MUJER en Uruguay

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Si bien consta que las mujeres ejercieron un papel importante en la gesta independentista, podemos hablar con propiedad de la mujer en Uruguay a partir de 1825, fecha de la declaratoria de voluntad de Independencia, o de 1830, jura de la primera Constitución de la República.

La escasa población del Uruguay se concentra en áreas urbanas, 94, 9 %, y sólo un 5 % en rurales (Censo 2011). La mayoría étn ica es blanca -90 % de ascendencia europea-, un 10 % se auto-declara afrodescendiente. Las mujeres constituyen el 51, 9 % de la población y un 32 % son jefas de hogar. La esperanza de vida de la mujer al nacer es de 79 años.

La diversidad de situaciones en áreas urbanas y rurales, y en distintos estratos socio-económicos, hace difícil hablar de la “mujer en Uruguay” en general y en forma breve. El período batllista, que abarcó las tres primeras décadas del siglo XX, con grandes avances en materia de derechos civiles, laborales y políticos, convirtió al Estado uruguayo en moderno y liberal. En este ámbito, la mujer ganó tempranamente su lugar en la sociedad, sumándose con su trabajo e inteligencia a la construcción del país y su cultura.

La mujer uruguaya es sujeto de derecho pleno; su acceso al voto político fue consagrado en la Constitución de 1934, ejerciéndolo desde 1938. La primera mujer que accedió al Parlamento en América Latina fue uruguaya; sin embargo hoy la representación femenina en el Parlamento es tan sólo del 14,6 %. También en períodos oscuros -como la dictadura de 1973-1985- la mujer tuvo una participación activa y valiente en procura de recuperar los derechos democráticos, desde los ámbitos posibles: educación, comunidades eclesiales, arte, cooperativas o desde la clandestinidad en organizaciones proscriptas.

La igualdad de derechos civiles fue consagrada por ley en 1946. Uruguay alcanza un Índice de Desarrollo Humano que lo ubica en el puesto 48, detrás de Chile y Argentina (PNUD, 2011), y ocupa el lugar 62 en relación al Índice de Desigualdad de Género. Las mujeres, desde diversas organizaciones, continúan bregando por más conquistas, para hacer realidad lo que afirma la legislación, por ejemplo en relación a igual remuneración.

A nivel religioso, Uruguay es un país con casi 100 años de historia laica, dado que la separación del Estado y la Iglesia se concretó en 1917. La adhesión religiosa es libre y voluntaria, no un fenómeno natural y masivo. El 81 % de la población afirma creer en Dios y el 54% se define católico. La mujer, en comparación con el varón, manifiesta una fe y una adhesión mayor: 89 % creyentes en Dios, dentro de las cuales el 56, 5 % se definen como católicas, con diversos grados de práctica religiosa.

En la Iglesia las mujeres consagradas han cultivado un rol protagónico, en particular en la educación y en el trabajo social ya que muchas congregaciones femeninas están dedicadas a estas tareas, así como en sus espacios propios: Conferencia de Religiosos de Uruguay y Conferencia Latinoamericana de Religiosos.

También el compromiso de las mujeres laicas ha sido activo a lo largo de la historia en la Acción Católica, la Asociación de Profesionales y Estudiantes católicos, el Movimiento de Intelectuales Católicos, la Asociación de Educación Católica, Parroquia Universitaria, Universidad Católica. También lo ha sido en nuevos espacios de participación y crecimiento en la fe, fomentados luego del Concilio Vaticano II, como las Comunidades Eclesiales de Base, grupos de Revisión de Vida, Consejos Parroquiales y Zonales, asumiendo muchas veces roles de animadora, responsable laica, así como delegadas a sínodos, instancias diocesanas, y encuentros internacionales.

Allende lo cuantitativo, una percepción cualitativa en el contexto latinoamericano nos revela en Uruguay una mujer bastante independiente, con múltiples intereses, consciente de sus derechos, crítica y propositiva. Así lo demuestra su participación activa, solvente, y generosa, construyendo ciudadanía y eclesialidad.

BIBLIOGRAFÍA

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ROSA RAMOS