PERSECUSIÓN EN MÉXICO. Vivencia de los Salesianos
Sumario
INTRODUCCIÓN (redactada por el DHIAL)
Contexto político
La persecución contra la Jerarquía, el clero y el pueblo católico de México dio inicio poco después de obtenida la Independencia, a causa de la reforma emprendida por Valentín Gómez Farías en 1833, y continuó con la Reforma liberal de 1857 y las Leyes de Reforma promulgadas por Benito Juárez en 1858. Durante el resto del siglo, la dictadura de Porfirio Díaz siguió una política de tolerancia religiosa que no eliminó la hostilidad jurídica pero tampoco aplicó las leyes sectarias. En su lugar la dictadura porfirista favoreció el arribo de las sectas protestantes norteamericanas, y promovió el positivismo como la filosofía educativa del régimen.
Será la facción carrancista de la Revolución mexicana la que desatará la persecución violenta contra el pueblo católico e impondrá, mediante el Artículo 3° de la Constitución de 1917 elaborada por esa facción, un monopolio educativo abiertamente anticatólico. La persecución religiosa alcanzará su clímax durante el régimen de Plutarco Elías Calles (1924-1928) y su prolongación por medio del llamado «maximato» (1928-1936).
La Congregación Salesiana
La «Pía Sociedad de San Francisco de Sales» (Societas Sancti Francisci Salesii) fue fundada por San Juan Bosco el 18 de diciembre de 1859 en Turín, Italia, y fue aprobada por la Iglesia el 23 de julio de 1864. Don Bosco tomó como referencia de la Congregación que estaba fundando a San Francisco de Sales,[1]debido a su fuerza evangelizadora aunada a una notoria amabilidad.
Las Constituciones y reglamentos de La Pía Sociedad de San Francisco de Sales fueron aprobadas por la Santa Sede el 3 de abril de 1874. Su carisma es «la salvación de la juventud» y su apostolado se concentra en una propuesta educativa significativa. La pedagogía que los salesianos desarrollaron al paso del tiempo resultó ser muy atractiva a los jóvenes, ya que está basada en el artículo segundo de sus Constituciones que a la letra indica lo siguiente:
“Los salesianos de Don Bosco (SDB) formamos una comunidad de bautizados que, dóciles a la voz del Espíritu, nos proponemos realizar, en una forma específica de vida religiosa, el proyecto apostólico del Fundador: Ser en la Iglesia signos y portadores del amor de Dios a los jóvenes, especialmente a los más pobres. En el cumplimiento de esta misión encontramos el camino de nuestra santificación.”
LOS SALESIANOS EN MÉXICO
La primera nación fuera de Europa que recibió a los Salesianos fue Argentina; sin embargo, su presencia para México había sido solicitada desde tiempos en que aún vivía Don Bosco. Fue en la dedicación del templo del Sagrado Corazón en Roma en mayo de 1887, a la cual asistió Don Bosco, cuando algunos sacerdotes mexicanos que laboraban y vivían en el Colegio Pío Latinoamericano se encontraron con él y le preguntaron cuando enviaría salesianos a México.[2]
Poco después del fallecimiento de Don Bosco, la solicitud fue nuevamente hecha a su sucesor Don Miguel Rúa por Mons. Ramón Ibarra y González, quien le pidió salesianos para la ciudad de Puebla. El clima de tolerancia religiosa de la dictadura porfirista permitió que los primeros cinco salesianos llegaran a la ciudad de México el 2 de diciembre de 1892. Un segundo grupo de salesianos arribó a Veracruz el 1° de enero de 1894. Este segundo grupo llegó acompañado de varias hermanas de la Congregación «Hijas de María Auxiliadora».[3]
Las obras de la Congregación salesiana tuvieron su sede en la ciudad de México en la «Casa Santa Julia» desde donde empezaron a darse a conocer rápidamente, llamando la atención la originalidad de su pedagogía basada en la participación de los alumnos en bandas musicales, coros, oratorios festivos, talleres de oficios como carpintería e imprenta, etc. En febrero de ese mismo año de 1894 llegaron los instrumentos para formar la primera banda de música, junto con tipos de imprenta. Elemento significativo en las obras salesianas fueron las bandas de música, reconocidas y aceptadas por los mexicanos y que desde sus inicios eran continuamente invitadas a participar en importantes eventos y celebraciones. A poco más de un año de su arribo a México, el 22 de abril de 1824, abrieron una segunda Casa en la ciudad de Puebla de los Ángeles. El 20 de enero de 1901 se abre una tercera Casa, ahora en la ciudad de Morelia y en enero de 1905 una más en Guadalajara.
Los primeros embates revolucionarios contra los Salesianos
Después de que los Marines norteamericanos entregaran el puerto de Veracruz a la facción carrancista y el flujo de armas que le hacían llegar los fortaleciera, los enfrentamientos armados contra la División del Norte de Francisco Villa se llevaron a cabo durante los meses de enero, febrero y marzo de 1915 en el Estado de Jalisco. En ese contexto fue fusilado por los carrancistas San David Galván el 30 de enero de 1915, en las orillas de Guadalajara donde estaba su Parroquia, quien cometió el «delito» de confesar combatientes moribundos sin importar si eran carrancistas o villistas. Obviamente fue la Casa Salesiana de la ciudad de Guadalajara la primera en sufrir los atracos de los carrancistas, que desde entonces empezaron a ser llamados «carranclanes» e hiciera que la población acuñara el verbo «carrancear» como sinónimo de robo con respaldo de las autoridades. Tras el saqueo de su Casa, los cinco sacerdotes salesianos de la Casa de Guadalajara (padres Maldotti, Castelli, Picarella, Cravero y Ranoglio) fueron encarcelados y luego expulsados a San Francisco California. En enero del mismo año corrieron la misma suerte los salesianos de las Casas de México y de Puebla; la de México tenía ocho sacerdotes y siete coadjutores; la de Puebla seis sacerdotes y cuatro coadjutores; todos fueron llevados al puerto de Veracruz y, aunque algunos lograron evadirse y regresar a Puebla, la mayoría fue exiliada a Nueva York. Una sociedad anónima llamada Columbia Holding Corporation fue formada en Nueva York por cooperadores de la obra salesiana en los Estados Unidos para comprarle al Padre Guillermo Piani O.S.B, los bienes inmuebles de los salesianos en México. Como representante de la Columbia Holding en México fue nombrado el P. Guido Rocca bajo el nombre de Aníbal Cánfari, contador de profesión. Esto ayudó a salvar todas las propiedades en México.[4]
Afectación de la Constitución de 1917 a la Obra Salesiana
El 5 de febrero de 1917 Carranza promulgó la nueva Constitución la cual tiene varios artículos explícitamente anti-católicos. El artículo que afectaba especialmente la obra de la Congregación Salesiana era el 3°, el cual prohibía explícitamente la educación religiosa. Ante esa nueva situación jurídica, los salesianos buscaron como adaptarse a ella, y el 24 de febrero acordaron algunas medidas preventivas; una de ellas era «laicizar» los colegios.
Debido a la preocupación de darle mayor cuidado a la formación de vocaciones, el Padre Guillermo Piani propuso tener un lugar separado de las obras de trabajo y el 2 de diciembre de 1919 se alquiló una casa que tenía por nombre «Quinta la Venta», situada en el pueblo de San Joaquín (más conocido como San Juanico), y a la que la Congregación le dio el nombre de Casa del Sagrado Corazón de Jesús. En ella se estableció la Casa de Formación o seminario, donde vivirán los estudiantes de filosofía, los novicios y los aspirantes. El 22 de diciembre llegaron 25 estudiantes de Puebla; en 1921 eran más de 50 seminaristas en formación los que vivían en San Juanico.
Pragmáticamente el régimen de Venustiano Carranza aflojó la implementación de las normas anticatólicas, y con ese respiro la obra salesiana pudo continuar. Los colegios siguen creciendo, profesionalizando los talleres, adquiriendo mejor maquinaria. En julio de 1920 se logró recuperar las instalaciones del Colegio de Guadalajara, las que habían estado en manos del gobierno desde que las incautó en 1914. Mons. Enrique Sánchez, arzobispo de Puebla y gran simpatizante de la Congregación salesiana, había solicitado a Roma desde tiempo atrás que el Padre Guillermo Piani fuera designado su obispo auxiliar. El 17 de septiembre de 1921 el Delegado apostólico comunicó al Padre Piani que la Santa Sede lo había nombrado obispo auxiliar de Puebla. En 1920 los carrancistas más radicales se levantan en armas contra el mismo presidente Venustiano Carranza (Plan de Aguaprieta); Carranza fue asesinado por ellos y los entoces llamados «aguaprietistas» (Obregón, Calles y Dela Huerta) se apoderaron de la Presidencia de la República, retomando la hostilidad constitucional de 1917 contra la Iglesia. Por su carácter de extranjero, el P. Guillermo Pani O.S.B no pudo quedarse en México y, tras ser consagrado obispo, fue designado Delegado Apostólico en Filipinas. A pesar del ambiente hostil y de los continuos obstáculos gubernamentales, sorprendentemente la obra salesiana seguía progresando gracias a las simpatías, apoyo y cooperación de la sociedad que constataba los frutos de la educación que recibían los jóvenes en las Casas de los salesianos. 1926-1929: el clímax de la persecución En diciembre de 1924 tomó posesión de la Presidencia de la República Plutarco Elías Calles quien, llevado por su fanático odio a la Iglesia Católica quiso provocar un cisma mediante la creación de una «iglesia nacional» tratando de imitar a lo hecho en el siglo XVI por el rey Enrique VIII de Inglaterra; pero ante el rotundo fracaso que tuvo, Calles hizo agregar al código «penal» mexicano, una serie de normas para asignar multas y cárcel a las violaciones a las leyes anticatólicas.
La tristemente célebre «Ley Calles» desencadenó en México una persecución como no la había sufrido la Iglesia desde los tiempos apostólicos.[5]El Episcopado decidió suspender el culto «público», mientras un buen número de mexicanos se vieron en la necesidad de tomar las armas en legítima defensa, dando origen a la guerra de los cristeros, más conocida como la «Cristiada».
A pesar de todos los inconvenientes por la persecución religiosa, se llevaba adelante la vida de la obra salesiana, pero el 12 de febrero de 1926 el gobierno dio la orden de expulsar a todos los sacerdotes extranjeros, poniendo en alerta a los religiosos y sacerdotes. El lunes 15 de febrero, por orden del Ministerio de Gobernación se pusieron unos sellos en las puertas de la Iglesia de Santa Julia. El mismo lunes, los salesianos de Santa Julia y de san Juanico tuvieron que dejar los colegios para refugiarse en casas particulares y permanecer escondidos, al igual que muchos otros sacerdotes extranjeros.
A los salesianos de Cuba les llegan noticias en la Prensa de como va empeorando la situación en México, y también por la llegada de algunos de los expulsados, pero el gobierno cubano no los deja permanecer en la Isla por las relaciones que tiene con el gobierno de Calles, por lo que tienen que regresar a Europa. Mientras tanto en México ante esa situación de hostigamiento y persecución, los salesianos fueron tomando medidas preventivas tales como qué decir ante una sorpresiva inspección gubernamental, donde celebrar la Eucaristía y demás sacramentos, etc.
El 18 de marzo de 926 fueron sorprendidos y capturados seis sacerdotes de la Casa de San Juanico y enviados a Veracruz para ser expulsados sin permitírseles llevar ropa o dinero. Eran los formadores Padres Adrián Marconcini, Francisco Mazocchio, Juan Pedroni y Valentín Koronowski. Al día siguiente siguieron la misma suerte los padres Agustín Osella y Antonio Gardini. El Cónsul de Italia en México gestionó ante el secretario de Gobernación Adalberto Tejeda la suspensión de la expulsión, pero su petición fue ignorada.[6]El 24 de marzo los seis salesianos zarparon rumbo a la Habana, a la que llegaron el día 27.[7]
El 1° de abril quedó totalmente clausurada la casa de San Juanico. El Padre Montalvo envió a Cuba a los seminaristas destacados que salieron en dos grupos: el primero el 9 de abril y el segundo cinco días después. En Cuba estuvieron inicialmente en el colegio de la Habana; posteriormente fueron trasladados a una nueva Casa en Guanabacoa. Cinco estudiantes de Teología fueron enviados a Turín, Italia, al Instituto Nacional de La Crocetta. La entrada en vigor de la Ley Calles el 1° de agosto complicó aún mas la obra salesiana. Los religiosos y religiosas han tenido que esconderse en casas particulares, otros han sido deportados; algunos más han huido a Italia o los Estados Unidos. Para poder salvar algo de la obra en las casas de México, Puebla y Morelia se suprime la sección de alumnos y queda solo la de artesanos; las actividades abiertas son laicizadas, celebrando la Misa clandestinamente y con muchas precauciones, siempre preparados para esconder todo a la primera señal de peligro.
El padre Antonio Candela, superior en Italia, en abril de 1927 hizo un viaje de inspección a Cuba, y quiso constatar personalmente la situación de las obras salesianas en México. Logró superar los puestos de control tanto a la entrada como a la salida, y entrevistarse con quienes seguían al frente de los colegios, aunque él mismo tuvo que disimular su estadía y hospedarse en una casa particular.[8]En mayo regresó a Cuba donde redacto la «relación» sobre su viaje.
El resumen del reporte del Padre Candela sobre los colegios, señala que en la Casa de Santa Julia están dos sacerdotes mexicanos y 6 coadjutores, con alrededor de 70 alumnos, uno de los cuales tenía un hermano que era funcionario en Gobernación y les alertaba de alguna acción que se preparara contra ellos. En la Casa de Santa Inés participaban unos sesenta alumnos y era apoyada por un grupo de señoritas católicas.
Sobre la casa de Puebla reporta que hay dos sacerdotes y cinco codjutores, y con precauciones pueden hacer vida de piedad en común. A la casa de Guadalajara no pudo viajar, pero le informaron que las cosas no iban bien. El 11 de abril la policía inspeccionó la casa de la familia Garibay Izquierdo donde se alojaba el Padre Candela, pero no lo encontraron porque había viajado a Puebla; sin embargo, confiscaron sus papeles y el dinero que había dejado. Por ese hecho decidió regresar a Cuba de inmediato junto con su secretario el padre Francisco Jano.[9]
En febrero de 1929 dio inicio el proceso de confiscación de los bienes inmuebles de los salesianos, utilizando para ello los documentos que encontraron durante la revisión a la casa donde se alojaba el P. Candela, especialmente el dato de que las casas de la Capital, Guadalajara, Puebla y Morelia estaban registradas a nombre de la «Sociedad Salesiana S.A» y de la «Columbia Holding Corporation».
El 2 de junio de 1929 se llevó a cabo en Roma la ceremonia de beatificación de Don Bosco, pero este gran acontecimiento no pudo festejarse en México por el clima persecutorio; solo algunos salesianos en el exilio pudieron participar en los festejos realizados en Italia. El 21 de junio de 1929, el presidente interino de México Emilio Portes Gil acordó con los obispos mexicanos Leopoldo Ruiz y Flores y Pascual Díaz, unos supuestos «arreglos» (si arreglos pueden llamarse) que establecieron un nuevo «modus vivendi» de la Iglesia en México. Los cristeros depusieron sus armas y el episcopado reanudó el culto público. El respiro dado por los «arreglos» permitió a los salesianos retomar su ritmo poco a poco. Los salesianos que se encontraban en casas particulares comenzaron a regresar a los colegios. En julio, los alumnos de la Casa Santa Julia de México participaron en un Misa en la Villa de Guadalupe.
NOTAS
- ↑ San Francisco de Sales (1527-1622) nació en Francia y se doctoró en Derecho. Fue ordenado sacerdote en 1593 y designado obispo de Ginebra, Suiza. Sin embargo, nunca pudo tomar posesión de su diócesis debido a la persecución calvinista; por ello permaneció en Francia donde desarrolló una intensa labor de apostolado para reintegrar a los hugonotes saboyanos al seno del catolicismo. Fue declarado santo en 1665, y en 1877 el Papa Pío IX le designó «Doctor de la Iglesia».
- ↑ CASTELLANOS HURTADO Francisco, los salesianos en México, T.I-II, Ediciones Don Bosco, México, 1993, p.424
- ↑ La advocación «María Auxiliadora» referida a la Madre de Nuestro Señor Jesucristo, constituye la devoción central de la Congregación Salesiana.
- ↑ CASTELLANOS HURTADO, ob., cit., pp 52-54
- ↑ Cfr. Encíclica Iniquis afflictisque (las inicuas y tristes circunstancias) sobre la persecución en México, del Papa Pío XI promulgada el 18 de noviembre de 1926
- ↑ Adalberto Tejeda fue un jacobino rabioso; pocos años después fue gobernador del Estado de Veracruz y ordenó disolver a balazos la catequesis de la Parroquia de Veracruz. En el ataque murió un joven sacerdote: Darío Acosta Zurita, quien fue canonizado por el Papa Juan Pablo II
- ↑ VV.AA. Rosas y Espinas. Breves apuntes sobre el noviciado salesiano durante el conflicto religioso mexicano. Guanabacoa, La Habana, 1929. Pp.30-70
- ↑ Lo referente al viaje del Padre Candela quedó registrado en una «Relación» fechada el 14 de mayo en ASF F121.
- ↑ Crónica de Santa Julia, en ASC F.850
ALBERTO RAFAEL SANDOVAL LÓPEZ
Tesis de Licencia ©Pontificia Universidad Gregoriana. Roma 2013