LITERATURA EN URUGUAY
Desde los comienzos del proceso revolucionario en 1811 en la lucha contra el Imperio español, contra el centralismo de Buenos Aires, y luego contra el invasor lusitano; en los inicios de la vida independiente, en la consolidación de una sociedad abierta en los albores del siglo XX hasta las complejas décadas de los ’60 y ’70, la contribución de los intelectuales y artistas católicos a la cultura y a la literatura uruguayas ha sido muy significativa. Si bien hubo períodos en los que la fe y la experiencia religiosa quedaron circunscritas al ámbito de lo privado, el acercamiento a la experiencia vital, a la producción académica o artística, o a la acción militante de los intelectuales cristianos permite comprender mejor los diferentes momentos de la historia política, artística y de las costumbres del Uruguay.
La segunda mitad del siglo XIX está marcada, en el país, por enfrentamientos civiles y militares, luchas ideológicas en las cuales participaron activamente los intelectuales uruguayos. La influencia del romanticismo se dio, a partir de 1830, en salones, cenáculos, bibliotecas, revistas y una incipiente actividad teatral, en los que se manifestaron las características y tópicos del movimiento europeo. En Uruguay, en la segunda mitad del siglo, el romanticismo culminó con las obras de Juan Zorrilla de San Martín Notas de un himno (1877), La leyenda patria (1879) y Tabaré (1885), poema épico de intenso tono lírico que buscaba afirmar la identidad oriental.
Hacia 1880 se perfiló un grupo generacional que se distinguió, por la prosa combativa y el debate a través de las publicaciones periódicas o la cátedra. El ambiente ideológico-espiritual evidenció enfrentamientos y tensiones entre el catolicismo, el protestantismo, el racionalismo espiritualista y el positivismo. Se destacó en esta generación Francisco Bauzá con sus Estudios literarios (1885). En las primeras décadas del siglo XX, se produjo una importante producción ensayística, en la que se destacó la prosa del citado Zorrilla, dando muestras claras de su fe católica: Huerto cerrado (1900), El sermón de la paz (1924), El libro de Ruth (1928).
Siguió, siempre bajo la influencia europea, un rico y amplio desarrollo de los diversos géneros literarios, que profundizaron su mirada hacia la naturaleza - el nativismo-, la realidad nacional y el contexto latinoamericano. En la segunda posguerra, en un contexto marcado por la crisis económica, las ideologías materialistas y el creciente compromiso político, revistas literarias como Asir y Entregas de La Licorne, fundadas o codirigidas por escritores católicos se constituyeron en piezas claves en el análisis y en la difusión de obras literarias.
En el siglo XX, se destacan como escritores católicos: Juana de Ibarbourou (1895-1975), consagrada en 1929 como «Juana de América», expresó en sus poemas una femineidad vitalista inserta en un mundo familiar y doméstico, alternando el amor, el dolor, el ansia de libertad. El lenguaje de sus primeros libros tiene raíces en el modernismo hispanoamericano del que se irá alejando; en 1953 Azor testimonia sus inquietudes espirituales, creencias y devociones al tiempo que el hallazgo de nuevas imágenes poéticas fruto de las vanguardias. Entre sus obras en prosa se destacan: El cántaro fresco (1923), Los loores de Nuestra Señora (1934), Estampas de la Biblia (1934), Chico Carlo (1944). En su obra poética: Las lenguas de diamante (1920), Raíz salvaje (1922), La rosa de los vientos (1930), Romances del destino (1955), Canto rodado (1958), La pasajera (1968).
Susana Soca Blanco (1906-1959), hija única de un eminente médico uruguayo, se destacó, en la vida cultural uruguaya y también en la europea, por el fluido manejo de varios idiomas, su cultura e intereses variados, su intensa y generosa labor de mecenazgo. Vivió en París durante la Segunda Guerra Mundial y la ocupación nazi; en 1947 fundó La Licorne: Cahiers trimestriels de littérature, revista en la que colaboraron los más destacados intelectuales europeos y latinoamericanos de la época. Al regresar a Montevideo, Soca inició un segundo período de la publicación, bajo el título de Entregas de La Licorne, desde 1953 hasta su trágica muerte en 1959. Los dos libros de poemas de Susana Soca - En un país de la memoria (1959) y Noche cerrada (1962) - fueron publicados en forma póstuma.
Domingo Luis Bordoli Castelli (1919-1982), narrador y ensayista, tuvo una destacada actuación como docente en el Instituto de Profesores Artigas de Montevideo. Desde 1949 fue codirector de la revista literaria Asir, fundada en la ciudad de Mercedes en 1947, en la que reivindicó los rasgos más tradicionales de la cultura uruguaya oponiéndose a la cultura “letrada” de la capital. Bordoli vivió su fe con disponibilidad y espíritu de diálogo. Su obra incluye el libro de cuentos Senderos solos (1960) y de los ensayos Vida de Juan Zorrilla de San Martín (1961) y Los clásicos y nosotros (1965).
Tomás De Mattos (1947) Abogado y novelista, integró en los ’60 el llamado «Grupo de Tacuarembó», al que se vincularon numerosos artistas y escritores de ese departamento. Entre sus obras se destacan Bernabé, Bernabé (1988), La fragata de las máscaras (1996) y La puerta de la misericordia (2002), recreación literaria de la vida Jesús. De Mattos fue director de la Biblioteca Nacional entre 2005 y 2010.
BIBLIOGRAFÍA
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RAMA, Ángel, El mundo romántico, Montevideo, 1968
RAVIOLO, Heber y ROCCA, Pablo (dir.), Historia de la literatura uruguaya contemporánea, Tomos I y II, Montevideo, 1997
REAL DE AZÚA, Carlos, Historia del ensayo uruguayo contemporáneo, Tomos I y II, Montevideo, 1964
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MARÍA ELENA RUIBAL