PERALTA José Alejandro
(Pamplona, 1846 – Panamá, 1899) Obispo
Nació en Pamplona, Colombia, el 3 de mayo de 1946, de padres sumamente cristianos, don Felipe Peralta y doña Victoria Peralta de Peralta, quienes desde temprano le dieron una educación esmerada. Siendo un niño de diez años (1856) fue recibido en el Seminario Conciliar de Pamplona, en donde destacó por su clara inteligencia, don de gentes y verdadero anhelo de superación intelectual y espiritual. Inteligente, activo, piadoso y aplicado en los estudios, pronto captó la estimación y confianza de sus superiores y profesores y el cariño de sus condiscípulos.
Habiéndose fundado el Colegio Pío Latinoamericano en Roma, fue enviado a los quince años de edad a hacer los estudios superiores por el obispo de Nueva Pamplona Monseñor Luis Niño. Permaneció diez años en este Colegio, de 1860 a 1870, hasta obtener el grado de doctor en Sagrada Teología en la Universidad Gregoriana de Roma.
Regresó para ponerse al servicio del prelado y de su diócesis. Ordenado sacerdote por el Iustrísimo Sr. D. Bonifacio A. Toscano, Obispo de Pamplona, el 3 de mayo de 1871, día en que cumplía 25 años de edad, fue designado Secretario del Obispo y luego nombrado Rector del Seminario inaugurado en la sede de la diócesis.
Regentó varias parroquias en la diócesis de Nueva Pamplona, entre ellas, la de Bucaramanga, San Andrés y Girón, dejando en ellos las huellas de su celo sacerdotal. Sufrió la persecución religiosa del gobierno en 1875 y tuvo que exiliarse en Venezuela, donde fue acogido fraternalmente en la diócesis de Zulia.
Vacante la Sede panameña por el ascenso a la Silla Metropolitana de Bogotá del obispo Don Telésforo Paúl, los dos poderes eclesiástico y civil, unidos por el Concordato entre la Santa Sede y la República de Colombia, de común acuerdo designaron al Presbítero D. José Alejandro Peralta para ocupar la Silla de Panamá.
Consagrado en Pamplona el 24 de octubre de 1886 de manos del obispo de Nueva Pamplona, el Ilustrísimo Sr. D. José Ignacio Parra, que también había sido Obispo de Panamá, (1871-1875), hizo su entrada en la ciudad de Panamá el 29 de enero del año siguiente 1887, en medio del entusiasmo y aclamaciones de los habitantes de la ciudad. Tomó posesión de su sede ante el Vicario General Pbro. Antonio M. Sanguillén, en la catedral de Panamá.
Su programa apostólico se sintetizó en los siguientes temas: el Seminario, la Catequesis, los templos parroquiales, la disciplina eclesiástica, las misiones y la prensa católica. Según las crónicas de la época, las iglesias de la inmensa mayoría de las poblaciones del interior, o no existían o se hallaban en un estado deplorable.
Ochenta y dos decretos sobre varios temas administrativos, y cuarenta y seis circulares de igual naturaleza, ponen de relieve el celo, a la vez que la actividad del Obispo Peralta. La enseñanza de la Doctrina Cristiana llamó en primer lugar su atención. Su primer decreto es sobre esta materia y más tarde, en 1892, funda en todas las parroquias las Juntas Catequísticas para esta enseñanza, reglamentándola sólidamente.
Hizo varios ensayos para fundar un seminario y aunque no lo consiguió a la medida de sus deseos, logró aunque solo fuera en parte, el fin que se proponía. La penuria de sacerdotes lo preocupaba, pues con los poquísimos que encontró en la diócesis era imposible satisfacer las necesidades espirituales de la misma. Su decreto No. 53 de 1891, y varias circulares a los párrocos con este motivo, revelan todo el interés que se tomó sobre este punto.
Frente a los numerosos abusos que se habían introducido en muchas parroquias de su diócesis, a través del decreto No. 60 del 21 de junio de 1893 los cortó de raíz. Para procurar la santificación de su clero, re-estableció las conferencias teológico-morales que el Obispo D. José Ignacio Parra ya había puesto en práctica durante su episcopado y habían caído en desuso.
Dividió la diócesis en ocho vicarías, a saber: las de San Pedro, la Inmaculada Concepción, San Juan Bautista, San José, San Atanasio, Santiago, San Miguel y San Pablo, adjudicándole parroquias a cada una. Esta división fue más tarde modificada por el mismo Sr. Peralta, que se vio obligado, ya por la pobreza de las poblaciones que no podían suministrar la sustentación del párroco, o por la escasez del clero, a reducir las vicarías a seis.
Varios decretos y circulares salieron de su pluma demarcando límites de parroquias, asignando sueldos, estableciendo cofradías y asociaciones religiosas, corrigiendo abusos, aboliendo costumbres censurables e indebidas, y concediendo facultades, privilegios y exenciones. Su actividad no se limitó al gobierno espiritual de su diócesis, sino que se extendió aún al ámbito civil, prestando su cooperación y auxilio al Gobierno en todo lo que era posible en relación con el bienestar de los pueblos.
Así fue como en momentos difíciles para la obra del Canal Interoceánico, solicitados sus buenos oficios con el Gobierno de la Nación, aceptó gustoso la comisión de ir en compañía de otros dos caballeros para solucionar las dificultades que se ofrecían, obteniendo el mejor éxito en sus negociaciones.
Bajo los auspicios del Obispo de Panamá Mons. Peralta fue fundado el semanario «La Voz Católica», cuya primera edición salió a la luz pública el 1º de noviembre de 1892. Como administrador del periódico fue nombrado Don Eduardo Agüero. El lema del semanario decía en latín; “Veritas liberabit vos”, la verdad os hará libres.
Por decreto del obispo Peralta, fechado el 24 de junio de 1893, fue creado el boletín quincenal de la Curia, denominado «Boletín Diocesano», con la finalidad -como decía el decreto- “para órgano del Obispado, para dar a conocer las disposiciones emanadas de las Autoridades Eclesiásticas; en él se dará a conocer la vida y movimiento religioso de la diócesis e igualmente se instruirá y se moralizará al pueblo por medio de escritos dogmáticos, ascéticos y morales. Estos se presentarán siempre en forma expositiva, demostrativa, doctrinal y catequística”.
El primer número del boletín Diocesano salió el 1º. de julio de 1893, y su oficina de administración estaba ubicada en el Obispado. Con el No. 89, el Boletín Diocesano siguió editándose bajo la dirección del Presbítero panameño Don José Manuel Gómez; esta publicación, órgano de la Curia, desempeñó un papel muy importante.
Falleció el obispo Peralta el 8 de julio de 1899 a los 53 años de edad, causando su muerte una profunda consternación no solo en la capital del Departamento sino en toda la diócesis y en toda la República de Colombia, en donde era grandemente estimado.
BIBLIOGRAFÍA
ROJAS Y ARRIETA Guillermo, Reseña histórica de los Obispos que han ocupado la Silla de Panamá, Lima, 1929;
PEREZ HERRERA Carlos, “Noventa años de la muerte de Mons. José Alejandro Peralta, Obispo de Panamá”, Panorama Católico, 21 de mayo de 1989; “Breve reseña del Periodismo Católico en Panamá”, Panorama Católico, 7 de mayo de 1989.
MANUELITA NÚÑEZ CASTILLEROS