor Obispo don Higinio Durán, su Provisor y Vicario General y muchas otras personas de las más distinguidas e influyentes de la ciudad. Después de largos y acalorados debates se aprobó la moción de que el territorio del Istmo se declaraba libre e independiente del dominio español y se unía a la Gran Colombia.

El prócer José Vallarino Jiménez, desde un balcón del edificio comunicó la declaración al pueblo reunido frente a él, y al oírla las multitudes prorrumpieron en fuertes aplausos. Se levantó un acta de la memorable sesión, firmada por todos los que habían tomado parte, entre ellos el Ilustrísimo Señor Obispo Durán. El Coronel Fábrega conservó el mando con el título de «Jefe Superior del Istmo», y se encargó de despachar para la Habana las guarniciones españolas que había tanto en Panamá como en Chagres y Portobelo.

Proclamada la independencia del Istmo en la célebre Junta de Noviembre de 1821, el Ilmo. Señor Durán dio parte del acontecimiento al Gobierno de Santafé quien expidió el decreto de 9 de febrero de 1822 por el cual se creaba el «Departamento del Istmo» como parte integrante de la Gran Colombia.

No se habían cumplido dos años después de la declaración de independencia del Istmo de Panamá cuando la muerte sorprendió al Obispo mercedario en el pueblo de Chepo, en momentos en que practicaba una visita pastoral el 22 de octubre de 1823.


BIBLIOGRAFÍA

MEGA Pedro, Compendio biográfico de los Iltmos. Y Excmos. Monseñores Obispos y Arzobispos de Panamá, Panamá, 1958

ROJAS y ARRIETA, Reseña histórica de los Obispos que han ocupado la Silla de Panamá, Lima, 1929.

OSORIO OSORIO Alberto, Historia Eclesiástica de Panamá, 1815-1915, Panamá, 2000.


MANUELITA NÚÑEZ CASTILLEROS