URUGUAY; Piedad popular
URUGUAY; Piedad popular
La religiosidad popular uruguaya fue preponderantemente católica hasta mediados del siglo XX. Las expresiones de piedad más difundidas giraron en torno a la Virgen María y a los santos. Durante el período colonial, la Virgen fue venerada bajo los títulos tradicionales introducidos por los españoles: Inmaculada Concepción, Nuestra Señora del Carmen, del Rosario, de los Remedios, de los Dolores, entre otros. Estaba presente en la oración cotidiana y en el rezo del Rosario. El Uruguay independiente heredó estas tradiciones y durante el siglo XIX hubo pocas variaciones; la Virgen continuó siendo venerada con intensidad bajo los mismos títulos, pero sobresalían notoriamente las devociones a la Inmaculada y al Carmen.
Hasta fines del siglo XIX se solemnizaron las fiestas de los santos más importantes de la cristiandad como San José, San Juan Bautista y los apóstoles. Muchos pueblos, ciudades y parroquias fueron puestos bajo el patrocinio de santos como San Antonio, San Gregorio, San Jacinto, entre otros. En Montevideo había profunda devoción hacia los Santos Patronos San Felipe y Santiago. Su festividad, el primero de mayo, era un acontecimiento religioso y patriótico: religión y gobierno estaban indisolublemente unidos. La legislación indiana mandaba exponer pública y procesionalmente el Pendón Real, símbolo de la gloria y el poder español.
Las cofradías erigidas bajo advocaciones de santos y de devociones marianas fueron muy importantes. Las más populares en Montevideo fueron la Archicofradía del Santísimo Sacramento, la Cofradía San José y Caridad (dedicada al socorro de enfermos) y la Archicofradía de San Benito de Palermo (integrada por afrodescendientes), fundadas respectivamente en 1740, 1745 y 1773 (aproximadamente).
Coincidiendo con el ocaso del Uruguay comercial, pastoril y caudillesco y con la emergencia de la modernización capitalista, arribaron iglesias protestantes que introdujeron cambios cualitativamente notorios en la historia religiosa. El individualismo propio del capitalismo, la valoración de la disciplina y el trabajo tienen su correlato espiritual en las expresiones tradicionales de la fe protestante caracterizadas por la libre interpretación de la Biblia y en una relación directa con Dios. Los anglicanos, metodistas y valdenses, constituyeron grupos pequeños pero significativos que introdujeron variantes sustantivas en la fenomenología de la religiosidad. Esta adquirió tintes personales y familiares pero también expresiones colectivas, una de las más originales fue la Fiesta de la Cosecha de la Iglesia Evangélica Valdense.
En el siglo XX se produjo una importante diversificación del campo religioso. En el ámbito del catolicismo popular adquirieron notoriedad nuevas devociones como la Virgen de los Treinta y Tres (culto iniciado décadas atrás), del Verdún y de Lourdes, que desplazaron a las antiguas en la adhesión masiva. Las autoridades eclesiásticas las patrocinaron y estimularon. Algunas arraigaron profundamente en el pueblo creyente. A fines del siglo XIX adquirió dimensión nacional la devoción a la Virgen de los Treinta y Tres. Los obispos uruguayos apoyaron esta devoción surgida en la ciudad de Florida y el Papa Juan XXIII la proclamó Patrona del Uruguay el 21 de septiembre de1962.
El culto a Nuestra Señora del Verdún se originó en 1901. La comunidad católica de la ciudad de Minas, muy devota de la Inmaculada Concepción desde la época hispánica, tuvo la iniciativa de erigir una imagen en su honor en la cima del cerro Verdún. Se transformó en una de las fiestas populares más importantes de Uruguay, que atrae, cada 19 de abril, a miles de creyentes. Tiene algunas particularidades interesantes relacionadas con el entorno geográfico y sus implicaciones en la manifestación de lo sagrado.
El 8 de febrero de 1947 se inauguró, en un predio extenso ubicado en la Parroquia El Salvador en Montevideo, una réplica de la Gruta de Lourdes de Francia. A partir de entonces, el día 11 de febrero de cada año, miles de peregrinos visitan el lugar para orar ante la imagen de la Virgen de Lourdes. En el Santuario hay "circuito sacro" recorrido por la mayoría de los peregrinos, que tiene como principal atracción una fuente de agua bendita. La búsqueda de sanidad física es uno de los principales motivos de concurrencia. Para muchos la visita implica participar de una serie de actos terapéuticos con un ritual propio. Abundan los testimonios de milagros realizados por la Virgencita.
La devoción a los santos tuvo transformaciones. La popularidad de los tradicionales de matriz hispánica fue quedando opacada por otros, fundamentalmente San Cono y San Pancracio, abogados eficaces de la salud y el trabajo.El culto a San Cono -monje italiano del siglo XI originario de la aldea de Diano Teggiano- comenzó en la década de 1880 en Florida. Fue impuesto por inmigrantes italianos que trajeron una imagen de Italia y construyeron una capilla para su culto. La festividad se realiza el 3 de junio y, según la tradición oral, desde las primeras épocas se registraron acontecimientos de naturaleza sobrenatural. La popularidad de San Cono deriva de su fama de santo terapéutico y, especialmente, por su patrocinio en los juegos de azar.
En la Parroquia del Inmaculado Corazón de María de la ciudad de Montevideo se impuso, a iniciativa de un laico, el culto a San Pancracio (1933). Lenta pero persistentemente comenzó a atraer fieles. Coadyuvó para esto la intensa propaganda realizada y su carácter de abogado de la salud y el trabajo. San Pancracio desplazó, en la preferencia de los fieles, la devoción al Inmaculado Corazón de María. Muchos devotos de San Cono y San Pancracio no practican la religión católica. Aunque se autodefinen como católicos, sólo poseen una creencia particular e interesada en el santo y buscan su acción mágico-milagrosa.
En la década de 1960 ingresaron a Uruguay una serie de cultos denominados de posesión, originarios de Brasil pero de matriz africana: Umbanda blanca, Umbanda cruzada, Candomblé, Batuque y Quimbanda. En pocas décadas adquirieron gran difusión en la sociedad uruguaya. Los esclavos africanos, una vez establecidos en la plantación o en la mina, recibían el bautismo sin una catequesis previa. Delante de amos y clérigos, demostraban respeto por las formas litúrgicas y las imágenes católicas, aunque interiormente conservaban sus creencias. Estas podían canalizarse: a) asociando sus orixás con los santos; b) compartiendo música, canto y baile en los escasos ratos de ocio; c) en cofradías típicamente negras como las de Nuestra Señora del Rosario y San Benito, ámbitos en los que la asociación santo-orixá se dio con intensidad. Surgieron así vertientes religiosas en las que San Jorge se transformó en “Ogún”, la Virgen María en “Yemanjá” y Jesús en “Xangó”.
Sobre fines de la década de 1950 había algunos terreiros en regiones fronterizas con Brasil y en la década de 1960 aparecieron en Montevideo. La cantidad de concurrentes es difícil de establecer pero se calcula en varios miles de practicantes y muchos más simpatizantes o consultantes eventuales. Se trata de un fenómeno poli-clasista, con predominio de las clases medias y bajas. La inmensa mayoría de los fieles son de extracción católica y muchos continúan practicando las dos religiones. La música, el canto y el baile tienen una simbología muy rica y constituyen una expresión artístico-religiosa que se remonta a los orígenes africanos. El pae o la mae-de-santo es la jerarquía máxima, tiene la responsabilidad de dirigir el ritual, guiar y aconsejar a sus “hijos” y servir a los consultantes.
En las décadas de 1980 y 1990 ingresaron a Uruguay una serie de religiones de carácter pentecostal originarias de Brasil. Una de las más dinámicas ha sido la Iglesia Universal del Reino de Dios, fundada por el autoproclamado “Obispo” Edir Macedo en julio de 1977 en un pauperizado barrio carioca. La extracción socioeconómica y cultural de los fieles es de nivel medio y bajo. Se exige el aporte del diez por ciento de los ingresos familiares y contribuciones especiales cuando se solicitan favores particulares. Desde el punto de vista doctrinal y litúrgico la IURD puede considerarse sincrética pues incluye elementos de raíz evangélica, mágicos y esotéricos. Sus pastores realizan “sanaciones”, ofrecen agua, aceite y objetos de los más variados asegurando que están bendecidos. La causa de las numerosas adhesiones radica en una propaganda intensa que enfatiza la posibilidad de lograr prosperidad, éxito y felicidad. Evocan también miedos ancestrales como la posesión demoníaca y las malas influencias de cuño mágico y/o umbandistas y prometen la liberación de los mismos. En días específicos se realizan “cadenas de los milagros", que atraen a muchas personas que van a buscar para sí mismos o para otros (especialmente familiares) bendiciones divinas.
BIBLIOGRAFÍA
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TOMÁS SANSÓN CORBO