ARCHIVOS Y BIBLIOTECAS ECLESIASTICAS EN CHILE
La Iglesia chilena es custodia de una gran riqueza documental acumulada por más de 470 años, la que se ha ido incrementando con el correr del tiempo. Se inició la recopilación de los primeros manuscritos que serán fieles testigos de: levantamiento de registros de libros sacramentales; instauración de capillas; procesos de evangelización; protección al indígena; desastres naturales, actas del cabildo; crónicas, entre otras diversas temáticas.
Es así como nacerán los primeros archivos: Arzobispado de Santiago 1561, Orden de San Francisco 1553, Orden de Santo Domingo 1557, Orden de la Merced 1566, Obispado de Concepción 1568, Monasterio Antiguo de Santa Clara 1571, Monasterio de Agustinas de la Limpia Concepción 1574, Compañía de Jesús 1593, Orden de San Agustín 1595, Monasterio de Clarisas de Nuestra Señora de la Victoria 1678, Monasterio del Carmen de San José 1689, Monasterio de Clarisas Capuchinas 1727, Monasterio de Trinitarias de Concepción 1736, Monasterio de Santa Rosa de Lima 1754 y Monasterio de San Rafael 1766.
Dentro de las tareas iniciales, se adoptaron las ordenanzas propias eclesiales en cuanto al manejo y ordenamiento de la documentación. De la misma manera, cada una de las familias religiosas por constituciones, también con el establecimiento de un sistema específico de procedimiento para dichos efectos, considerando además, los variados vocablos y sus conceptualizaciones. Este proceder establece un sistema de catalogación que nace con el primer documento a guardar en el archivo, que por regla común se creaba con el acta de erección, de fábrica, de entradas y salidas, documentos a los cuales se sumarán, en el caso de los registros documentales de las órdenes y congragaciones, volumen n°1 de tomas de hábitos, de ordenaciones (en el caso de los masculinos), nombramientos (asignaciones de responsabilidades o patentes para algunos), de circulares y de capítulos conventuales. Para el caso de las parroquias, la apertura de todos los libros sacramentales. De todos ellos manteniendo un orden cronológico y organizado de ingreso de la información. Lo que no significa que los libros empastados que podemos observar hoy, corresponden al ordenamiento de época, ya que en muchas ocasiones se anotaba en algún pergamino, el que se iría uniendo a otros para formar un todo, que inicialmente pudo haber sido sólo aunado, cocido y forrado en piel de res. Los empastes podremos comenzar a encontrarlos ya iniciado el siglo XIX, para encontrar un trabajo más metódico a principios del XX.
Catalogación o mejor dicho, disposiciones propias de cada familia religiosa, han sido cuestionadas en el último tiempo, ya que no mantienen un sistema de indización que se asemeje a lo civil, por ello se hace indispensable entender que para poder ingresar a la intimidad de la gran cantidad de metros lineales de documentos de la Iglesia Católica, es necesario asumir este principio estructural. Por ello, no es concebible plantear tajantemente que un archivo eclesiástico no está catalogado, sino mejor, asegurar que no cumple con las normativas actuales y universales de catalogación, pero la información puede ser encontrada por su propio sistema.
No sólo el hombre ha tenido efectos sobre estos documentos, también la naturaleza ha puesto su mano en cuanto al destino de muchos de ellos: las reiteradas inundaciones y terremotos han sido responsables de pérdida y destrucción de muchos, que sumado a la inadecuada manipulación y poca valoración, nos dejan lo que hoy podemos conocer como este acerbo de memoria archivística religiosa.
Para poder dimensionar la cantidad de documentación existente y en custodia de la Iglesia Católica en Chile, sólo podemos especificar que tiene actualmente 5 arquidiócesis y 19 diócesis, si a ello le sumamos el número de parroquias, más la cantidad de congregaciones y órdenes religiosas establecidas en el territorio, son incalculables los metros lineales de documentación existente hoy en día. El actual Archivo del Arzobispado de Santiago, cuenta con documentación desde 1535 y se encuentra distribuida en los siguientes fondos: a. Fondo de la Secretaría del Arzobispado: Compuesto por Reales Cédulas; correspondencia de obispos, vicarios y secretarios, con Roma y el Gobierno, del clero secular y regular, con la Nunciatura Apostólica: decretos de la Santa Sede, licencias, títulos; expedientes de ordenaciones, tomas de hábito, compras, ventas; procesos de beatificación. b. Fondo del Provisor (Juez Eclesiástico): Compuesto por legajos de capellanías, informaciones matrimoniales, asuntos diversos, rectificaciones de partidas y otros. Este es uno de los fondos de los que tiene documentación original más antigua, encontrando censos a partir de 1557, además de encomiendas de indios cercanas a la misma data. La riqueza patrimonial de este fondo es invaluable. c. Fondo Libros Sacramentales: Compuesto por los libros de bautismo, confirmaciones, matrimonios y defunciones que se conservan hasta hoy, de las parroquias más antiguas de la Arquidiócesis de Santiago. d. Fondo de Microfilm: Está compuesto por casi 4.000 rollos de microfilmación del Archivo de Libros Sacramentales, correspondientes a las parroquias que accedieron a microfilmar a lo largo y ancho del país. Por tanto, no cubre la totalidad nacional. Además, cuenta con rollos comprados por el P. Jorge Falch (Q.E.P.D) al Archivo de Indias, que contiene documentación del período de la llegada de los primeros españoles.
Archivo de la Catedral de Santiago: Alberga además de otra documentación: bulas, cartas, cuentas, censos, partituras de música y las Actas del Cabildo Eclesiástico, cuyos márgenes de tiempo declarados son entre 1650 hasta la actualidad.
Archivo de la Orden de Predicadores (Santo Domingo): Conserva cuatro archivos en la ciudad de Santiago. En el Convento de Santo Domingo se custodian los archivos conventual y provincial; en el Convento de la Recoleta Dominica otro y el último en el Convento de Apoquindo. Este archivo cuenta con un índice realizado entre los años 1985 y 1987, por el entonces archivero provincial fray Ramón Ramírez y por Roberto Mercado, índice que se encuentra publicado en el “Anuario de Historia de la Iglesia en Chile”, volumen 7. En el caso del Archivo Conventual de Santo Domingo, tiene un índice realizado en 1997 por Nancy Miño y Carlos Garcés. En el caso de la sección de Capellanías, tiene uno confeccionado por Horacio Aránguiz y Roberto Mercado publicado en la “Revista Historia” n°18.
Orden de la Merced: Considerando la data de llegada de esta Orden al Territorio, no poseen gran cantidad de información de los primeros años, pero a medida que fue pasando el tiempo creció el interés por conservar su propia historia, enriqueciéndose con originales, transcripciones y fotocopias.
Orden de San Agustín: El archivo agustiniano cuenta con una gran cantidad de volúmenes que son fieles testigos de lo ocurrido en los más de 400 años de su presencia en Chile.
Monasterio antiguo de Santa Clara: En 1571 se fundó la Villa de Osorno. En 1600, los mapuches invadieron la ciudad y la comunidad vivió durante tres años prácticamente cercada hasta que emprendieron viaje a Castro, desde allí pasaron en barco a Valparaíso y luego a Santiago, donde lograron establecerse después de pasar por tres casas hasta llegar a su actual residencia. Bajo estos antecedentes, no se hace difícil comprender el que cuenten con tan poco información, cuyas fechas límites son 1651 hasta la actualidad.
Monasterio de Agustinas de la Limpia Concepción: Según los datos, guardan actas de profesión, libros de administración. Son tres metros lineales de documentación, en dos estantes y archivadores. La fecha de inicio declarada es de 1575 hasta nuestros días. Una de las formas de guardar la información ha sido en archivadores y amarradas en paquetes por años.
Monasterio del Carmen de San Rafael: La documentación de este monasterio se encuentra en estantes, archivadores y algunas cajas, ubicadas en la oficina de la priora y en el cuarto de las cuentas. Son cartas, circulares, libros, testamentos desde 1770 hasta nuestros días.
Archivo de la Compañía de Jesús: Sin entrar en detalles de sucesos experimentados por la Compañía de Jesús, es necesario destacar que en 1877 el Gobierno de Chile adquirió, de manos de un particular de España, parte de los documentos jesuíticos anteriores a la expulsión. Quedaron en la Biblioteca Nacional, hasta la creación del Archivo Nacional (1925), al que pasaron en 1927. El fondo que lo custodia se denomina: Jesuitas en Chile. Consta de 112 volúmenes. Además de 22 en el Archivo Nacional en el fondo Jesuitas en América. El archivo Provincial cuenta con documentación relativa al Perú, los que ingresaron al territorio después de la Guerra del Pacífico. Alberga documentación como cartas a los provinciales, informes de comisiones, cartas del Padre General, títulos de propiedad, donde la mayoría de ellos datan desde 1930 en adelante. Es importante destacar que las investigaciones realizadas por el padre Walter Hanisch, premio nacional de historia, junto a sus notas y escritos, fueron entregadas al Archivo Nacional después de su fallecimiento.
Archivo Franciscano de la Provincia de la Santísima Trinidad: Producto de la preocupación que ha tenido la Orden por su historia, en el siglo pasado logró centralizar sus manuscritos en el Archivo Provincial. En la actualidad se encuentran bien definidos siete grandes fondos: a. Fondo Santísima Trinidad: Compuesto por asuntos diversos, cartas al provincial, informes de novicios, ingresos y profesiones, actas definitoriales, capítulos provinciales, misceláneos, circulares. Equivalentes a 134 libros, 10 carpetas y una caja. b. Fondo Chillán: Documentos provenientes del Convento de Chillán como: asuntos diversos, capítulos, protocolos, comisarías, prefecturas, actas definitoriales, ingresos y profesiones, cartas del p. Ortega, profesiones. Equivalentes a 78 libros empastados. c. Fondo Osorno: compuestos por una gran variedad de temáticas relativas a las misiones, el convento, la comisaría, entre otros cuya extensión es de 51 libros. d. Fondo Conventos: Este fondo es el más rico y variado en su documentación, ya que contiene gran parte de la historia de las distintas casas activas y cerradas por la Orden. Alberga133 libros, 190 carpetas y 20 cajas. e. Fondo fotográfico: En este podemos encontrar un sinnúmero de fotografías y algunos daguerrotipos referentes a la vida y festividades franciscanas. f. Fondo religiosos: Contiene información personal de cada uno de los religiosos que hay pasado por la Orden en sus más de 450 años. g. Fondo planos y croquis: Es un fondo que cuenta con proyectos y anteproyectos de templos, casa y propuestas algunas de la cuales llevadas a cabo y otras no. Además de acuarelas y dibujos.
Archivo del Monasterio de Clarisas Capuchinas de Santiago: El archivo alberga actualmente documentos que datan desde la fundación 1727 a nuestros días: Rol de religiosas que toman el hábito y mueren en el monasterio, libro de cuentas, libro de disposiciones, asuntos varios, correspondencia oficial, actas de profesiones, libro diario de cuentas, escrituras de capellanías, inventario de fundaciones pías, entre otros.
En cuanto a las bibliotecas de casas religiosas existentes, podemos señalar que son las más ricas en antigüedad y variedad de temáticas impresas distribuidas a lo largo del país, traídas principalmente desde Europa. Con la llegada de los distintos religiosos, no sólo venían acompañados de los ornamentos necesarios para su desenvolvimiento y servicio, sino que también de gran cantidad de literatura indispensable para una mejor formación y ayuda para preparar la prédica, ya que muchos de ellos, no contaba con el don de la palabra y por ende, requería de un apoyo más elaborado, además de una formación más amplia en esta materia. Estos libros eran trasladados en barco y en baúles, y además, la mayoría sin sus tapas, esto respondía a que como la confección de ellas constaba de enchapes, pieles e incluso madera, le quitaba flexibilidad y aumentaba mucho su peso, lo que imposibilitaba el envío de una cantidad considerable, principalmente por el peso y espacio. Es por ello, que se enviaba sin las tapas, así el cuerpo del impreso podía ser mejor amoldado al formato en el cual sería trasladado. Una vez en el territorio, se les incorporaban tapas de pergamino, las que eran fabricadas a partir de la piel de res u otros animales. Este material cumplía con un proceso de eliminación de vellón, adobado y estiramiento al final de cual se conseguían las láminas necesarias, en las cuales también era posible poder escribir, quedando estampados los títulos y referencias del contenido del libro. Este correspondía al medio de empaste más accesible y de cierta calidad en la cual se podían depositar los tan interesantes impresos.
Uno de los más grandes referentes de este tipo de bibliotecas conocidos en Chile, es la de la Recoleta Dominica de Santiago, entregada en comodato al Estado, Institución que ha realizado un gran trabajo de conservación y catalogación. La Biblioteca cuenta con más de 93.000 ejemplares desde incunables a impresos más modernos. De la misma dimensión, se puede destacar la del Convento máximo de San Francisco, La Merced, Agustinos y el Seminario Mayor de Santiago.
Llama la atención poder encontrar pergaminos del siglo XVIII en las bibliotecas conventuales de congregaciones ingresadas al territorio en la segunda década del siglo XIX, como por ejemplo de los claretianos que cuentan con un ejemplar del Sínodo de Alday, además de sermonarios con misma data. Y no es una apreciación alejada de la realidad o audaz el pretender plantear que en Chile se puede cuantificar una biblioteca custodiada por la Iglesia Católica dispersa por las distintas familias avecindadas en el territorio de más de 500.000 ejemplares desde incunables a impresos modernos, muchos de ellos adquiridos para la formación de sus miembros, como otros, recibidos como donaciones por el fallecimiento de su propietario, los que consideraron que la Iglesia sería la mejor institución para ser depositario de sus tesoros de memoria impresa.
Notas y referencias