GUADALUPE; Añadidos y retoques a la imagen
GUADALUPE; Añadidos y retoques a la imagen
Es un tema intensamente controversial, que ha llevado a varios críticos a multiplicar y extender dichas "profanaciones" hasta partes del cuadro que nunca fueron cambiadas. Por ejemplo, Philip S. Callahan aventura, tras el estudio de sus placas infrarrojas, que le pintaron los hombres las estrellas, el ángel, los rayos, la luna y un sin fin más de elementos, que ya existían antes de 1629, fecha del traslado a catedral por la gran inundación; fecha también que señala Callahan para estos malaventurados retoques. En la magnifica copia de Baltasar Echave Orio, "el Viejo" de esa familia de egregios pintores, la datación clarísima es 1606 (23 años antes) y está la Virgen con todos los elementos con que hoy la conocemos.
El padre Francisco de Florencia nos habla de querubines sobrepuestos. Se transcriben sus palabras: "Una cosa me refirió el Señor don Francisco de Siles, canónigo lectoral de la Santa Iglesia de México... y fue que a los principios del aparecimiento de la bendita imagen, pareció a la piedad de los que cuidaban su culto y lucimientos, que sería bueno adornarla de querubines, que alrededor de los rayos del sol le hicieran compañía y representasen el reverente obsequio que los soberanos espíritus hacen a su Reina del Cielo. Así se ejecutó. Pero en breve tiempo se desfiguró, de suerte que todo lo sobrepuesto al pincel milagroso, que por la deformidad que causaba, a vista de la permanente belleza y viveza de los colores de la Santa Efigie, se vieron al fin obligados a borrarlos" (La Estrella del Norte de México, México 1688, p.30 vuelta, y 31. número marginal 75).
Largamente discurre sobre lo postizo el padre Mariano Cuevas, y suyas son las siguientes apreciaciones: "No creemos que estos querubines hayan sido pintados tan sólo alrededor del sol, sino también dentro de ese sol, cual se ve en muchas imágenes españolas y, en la actualidad, en la de Nuestra Señora de los Angeles, en esta misma ciudad de México. Y, porque comenzaron a destruirse con el salitre, esos querubines quedaron suprimidos; para lo cual hubo necesidad de raspar sobre el lienzo. De ahí la necesidad de los empastes y de los retoques humanos, visibles hasta hoy e indiscutibles: Viéndose el nefasto retocador con su pincel mojado en oro, pensamos que se dio vuelo y le pintó una dizque corona muy mal hecha, sin perspectiva y todo en un solo plano. Con el tiempo se fue casi borrando esta corona de la que todavía quedaban algunos restos por el año 1890. Estos son los que, según algunos dicen, que fueron borrados por el pintor Salomé Pina. Si tal fue, no debe haber en lo de la llamada corona ningún misterio: la pintó un hombre y la borró, porque debía borrarla por mal hecha, otro hombre. Fue, en tal caso, imprudente el hacerlo a ocultas. La luna que está a los pies de la Virgen está también retocada y de allí que haya dos lunas concéntricas, siendo la interior la original primitiva. Retoques y malos, evidentemente, los hay asimismo en las manos y esto no por otra razón, sino por el deterioro que en ellas causaron todas esas fricciones y piadosos besos a que acabamos de referirnos. Los pintores y peritos de 1666, lo mismo que los de 1751, dijeron acordes, cómo puede verse en sus declaraciones, que no había aparejo. Y no sólo lo dijeron sino que lo probaron, puesto que por el reverso de la imagen, que detenidamente examinaron, vieron que había manchones de diversos colores". (AHG-IV-C págs. 206-207).
ENCICLOPEDIA GUADALUPANA
p. 50-51