XIMENEZ Fray Francisco
(Écija, 1666; Santiago de los Caballeros, 1730) Sacerdote dominico, evangelizador, lingüista, filólogo.
Cerca de la ciudad de Sevilla, en la pequeña población de Écija, nació Francisco Ximenez Torija el 23 de noviembre de 1666. “Su infancia estuvo marcada por una grave enfermedad que llevó a los médicos a declararle muerto; incidente que se resolvió en una especie de resurrección, al pasar el cortejo fúnebre delante de la ermita de Nuestra Señora del Valle. Incidencia que, recordado muchas veces por su madre, ahincó en su espíritu una especial devoción a la virgen.”
Ingresó a la Orden de Predicadores (Dominicos) y, como casi todos los frailes dominicos que en los siglos XVI y XVII evangelizaron el Caribe y México, estudió en el convento de San Esteban en la ciudad de Salamanca.
Con 21 años de edad solicitó ser enviado como misionero a Las Indias, siendo destinado a Guatemala a donde llegó el 4 de febrero de 1688; el viaje lo realizó en compañía del futuro mártir fray Cristóbal (Andrés) de Prada. En julio de 1690 se trasladó a Chiapas, donde fue ordenado sacerdote.
Regresó a Guatemala en 1691, iniciando su actividad como párroco en el pueblo de San Juan Sacatepéquez. “Fue vicario del convento de Guatemala y ejerció sus oficios religiosos en varios curatos. En enero de 1699 lo nombraron procurador general de la Orden, al mismo tiempo que administraba el pueblo de San Luis de las Carretas. En 1711 fundó en Rabinal un hospital para indios, hecho que se convirtió en uno de sus mayores logros. Entre 1715 y 1720 ocupa el cargo de Superior de los dominicos de Sacapulas (Guatemala).”
Por su celo evangelizador de inmediato se avocó a aprender las lenguas indígenas, empezando por el «quiché», el cual llegó a dominar perfectamente en poco tiempo.
Tres años después se le encomendó la parroquia de San Pedro de las Huertas, situada en uno de los barrios indígenas de la ciudad de Santiago de los Caballeros (Antigua Guatemala). La mayoría de sus nuevos feligreses hablaban la lengua «Kaqchikel», por lo que el padre Ximenez se dedicó a estudiarla, dominándola también en poco tiempo.
Durante los diez años que fray Francisco Ximenez estuvo a cargo de la parroquia de San pedro de las Huertas, escribió un libro titulado «El perfecto párroco» dedicado a “todo lo que debe saber un Ministro para la buena administración de estos naturales”, así como una gramática titulada «Tesoro de las tres lenguas» porque aborda las tres lenguas de la familia maya hablados por los indígenas de Guatemala: el Quiché, el Kaqchiquel, y el Subtuhil o Tzutuhü.
En 1701 fray Francisco fue trasladado a la parroquia de Santo Tomás de Chichicastenango, en cuyos archivos encontró el célebre manuscrito del «Popol Vuh», llamado también «El Libro del Consejo». Apreciando el gran valor que tenía para la comprensión de la cosmovisión de los mayas y su evangelización, lo tradujo al castellano.
“El Popol Vuh, que representa una vieja tradición histórico-cultural transmitida de generación en generación a través de la expresión oral y algunas pinturas, fue escrito entre 1554 y 1558, en caracteres occidentales pero en quiché, por un indio poseedor de la tradición y enseñado por los religiosos a leer y escribir. Algunos suponen que fue Diego Ramírez.
Oculto durante siglo y medio fue descubierto entre 1701 y 1703 en su curato de Santo Tomás Chilá o Chichicastenango, por el P. Fray Francisco Ximénez, O. P., quien lo tradujo al castellano, e intituló «Historias del origen de los indios de esta Provincia de Guatemala»”.
En efecto; por la carencia de una escritura fonética, los pueblos prehispánicos tenían que restringirse a la tradición oral que se apoyaba en el canto y en las pinturas, pero al entrar en contacto con la cultura europea muchos relatos fueron trasladados a la escritura alfabética, constituyendo así uno de los elementos más importantes del «mestizaje cultural» resultante. Tal fue el caso del Popol Vuh.
“La inmediatez sujeto-objeto comenzó por donde podía comenzar: por la pintura material del objeto mismo (…) a este estadio primigenio pertenece la escritura pictográfica (…) Es evidente que fue un gran progreso que de la pintura material del objeto se pasara a la pintura simbólica, en la cual el signo sólo sugiere el nombre del objeto -escritura jeroglífica- (…)
La escritura alfabética expresa un enorme progreso tanto en la abstracción como en la expresión (universal) de las relaciones formales del pensamiento; tal es el caso, en occidente, de la escritura alfabética griega, punto de partida para todas las formas de escritura europea y cuya savia vital circula cotidianamente en nuestro castellano.”.
El manuscrito original del Popol Vuh que encontró fray Francisco Ximenez tenía ya esa característica de «mestizaje», pues el relato mítico-mágico de la tradición oral sobre el origen del pueblo maya fue escrito con los caracteres del alfabeto castellano, pero fue el pensamiento crítico de fray Francisco lo que le llevó a rescatarlo, y difundirlo en su escrito a dos columnas; una en quiché y la otra en castellano. Para 1705, fray Francisco fue nombrado «vicario general» del distrito donde se encontraba su parroquia, y por ello extendiendo su benéfica labor a toda la región. El 29 de septiembre de 1717 un fuerte terremoto sacudió a Guatemala, causando innumerables daños, y fray Francisco se avocó a la reconstrucción de algunos edificios de la ciudad de Santiago de los Caballeros, como el templo de la Candelaria y el convento de los Dominicos.
Fray Francisco Ximenez escribió también otras obras importantes, como son la « Historia natural del Reino de Guatemala» (en dos volúmenes), y la «Historia de la Provincia de San Vicente de Chiapa y Guatemala de la Orden de Predicadores», escrita en cuatro volúmenes. Fray Francisco Ximenez falleció en la ciudad de Santiago de los Caballeros el año de 1730, en la Parroquia de Candelaria de la cual era titular en ese momento, y cuyo templo él había reconstruido.