CÓDICE VATICANO B
El Códice Vaticano B se encuentra resguardado dentro de las colecciones de la Biblioteca Apostólica Vaticana desde hace más de 400 años; como muchos de sus congéneres ha recibido diferentes nombres a través de los siglos: Códice Vaticano Rituale, Códice Fábrega y Manuscritto Messicano Vaticano 3773; sin embargo actualmente se conoce entre los especialistas como Códice Vaticano B, para diferenciarlo de otro códice que también encuentra en la misma biblioteca que lleva el nombre de Códice Vaticano Latino 3738 o Vaticano A.
Se trata de un bellísimo ejemplo del arte escriturario indígena cuyo contenido sirve para demostrar que los pueblos del México Antiguo habían creado una filosofía en torno a la cual giraba ordenadamente la vida cotidiana; su visión del universo estaba centrada dentro del marco de una religión milenaria que orientaba su diario acontecer. Así, el Códice Vaticano B se escribió con la intención de ilustrar a los sacerdotes en una de sus más importantes tareas, la de predecir el futuro; de acuerdo a la mentalidad indígena, el arte adivinatorio servía para establecer una relación entre el hombre y la divinidad a quien se le pedía su protección dentro de una postura ética y social.
En ese contexto, era fundamental que los sacerdotes manejaran con toda precisión los detalles del ciclo litúrgico, ordenado dentro de un calendario sagrado de 260 días, que incluía las deidades patronas de cada día y las cuatro direcciones del mundo; así, se puede decir que el Códice Vaticano B era una suerte de almanaque especializado dedicado a apoyar la liturgia.
Con estos calendarios en la mano, los sacerdotes podían evitar las fechas nefastas, analizando las influencias negativas o positivas que el cosmos ejercía sobre los individuos; se intentaba predecir el temperamento de un niño al momento de nacer, las posibilidades de éxito de una empresa, el mejor día para casarse, la causa y curación de alguna enfermedad o el tiempo indicado para la realización de un ritual; en otras palabras, el arte adivinatorio operaba en los momentos decisivos de la vida. Así, mediante un calendario como el Vaticano B no solo se medía el tiempo, sino sobre todo, se desarrollaba una filosofía del tiempo, a través de la cual, los grandes especialistas en el arte adivinatorio descubrían la magnitud del poder divino, sus efectos y sus mandatos.
El Vaticano B, como muchos otros documentos pre-coloniales, es una tira formada por varias piezas de piel de venado, unidas entre sí por medio de un pegamento especial y dobladas en forma de biombo; estas pieles se barnizaban con una fina capa de estuco preparada especialmente para recibir la pintura que se aplicaría después.La técnica de escritura era la pictográfica usada en Mesoamérica en el período posclásico tardío (1200-1521), mediante la cual se leía siguiendo el sistema llamado bustrófedon o “como van los bueyes al arar”, es decir se empezaba de izquierda a derecha, regresando hacia abajo al final del renglón, para leer de derecha a izquierda, en una forma elíptica o casi circular.
Llama la atención el formato tan pequeño de este códice, ya que mide aproximadamente 14.5 centímetros de largo por 12.5 de ancho, razón por la cual los tlacuilos tuvieron que usar 49 “hojas” de piel de venado, que pintadas por ambos lados, produjeron un total de 96 páginas, por lo que se podría decir que el Códice Vaticano B resultó un libro “gordito”, que acostado alcanza poco más de seis centímetros. Los colores usados fueron el negro, gris, rojo, amarillo, café, verde y azul.
Se tiene conocimiento de la existencia del códice hacia los últimos años del siglo XVI, entre 1596 y 1600, gracias al inventario hecho en la Biblioteca Apostólica Vaticana, en el que aparece registrado en latín de la siguiente manera: Religión de los indios, en esbozos, imágenes y jeroglifos, sobre papel con tablas. Este papel tiene una anchura de siete dedos y se extiende en una longitud de 31 palmos, con pinturas en ambos lados. Luego, doblada como biombo, obtuvo la forma de un librito.
Se ignora su procedencia, aunque por sus características tanto de contenido -ritual calendárico- como por las finas técnicas usadas en su elaboración, algunos autores proponen que fue escrito en la región mixteca de Puebla o en el occidente de Oaxaca. Cabe señalar que precisamente por dichas características, se le incluye dentro del llamado Grupo Borgia, formado por cinco manuscritos prehispánicos que observan similitudes en común: Códice Borgia, Cospi, Féjérváry Mayer o Códice de los Pochtecas, Laud y el Vaticano B.
El Codice Vaticano B se ha publicado en repetidas ocasiones, empezando por la reproducción de la última página que el jesuita Atanasio Kircher incluyó en su obra Oedipus Aegyptiacus, entre 1652 y 1654. Posterior a esto, el códice entra en el olvido, hasta que en 1785, otro jesuita, el padre José Lino Fábrega, exilado en aquel entonces, tras una prolongada búsqueda, lo encuentra, lo examina y lo describe como un libro religioso de carácter cosmológico-astronómico-ritual.
Luego el naturalista Alexander Von Humboldt lo vuelve a comentar en su obra Vue des Cordillères et Monuments des peuples Indigènes de l’Amérique (1810-1813), publicando varias de sus páginas. Sin embargo, la reproducción inaugural completa del códice hecha a base de dibujos, fue la de Lord Kingsborough en el tercer volumen de su colección Antiquities of Mexico, entre 1831 y 1848; mientras que la primera edición facsimilar, saldría gracias al mecenazgo del duque de Loubat, con un estudio introductorio del bibliotecario de la Biblioteca Vaticana, Franz Eherle.
Cabe señalar que en 1902, el especialista en estudios mesoamericanos Eduard Seler, estudió el códice a profundidad, haciendo un primer gran trabajo, que en 1961 sería seguido por el análisis de Karl Anton Nowotny publicado en Tlacuilolli. Más adelante, la Akademische Druck und Verlagsanstalt de Graz, Austria, publicó en 1972 un facsimilar completo del Vaticano B, con una presentación de Ferdinand Anders. Finalmente dentro del marco de las conmemoraciones del quinto centenario del descubrimiento de América, salió nuevamente el facsimilar que había hecho la Academia de Graz, con un estudio pormenorizado de Ferdinand Anders, Marten Jansen y Luís Reyes García.
Bibliografía
- AGUILERA, CARMEN, Códices de México, México, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 2001.
- ANDERS, FERDINAND, MARTIN JANSEN, LUÍS REYES GARCÍA, Manual del adivino. Libro explicativo del llamado Códice Vaticano B. Sociedad Estatal Quinto Centenario (España), Akademkische Druck-und Verlagsanstalt (Austria), Fondo de Cultura Económica (México), 1993.
- GLASS, JOHN B. Y DONALD ROBERTSON, “A census of Native Middle American Pictorial Manuscripts”, en: Handbook of Middle American Indians, Robert Wauchope, General Editor, Guide to Ethnohistorical Sources, Volume fourteen, Howard Cline Volume Editor.
ANA RITA VALERO DE GARCÍA LASCURÁIN