INDEPENDENCIA E HISPANIDAD EN ARGENTINA
Fray Francisco de Paula CastaÃÂÃÂÃÂñeda y la justificaciÃÂÃÂÃÂón de la Independencia
Al leer algunos autores como Castro Barros y Funes, parecerÃÂÃÂÃÂÃÂa que la pasiÃÂÃÂÃÂón por la independencia obnubilaba el juicio sobre EspaÃÂÃÂÃÂña. Por momentos producen la impresiÃÂÃÂÃÂón de haber recibido el involuntario influjo del iluminismo antiespaÃÂÃÂÃÂñol creador de la cÃÂÃÂÃÂélebre "leyenda negra" sobre la Madre Patria. Por eso sorprende un autor como el famoso fray Francisco de Paula CastaÃÂÃÂÃÂñeda (1776-1832) que fue capaz de fundar, sÃÂÃÂÃÂólidamente, las razones esenciales de la Independencia y a la vez demostrar la necesaria continuidad vital con el viejo tronco espaÃÂÃÂÃÂñol.
Fue profesor de filosofÃÂÃÂÃÂÃÂa de la Universidad de CÃÂÃÂÃÂórdoba hasta la secularizaciÃÂÃÂÃÂón de la Casa (1807) y pese a su fogosa actividad posterior que le dieron fama de exaltado, los dos escritos suyos en los cuales encontramos sus ideas sobre la emancipaciÃÂÃÂÃÂón y sobre lo que debÃÂÃÂÃÂÃÂa ser el paÃÂÃÂÃÂÃÂs, son de los trabajos mÃÂÃÂÃÂás serenos y reflexivos que tengo analizados. Por lo pronto, CastaÃÂÃÂÃÂñeda no sÃÂÃÂÃÂólo no encuentra contradicciÃÂÃÂÃÂón entre la absoluta independencia y la fidelidad que estos pueblos habÃÂÃÂÃÂÃÂan jurado al monarca espaÃÂÃÂÃÂñol, sino una interna necesidad.
El derecho a la Independencia lo poseemos tanto si Fernando VII lo quiere reconocer y proteger, como si lo rechaza y desconoce; esta es una evidencia ÃÂâÃÂÃÂÃÂÃÂde derecho natural- que ha sido cada vez mÃÂÃÂÃÂás clara ÃÂâÃÂÃÂÃÂÃÂdesde que (AmÃÂÃÂÃÂérica) reasumiÃÂÃÂÃÂó sus derechos".[1]CastaÃÂÃÂÃÂñeda distingue dos modos posibles, de libertad que se ofrecÃÂÃÂÃÂÃÂan al paso: la libertad absoluta o total independencia y la libertad respectiva. La primera se pretendÃÂÃÂÃÂÃÂa en caso que Fernando jamÃÂÃÂÃÂás saliera de su cautiverio o si, liberado, se negase a nuestra justa demanda; la segunda, es la que hubiÃÂÃÂÃÂéramos tenido "bajo la direcciÃÂÃÂÃÂón del mismo Fernando" si ÃÂÃÂÃÂéste hubiese aceptado que "bajo sus auspicios, nosotros mismos nos gobernÃÂÃÂÃÂásemos."[2]
Luego, el 25 de mayo de 1810 es prueba de "heroica fidelidad a Fernando VII"; pero es tambiÃÂÃÂÃÂén, "el origen y causa de nuestra absoluta independencia polÃÂÃÂÃÂÃÂtica". La fidelidad es mutua y si Fernando no reconoce este derecho a la independencia entregÃÂÃÂÃÂándonos a sus "mandones" deberÃÂÃÂÃÂá ser reconocido como incapaz de reinar sobre nosotros. AdemÃÂÃÂÃÂás, del texto se deduce que serÃÂÃÂÃÂÃÂa el Rey quien violarÃÂÃÂÃÂÃÂa la fidelidad juramentada; por eso, "si el monarca destruye y no edifica en el momento la patria nos absuelve de todo vÃÂÃÂÃÂÃÂnculo... de todo juramento".[3]
Por lo tanto, la restituciÃÂÃÂÃÂón de Fernando al trono espaÃÂÃÂÃÂñol no oscurece sino que realza el valor del pronunciamiento de mayo. AmÃÂÃÂÃÂérica, olvidada de sÃÂÃÂÃÂàmisma y de pasados agravios, ha sido leal y fiel y el gesto de mayo es heroico en su esencia, heroico en sus circunstancias (que provocaban la total independencia), en la intenciÃÂÃÂÃÂón (probar que los americanos son emancipados), en su ejecuciÃÂÃÂÃÂón y cumplimiento, pese a las calumnias, dice CastaÃÂÃÂÃÂñeda, de nuestros Virreyes.
Pero si Fernando "no quiere unirse con sus americanos", entonces "se ha dado a sÃÂÃÂÃÂàmismo la sentencia".[4]Y toca a nosotros, con las armas en la mano, decirle "que la AmÃÂÃÂÃÂérica nunca pudo, ni debiÃÂÃÂÃÂó ser colonia de Castilla". CastaÃÂÃÂÃÂñeda, cuando se refiere a EspaÃÂÃÂÃÂña, la llama nuestra madre EspaÃÂÃÂÃÂña la que, sin embargo, al reasumir AmÃÂÃÂÃÂérica sus derechos, se comporta injustamente. La lucha por la libertad, entonces, no suprime sino que vivifica la continuidad con la Madre Patria.
Pero CastaÃÂÃÂÃÂñeda, como ha dicho en el citado sermÃÂÃÂÃÂón, habla tambiÃÂÃÂÃÂén en nombre de la "libertad evangÃÂÃÂÃÂélica"; es decir, en cuanto cristiana: A la luz de la RevelaciÃÂÃÂÃÂón se esclarece el sentido del patriotismo puesto que Cristo es la norma y el ejemplar del patriota verdadero.[5]ÃÂÃÂÃÂÃÂl es el ejemplar tanto en el "estatuto provisorio" de la Ley Antigua como en la "sabia constituciÃÂÃÂÃÂón" del Evangelio que debe ser la base de todo gobierno. De esto se sigue que la irreligiÃÂÃÂÃÂón es impolÃÂÃÂÃÂÃÂtica,[6]pues lo primero que hay que buscar es el Reino de Dios para que todo lo demÃÂÃÂÃÂás se dÃÂÃÂÃÂé por aÃÂÃÂÃÂñadidura.
Nuestro patriotismo debe parecerse al del Modelo para que nos transforme tambiÃÂÃÂÃÂén en "conquistadores del gÃÂÃÂÃÂénero humano". La mejor prueba histÃÂÃÂÃÂórica de que la irreligiÃÂÃÂÃÂón es impolÃÂÃÂÃÂÃÂtica la ha dado Francia y los filÃÂÃÂÃÂósofos "charlatanes", es decir, los incrÃÂÃÂÃÂédulos e iluministas cuya filosofÃÂÃÂÃÂÃÂa es. "terrena", "carnal" y conduce al "desprecio de toda tradiciÃÂÃÂÃÂón" y al "olvido del Evangelio".[7]
CastaÃÂÃÂÃÂñeda, que criticÃÂÃÂÃÂó a Juan CrisÃÂÃÂÃÂóstomo Lafinur precisamente por el mismo motivo, apunta al inmanentismo mundano que hacÃÂÃÂÃÂÃÂa todos los esfuerzos "para que nada se debiese a Dios" sino sÃÂÃÂÃÂólo a los hombres. Y ya sabemos que esto condujo a los franceses a la humillaciÃÂÃÂÃÂón bajo el despotismo de NapoleÃÂÃÂÃÂón. Por consiguiente, "toda la polÃÂÃÂÃÂÃÂtica de un pueblo consiste en la religiÃÂÃÂÃÂón que profesa, si la religiÃÂÃÂÃÂón es verdadera"; y como la religiÃÂÃÂÃÂón verdadera se funda en la caridad, basta seguirla para lograr la mejor polÃÂÃÂÃÂÃÂtica. Una polÃÂÃÂÃÂÃÂtica en las antÃÂÃÂÃÂÃÂpodas de Voltaire y de Rousseau quienes, si quieren que les sigamos, "muÃÂÃÂÃÂéstrennos primero (exclama CastaÃÂÃÂÃÂñeda) cuÃÂÃÂÃÂáles y cuÃÂÃÂÃÂántos han sido los pueblos que fueron felices siguiendo sus mÃÂÃÂÃÂáximas"; mientras tanto, dÃÂÃÂÃÂéjennos vivir segÃÂÃÂÃÂún las normas del Evangelio.[8]
CastaÃÂÃÂÃÂñeda es audaz cuando afirma que el Reino de Dios "es la polÃÂÃÂÃÂÃÂtica en su origen" en cuanto es fuente de los deberes de todas las sociedades; en cuanto estÃÂÃÂÃÂá "dentro de nosotros es el ejemplar, y la norma" que debemos seguir y por eso, resulta claro que la religiÃÂÃÂÃÂón "es la ÃÂÃÂÃÂúnica base del estado" en cuanto supone la reconciliaciÃÂÃÂÃÂón del hombre con Dios, consigo y con el prÃÂÃÂÃÂójimo Siempre anti-naturalista y por lo tanto, anti-roussoniano, CastaÃÂÃÂÃÂñeda sostiene que nuestra naturaleza, vulnerada por el pecado, ha hecho necesario el gobierno y para que se subordine a la razÃÂÃÂÃÂón "es preciso acudirle a cada paso con un cultivo incesante y continuado" en orden a la justicia que perdimos. Por eso el Maestro nos ha hablado "de un cierto gobierno que habÃÂÃÂÃÂÃÂamos perdido";[9]semejante gobierno -ahora lo sabemos- "estÃÂÃÂÃÂá dentro de nosotros" y para contar con ÃÂÃÂÃÂél es necesario entrar dentro de nosotros mismos.
Cristo es, pues, el polÃÂÃÂÃÂÃÂtico divino. Nuestros antepasados han formado su carÃÂÃÂÃÂácter precisamente en esta Fuente y esto es lo "que en todas circunstancias debe distinguir a los Americanos de los indÃÂÃÂÃÂÃÂgenas silvestres, cuyas tribus errantes no son mÃÂÃÂÃÂás que unas majadas de sÃÂÃÂÃÂátiros ", ante este estado de los indÃÂÃÂÃÂÃÂgenas (que recuerda la tesis de Muriel sobre el oscurecimiento del derecho natural en los indios) fue precisamente la aplicaciÃÂÃÂÃÂón del Evangelio lo que permitiÃÂÃÂÃÂó a los antiguos soberanos "la quieta y pacÃÂÃÂÃÂÃÂfica posesiÃÂÃÂÃÂón de nuestro inmenso territorio sin la menor guarniciÃÂÃÂÃÂón y sin fuerza alguna coactiva".[10]Como ve el lector, exactamente la tesis contraria a Castro Barros... y a fray BartolomÃÂÃÂÃÂé de Las Casas. Una vez mÃÂÃÂÃÂás debemos reconocer que es la religiÃÂÃÂÃÂón el apoyo y sostÃÂÃÂÃÂén de los estados. De ahÃÂÃÂÃÂàque CastaÃÂÃÂÃÂñeda, frente a EspaÃÂÃÂÃÂña y a su acciÃÂÃÂÃÂón misionera tenga una doctrina clara, coherente y cristiana. Ante todo "procuremos imitar lo bueno de nuestros mismos enemigos, para ser mejores que ellos"; y agrega: "lo mÃÂÃÂÃÂás que podrÃÂÃÂÃÂá deducirse es que no nos emancipemos con deshonor como rebeldes forajidos, y ladrones, sino con el honor correspondiente a los que hemos sido hijos y vasallos de la corona".[11]
Al insistir CastaÃÂÃÂÃÂñeda en la natural justicia de la independencia absoluta, escribe estas nobles palabras: "Motivos hay muy justos para separarnos, sobran razones para la emancipaciÃÂÃÂÃÂón; la ley natural, el Derecho de Gentes, la polÃÂÃÂÃÂÃÂtica, y las circunstancias todas nos favorecen ÃÂÃÂÃÂÿquÃÂÃÂÃÂé necesidad hay pues de negar lo bueno y loable de nuestros tiranos, mÃÂÃÂÃÂáxime cuando el bien que hicieron puede servirnos de regla, y documento para proceder con acierto, y seguridad en nuestras arduas empresas?"[12]Si la religiÃÂÃÂÃÂón hubiese sido instrumento de nuestros tiranos es menester mejorarla. AmÃÂÃÂÃÂérica debe emanciparse para ser "emporio de la virtud", "centro de la religiÃÂÃÂÃÂón" y de las virtudes, como la hidalguÃÂÃÂÃÂÃÂa, la nobleza, la generosidad y las diversas virtudes cÃÂÃÂÃÂÃÂvicas. Todo lo cual conduce a CastaÃÂÃÂÃÂñeda a afirmar que la piedad con Dios es el carÃÂÃÂÃÂácter del americano; conservÃÂÃÂÃÂándola, todo lo demÃÂÃÂÃÂás, como la libertad e independencia, se nos darÃÂÃÂÃÂá por aÃÂÃÂÃÂñadidura.
De ahÃÂÃÂÃÂàque no puede haber verdadera libertad polÃÂÃÂÃÂÃÂtica sin piedad religiosa. El Jefe del Estado, por consiguiente, debe ser antorcha de su Fe cristiana y poseedor de muchas virtudes (creyente, sumiso, rendido a la voz de Dios, religioso, prÃÂÃÂÃÂóvido filantrÃÂÃÂÃÂópico, devoto, humilde, sencillo, misericordioso, desinteresado, celoso, prudente, amante del culto divino, santo ejemplar, defensor de la fe).[13]47. CastaÃÂÃÂÃÂñeda quiere que el gobernante sea santo; es decir, quiere la mÃÂÃÂÃÂáxima perfecciÃÂÃÂÃÂón cristiana en la cima del poder.
Pero ÃÂÃÂÃÂél sabe que el hombre es, al mismo tiempo, pecador y quizÃÂÃÂÃÂá por eso, deja escapar al final una queja: "vosotros no podÃÂÃÂÃÂéis ignorar que desde Beresford van ya cumplidos doce aÃÂÃÂÃÂños que nuestra patria no hace mÃÂÃÂÃÂás que derramar sangre".[14]Ha llegado pues el momento de imitar de veras al polÃÂÃÂÃÂÃÂtico divino.
jrm0PC http://www.FyLitCl7Pf7kjQdDUOLQOuaxTXbj5iNG.com
I'm sorry, I'm not interested
- ↑ SermÃÂÃÂÃÂón patriÃÂÃÂÃÂótico pronunciado en. la Catedral de Buenos Aires el 25 de mayo de 1815 por fray Francisco de P. CastaÃÂÃÂÃÂñeda, en Museo HistÃÂÃÂÃÂórico Nacional, El clero argentino de 1810 a 1830, vol. 1, p. 143ÃÂÃÂÃÂ÷160, el texto citado, en p. 145.
- ↑ Op, cit., p. 146-7.
- ↑ Op, cit., p. 148.
- ↑ Op. cit., p. 156.
- ↑ La mejor revoluciÃÂÃÂÃÂón insinuada en los Sagrados Libros para instrucciÃÂÃÂÃÂón de los polÃÂÃÂÃÂÃÂticos inexpertos. OraciÃÂÃÂÃÂón encomiÃÂÃÂÃÂástico gratulatoria pronunciada el dÃÂÃÂÃÂÃÂa 29 de noviembre de 1818 en la Catedral de Buenos Ayres con motivo de haberse recibido de hermano mayor de la CongregaciÃÂÃÂÃÂón nacional del alumbrado el Excmo. Sr. Director D. Juan MartÃÂÃÂÃÂÃÂn de PueyrredÃÂÃÂÃÂón ÃÂÃÂÃÂá nombre suyo, y de sus sucesores. Dixola Fr. Francisco CastaÃÂÃÂÃÂñeda individuo de la sociedad filantrÃÂÃÂÃÂópica de Buenos-Ayres y la hace publicar el Dr. Pedro Ignacio de Castro. 1819. Imprenta dela Independencia. Reproducido en Mons. ZenÃÂÃÂÃÂón Bustos, Op. cit., p. 238ÃÂÃÂÃÂ÷259, que es el texto que cito; para el pÃÂÃÂÃÂárrafo citado, p. 238.
- ↑ Op cit., p. 241.
- ↑ Op cit., p. 242.
- ↑ Op. cit., p. 245.
- ↑ Op. cit., p. 246.
- ↑ Op. Cit-, p. 248ÃÂÃÂÃÂ÷249.
- ↑ Op. cit., p. 251.
- ↑ Op . cit., p. 251
- ↑ Op . cit., p. 254ÃÂÃÂÃÂ÷ 255.
- ↑ ZenÃÂÃÂÃÂón Bustos, GÃÂÃÂÃÂénesis de la idea de la emancipaciÃÂÃÂÃÂón, p. 143ÃÂÃÂÃÂ÷4.