CHILE; Órdenes y Congregaciones Religiosas

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Introducción.

La presencia de las diversas Órdenes y Congregaciones religiosas, que se han ido estableciendo en Chile a lo largo de su historia, nos resultan de una gran importancia histórica, sea por su aporte en la tarea de la evangelización, como por su colaboración cultural, a partir de su carisma propio. Realizar un estudio específico, siguiendo su orden de llegada, nos hace descubrirlas como comunidades que se han constituido en un relevante actor social de la sociedad chilena. A la luz de este análisis histórico, ellas han operado desde una doble variable que importa tomar en cuenta; vale decir que ellas han operado, primero como expresión del medio social del cual procedían y, por otra parte, se han constituido como un actor religioso que ha cuestionado las prácticas sociales de su entorno. A nivel de Latinoamérica importa destacar que por las características propias del momento histórico de su instalación y de su inserción social, la vida religiosa ha sido considerada, entre nuestros pueblos, con la connotación social de “sagrada”. Si bien en la historia de la Iglesia los Institutos religiosos no pertenecen a su estructura jerárquica, en nuestro continente no sólo han sido parte de la pastoral de índole eclesial y cultural, sino que han sido, además, expresión del poder eclesiástico. Son numerosos los Obispos, Arzobispos y Cardenales, a lo largo de la historia latinoamericana pertenecientes al clero regular. Nos importa analizar en nuestro estudio los matices con los cuales se define el catolicismo chileno al momento de la llegada de las Órdenes y Congregaciones. Ello para explicarnos el motivo por el cual ellas optaron por ser misioneros en esta tierra, acordes a su carisma fundacional. A través de este catálogo, queremos vincular la vida religiosa con cada etapa de la historia de Chile, con los diversos modelos de Iglesia que se han ido manifestando en esa realidad.

Misioneros de la cristiandad.-

1.- Contexto Histórico. (1536 – 1810)

Conjuntamente con la consolidación del proceso de la Conquista, realizado por las armas al servicio de la Corona de España, en América se dio paso a la implantación de una organización político religioso que pretendió reproducir en estas culturas el modelo de cristianismo existente en Europa. Desde luego, las Órdenes religiosas reformadas en España quedaron en calidad de privilegiadas y al venir con la exclusividad de “misioneras”, fueron condicionadas a las normas dictadas por el monarca, de acuerdo a los privilegios del Patronato Real, concedidos por la Santa Sede.

En nuestra investigación detectamos que durante el período hispánico se establecen en el Reino de Chile seis Órdenes religiosas masculinas y 9 monasterios de monjas de clausura. Todas ellas gozaban de sus propios privilegios pontificios, los cuales dificultaban, en cierto modo, el gobierno eclesiástico diocesano.

Lo que nos importa señalar, en esta breve introducción, son las características que tipifican a conventos y monasterios, dentro de la religiosidad de cristiandad, existente en esa época, ya que la presencia de estas casas religiosas, en cada ciudad chilena, adquirió un perfil que definió al religioso (a) con un significado propio de la sociedad de la cristiandad medieval.

Desde luego, importa que aceptemos que en el contexto estamental de esa época, un monasterio era expresión de un “espacio sacral” dentro del radio urbano. Esta concepción forma parte de un orden cristiano en que la organización de la ciudad debía estar jurídicamente ordenada en asegurar que ella fuera un espacio, donde el reinado de Dios y de la Iglesia se hiciera presente en las ordenanzas que regían el comercio y la vida diaria. En esta lógica, la presencia de religiosos (as) en la ciudad, debía ser signo con su vida de oración y penitencia, de ser una instancia que estaba orientada para atraer las bendiciones del Dios Todopoderoso y sus santos. A su vez, alejar las pestes, calamidades y castigos de Dios, justo juez. En consecuencia, la propia seguridad de los pobladores exigía que ellos asumieran la responsabilidad de proveer a la construcción y mantenimiento de esas “Casas de Dios”.

La religiosidad ambiental regía el comportamiento de todos los habitantes de la ciudad y estaba regida por una serie de ordenanzas que podemos encontrar en los decretos de los diversos Sínodos. Dentro de este ambiente, la entrada en religión de una postulante tenía fuertes exigencias familiares y de tipo económico, como el pago de la “dote”, la construcción y aprovisionamiento de la “celda”. Otras de rango social, que reflejaban la connotación estamental de la sociedad española medieval.

La vida del monasterio estaba regida en forma absoluta por la “clausura”, la cual era expresión del desprecio del mundo, por parte del religioso (a). Así, también, la práctica de penitencias corporales traducían su estilo de vida consagrada a Dios y, a su vez, impetraba la conversión de los pecadores. Debido a su vinculación con la oligarquía, el monasterio gozaba de un rango de importancia en la vida social, lo cual se expresaba en el rol de influencia en los negocios, el cual se cumplía en el “locutorio” o sala de visitas. Allí se hacían las reuniones de importancia de los asuntos económicos y políticos de la ciudad, y en general eran los centros de los eventos culturales. Dígase otro tanto en la importancia que adquiría, en esa sociedad, la elección del(a) superior(a).

Las Órdenes religiosas fueron traídas, entonces, al Reino de Chile, porque se entendía que eran parte de un modelo de Iglesia de Cristiandad, donde todas las características que hemos señalado debían estar presentes en este rincón del mundo, ello por obediencia a las ordenanzas de la Monarquía, como para dar respuesta al estilo religioso de vida que practicaban las familias en cada ciudad. Es preciso, señalar que la necesidad que se planteaba, tanto para las autoridades como para los encomenderos, era la de implantar un modelo de ciudad cristiana, para lo cual se hacía perentorio la traída de las Órdenes religiosas. En el caso de hacerse difícil tal empresa se llegó, incluso a la fundación, por parte del Cabildo de Santiago, del Monasterio de las Agustinas, en que se seleccionó a 7 damas para que como religiosas se dedicaran a la educación de las hijas de los conquistadores

Uno de los grandes temas que preocupaba a las autoridades y que confiaban a las Órdenes religiosas era la evangelización y las misiones de los aborígenes, la cual se planteaba como un proceso de inserción de mano de obra en la vida laboral. Además, la educación y las obras de caridad. Pero, ciertamente, lo que más aflora como exigencia de esa sociedad era la de implantar un modelo de moral y vida pública, donde la presencia de lo divino debía estar presente en la estructura política de la ciudad, a través de ritos públicos, procesiones, rogativas y la oración impetratoria de los conventos.

2.- Catálogo del período.

(Las Congregaciones chilenas, en este estudio, están señaladas por una +) Dominicos: llegan a Tucumán (Barco de la Sierra) 1550 y a Santiago 1557 Mercedarios (Fray Antonio Correa) 1548. Orden de los Hnos. Menores. Franciscanos. Convento en Santiago. 1553.

+ Clarisas.- Osorno 1571.
+ Agustinas. Santiago 1574.
+ Clarisas de la Victoria. Santiago 1678.

Carmelitas de San José. Santiago. 1690.

Compañía de Jesús. Jesuitas: 1593.

Orden de San Agustín Agustinos 1595.

Hermanos San Juan de Dios. 1617.

Capuchinas. 1727.

+ Trinitarias Descalzas. 1736.
+ Dominicas de Santa Rosa. 1754.
+ Carmelitas de San Rafael.1766.

Compañía de María. (Mendoza). 1780

Constructores de la nueva República. (1832 – 1878)

1.- Contexto histórico.-

Transcurrido el período de confrontación entre las fuerzas armadas de los patriotas y los ejércitos defensores de la monarquía, la situación en general de conventos y monasterios era desastrosa, ya que la mayoría habían sido ocupados por los ejércitos, sus tierras confiscadas y sus enseres expropiados. Luego este primer estado de desorden, se prolongó en el período de la anarquía que surgió entre las diversas facciones políticas de los caudillos regionalistas. Sin embargo, a partir de 1832, con el restablecimiento del episcopado nacional por la Santa Sede y la consolidación en el país del orden republicano constitucional, se pudo comenzar el retorno a la normalidad. Una de las consecuencias que produjo el período de guerra independentista fue que los religiosos (as) buscaron asilo entre sus familiares. Muchos frailes se secularizaron y las comunidades religiosas no practicaban la vida común. Ante esta dispersión y desorden, la Iglesia y el Estado se muestran empeñados en un esfuerzo común en orden a lograr la reorganización y la reforma de la vida eclesiástica. En este ámbito, la acción llevada a cabo por el Arzobispo Rafael V. Valdivieso, no sólo tuvo el respaldo y la consecuente vinculación con la Santa Sede, sino que además, orientó a las Congregaciones extranjeras a insertarse en la orgánica de la Iglesia en Chile, superando la autonomía que la Casa Central de su país pretendía tener, como parte de sus privilegios.

En búsqueda de lograr la construcción de la nueva República, las autoridades civiles y eclesiásticas vuelven su mirada hacia Europa, donde habían surgido una serie de nuevas Congregaciones, que a diferencia de las Órdenes antiguas, dedicadas a la vida contemplativa, ahora, de acuerdo a los nuevos tiempos, se dedican a la vida apostólica activa. En respuesta a las revoluciones que buscan imponer reformas sociales laicas, estas comunidades de votos simples procuran tener una mayor inserción en la vida pública. Su objetivo es atender las obras de caridad, la educación y las misiones. Uno de los grandes cambios obtenidos en el Derecho Canónico había sido el legitimar la presencia de las mujeres en el apostolado social. Para ayudar a tomar contacto con esta nueva realidad, esto es, con las Congregaciones misioneras, con las sociedades de ayuda a las Misiones y con la acción de la Congregación de Propaganda Fide, fue de gran ayuda la visita que, con motivo del Concilio Vaticano I, realizaron los Obispos chilenos a Europa.

En Chile, tanto la sociedad como el Estado manifestaban los influjos que les había dejado la “Ilustración católica”; esto es, confieren a esas Congregaciones el rol de ser “instrumentos útiles” del progreso de la nación, y el de ser actores sociales de la República. Por otra parte, la Constitución chilena al reconocer a la Iglesia católica la exclusividad jurídica de culto dentro del Estado, establecía que tanto el clero, como los religiosos (as) tenían un rol social de ser el referente de la moral pública, defensores de la soberanía y agentes activos de la educación cívica. La nueva República mantenía, en lo eclesiástico, la vigencia del Patronato presuntamente “heredado” de la Monarquía Española. En consecuencia, el Gobierno civil dictó una serie de decretos y leyes laicas que tendían a regir la participación de las Órdenes y Congregaciones en su prestación de servicio al progreso de la sociedad. En este contexto es que el propio Gobierno chileno envió embajadas y encarga a sus representantes en Europa para que se preocuparan de traer nuevas Congregaciones, las cuales como condición debían ser de vida activa y sometidas a las autoridades de la nación. Las principales necesidades a las que debían dar respuesta eran la educación, los Hospitales, los niños huérfanos, las cárceles de mujeres y las misiones de la Araucanía.

Es interesante que al correr del siglo, las nuevas Congregaciones se van constituyendo en vanguardias de la lucha en defensa de los derechos y privilegios eclesiásticos frente al regalismo estatal. En su actuar, al interior de la Iglesia, aportan la unificación teológica en torno al pensamiento tomista. En fin, en la confrontación ante el laicismo liberal se enrolan disciplinadamente en la causa del catolicismo ultramontano, y colaboran en la organización de una Iglesia bajo el concepto de “sociedad perfecta”.

Religiosos y religiosas extranjeros, insertos en una realidad nacional, donde sus bienhechores son católicos pertenecientes a la oligarquía terrateniente, que defiende el modelo de una sociedad tradicional, con su apostolado y con sus obras sociales de beneficencia en favor de los marginados, ayudan a consolidar la unión de la Iglesia con el Partido Conservador. El clero, las Congregaciones y los Conservadores se unen, de acuerdo a un objetivo político que era superar la tendencia liberal en favor del Patronato y las leyes laicas. En realidad, las Congregaciones extranjeras por su dependencia de la Santa Sede ayudan a estrechar los vínculos del catolicismo chileno con el Romano Pontífice. En este período llegan al país 19 nuevas Congregaciones extranjeras, a las cuales debemos añadir dos fundaciones chilenas.

2.- Catálogo del período 1832 - 1878

Sagrados Corazones de Jesús y María 1834

Franciscanos Italianos. 1837.

Hermanas de los Sagrados Corazones. 1838.

Retorno de los PP. Jesuitas. 1843.

Hermanos Menores. Capuchinos.- 1848

Hermanas de la Providencia. 1853.

Hermanas del Sagrado Corazón. 1853.

Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul. 1854.

Congregación de la Misión. Lazaristas o Vicentinos. 1854.

Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús. 1854

Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor. 1855.

Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas. 1859.

+ Congregación de la Purísima Concepción de María. 1859.
+ Hermanas Hospitalarias de San José. 1866.

Compañía de María. 1868.

Misioneros del Inmaculado Corazón de María. Claretianos. 1870.

Hermanas de la Inmaculada Concepción. 1874

Hermanas Contemplativas del Buen Pastor. 1876.

Congregación del Santísimo Redentor. Redentoristas. 1876.

Hermanos de las Escuelas Cristianas. 1877.

Orden de la Visitación de Santa María.

Misioneros de la Iglesia ultramontana. (1878 – 1902)

1.- Contexto histórico.-

La historia de la Iglesia en Chile, en su relación de la Iglesia y el Estado había quedado fuertemente marcada por la confrontación que se entabló, entre los años 1878 y 1887, en que se suscitó una fuerte lucha entre la tendencia regalista y la ultramontana, la cual surgió a causa del nombramiento del nuevo Arzobispo de Santiago.

Es en este clima de fuerte tensión, agravada por la lucha del clero contra las leyes laicas y la defensa del derecho del Papa en el nombramiento de los obispos, todo lo cual se dio en un contexto de enfrentamiento político, que surge en la Iglesia chilena la identificación del clero con el Partido Conservador, el cual pasó a ser el partido único de los católicos. En este contexto es preciso señalar que la mayoría de las nuevas Congregaciones traídas al país lo fueron con el apoyo económico del grupo católico conservador.

En el país, en este período, se instalan dieciocho nuevas Congregaciones, de las cuales seis son fundaciones chilenas y 12 extranjeras. Existe dentro del contexto histórico de la sociedad una preferencia a favor de las Congregaciones dedicadas a la educación, ya que en la mentalidad del “progreso conservador” se entendía que la educación cristiana era un medio de transformación de la sociedad. En especial este aporte se orienta a promocionar escuelas técnicas en los sectores populares, en general colegios de enseñanza básica y secundaria y la Universidad Católica. Es en este período, que surge con gran fuerza, en Chile, el catolicismo social, el cual importa desde Europa los modelos de una serie de Cofradías y organizaciones religiosas que promueven la beneficencia a favor de los obreros y marginados. En consecuencia, el clero unido al Partido Conservador se constituyen en promotores de un movimiento asistencialista, que es reforzado por la Encíclica Rerum Novarum, como un modo de oponerse al socialismo ateo. El grupo católico conservador pone sus recursos económicos a disposición de las iniciativas de caridad, la mayoría de las cuales eran actividades de las cuales las Congregaciones extranjeras habían sido sus portadoras.

La Iglesia adquiere una gran fuerza social, como consecuencia de la promoción de esta nueva pastoral en las Parroquias, y especialmente como fruto de la formación que se da en los colegios de Congregaciones, donde se fomenta el espíritu de asociación y el apostolado social. A su vez, las nuevas Congregaciones constituyen, como beneficiarios de su pastoral misionera, a los inquilinos de los fundos, donde se revitalizan las clásicas Misiones anuales. Surge, en la sociedad católica, un fuerte apoyo a las misiones entre los mapuches y en Tierra del Fuego.

Conjuntamente con un gran aporte a la arquitectura religiosa, las Congregaciones femeninas y masculinas robustecen la religiosidad popular y aportan un devocionalismo importado que aflora en los “Oratorios familiares” y en devociones, tales como el Sagrado Corazón y los santos propios de cada comunidad religiosa.

Los misioneros (as) describen en sus cartas, enviadas a sus superiores de la Casa Central en su país de origen, la terrible realidad de miseria, enfermedades y pestes existentes en conventillos y ranchos de los barrios marginales del país. No cuestionan la estructura socio política de una sociedad injusta, sino que buscan paliar los casos puntuales mediante una caridad asistencialista, que obtiene sus recursos despertando la compasión de sus bienhechores a nivel nacional y de su país de origen.

2.- Catálogo del Período 1878 – 1902

Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. 1878

Hermanitas de los pobres.1885.

Sacramentinas Perpetuas Adoradoras del Santísimo Sacramento. 1885.

Salesianos de Don Bosco. 1887.

+ Hermanas Preciosa Sangre 1887.

Misioneros Pasionistas. 1887.

Hijas de María Auxiliadora.1888.

Padres Carmelitas Descalzos. 1889.

+ Hermanas Terceras Franciscanas Misioneras de la Inmaculada Concepción. 1889.

Agustinos de la Asunción. Asuncionistas.1890.

Carmelitas Descalzas del Santísimo Sacramento. 1892

Hermanas de San José de Cluny. 1895.

+ Hijas de San José. Protectoras de la Infancia. 1895.

Capuchinos de Baviera. 1896.

+ Carmelitas de Santa Teresa.1897.
+ Monasterio Carmelitas Descalzas de Santa Teresa. 1895
+ Hermanas de la Misericordia. 1900.

Misioneros del Verbo Divino. 1900.

APOSTOLES DEL CATOLICISMO SOCIAL (1902 – 1931)

1.- Contexto histórico.-

En los inicios del siglo XX se produce, en el catolicismo chileno, la confluencia de una serie de procesos que favorecen el despertar de una conciencia social frente al problema de pobreza y de injusticia social que sufren grandes sectores del pueblo. Desde luego, a nivel nacional, tenemos una serie de huelgas que denuncian en forma violenta esta situación, algunas de las cuales, como la de la Escuela Santa María, en Iquique, culminan con una masacre de obreros. La crisis del salitre generó una gran cesantía y una inestabilidad política que desafía el orden social tradicional.

A nivel de Iglesia, las orientaciones de los Pontífices León XIII y Pio X, y los ejemplos de los grupos católicos de Europa comprometidos con la Doctrina social de la Iglesia, incentivan en Chile una serie de iniciativas que configuran la Acción social católica. Uno de los promotores de este compromiso social con los pobres será el Arzobispo de Santiago, Mons. Juan Ignacio González, con un influyente grupo del clero diocesano. Ese movimiento será fuertemente respaldado por las Congregaciones extranjeras, tanto las que anteriormente habían llegado al país, como por las 34 nuevas Congregaciones que llegarán en este período, a las que se suman las 8 que son fundaciones chilenas.

Una de las características que definen el perfil de estas Congregaciones es su gran adhesión a la Santa Sede y, en consecuencia, al delegado del Papa. Precisamente, en estos años, a partir de 1903, el Gobierno de Chile establece relaciones diplomáticas con Roma. La Nunciatura tendrá un gran respaldo en las Órdenes y Congregaciones, lo que se evidenció en la problemática vivida por el Internuncio Mons. Enrique Sibilia,

Varias Congregaciones incentivan la devoción al Santísimo Sacramento, no sólo por medio de la adoración perpetua, sino por un culto de gran contenido espiritual a la Eucaristía. Tan importante es este influjo que, a partir de 1904, tendremos como una práctica pública del catolicismo la celebración de los Congresos Eucarísticos, que conjuntamente con las procesiones, desarrollan en las diócesis una pastoral masiva que en los años siguientes irá en aumento.

Coincidiendo con las diversas iniciativas promovidas por el Catolicismo social, aflora el aporte que se ha ido gestando en los Colegios de religiosos (as) en que un contingente de jóvenes y señoritas asumen su responsabilidad social y promueven iniciativas sociales, tales como los Patronatos y los talleres de capacitación en el mundo obrero juvenil. La metodología pastoral de los Círculos de Estudio es uno de los instrumentos pedagógicos más sabios que ha tenido la Iglesia en Chile. Dicho método de formación fue respaldado y sostenido por representantes de varias de las comunidades religiosas, que desde luego constataban que eran los mismos métodos existentes en sus países de origen,

El proceso de formación de los laicos hacia la Acción Social Católica fue asumiendo una actitud de plena identidad con los principios sociales que propiciaba el magisterio de la Iglesia. A su vez, los católicos comprometidos con la Doctrina social de la Iglesia se sentían con la responsabilidad de ser actores sociales y en consecuencia, asumiendo una actitud apologética, enfrentan a sus enemigos: los socialistas y ateos. En este aspecto las parroquias, colegios y centros de los religiosos (as) entregaron una formación de compromiso con el apostolado social, a través de los Ejercicios Espirituales y reuniones formativas de las Cofradías.

Importa señalar que tanto en las misiones del campo, como en los ejercicios espirituales tenemos predicadores de las distintas Congregaciones, que, junto con una teología renovada, ayudan a constituir organizaciones católicas, que ofrecen una formación personal a los laicos, de modo de comprometerles activamente con su fe. Ciertamente uno de los instrumentos de respaldo a la evangelización lo constituyó en este período la buena prensa. Este apostolado fue promovido por varias Congregaciones, a través de boletines, publicaciones de libros e incluso nuevas imprentas, que alimentaron en las familias la lectura de temas de formación cristiana.

2.- Catálogo del período 1902 – 1931

Orden de la Santísima Trinidad.1902.

Hermanas Maestras de la Santa Cruz. 1902.

Hermanas de Nuestra Señora de la Merced. 1902

+ Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. 1903

Hermanas Franciscanas Misioneras de María.1904.

Hermanas Carmelitas Descalzas de Jesús, María y José. 1904

Hermanos Maristas. 1911

Siervas de Jesús de la Caridad. 1911.

Terceras Dominicas de Santa Catalina. 1911.

Religiosas de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora de Lourdes. 1912.

De la Santa Cruz y Pasión de Nuestro Seños Jesucristo. Religiosas Pasionistas. 1912

Padres Trinitarios. 1913.

Educacionistas de la Santa Cruz, 1913.

Religiosas Carmelitas de la Caridad de Vedruna. 1913.

Hijas de María Inmaculada para el Servicio Doméstico. 1913

Monjes de San Benito. 1915.

Compañía de Santa Teresa de Jesús. 1916.

Clérigos Regulares de la Madre de Dios. Escolapios. 1917.

Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad. 1918.

Hermanas del Niño Jesús. 1918.

Instituto Catequista Dolores Sopeña. 1918.

Religiosas Providencia de Grenoble.1919.

Oblatas Expiadoras del Santísimo Sacramento. 1919.

Hermanas Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad. 1919.

+ Misioneras Catequistas de la Sagrada Familia. 1920
+ Hermanas de Betania.1921.

Hijas de la Divina Pastora.1923.

Esclavas del Corazón de Jesús. 1923

Hijas de Santa Ana. 1924.

+ Apostolado Popular del Sagrado Corazón de Jesús.1924

Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. 1926.

+ Esclavas del Amor Misericordioso de Jesús y de María. Reparadoras Eucarísticas. 1926.

Hermanitas de los Ancianos Desamparados. 1926.

Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. 1927.

Hermanas Mercedarias del Santísimo Sacramento. 1927.

+ Esclavas Reparadoras de Jesús Eucaristía. 1928.
+ Misioneras Catequistas de Boroa. 1928

Esclavas del Corazón de Jesús.1928.

Institución Teresiana. 1928.

Religiosas Mercedarias. 1928.

+ Hermanas de Betania. 1929.

Hospitalarias del Sacratísimo Corazón de Jesús.1930.

Actores de la iglesia: cuerpo místico. (1931 – 1971)

1.- Contexto histórico.-

En Europa, el período que transcurre entre las dos guerras mundiales es de gran tensión beligerante a causa de la discusión de los límites de fronteras entre las naciones, y de inseguridad económica interna, lo cual unido a pestes, sequías y crisis económicas, se constituye en un momento que favorece una gran emigración hacia nuestro Continente. A su vez, se produce en los países católicos del viejo Continente, un gran aumento de vocaciones religiosas, lo cual se refleja en la llegada a Chile, en este período, de 87 nuevas Congregaciones religiosas. En apoyo al envío de misioneros desde los Estados Unidos a Latinoamérica, surge la iniciativa, respaldada por la Santa Sede, en orden a organizar durante la década de los años 60, el CICOP (Catholic Inter-Américan Cooperation Program). Dicho organismo, que contó con la participación de varias diócesis, proveyó con recursos económicos la venida de varias expediciones de misioneros (as) Muchos de ellos provenientes de las misiones de China y de la guerra en el extremo oriente.

En Chile, después de un proceso fecundo de fundación y organización de múltiples Cofradías, Fundaciones de beneficencia que había incentivado el Catolicismo Social, existe una convergencia de criterio pastoral, en cuanto, tanto la Jerarquía, como los grupos apostólicos, vieron la necesidad de estructurar una Pastoral laical de conjunto y siguiendo las orientaciones pontificias organizan (1931), a nivel nacional, la Acción Católica de Chile, la cual unifica todos los grupos apostólicos existentes y los orienta por los principios doctrinales de la teología del Cuerpo Místico. A su vez, en este período se funda, como parte de la Universidad Católica de Chile, la Facultad de Teología (1935), la cual significará un gran aporte a favor de la renovación de la Teología, sobre la base del estudio de los escritos de los Padres y de una visión Cristocéntrica del dogma. El aporte que las Congregaciones entregaron, a través de profesores cualificados e incluso asumiendo la Rectoría de esta Facultad, elevó su nivel hasta constituirla como un centro latinoamericano. A su vez, la Facultad significó una instancia en la cual todos los Institutos religiosos elevaron el nivel de estudios de sus postulantes.

La organización a nivel nacional de la Acción Católica se constituyó en un desafío de integración para las Congregaciones. Por cuanto, en las décadas del 30 y del 40 existía una división entre las prácticas pastorales de algunas congregaciones y la orientación diocesana oficial. Además, se daba un cierto capillismo y exhibicionismo de hábitos. Una demostración de orgullo, fundados en sus obras y su extensión mundial. Se producían disputas doctrinales y en algunos casos existía un cierto paralelismo pastoral frente a la unión de conjunto que propiciaba la Acción Católica Las expresiones de una pastoral masiva, eso sí, se integró en la pastoral de las comunidades religiosas, ya que en la mentalidad de la época, las grandes concentraciones eran consideradas como demostraciones del triunfo de Cristo Rey en la sociedad. Así mismo, las expresiones penitenciales y adoración del Santísimo Sacramento se integran en la vida comunitaria.

En cuanto a la educación se va produciendo un fenómeno de evolución social, consistente en que las Congregaciones al llegar a un barrio, se hacen cargo de un colegio, cuyo alumnado pertenecía a los sectores populares, pero luego, con el tiempo, se transita hacia los sectores de clase media. Por lo común, la educación católica de las instituciones religiosas privilegia la educación de elite.

Dentro del ambiente propio de la época, se provoca en Chile una división de los católicos en el tema político, especialmente en el surgimiento de grupos disidentes del Partido Conservador. Dicha polémica penetra y crea conflictos en las comunidades religiosas. Más aún, en algunas se hace evidente el influjo del nacionalismo fascista. En todas se manifiesta un anticomunismo a ultranza

Las agrupaciones de la Acción Católica incentivan fuertemente el apostolado de la Buena Prensa, ya existente en el país, lo cual es apoyado por varias Congregaciones. Dicho apostolado se manifiesta en diarios y boletines locales. Incluso, hay Congregaciones dedicadas explícitamente al apostolado de la imprenta, estableciendo importantes editoriales. Conjuntamente, algunas publican revistas de contenido teológico y de formación humanista A partir de la Gran Misión de Santiago, del influjo del Concilio Vaticano II y de la Asamblea de Medellín (1968), las Congregaciones se integran a una pastoral de conjunto en las diócesis y decanatos. La integración inter-religiosos y diocesana venía siendo promovida por la instancia de Conferencia desde 1954, lo cual ahora se intensifica. Además, se inicia un proceso de inserción en las poblaciones marginales.

2.- Catálogo de este período (1931 – 1971)

Carmelitas de Cristo Rey y María Medianera.1931

Hermanas Franciscanas de la Inmaculada. 1931.

Madres Desamparadas de San José de la Montaña.1933

Misioneras Siervas del Espíritu Santo. 1934.

Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia. 1935.

Hermanas Franciscanas del Divino Corazón de Jesús 1936.

Hermanas Marianas. 1936.

Hijas del Corazón de María.1937.

Religiosos Siervos de María.1937.

Orden Benedictina de Solesmes.1938.

Religiosas Ursulinas. 1938.

Hermanas Siervas del Inmaculado Corazón de María. Villa María. 1940.

Pequeña Obra de la Divina Providencia. 1942.

Padres de la Santa Cruz (Holy Cross) 1943.

Padres de Maryknoll 1943

Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad. 1943.

+ Hermanas Franciscanas Cooperadoras Parroquiales. 1944.

Hermanos del Sagrado Corazón. 1945

Misioneros de la Preciosa Sangre. 1947

Josefinos de Murialdo. 1947.

Pía Sociedad de San Pablo.1947.

Hermanas Franciscanas de la Enseñanza. 1947.

Orden de la Madre de Dios. 1947.

Siervos de la Caridad. Obra de Don Guanella. 1948

Hijas de San Pablo. 1948

Misioneros Oblatos de María Inmaculada. 1948.

Clérigos Regulares de San Pablo. Barnabitas. 1948.

Religiosas de Santa Marta. 1948.

Hermanos Marianistas.1949.

Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús. 1949.

Hermanas de Maryknoll. 1950

Misioneras de la Caridad. 1950.

Carmelitas Misioneras. 1950.

Hermanitos de Jesús. 1951.

Hermanas Franciscanas Misioneras del Sagrado Corazón. 1951.

Hijas de la Divina Providencia. 1951.

Hermanas Dominicas de la Anunciata. 1952.

Sociedad de Padres de San Columbano.1952.

Hermanas de la Inmaculada Concepción de Génova. 1952

Fraternidad de las Hermanitas de Jesús. 1952.

Hermanos de la Inmaculada Concepción. 1953.

Hermanas Murialdinas de San José. 1953..

Hijas de María. Religiosas de las Escuelas Pías. 1953.

Misioneras del Corazón de María. 1954..

Hermanas de la Inmaculada Concepción de Génova. 1954.

Hermanas Josefinas de la Santísima Trinidad. 1954.

Carmelitas Misioneras Teresianas. 1955.

Hermanitas de la Asunción. 1955

Hermanas Dominicas Misioneras del Rosario. 1955.

Hermanas Franciscanas de Gante. 1955.

Hijos de Santa María Inmaculada. 1955.

Hermanas Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor. 1955.

Instituto Hermanas de la Sagrada Familia de Urgel. 1955.

Pías Discípulas del Divino Maestro. 1955

Hermanas del Amor de Dios. 1956.

Hermanas de la Preciosa Sangre 1957

Siervas de San José. 1957

Clérigos de San Viator. 1957.

Compañía del Divino Maestro. 1958.

Santos Ángeles Custodios. 1958.

Monasterio Santa Clara de Pucón de Clarisas Capuchinas. 1959.

Hermanas Carmelitas Teresas de San José. 1960.

Hermanas Penitentes Recolectinas de la Inmaculada Concepción. 1960.

Hermanas Misioneras y Adoratrices de la Sagrada Familia.1960.

Religiosas Franciscanas Misioneras de la Inmaculada. 1960.

Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia. Trapense. Ocso. 1960.

Pequeñas Hijas de los SS.CC. de Jesús y María.1961

Hijas del Espíritu Santo. 1962.

Misioneros Escalabrinianos, 1962.

Hermanas Salesas Misioneras de la Inmaculada Concepción. 1963.

Religiosas Filipenses Misioneras de la Enseñanza. 1964.

Misioneras de Jesús, María y José. 1964.

Nuestra Señora del Buen Consejo. 1964

Hermanas de la Misericordia.1965.

Hermanas de Santa Ana.1965.

Norbertinos. Orden Premostratenses.1966

Hermanas Dominicas Misioneras de Fichermont.1966.

Misioneras de Nuestra Señora del Pilar. 1966.

Hermanas Dominicas Misioneras de Namur. 1967.

Compañía del Santo Niño Jesús. 1967.

Hermanas de la Doctrina Cristiana. 1967.

Hermanas de la Sagrada Familia de Spoleto. 1967

Religiosas Ursulinas (Belgas) 1967.

Hermanas Hijas de Jesús. 1968.

Hermanas Dominicas de la Presentación. 1969.

Esclavas de María Inmaculada. 1969.

Misioneras de Cristo Jesús. 1970.

Religiosas Misioneras de Santo Domingo. 1970.

En la opción Iglesia Pueblo de Dios. (1971 - 2010)

1.- Contexto histórico.

La historia de Chile, a partir de 1971, está marcada por ese triple contexto socio político que fue el gobierno de la Unidad Popular, la Dictadura Militar y el retorno a la Democracia. La vida religiosa, al igual que la Iglesia, enfrenta las contingencias que caracterizan estas tres épocas; vale decir, la demanda por un cambio social radical, luego asumir la defensa de los Derechos humanos y finalmente, el sumergirse en una sociedad de mercado, inspirada en el modelo neo-liberal.

Existe, al mismo tiempo, a lo largo de este período, un profundo y significativo proceso de renovación de la espiritualidad en la vida religiosa, la cual se centra en la experiencia de la búsqueda de Dios y en la superación del formalismo de reglamentos y prácticas rituales. El gran instrumento de renovación de las Congregaciones, que valoriza el carisma fundacional, fueron los Capítulos Generales. Ellos se fueron celebrando, cada cierto tiempo, por las familias religiosas e incentivaron un cambio orientado por las siguientes tendencias: La integración de la comunidad en la pastoral de conjunto de la diócesis, como experiencia de una Iglesia que es asumida como el gran sacramento de Cristo.

Las Órdenes y Congregaciones se plantearon como una exigencia de renovación el abrirse al diálogo con el mundo, lo cual exigió a cada comunidad asumir las raíces de la cultura local, cultivar una mayor sensibilidad frente a las injusticias sociales del medio donde estaban radicadas, y comprometerse con la promoción humana, entendida como solidaridad liberadora.

Las Asambleas del Episcopado latinoamericano, en Medellín, Puebla y Santo Domingo, orientaron a las Congregaciones en la “opción por los pobres”, entendida como una actitud de encarnación y solidaridad; expresada en la defensa irrestricta de la dignidad de la persona humana. En este período, en que desaparece la Acción Católica, surgen las comunidades cristianas de base, con las cuales, algunas comunidades religiosas cultivan una cierta identificación y profesan un compromiso de sencillez evangélica.

A decir verdad, tanto a nivel de parroquias como de Institutos religiosos, se produce una fuerte crisis y una división en la orientación pastoral, en cuanto a identificarse con la corriente conservadora o al contrario con la progresista. Al país llegan 31 congregaciones y en el país se fundan 3. Tanto a nivel mundial, como nacional se produce una gran disminución de vocaciones religiosas y sacerdotales.

2.- Catálogo de este período. (1971- 2010)

Operarias del Divino Maestro. 1971

Monasterio Piedra Blanca. 1971.

Hermanas de la Caridad de Nevers. 1972.

Hijas de Santa María de la Providencia. 1973.

Hermanas Misioneras de San Columbanos. 1974.

+ Hermanas de Cristo. 1976.

Hermanas Compasionistas. Siervas de María. 1977.

Instituto Religioso. Hermanas. Misioneras de Jesús.1977.

+ Fraternidad Contemplativa. Nuestra Señora de la Paz. 1977.

Hijas del BuenSamaritano.1978.

Hospitalarias del Sagrado Corazón.1978.

Hermanas. Nuestra Señora de la Consolación. 1978

Hijas de María Inmaculada (Marianistas) 1979.

+ Hermanas Contemplativas del Cenáculo. 1979.

Padres Estigmatinos. 1980

Hermanas de Jesús Buen Pastor. (Pastorcitas). 1980.

Hermanas Misioneras de Acción Parroquial. 1980.

Hermanas Misioneras del Santísimo Redentor. 1980.

Legionarios de Cristo. 1981

Monjas Trapenses.1981.

Hermanas de Santa Mariana de Jesús. 1981.

Hermanas de la Presentación. 1982.

Religiosas Misioneras Oblatas de la Asunción. 1982.

Hermanos Menesianos. 1983.

Hermanas de la Caridad de Jesús y María. 1983.

Monjas Benedictinas. 1983.

Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús. 1984.

Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia. 1984.

Monjes Trapenses. 1986.

Hermanas Mercedarias de la Caridad. 1986.

Monjas Dominicas Orden Predicadores. 1986.

Hermanas de San José de Corondelet. 1987.

Hermanas Misioneras Catequistas del Sagrado Corazón. 1990.

Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento.2000

Conclusión:

La Iglesia en Chile ha contado, a lo largo de su historia, con el aporte de 218 Órdenes y Congregaciones, las cuales han asumido labores pastorales, tales como: las misiones entre nuestros pueblos aborígenes, la educación humanista y técnica de gran parte de nuestra juventud, obras asistenciales entre enfermos, ancianos e inválidos, la catequesis parroquial. En fin, es acertado afirmar que el rostro de la Iglesia chilena tiene rasgos de esos misioneros que, desde diversas partes del mundo, se insertaron en nuestra realidad con un gran aporte cultural y un valioso testimonio evangélico.

Ciertamente cada una de las Congregaciones respondía a un carisma, propio de su fundador (a) y del lugar de donde eran originarios. Sin embargo, es posible realizar un estudio de gran interés, en torno a ese proceso dialéctico que han vivido, en nuestra realidad, cada una de las comunidades de religiosos (as), entre la misión propia y las exigencias que les planteaba la evangelización de nuestro país. Al investigar en su correspondencia es posible descubrir ese caminar realizado en el proceso de encarnación del propio carisma, frente a las exigencias de los pueblos donde realizaban su misión, esto es, el proceso de enriquecimiento entre el carisma fundacional y las Semillas del Verbo, que descubren en las familias y comunidades de nuestra patria.

En fin, a lo largo de nuestra historia, aflora, en estas Órdenes y Congregaciones, el surgir de las propias vocaciones chilenas, hasta producirse una nacionalización de sus integrantes. Ciertamente es de gran importancia la identificación que sus comunidades han experimentado con los valores culturales de nuestro pueblo, con sus luchas por la defensa de los derechos humanos de los marginados, en fin, por una evangelización liberadora que anime el camino hacia una Iglesia Pueblo de Dios.

Bibliografía

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Jiménez Berguecio, Julio. “Algunos aspectos peculiares de los religiosos en Chile independiente.” En Anuario de Historia de la Iglesia en Chile. Santiago. Vol. 3, 1985, 123 ss

FERNANDO ALIAGA ROJAS