DOMINICOS EN EL «NOVUS ORBIS »
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Sumario
La predicaciÃÂón profÃÂética
En la vida comunitaria -penitente, orante, estudiosa- se forjÃÂó la predicaciÃÂón de los dominicos de Santo Domingo. Una predicaciÃÂón de profÃÂética denuncia, de apocalÃÂÃÂptica y dolorida voz de adviento. El testigo BartolomÃÂé de las Casas, como si aÃÂún no hubiese salido de su asombro, refiere en formidable sÃÂÃÂntesis el sermÃÂón preparado colegialmente por la comunidad y heraldeado desde el pÃÂúlpito por el vocero ÃÂëfray AntÃÂón MontesinoÃÂû el 21 de diciembre de 1511.[1]
AlgÃÂún crÃÂÃÂtico sugiere que Las Casas re-elaborÃÂó a su modo la versiÃÂón de los dos sermones -porque fueron dos, el segundo de remache del clavo- de Montesinos. Mas no se puede poner en tela de juicio la sustancia de la predicaciÃÂón, pues sabemos por otros medios el alboroto que produjo, y que el virrey don Diego montÃÂó en cÃÂólera y amenazÃÂó a la comunidad con reenviarlos a todos a la PenÃÂÃÂnsula. De hecho, la acusaciÃÂón del virrey llegÃÂó a la Corte, y el provincial de los dominicos, fray Alonso de Loaysa, fue informado, y escribiÃÂó un agrio mensaje a sus sÃÂúbditos.[2]Que se vieron en la instancia de ir a rendir cuentas de sus dichos.
De aquella encrucijada salieron airosos los acusados, como es sabido. El cuadro misional se reforzÃÂó con nuevo contingente de ÃÂëpredicadoresÃÂû; la catolicidad del rey y su interÃÂés por la evangelizaciÃÂón y por los âÃÂÃÂvasallosâÃÂàdel Novus Orbis, saltaron sobre el tapete y sobre la mesa redonda, ya que convocÃÂó una junta de jurisconsultos y teÃÂólogos que elaboraron las primeras Leyes de Indias (Burgos, 1512);[3]y tambiÃÂén dejÃÂó entrever su genio polÃÂÃÂtico, animando a fray Pedro a abrir cabeza de puente misional, como paso a ulteriores asentamientos coloniales, en Paria (en el oriente venezolano).[4]
Las tensiones provocadas por la predicaciÃÂón profÃÂética de los dominicos en La EspaÃÂñola favorecieron, analizadas a la luz de los hechos, la irradiaciÃÂón a Puerto Rico, a Cuba y a la costa de CumanÃÂá. Eran sitios mÃÂás cÃÂómodos, humanamente hablando, que Santo Domingo, donde residÃÂÃÂa el estado mayor; y vistas a la luz de la âÃÂÃÂDivina ProvidenciaâÃÂÃÂ, como gustaba decir BartolomÃÂé de las Casas, propiciaron predicaciÃÂón del Evangelio en las islas del Caribe y en la tierra firme de Venezuela. No hay, pues, mal que por bien no venga, segÃÂún los divinos designios. Otros factores determinarÃÂán, en los aÃÂños siguientes, la expansiÃÂón misional dominicana, y de otras familias religiosas, a MÃÂéxico y PerÃÂú.
Mas no pretendo, ni es de este sitio, hacer una exposiciÃÂón detallada del arraigo y despliegue de la Orden dominicana en HispanoamÃÂérica. Aun limitÃÂándonos al siglo XVI, es una faena que desborda por completo mis posibilidades. BastarÃÂá con otear, en visiÃÂón panorÃÂámica, la constelaciÃÂón de conventos y de universidades y de âÃÂÃÂdoctrinasâÃÂày de âÃÂÃÂmisionesâÃÂàque los dominicos instalaron en ese vasto mundo. Realmente fue una expansiÃÂón fÃÂértil, originando una serie de âÃÂÃÂprovinciasâÃÂà-Santa Cruz de Indias, Santiago de MÃÂéxico, San Juan Bautista del PerÃÂú, etc., etc.-, cada cual con su ejecutoria de servicio y de evangelizaciÃÂón.[5]
Dado el carÃÂácter de nuestro simposio, me parece mÃÂás oportuno insistir en los contenidos tÃÂÃÂpicos de la evangelizaciÃÂón dominicana. Esos contenidos son fundamentalmente metodolÃÂógicos e ideolÃÂógicos; o si se prefiere, fue una ÃÂëpredicaciÃÂónÃÂû teolÃÂógica.
La lengua, lugar de encuentro
Sobre la metodologÃÂÃÂa empleada por los dominicos en su trabajo apostÃÂólico -asunto que se presenta a muy variadas reflexiones- sÃÂólo quiero subrayar el aprendizaje de las lenguas nativas como ÃÂëlugar de encuentroÃÂû[6]entre el catequizador y el catecÃÂúmeno. Es evidente que el hombre se entiende hablando, pero en la misma lengua. Si no es en la misma, en vez de âÃÂÃÂencuentroâÃÂàse produce un âÃÂÃÂdiÃÂálogo de sordosâÃÂÃÂ.
Al principio, fray Pedro de CÃÂórdoba -a quien la Orden no tardarÃÂá en otorgarle la investidura de Predicador General- predicaba a los colonos en espaÃÂñol, cosa natural; pero tenÃÂÃÂa que valerse de intÃÂérprete -ÃÂëlenguaÃÂû, le apellidan los viejos textos con expresiva propiedad- al dirigirse a los nativos. Uno de los oyentes mÃÂás avispados, el âÃÂÃÂcolonoâÃÂàBartolomÃÂé de las Casas, rememora la impresiÃÂón que le causÃÂó fray Pedro y describe asÃÂàsu figura y su prÃÂédica en ConcepciÃÂón de la Vega:
ÃÂëRescibiÃÂólo el Almirante [don Diego ColÃÂón] y doÃÂña MarÃÂÃÂa de Toledo, su mujer, con gran benignidad y devociÃÂón, y hiciÃÂéronle reverencia, porque el venerable y reverendo acatamiento y sosiego y mortificaciÃÂón de su persona, aunque de 28 aÃÂños,[7]daba a entender a cualquiera, que de nuevo lo viese, su merecimiento. Creo que llegÃÂó sÃÂábado, y luego domingo, que acaeciÃÂó ser entre las octavas de Todos los Santos [primero de noviembre de 1510], predicÃÂó un sermÃÂón de la gloria del ParaÃÂÃÂso [âÃÂæ], sermÃÂón alto y divino, e yo se lo oÃÂà[...] AmonestÃÂó en ÃÂél a todos los vecinos que, en acabando de comer, enviasen a la iglesia cada uno los indios que tenÃÂÃÂa en casa [...] EnviÃÂáronlos todos, hombres y mujeres, grandes y chicos; ÃÂél, asentado en un banco y en la mano un crucifijo, y con algunas lenguas o intÃÂérpretes, comenzÃÂóles a predicar desde la creaciÃÂón del mundo, discurriendo hasta que Cristo, Hijo de Dios, se puso en la cruzÃÂû.[8]
Los sermones de fray Pedro y de su comunidad, concienzudamente estudiados y preparados, solÃÂÃÂan ser catequesis ricas en anÃÂálisis de la âÃÂÃÂhistoria de la salvaciÃÂónâÃÂÃÂ. De ellos hay huella material en el ÃÂëcatecismoÃÂû que ÃÂél, fray Pedro, escribiÃÂó y que, algunos aÃÂños despuÃÂés, saldrÃÂá a la luz en letra de molde.[9]La cita, con todo, produce impresiÃÂón desagradable en lo que al modo de comunicarse se refiere: a travÃÂés de una lengua o traductor. El muro u obstÃÂáculo espoleÃÂó a los predicadores al aprendizaje de las lenguas y de las culturas de los aborÃÂÃÂgenes.Es realmente positiva la labor realizada por los dominicos -si bien no exclusivamente suya, ya que la compartieron con misioneros de otras familias religiosas- en el campo de las lenguas de los indios.
De ordinario, se exalta, y es legÃÂÃÂtimo hacerlo, la ÃÂëGramÃÂática CastellanaÃÂû de Nebrija, como ÃÂëcompaÃÂñeraÃÂû del ÃÂëimperioÃÂû espaÃÂñol en el Nuevo Mundo.[10]Pero muy agudamente observa, a este propÃÂósito y haciendo justicia distributiva, Antonio Alatorre, profesor e investigador del Colegio de MÃÂéxico: ÃÂëQuienes hicieron imperial la lengua castellana no fueron [el Arte o GramÃÂática, de Nebrija, ni] los conquistadores, sino los [...] innumerables frailes que dialogaron con el vencido en su lengua. El paradÃÂójico cimiento de la lengua castellana en AmÃÂérica, es una serie impresionante de gramÃÂáticas y diccionarios de peregrinas lenguas: nÃÂáhuatl, otomÃÂÃÂ, zapoteco, guaranÃÂÃÂ, quechua, y tantas mÃÂás. De paso, esos frailes escribieron una pÃÂágina brillantÃÂÃÂsima en la historia de la lingÃÂüÃÂÃÂstica. Fueron lingÃÂüistas en el sentido mÃÂás noble: expertos en comunicaciÃÂón verbal entre los hombres. La hazaÃÂña de Nebrija es muy chica frente a la de ellosÃÂû.[11]
Los peruanistas han admirado siempre la faena quechuÃÂÃÂsta de fray Domingo de Santo TomÃÂás: ÃÂëes, sin duda -apostilla Porras Barrenechea-, el fundador de los estudios de lingÃÂüÃÂÃÂstica en el PerÃÂúÃÂû. Su GramÃÂática y su Vocabulario ÃÂëinician la labor cientÃÂÃÂfica del quechuisrnoÃÂû.[12]Es sÃÂólo un ejemplo. Labor anÃÂáloga, y tal vez mÃÂás rica, fue la llevada a cabo por Fray Francisco JimÃÂénez, en Chichicastenango (Guatemala): no sÃÂólo aprendiÃÂó el quichÃÂé, tradujo al romance el Popol Vuh fuente primordial hoy para conocer la etnografÃÂÃÂa y la cultura precolombina de aquella regiÃÂón.[13]
En el haza cultural se ha revalorizado modernamente, por su agudeza metodolÃÂógica la obra que fray Diego DurÃÂán. DÃÂávila Padilla, mÃÂás superficial como buen humanista, juzgÃÂó que era un libro de ÃÂëantiguallasÃÂû. Sin embargo, el criterio que guÃÂÃÂa sus pesquisas no puede ser mÃÂás cientÃÂÃÂfico: no se puede evangelizar a los indios si no se conoce a fondo su cultura, su religiÃÂón ancestral, su idioma.[14]
De fray Domingo de Santa MarÃÂÃÂa informaba fray Domingo de Betanzos: ÃÂëaprendiÃÂó la lengua de esta bÃÂárbara gente [se refiere a los mixtecos] ÃÂû, y aÃÂñade, admirado: ÃÂëes cierto que ninguna otra persona hasta hoy la haya podido aprenderÃÂû.[15]Y se podrÃÂÃÂan aducir muchas pruebas mÃÂás. Huelgan, creo yo.
Amor al indio
En cuanto a los contenidos de la evangelizaciÃÂón dominicana en el ÃÂëNovus OrbisÃÂû, hay que destacar un principio generalÃÂÃÂsimo: el amor a los indios. Sin ese acicate, no se va a ningÃÂún sitio, y menos se pasa la mar y se gasta la vida en una misiÃÂón que implicaba abnegaciÃÂón total. El mÃÂóvil de todo apÃÂóstol es el amor, como recuerda y encarna San Pablo. Para un dominico, el dechado lo tenÃÂÃÂa en Santo Domingo, predicador itinerante, siempre a zaga de San Pablo.
Y, claro estÃÂá, no se comprende ni se explica el sacrificio de los evangelizadores sin ese conocimiento, sin ese servicio amoroso al indio. Lo que, a su vez, supone que parten del supuesto antropolÃÂógico: son ÃÂëseres racionalesÃÂû; y del supuesto teolÃÂógico: ÃÂëcapaces de evangelizaciÃÂónÃÂû. La hombrÃÂÃÂa del indio, su capacidad de salvaciÃÂón; he ahÃÂàdos supuestos, dos fundamentos ideolÃÂógicos de la labor evangelizadora de los dominicos.
A fuer de justos, tendrÃÂÃÂamos que advertir que se trata de supuestos comunes y vigentes en todo evangelizador.[16]Con todo, tambiÃÂén debemos subrayar que los dominicos, debido a su aguerrida predicaciÃÂón profÃÂética, insistieron en la proclamaciÃÂón de la hombrÃÂÃÂa de los indios, en su capacidad de salvaciÃÂón, en la necesidad de anunciarles ÃÂëla buena nuevaÃÂû, en la lucha teolÃÂógica por sus derechos humanos.[17]
Y a este propÃÂósito -sobre el que insistirÃÂé mÃÂás abajo--, quisiera ÃÂëabsolver de la instanciaÃÂû de negador de la racionalidad de los indios que es cargo socorrido que se hizo en sus dÃÂÃÂas al venerable y admirable fray Domingo de Betanzos, y se lanza, a carga cerrada, opacando su memoria en los nuestros.
Hay pocos evangelizadores en la primera mitad del siglo XVI tan dinÃÂámicos y generosos entre los dominicos, como Betanzos. La acusaciÃÂón saliÃÂó no sÃÂé de quÃÂé manga enemiga, y llegÃÂó, como un oscuro y negro rumor, a MÃÂéxico. RebotÃÂó desde allÃÂàal Consejo de Indias. ÃÂëPor letras de personas particulares se ha sabido cÃÂómo fray Domingo de Betanzos hizo relaciÃÂón que los naturales de esta tierra no tienen capacidad para entender las cosas de nuestra feÃÂû.[18]
El informe sigue, chorreando tinta oscura, acosÃÂándolo, refutÃÂándolo. Para colmo, salta a la palestra, conteste en la acusaciÃÂón, RamÃÂÃÂrez de Fuenleal, Presidente de la Real Audiencia Mexicana y hombre de saber y prestigio.[19]Los rumores de la marea negra llegaron, quizÃÂás a travÃÂés del Consejo de Indias, al presunto reo, que se doliÃÂó del lance; y se defendiÃÂó con vigorosa dignidad. Los rumores eran puro infundio, pura insidia. ÃÂÿCÃÂómo podÃÂÃÂa ÃÂél decir que los indios eran incapaces de salvaciÃÂón -seres irracionales, en definitiva-, si habÃÂÃÂa gastado su juventud en adoctrinarlos y, lo que es mÃÂás, estÃÂá ahora levantando una leva de 40 religiosos para conducirlos a MÃÂéxico y continuar allÃÂàla faena evangelizadora? El argumento no tiene vuelta de hoja, porque es vital, personal. CarecerÃÂÃÂa de sentido lo que habÃÂÃÂa hecho y, mÃÂás aÃÂún, lo que estaba haciendo.
He aquÃÂàcomo se defiende y cÃÂómo arguye: ÃÂë[1] DÃÂÃÂas ha que hablÃÂé en esta materia en este Consejo por importunaciÃÂón de vuestras mercedes, que me 10 mandaron. Dije entonces lo que siento ahora, y ahora siento lo que dije entonces [oO.]. [2] Una cosa quiero decir, la cual vuestras mercedes deben mirar, porque les serÃÂá gran lumbre para mucho de lo que deben hacer: yo he hablado algo en la capacidad de estos indios en comÃÂún, no diciendo que totalmente son incapaces, porque esto nunca lo dije, sino que tienen muy poca capacidad, como niÃÂños, lo cual ha sido harto mordido y adentellado; y esto, como bien saben vuestras mercedes, no lo dije yo para que se dejase de poner en su conversiÃÂón y enseÃÂñanza todo el trabajo y diligencia que posible fuese, y siempre lo he deseado yo asÃÂÃÂ. Por lo cual en aquella tierra he trabajado harto, y con este deseo vine a EspaÃÂña y fui a Roma, por llevar religiosos y personas doctas y santas, las cuales ahora llevo, como vuestra reverendÃÂÃÂsima seÃÂñorÃÂÃÂa y mercedes saben; y aunque mi boca callase, los trabajos que yo he pasado y tengo de pasar por remediar estas gentes, darÃÂÃÂan testimonio del deseo que tengo de su salvaciÃÂón y remedio.[20]
Resulta comprensible hasta cierto punto, que lo que Betanzos dijo en el Consejo llegase a MÃÂéxico en versiÃÂón abultada y deformada. Lo que no se comprende es que se insista en presentarlo como negador de la capacidad de los indios para recibir la fe.[21]La contraprueba estÃÂá a la vista, incontestable. Por lo demÃÂás, lo que caracterizÃÂó a la evangelizaciÃÂón dominicana, segÃÂún apuntÃÂé y voy a seguir exponiendo, fue su alto contenido ideolÃÂógico: son hombres, son capaces de salvaciÃÂón, tienen derechos de hombres, incluido el âÃÂÃÂderechoâÃÂàa la evangelizaciÃÂón, son libres, hay que evangelizarlos en paz y en libertad. Al hacer estos simples enunciados entramos en el cogollo del tema.
Cayetano, Las Casas, Vitoria ... El nomenclator de los dominicos que sobresalen en la ÃÂëteologÃÂÃÂa de la evangelizaciÃÂónÃÂû es largo. Los nombres de estos tres -Cayetano, Las Casas, Vitoria- son quizÃÂás los mÃÂás conocidos. De ahÃÂàque los cite como interlocutores o como paradigmas. 1.- CAYETANO. La contribuciÃÂón de fray TomÃÂás de Vio Cayetano a las misiones de los dominicos en el Nuevo Mundo fue, como vimos, fundamental; por su cargo de Maestro de la Orden, por su visiÃÂón de los problemas, por su anhelo de retorno al modelo primigenio y por su temperamento reformista, Cayetano fue el motor y el alma de la aventura apostÃÂólica de los dominicos en el inmenso y novÃÂÃÂsimo Continente. Esto es conocido y reconocido. Ya no es cosa tan sabida su aportaciÃÂón a los contenidos ideolÃÂógicos del trabajo de aquellos evangelizadores. Y cabÃÂÃÂa esperar que, siendo el responsable de la hazaÃÂña, en su calidad de Rector de la Orden, continuase promoviÃÂéndola y ayudÃÂándola desde su puesto de cardenal de Curia y, sobre todo, desde su fama de teÃÂólogo omnisciente. Y a fe, no desmintiÃÂó ni la fama ni el apoyo a la misiÃÂón: admiraba y alababa a aquellos operarios evangÃÂélicos como autÃÂénticos dominicos y los comparaba, a boca llena, a los apÃÂóstoles.[22]
Estos asertos o estos presentimientos, soterrados, han salido a flote al redescubrirse su respuesta a una serie de preguntas que le hicieron los frailes que trabajaban en Nueva EspaÃÂña, sobre cuestiones prÃÂácticas del ministerio evangelizador. La respuesta estÃÂá datada, por fortuna: ÃÂëRomae, die 4 novembris, 1532ÃÂû. El cuestionario lo trajo en mano, a mi parecer, fray Domingo de Betanzos. Y me place y complace ponerlo a gala, ya que tan injustamente han tratado algunos historiÃÂógrafos a este hombre, figura augusta del evangelismo dominicano de la primera mitad del siglo XVI.
Betanzos andaba misionando en Guatemala; los frailes de Nueva EspaÃÂña lo llamaron urgentemente, delegando en ÃÂél poderes para venir a Roma y suplicar que se erigiese en MÃÂéxico una provincia autÃÂónoma, independiente de la de Santa Cruz de Indias. Betanzos se puso en camino. El 7 de diciembre de 1531 lo hallamos en Puerto Rico; el obispo, primero de AmÃÂérica, don Alonso Manso, delegÃÂó en ÃÂél la visita ad limina: la primera tambiÃÂén que un obispo del Nuevo Mundo hizo.[23]Al pasar por la Corte, Betanzos informÃÂó al Consejo de Indias de todo, oficial y extraoficialmente. El episodio mentado de la racionalidad de los indios tuvo ahÃÂàsu epicentro. No disgustÃÂó a los seÃÂñores del Consejo la figura y la ideologÃÂÃÂa de Betanzos, estampa impresionante de apÃÂóstol: se fijan en ÃÂél para âÃÂÃÂprimer obispo de GuatemalaâÃÂày presidente de la Audiencia.
Betanzos no cayÃÂó en la tentaciÃÂón, continuÃÂó su viaje a Roma. AquÃÂàcumplirÃÂá el encargo de la visita ad limina como procurador del obispo de Puerto Rico y obtendrÃÂá la autonomÃÂÃÂa de la provincia de MÃÂéxico.[24]Su figura y su palabra conturbaron de tal modo a Clemente VII, que le concediÃÂó todas las gracias que pedÃÂÃÂa. Eran tantas, que en el registro del Maestro General se consignÃÂó este detalle: ÃÂëpor mandato de nuestro seÃÂñor Clemente VIIÃÂû. Entre las mercedes que logrÃÂó, dos entraÃÂñan significado peculiar: la autorizaciÃÂón a âÃÂÃÂlevantarâÃÂà30 dominicos en AndalucÃÂÃÂa y Castilla y conducirlos a Nueva EspaÃÂña; la concesiÃÂón de un Studium Generale en la nueva provincia de Santo Domingo de Ciudad de MÃÂéxico.[25]
En ese marco y en ese aÃÂño de gracia y eficaces gestiones, 1532, situamos la respuesta de Cayetano ÃÂëad sex quaesita a fratribus praedicatoribus in Novo ContinenteÃÂû. Las preguntas o quaesita se refieren al ministerio sacramental, concretamente sobre la administraciÃÂón de los sacramentos y sobre el servirse de niÃÂños indios para la enseÃÂñanza de la doctrina cristiana. En la imposibilidad de ofrecer un anÃÂálisis de las cuestiones y de las respuestas, me limito a enumerarlas:
- 1. Si se puede bautizar a los indios que tienen poca instrucciÃÂón;
- 2. Si se les debe administrar, si hay peligro para su fe por el ambiente pagano de la casa de familia;
- 3. QuÃÂé soluciÃÂón moral es la que hay que dar a los adultos que se bautizan o hacen cristianos, y antes vivÃÂÃÂan en poligamia;
- 4. Si se debe aconsejar la confesiÃÂón y admitir a la eucaristÃÂÃÂa a los pocos instruidos;
- 5. Si se puede encargar a los niÃÂños indios la predicaciÃÂón, porque saben la lengua de los nativos;
- 6. Si se pueden recibir varias limosnas por una misa.[26]
Como se notarÃÂá por el simple enunciado, las quaesita son problemas vivos de la pastoral indiana, con los que el misionero se topaba a diario. El recurso a Cayetano es ÃÂÃÂndice de la preocupaciÃÂón teolÃÂógica y de la confianza de familia que los dominicos tienen. Se trataba de cuestiones de moral prÃÂáctica. En ese campo, el famoso teÃÂólogo era una lumbrera. Pero su luz procedÃÂÃÂa de la altura o del faro de los principios. En realidad, Cayetano fue primordialmente un teÃÂólogo especulativo, verificÃÂándose en ÃÂél lo que el Doctor AngÃÂélico decÃÂÃÂa: intellectus speculativus extensione lit practicus.[27]
En ese horizonte, la capacidad y la profundidad especulativas de Cayetano se vertieron en sus Comentarios a la Suma, pergeÃÂñados precisamente y dados a luz en la segunda dÃÂécada del siglo XVI: se publican en 1518, Venecia, los relativos a la II-II. Aunque Cayetano, adoptando un criterio altamente impersonal o formal, no hace concesiones a la galerÃÂÃÂa ni a la autobiografÃÂÃÂa, es lÃÂógico que en alguna manera proyecte su especulaciÃÂón a los asuntos del entorno eclesial. Es decir, a los problemas de la evangelizaciÃÂón, que tan al rojo estÃÂán y tan hondamente le preocupan. OcasiÃÂón pintiparada: allÃÂàdonde el Doctor AngÃÂélico trata de la libertad de la fe. La fe es libre, y por consiguiente, su propuesta o predicaciÃÂón no debe hacerse a la fuerza a los infieles; otra cuestiÃÂón es si los herejes y los apÃÂóstatas pueden o no ser coaccionados a cumplir lo que prometieron.[28]
Como de costumbre, Cayetano no pierde de ojo ni de fusta a Escoto, cuya opiniÃÂón, ÃÂëquia videtur habere secuacesÃÂû, desmonta con aplomo y con acribia: ÃÂë [1] Sciendum est quod, cum timar minuat rationem voluntarii [...], consequens est ut coactio [...] ad susceptionem fidei non ad voluntariam omnino, sed serviliter voluntariam terminetur: ac per hoc ad sacrilegium [...]. Religioni igitur adversatur cogere infideles omnino extraneos ab Ecclesia ad fidem: quia adversatur voluntario requisito ad sacramenta fidei. [2] Ultra hoc, quod adversatur ipsi actui fidei, qui est credere, de cuius ratione est voluntarium, ut in littera [sancti Thomae] dicitur. Quod sic intellige: medium debet es se consonum et proportionatum fini. Sed eredere est de genere voluntarii; et compulsio per metum, etc., est via ad involuntarium [...]. [3] In eodem articulo considera diligenter causam iustarn belli contra infideles, et compulsionis eorum, ne scilicet fidem Iesu Christi impediant aliquo trium modorum: scilicet vel blaspherniis, puta dicendo mala de Christo Iesu aut sanctis eius aut Ecclesia eius; vel persuasionibus, indu-cendos nostros ad infidelitatern; vel persecutionibus, sive in communi, ut quotidie videmus Turcas invadere christiani nominis gentes, vel in particulari, si christianos aut praedicatores fidei occidantÃÂû.[29]MÃÂás adelante, en el comentario a la q. 68, volviÃÂó a echar un cuarto a espadas, distinguiendo agudamente las especies de infidelidad.[30]
2.- LAS CASAS. Las ideas de Cayetano fructifican de modo sutil en fray BartolomÃÂé de las Casas. A ellas se agarrÃÂó, como a un haz de luz, sobre todo en su âÃÂÃÂcampaÃÂña ideolÃÂógicaâÃÂàen pro de la evangelizaciÃÂón pacÃÂÃÂfica. Lo cite o no, lo haya leÃÂÃÂdo y estudiado directamente, o, como a veces ocurre, de ÃÂëoÃÂÃÂdasÃÂû, fray BartolomÃÂé conoce y sigue a Cayetano, a quien no le regatea el mÃÂérito de haber enviado los primeros dominicos al Novus Orbis,[31]y a quien sigue como âÃÂÃÂmaestroâÃÂàen el asunto de los infieles, citando expresamente su comentario a la q. 68 de la II-II.
De perillas le cae la ocasiÃÂón para contar una anÃÂécdota: ÃÂëy porque viene a propÃÂósito de lo dichoÃÂû, escribe, cuenta que ÃÂëacaeciÃÂó por este tiempo que, como el padre vicario de los dominicos, fray Pedro de CÃÂórdoba, cuando estuvo en Castilla [en 1512-1513] informÃÂó a algunos religiosos de los daÃÂños y perdiciÃÂón que aquestas gentes [los indios] padecÃÂÃÂanÃÂû; entre otros, a fray JerÃÂónimo de PeÃÂñafiel, ÃÂëel cual fue a Roma por los negocios de la Orden, siendo Maestro General de toda ella el GaetanoÃÂû. Fray JerÃÂónimo de PeÃÂñafiel informÃÂó, a su vez, a Cayetano; lo que Cayetano opinÃÂó nos deja un tanto perplejos, o incrÃÂédulos sobre si es verdad o no; Las Casas nos insta a la credibilidad:
ÃÂëEstas palabras formales me certificÃÂó a mÃÂÃÂ, que esto escribo, el dicho padre fray JerÃÂónimo de PeÃÂñafiel, siendo prior de San Pablo de Valladolid el aÃÂño de 1517, haberle dicho el Gaetano; y porque por aquel tiempo escribÃÂÃÂa sobre la Secunda secundae, de santo TomÃÂás, acordÃÂó de escribir contra esta tiranÃÂÃÂa en la q. 66, sobre el artÃÂÃÂculo 8ÃÂð, donde hallÃÂó el propio lugar para la materia: la cual, en muy pocas palabras, con cierta distinciÃÂón que de infieles hizo, dio luz a toda la ceguedad que hasta entonces se tenÃÂÃÂaÃÂû.[32]
Las Casas se apropia la distinciÃÂón y la enriquece, aplicando el tercer tipo a los infieles del Novus Orbis, pero extraÃÂñamente no mienta expressis verbis a Cayetano en su De unico vocationis modo.[33]Las referencias o auto-citas al De unico son frecuentes en el legado literario de Las Casas. En Historia de las Indias, por ejemplo, apostilla: ÃÂëY esto verÃÂán los que quisieren leer nuestro libro (escrito en latÃÂÃÂn, cuyo tÃÂÃÂtulo es: De unico vocationis modo omnium gentium ad veram religionem), mÃÂás claro que el solÃÂû.[34]En otros pasos dice que es su ÃÂëprimer libroÃÂû,[35]confesiÃÂón importante, porque nos sitÃÂúa en una ÃÂépoca temprana de su ideologÃÂÃÂa, allÃÂá por 1522/1525, que fueron las primicias de su inserciÃÂón en la Orden dominicana: hizo en esos aÃÂños ÃÂëprofesiÃÂónÃÂû, no sÃÂólo de votos y constituciones, sino tambiÃÂén de ideas. Fray BartolomÃÂé de las Casas fue personaje de fuerte personalidad y de mucho protagonismo, sÃÂÃÂntesis de todo lo que un espaÃÂñol hizo en Indias -representÃÂó casi todos los papeles del drama- y vocero de la ideologÃÂÃÂa de los dominicos sobre la evangelizaciÃÂón; en parte tambiÃÂén artÃÂÃÂfice. No se le puede negar, por muchas tachas y cargos que se le hagan, su amor a los indios, que fue apologÃÂética historia; su proclamaciÃÂón de los derechos humanos de los indios y su campaÃÂña de evangelizaciÃÂón pacÃÂÃÂfica.[36]En su âÃÂÃÂprimer libroâÃÂà-Del ÃÂúnico modo de atraer a todas las gentes a la verdadera religiÃÂón-, ÃÂésa es su primera lanza, su primera tesis. Y ÃÂésa es tambiÃÂén por la que guerrearÃÂá en todo el resto, largo, de su vida, y en su postrer libro, Sobre la potestad real (De regia potestate), escrito en 1563.[37]
3. VITORIA. Rigurosamente coetÃÂáneo de Las Casas y muy metido en la teologÃÂÃÂa indiana, Theologia indorum es el epÃÂÃÂgrafe de una voluminosa obra, inÃÂédita, de fray Domingo Vico, O.P.[38]Vitoria es una figura tan descollante que no necesita presentaciÃÂón. EstÃÂá en lÃÂÃÂnea con Cayetano, y en sintonÃÂÃÂa con Las Casas, y construye el mÃÂás sÃÂólido sistema jurÃÂÃÂdico-teolÃÂógico sobre el Novus Orbis, incluido, claro estÃÂá, el asunto de la evangelizaciÃÂón.[39]
NOTAS
- ↑ B. DE LAS CASAS, Historia de las Indias, II, 176.
- ↑ Cfr. IbÃÂÃÂd, II, 177âÃÂâ191.
- ↑ Cfr. el texto de las Leyes de Burgos en: R. KONETZKE, ColecciÃÂón de documentos para la historia social de HispanoamÃÂérica, vol. I, Madrid, 1953, pp. 38-57.
- ↑ Cfr. Real CÃÂédula Valladolid, 12 mayo 1513, a Diego ColÃÂón: ÃÂëluego que por el dicho fray Pedro fuÃÂéreis requerido no poner en ello impedimento ni dilaciÃÂón, le deis nao o carabela en que vayan ÃÂél y los frailes que le acompaÃÂñen [âÃÂæ] a la parte que ÃÂél seÃÂñalare a la Tierra firmeÃÂû: AGI, Indiferente general, 418, lib. 3, ff. 28 IndicaciÃÂón y regesto de otras disposiciones sobre esa misiÃÂón, en: J. CASTRO SEOANE, O.c., nota 24, pp. 129-130
- ↑ Cfr. A. LARIOS, ÃÂëLa expansiÃÂón misional de la Orden por AmÃÂéricaÃÂû, en: Los dominicos y el Nuevo Mundo, Madrid, Deimos, [1988], pp. 133-156.
- ↑ Cfr. ÃÂÃÂ. HUERGA, ÃÂëLa obra intelectual de la Orden de Predicadores en AmÃÂéricaÃÂû, ÃÂÃÂbid, pp. 689-714, especialmente pp. 694-697.
- ↑ La edad que le asigna las Casas es a ojo: cfr. RUBÃÂÃÂN BORIA, Fray Pedro de CÃÂórdoba, O.P. (1481-1521), TucumÃÂán, Argentina, 1982, p. 43.
- ↑ B. DE LAS CASAS, Historia de las Indias, II, 134.
- ↑ Doctrina cristiana para instrucciÃÂón de los indios por manera de historia, compuesta por el muy rev. p. fr. Pedro de CÃÂórdoba, de buena memoria... y por otros religiosos doctos de la misma Orden, MÃÂéxico, 1544. Interesante la fÃÂórmula ÃÂëpor manera de historiaÃÂû, que equivaldrÃÂÃÂa, salvadas las distancias, a la historia salutis. De hecho, el libro sigue y desarrolla esa idea en sermones: de ahÃÂàque lo podamos considerar como un esbozo de la metodologÃÂÃÂa y de la predicaciÃÂón misional de la 'primera comunidad' de dominicos en el Novus Orbis cfr. R. BORJA, ÃÂëUn esquema de sermÃÂón post-bautismal predicado a los indÃÂÃÂgenas del Caribe hacia el aÃÂño 1520ÃÂû, Liturgia, Buenos Aires, 1979, n. 37, pp. 16-25; NLA. MEDINA, Una comunidad al servicio del indio. La obra de fray de CÃÂórdoba. OP. (1482-1521), Madrid, 1983; Id., ÃÂëMÃÂétodos y medios de evangelizaciÃÂón de los dominicos en AmÃÂéricaÃÂû, en: Los dominicos y el Nuevo Mundo, Madrid, Deimos, pp. 157-207.
- ↑ Cfr. J.CASARES, ÃÂëNebrija y la GramÃÂática castellanaÃÂû, BoletÃÂÃÂn de la Real Academia de la Historia, 1967 pp. 335-367.
- ↑ A. ALATORRE, ÃÂëNebrija y la comunicaciÃÂón verbal en la conquistaÃÂû, El PaÃÂÃÂs, 12 octubre p. 6.
- ↑ PORRAS BARRENECHEA RAUL, Fuentes histÃÂóricas peruanas, Lima, 1964, p. 21.
- ↑ Cfr. Livarius Oliger, ÃÂëFrancesco XimÃÂénez, OP', missionario e storico del GuatemalaÃÂû, Archivum fratrum praedicatorum, Vol 11, 1941, pp. 209-238.
- ↑ Cfr. AGUSTÃÂÃÂN DÃÂÃÂVILA PADILLA, Historia de la fundaciÃÂón y discurso de la provincia de Santiago de MÃÂéxico, de la Orden de Predicadores, Madrid, 1596, p. 814.
- ↑ DIEGO DURÃÂÃÂN, Historia de las Indias de Nueva EspaÃÂña, 2 vol., ed. M.A. Garibay, MÃÂéxico, 1967. En la Historia de DurÃÂán se inspirÃÂó JosÃÂé de Acosta para su Historia natural y moral de los indios: cfr. LA-FAYE, MesÃÂÃÂas, cruzadas, utopÃÂÃÂas, MÃÂéxico, DCE, 1984, pp. 103-115. DurÃÂán coincide con Fray BERNARDI-NO DE SAHAGÃÂÃÂN, Historia general de las cosas de la Nueva EspaÃÂña, ed. A.M. Garibay, MÃÂéxico, 1956, t. 1, pp. 27-28: sin un conocimiento a fondo de la cultura y de las religiones de los nativos no se podÃÂÃÂa realizar una buena evangelizaciÃÂón.
- ↑ Carta al cardo GarcÃÂÃÂa de Loaysa, Presidente del Consejo de Indias, Misteca, 3 diciembre 1540: ed. L.A. Getino en Anuario de estudios americanos 2, 1945, P. 324.
- ↑ Cfr. L. HANKE, La lucha por la justicia en la conquista de AmÃÂérica, Buenos Aires, 1949; AA. VV., I diritti dell'uomo e la pace nel pensiero di Francesco de Vitoria e BartolomÃÂé de las Casas, Milano, 1988.
- ↑ Carta de los Oidores de la Real Audiencia a S.M., MÃÂéxico, 11 mayo 1533: publicada en: Epistolario de la Nueva EspaÃÂña, ed. F. del Paso y Troncoso, t. II, MÃÂéxico, 1939, p. 90.
- ↑ IbÃÂÃÂd., t. XV, MÃÂéxico, 1940, p. 163.
- ↑ Carta de fray Domingo de Betanzos al Consejo de Indias, s.d. [1533/4]: AHN (Madrid), Cartas de Indias, caja 2, n. 124; ed. B. Biermann en Archivum fratrum preadicatorum 13, 1943, pp. 55-58. La acerada y dolorida epÃÂÃÂstola de Betanzos aclara tambiÃÂén el contexto de las acusaciones: ÃÂëMal pareciÃÂó a vuestras mercedes lo que yo hablÃÂé acÃÂá, y mucho peor a aquellos seÃÂñores y religiosos de la Nueva EspaÃÂña, cuando lo supieron allÃÂá, sobre lo cual se han escrito muchas cartasÃÂû: ibÃÂÃÂd. p. 57.
- ↑ Por ejemplo, CONSTANTINO BAYLE, ÃÂëLa comuniÃÂón entre los indios americanosÃÂû, Missionalia hispanica 1, 1944, pp. 17-19, que reproduce trozos de las cartas versus Betanzos, pero no la autodefensa. TambiÃÂén lo zahiere, apoyÃÂándose en Hanke, PÃÂÃÂREZ DE TUDELA, Estudio preliminar a: B. DE LAS CASAS, Historia de las Indias, ed. cit. (supra, nota 10) 1, pp. CXXXIV-CXXXV.
- ↑ ÃÂëHorum votis Thomas Magister maxime favit, vocans eos novo s apostolosÃÂû: S. DE OLMEDA, Chronica Ordinis Praedicatorum, ed. M. Canal, Roma, 1936, p. 192.
- ↑ 54 Cfr. V. MURGA-ÃÂÃÂ. HUERGA, Historia documental de Puerto Rico, t. VI, Ponce, 1987, p. 451
- ↑ Breve Pastoralis officii, de Clemente VII, 11 julio 1532: Bullarium Ord. Praed. IV, 512-513.
- ↑ Entre las gracias que obtuvo estÃÂá la ÃÂëfacultas accipiendi triginta fratres ex provinciis Beticae et Castellae, et aliis provinciis, et eos secum in provinciam Sancti Iacobi ducere, ob Ordinis nostri et fidei sugmentumÃÂû. Bolonia, 5 y 10 de marzo 1533. ÃÂëItem, quod in provincia tali sit unus conventus in quo te::eatus StudiumÃÂû. El Maestro guarda la ropa, declarando que ÃÂëhaec omnia concessa, statuta et ordinata sunt apostolica auctoritate mihi a Sanctissimo Domino PP. Clemente VIIÃÂû comunicadas por un breve especial: Archivum Generale O.P. (Roma, Santa Sabina), IV-24, f. 155rv.
- ↑ Cfr. V.M. POLLET, ÃÂëDe Caietani scripto: Ad septendecim quaesita responsionesÃÂû, Angelicum 14, 1937, pp. 538-546; p. 547-559, el texto; en pp. 549-553, la responsio Ad sex quaesita a frairibus praedicatoribus in novo continente.
- ↑ Cfr. Summa tbeologiae, I, q. 1, aa. 4-5; E. SAURAS, ÃÂëInmanencia y pragmatismo de la teologÃÂÃÂaÃÂû, Revista espaÃÂñola de teologÃÂÃÂa 5,1945, pp. 375-403; M.D. CHENU, Saint Thomas d'Aquin et la thÃÂéologie, Paris, 1959.
- ↑ ÃÂëNullo modo sunt ad fÃÂÃÂdem compellendi, ut ipsi credant, quÃÂÃÂa credere voluntatis estÃÂû: Summa theologiae, II-II, q. 10, a. 8.
- ↑ In TI-H, q. 10, a. 8.
- ↑ ÃÂëIn responsione ad 2 [âÃÂæ] sciendum est quod infideles tripliciter se habent ad christianos principes: - Quidam enim sunt subditi de facto et de iure principibus christianis, ut iudaei, haeretici, et mauri qui sunt in terris christianorum [...] - Quidam vero sunt subditi de iure et non de facto [âÃÂæ] ut infideles occupantes terras chris:ianorum [âÃÂæ] - Quidam autem infideles nec de iure nec de facto subsunt [âÃÂæ] ut si inveniantur pagani qui nunuam imperio romano subditi fuerunt, terras inhabitantes in quibus christianum nunquam fuit nomenÃÂû: In II-II, q. 66, a. 8.
- ↑ Cfr. B. DE LAS CASAS, Historia de las Indias, II, 133.
- ↑ IbÃÂÃÂd NÃÂð 264.
- ↑ Cfr. J.A. BARREDA, IdeologÃÂÃÂa y pastoral misionera en el ÃÂëDe unico vocationis modoÃÂû de BartolomÃÂé de las Casas o.p. Madrid, 1981, pp. 137-158: ÃÂëSoluciÃÂón lascasiana al problema de la coacciÃÂón a la feÃÂû.
- ↑ B. DE LAS CASAS, Historia de las Indias, II, 157.
- ↑ IbÃÂÃÂd n, 309; 524; etc.
- ↑ R. HERNÃÂÃÂNDEZ, ÃÂëFrancisco de Vitoria y BartolomÃÂé de las Casas, primeros teorizantes de los derechos humanosÃÂû, Archivo dominicano 4, 1983, pp. 199-266; en pp. 257-260, ÃÂëCatÃÂálogo de derechos humanos segÃÂún Las CasasÃÂû.
- ↑ B. DE LAS CASAS, De regia potestate, ed. crÃÂÃÂtica bilingÃÂüe por L. PereÃÂña-J.M. PÃÂérez, etc., Madrid, 1969.
- ↑ Cfr. M. LLADÃÂÃÂ, ÃÂëLa Theologia indorum (1553, 4 tomos) de la Biblioteca Nacional de ParÃÂÃÂsÃÂû, en: EvangelizaciÃÂón y teologÃÂÃÂa (siglo XVI), Pamplona, 1990, pp. 947-954.
- ↑ Desde el punto de vista de la ideologÃÂÃÂa, el resultado mÃÂás positivo fueron las leyes nuevas, 1542/3: cfr. LUIS ALONSO GETINO, Influencia de los dominicos en las leyes nuevas, Sevilla, 1945
ALVARO HUERGA TERUELO ÃÂé Simposio CAL, 1992