JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN; Descendientes
JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN; Descendientes
Sumario
1.Las afirmaciones.
Una pregunta hecha por algunos historiadores desde el siglo XVIII ha sido si Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el vidente de Guadalupe, haya tenido descendientes. Algunos documentos que lo afirman se basan en las declaraciones de dos monjas indias, profesas en un monasterio de México, que se declararon en el siglo XVIII descendientes en línea directa del “benturoso indio Juan Diego” [sic], vidente de la Virgen de Guadalupe. El monasterio había sido erigido "... prò puellis, seu Mulieribus nobilibus natione Indis sub instituto primae Regulae sctâ Clara, ac denominatione Ssimi Corporis xpti... [sic]", como dice el Breve del Papa Benedicto XIII Exponi Nobis [dado en Roma el 26 de junio de 1727]. El documento original, en pergamino se conserva en el Archivo del Convento de Corpus Christi de la Ciudad de México. El monasterio había sido fundado por el Virrey Baltasar de Zuñiga, Marqués de Valero, en 1724.
Todas las informaciones de las postulantes hasta el año de 1741 están contenidas en un voluminoso manuscrito que lleva en su cubierta el siguiente título: Ynformaciones desde el año de 1724 hasta el de 1741. El tomo lo guardan todavía hoy las monjas clarisas en el archivo de su actual convento. La primera investigadora que sepamos que habló de estos documentos fue la Dra. Josefina Muriel, estudiosa del convento y de las monjas que en el profesaron; pero la investigadora no tuvo acceso al documento original, por lo que lo declaró perdido. Sin embargo, tal documento sí existe, y el Lic. Sentíes y el Ing. Joel Romero Salinas lo tuvieron a la vista; tiempo después, Fidel González Fernández, Eduardo Chávez Sánchez y José Luis Guerrero Rosado, autores del libro El Encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego , y Arturo Rocha lo pudieron ver y estudiar.
En el inventario de los papeles contenidos en el Archivo del convento del Corpus Christi, inventario “redescubierto” por los últimos citados investigadores, se lee en el fol. 5v: “Leg. Número 4. Tres libros en pergamino y un legago qe. Contienen información de las Religiosas desde la fundación del Convento”. Dicho inventario es de finales del siglo XVIII, posiblemente fue producto de la reorganización del archivo conventual en 1781. El convento del Corpus Christi, dependiendo directamente del Virrey, y no del Arzobispo, continuó bajo la dependencia de los gobiernos de México, incluso en tiempos de la supresión de las órdenes religiosas en tiempos de la reforma de Juárez. Ello sirvió a que su archivo se salvase en parte de una dispersión general como fue en otros casos. La patente y expediente 43 de dicho Libro 1 de las Ynformaciones, corresponden a la monja María Antonia de Escalona y Rojas. Con estos datos se pueden establecer el nombre de sus padres y abuelos maternos y paternos. Esta monja de raza india había sido bautizada el 6 de octubre de 1721 y había entrado en el convento de Corpus Christi el 24 de mayo de 1739, tomando el nombre religioso de María Antonia del Sacramento. Profesará el 24 de enero de 1740. La monja era hija de Don Joseph Jacinto de Escalona y de Doña Angela de Roxas, caciques de Santiago Zacualco (Atzacualco), Jurisdicción de Nuestra Señora de Guadalupe. La monja muere en 1762 ó en 1763.
Antes de entrar en el monasterio, la postulante había tenido que demostrar su pertenencia a la estirpe india, y precisamente a la de una familia de caciques o nobles indios, para cuyas hijas el virrey Valero había fundado el convento. La candidata tenía que demostrar lo que entonces se llamaba en la costumbre legal española su “legitimidad y pureza de sangre”; para ello era necesario presentar una serie de "informaciones", uso legal que cumplían todas las pretendientes como requisito para ingresar al convento; estas informaciones, precisas y quisquillosas, ofrecen generalmente valiosos datos sobre las familias indias. La monja pretendía demostrar su “pureza de noble linaje indio”, diciéndose nada menos que descendiente no sólo de una notable familia de la antigua aristocracia indígena, sino, lo que era más extraordinario, descendiente en línea directa del “venturoso Juan Diego”. La noticia, publicada como de rigor en la Gaceta deMéxico de mayo de 1739 , órgano del Virreinato, causó gran conmoción en algunos ambientes que consideraban por aquel entonces a Juan Diego como un modelo de santo varón, que tras su conversión cristiana y las apariciones de la Virgen de Guadalupe, habría vivido en total continencia matrimonial, consagrado a la devoción y al servicio de la Virgen de Guadalupe en una vida semejante a la de un ermitaño.
En la tipología agiográfica del momento muchos lo pintaban como una especie de peregrino, una figura de “san Isidoro Labrador” trasplantado en el Nuevo Mundo. Así lo representa un cuadro anónimo del s. XVII donde se puede ver en la cabecera del mismo: “Verdadero retrato del Siervo de Dios Juan Diego”; el conocido pintor mexicano Cabrera y otros, lo pintan con las mismas carácteristicas o cánones estereotipados en el siglo XVIII. El anuncio publicado en la Gazeta de México decía: "El 24. recibiò el Abito de Religiosa en el Monasterio de Corpus Christi de nobles Casiques Franciscas Descalzas Doña Maria Antonia de Escalona y Roxas, quinta Nieta del Venerable benturoso [sic] Indio Juan Diego, á quien en el año de 1531 se appareciò [sic] Nuestra Señora de Guadalupe”.
2.Protestas por tales afirmaciones
Entre los que protestaron por aquella noticia, que rompía los moldes agiográficos precedentes, destacó el erudito e investigador de cosas de la Nueva España y de los asuntos guadalupanos, Lorenzo Boturini Benalucci, que montó en cólera por lo que consideraba un ultraje a la memoria del vidente del Tepeyac. Boturini defendía la radical continencia matrimonial de Juan Diego, lo que hacía de todo punto imposible cualquier descendencia. Escribió entonces una apología “en defensa de la virginidad de Juan Diego*, para que no se le quitase una gloria tan singular y se replicasen también los indios, que cada día pretenden hacer prueba con testigos necios, de parentesco en línea recta descendiente [sic] de[l] dichoso Juan Diego”. Boturini escribió que el 29 de agosto de 1739 en la ciudad de Puebla de los Ángeles, una carta dirigida a Don Alonso de Moreno y Castro, Deán Gobernador, quejándose de la lastimosa información difundida por la Gazeta:"... me tocca de veer con arto dolor, que se Publican en Mexico, y en todo el Reyno unos Agrauios, que Lastiman la connexion histórica del dichoso Juan Diego con tanta notoriedad, quanta caue en la publica Gazeta de el mes de Mayo deste presente año”.
Boturini cita seguidamente el pasaje de la Gazeta ya recordado y prosigue: "... Sobre lo qual se hà de servir V [uestra] [Señorìa] I [Iustrísima] de darme licencia de cumplir à mi genial obligación, y à el tierno empeño que tengo de contradezir à tales Disparates, y poner el todo en la notizia de V S I., baxo de cuya grande Authoridad està militando mi obsequio, y trauajando de construir un Edificio Histórico, que durarà en la memoria de Los Postreros más que las robustas paredes del ricco presentaneo[sic] templo de Guadalupe. En este supuesto digo, que es cosa totalmente contraria à la verdad que dha Da. María de Escalona y Roxas pertenezca à el linage, y proceda por linea recta desendiente de dho Juan Diego, y me consta de un Testamento antiquissimo de una [tía] suya onde la Testadora: por disposición del cielo: haz [e] mencion de las mismas Apariciones de la Divina Señ[ora] y, entre las mas cosas, refiere de como nuestro afortunado Yndio passò à casarse en el pueblo de Santa Cruz que e[sta] como Legua y media distante de Atzcaputzalco con un[a] india llamada Malitzin, y que murio Virgen, "Homo[mi]quilli Ychpochtli"; prueva tan caval en el Derecho que no dexa sombra de duda, por ser el testamento tan verda[dero] como piedra de Toque, escrito en materia antigu[a] de papel de "Metl" en Lengua Mexicana, subscripto d[e] el escriuano de Republica solenidad, que la costum[bre] del Reyno há siempre connozido, respecto á los Yndios, [de] enteros cabales. [sic]".
3.Estudios e intentos recientes.
A lo largo de la historia, especialmente reciente, algunos han intentado establecer la ascendencia del indio Juan Diego. Estos intentos han sido tildados más de una vez como productos de la fantasía. Los testimonios antiguos hay que tomarlos con un "grano salis" y con indudable crítica histórica. Así Don Fernando de Alva lxtlilxóchitl, el conocido mestizo emparentado con la antigua aristocracia mexica, llega a escribir en un conocido pasaje de una de sus obras que el rey Nezahualcóyotl de Tezcoco "descendía de sus dioses porque Tezcatlipoca y Huitzilopochtli, que eran los mayores de estas tierra, fueron sus antepasados...”. Aquí ciertamente, el erudito tezcocano Ixtlilxóchitl se muestra un soñador o un imaginador de historias, sobre todo cuando habla de su antepasado Nezahualcóyotl. Para él, dicho monarca era el eje sobre el que giraba toda la historia antigua de México. Era lógico que así fuese para él por legítimo amor proprio de patria y estirpe.
En época reciente, algunos han tratado de trazar la genealogía del indio vidente guadalupano Juan Diego, tratando de buscarle ascendencias nobles y en algunos casos incluso principescas. ¿Qué hay de todo ello? El relato náhuatl del Nican Mopohua dice, refiriéndose a él, que era, «ce macehualtzintli icnotlapaltzintli»; es decir, "un indio pobrecito"; hoy algunos lo quieren convertir en nieto de Nezahualcóyotl, hijo de Nezahualpilli, medio hermano de Fernando Cortés lxtlilxóchitl, el que ayudó a Cortés en la conquista de Tenochtitlan, y pariente por lo tanto del mismo Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, y por lo tanto nada menos que descendiente del mítico Tezcatlipoca. ¿Pudo tener Juan Diego ascendencia noble, al menos por algún lado? El Nican Mopohua dice de Juan Diego: “in macehualtzintli icnotIapalizintli”. La expresión podía a veces tener un sentido “áulico y solenne”.
El mismísimo tlatoani, el rey-emperador, al momento de su instalación o “coronación”, invocaba el favor de Tezcatlipoca con estas palabras: 'Tlacatle totecoe, tloquee, naoaquee iooale ehecatle: otlacauhquj in moiollo, ago tinechmotlanevilia in nemaceoalli in nitlapalivi”, cuya tradución podría ser: “Oh Amo, oh Señor nuestro, oh, Dueño del Cerca y del Junto, oh Noche, oh Viento, has inclinado tu corazón, quizá me has confundido con otro, a mi que no soy más que un hombre común [un macehual] y un campesino..."; y también : "Amo y señor nuestro, Tloque Nahuaque, Yoalli Ehécatl, lo ha otorgado tu corazón, acaso me confundes con otro a mi, macegual y jomalero...”. También en Los Diálogos o Coloquios de 1524, recogidos por los primeros franciscanos, el sacerdote llamado quetzalcóatl totec tlamacazqui replicó en nombre de todos, ante la “nueva palabra” "in yacuic tlahtolli" que le presentaban los frailes misioneros con argumentos que comenzaban con las siguientes palabras: “Totecujyoane, tlatoquee, tlaçotitlacae, oanqujmihiyouiltique, ca otlatitech ãmacitico, ca njcan amitzinco, amocpatzinco, titlachia in timacevalti ..”. Es decir, siguiendo la versión de Miguel León Portilla: "Señores nuestros, señores estimados señores habéis padecido trabajos, así os habéis venido a acercar a esta tierra. Aquí, delante de vosotros, ante vosotros os contemplamos, nosotros macehuales...". Se podría traducir la expresión icnotlapaltzintli como "pobrecito"; pero la tradución no puede ser siempre literal ni significar lo mismo. Hay que ver el significado en el contexto donde viene usado; si es en un sentido literal o en un sentido figurado.
El nahuatlico José Luis Guerrero Rosado así escribe al respecto: “La palabra es "palabra compuesta, de sentido no muy claro: icno TLAPALLI TZINTLI: Icnotl es 'pobre', triste, indigente, huérfano, pero también afable, benigno: tlapalli de suyo es rojo o coloreado, pero también 'noble', de buena fama, esforzado; tzintli es siempre reverencial, nunca despectivo. Seria pues 'noble empobrecido', 'alguien pobre, pero digno.' Esto se esplicaría tomando en cuenta que Juan Diego, a cuanto parece, no era plebeyo, sino noble, que había aceptado sin rencor verse reducido a nivel de macehual”. Tratar de establecer una genealogía formal del indio Juan Diego no es empresa fácil, por falta de registros de nacimientos y de bautismos en los tiempos en que vivió el indio vidente. Sin embargo, no sería serio desde el punto de vista de la crítica histórica, afirmar sin más una hipótesis como certeza establecida y definitiva, o rechazarla por otra opuesta o contradictoria. En ambos casos sería el sujeto a establecer las reglas del juego en el estudio del objeto, falta de realismo histórico, o el prejuicio o la ideología preconcebida a determinar las afirmaciones. El Lic. Sentíes, cronista oficial en la ciudad de México, en su trabajo sobre el problema se ha servido de mucha documentación de archivo inédita, pero a veces tal documentación ha sido presentada en el debido aparato crítico a través de copias.
4.Algunas hipótesis conclusivas.
En México existen tres lugares que se disputan el lugar del nacimiento y de habitación de Juan Diego en la época de las apariciones: Cuatitlán, Tulpetlac y San Juanico, todos ellos lugares que se encuentran en el gran valle del Anahuac, hoy dentro de la Gran Ciudad de México, o en las inmediaciones del Estado de México. No se puede establecer con certeza absoluta cuál de los tres lugares sea donde ha nacido Juan Diego, pero los tres están sin duda intimamente unidos a su biografía. En Cuatitlán fue construida en el siglo XVI una capilla en honor de Santa Maria de Guadalupe. Debajo de la actual iglesia, construida a finales del siglo XVIII y en los primeros del siglo XIX, ha sido descubierta una casa indígena prehispánica; lindando con la misma y dentro de su perímetro fue construida en el siglo XVI una pequeña capilla cuyos restos arqueológicos son actualmente visibles. Los diversos elementos convergentes, la fuerte tradición oral indígena, los testigos, sobre todo indígenas, de las Informaciones Jurídicas de 1666 indican este lugar como el pueblo de nacimiento de Juan Diego.
Cuautitlán es ciertamente un lugar unido a la vida de Juan Diego.En Tulpletac existe una fuerte tradición que vincula también el lugar al menos a un periodo de la vida de Juan Diego y a las apariciones marianas, como el lugar donde el vidente habría vivido en aquellos años y el lugar de una de las mismas. El tema es objeto de acaloradas discusiones. A partir de la documentación histórica hasta ahora conocida podemos afirmar que: a) sin duda Juan Diego podría haber pertenecido a una clase social intermedia, que sin ser principal, tampoco era de rango simplemente campesino y sin propiedades. La documentación más antigua, la tradición e incluso las excavaciones en el lugar de Cuautitlán, pueblo de su nacimiento según la tradición y las Informaciones jurídicas de 1666, hablan de que poseía "tierras y casas" en diversos lugares. b) No parece que se pueda afirmar con la documentación histórica a nuestra disposición, que Juan Diego perteneciese a la aristocracia reinante de Tezcoco. Las afirmaciones de las monjas del Corpus Christi que se declaran sus descendientes en un documento legal tienen una importancia jurídica notable. c) Los estudios históricos ascendentes de su genealogía nos llevan hasta muy cerca de Juan Diego a través de documentos legales de testamentos, de propiedades de tierras, etc.
Nos falta el último eslabón de la cadena entre los últimos datos alcanzados y conocidos a base de documentos históricos positivos, ya en pleno siglo XVI, y la generación de Juan Diego; es decir, falta el eslabón que uniría un biznieto con su abuelo, que sería Juan Diego. Llenar este vacío no resulta facil debido a la falta objetiva de documentos legales, sea civiles o eclesiásticos, de esos años en relación al mundo social y eclesial indígena (falta de registros parroquiales antes del Concilio de Trento, por ejemplo, y otros documentos notariales). El resto parecerían hipótesis imaginarias en el estado actual de las investigaciones. d) Es sorprendente que quienes conocían directamente a Juan Diego, como Antonio Valeriano, autor del Nican Mopohua, o interesadamente como Fernando de Alva Ixtlixóchitl, o los testigos de las Informaciones Jurídicas de 1666, no digan nada al respecto. e) Las monjas pretendientes de pertenecer al linaje de Juan Diego en línea directa, por lo tanto, podrían ser descendientes de una línea ciertamente directa de caciques, pero no a través de Juan Diego por línea sea paterna o materna (esto no se puede actualmente saber), sino a través de la otra parte o línea de su descendencia. f) Lo que sí se puede logicamente afirmar es que Juan Diego pudo muy bien, como hombre casado que era, tener descendencia y que aquellas monjas podrían ser parte de la misma en una de sus posibles ramas.
Notas y referencias