LADRÓN DE GUEVARA Y CALDERÓN, Diego
(Cifuentes, 1641; México, 1718) Obispo y Virrey
Nació Don Diego en Cifuentes, España, en donde fue bautizado el 6 de junio de 1641. Era hijo de Rodrigo de Guevara y de Bernarda Calderón. Habiendo realizado sus primeros años de estudio en Cifuentes pasó a Alcalá de Henares para graduarse de bachiller y licenciado en Sigüenza. Se le dio la canonjía doctoral de la Catedral de Sigüenza y con esta misma prebenda fue trasladado a Granada.
El nombramiento para ocupar la sede episcopal panameña tuvo lugar el 6 de junio de 1689, mientras Ladrón de Guevara ejercía su ministerio en Granada. Se embarcó hacia Cartagena de Indias en donde fue consagrado e ingresó en su diócesis hacia agosto de 1690.
Uno de los primeros intereses que mostró el nuevo obispo al llegar a Panamá fue el que se llevara a cabo la reconstrucción de la Catedral, que a raíz del urgente traslado de la ciudad al nuevo emplazamiento, había sido construida muy rápido y con materiales no resistentes. De hecho se encontraban en muy mal estado e inclusive algunos años atrás, su predecesor, don Lucas, había pensado en reconstruirla reuniendo algunos materiales para que fuese de cal y canto, sin conseguir emprender las obras.
Don Diego se dedicó a recaudar fondos personalmente, solicitando ayuda también a los mercaderes y tratantes de la Armada provenientes del Perú, logrando iniciar los trabajos aunque con muchas dificultades, pues los recursos con que contaba no dejaban de ser muy limitados.
Al igual que don Lucas, don Diego mostró gran preocupación por el estado en que se encontraba el monasterio de La Concepción. El obispo destituyó a la abadesa doña María de Quiñones, por las faltas graves que consideraba se estaban cometiendo y nombró a María de La Encarnación como sucesora. Impuso la vida de claustro que por diversos motivos no se observaban, hizo abandonar el monasterio a las seglares que en él vivían no siendo monjas, y redujo el número de criadas por ser excesivo.
Una vez tratados los problemas relativos a la reconstrucción de la Catedral y a la reforma del monasterio de La Concepción, el obispo Ladrón de Guevara se dedicó a hacer la visita de su diócesis durante dos años, desde 1691 hasta 1693, al cabo de la cual pudo presentar un interesante informe sobre el estado en que se encontraba la diócesis panameña.
Así pues, hacia finales del siglo XVII, la nueva ciudad de Panamá contaba con una parroquia que dependía del cabildo, y con la cuasi-parroquia de Santa Ana que se ocupaba de atender el arrabal; ambas estaban atendidas por dos tenientes de cura. Además existían los conventos de Santo Domingo, San Francisco, San Agustín, Nuestra Señora de La Merced, la Compañía de Jesús y el Hospital de San Juan de Dios. También se había logrado crear definitivamente el Oratorio de San Felipe, que contaba con seis sacerdotes, y el Monasterio de la Concepción que contaba con 41 monjas. El cabildo catedralicio estaba formado por cinco dignidades, dos canonjías, dos capellanes de coro, un maestro de capilla y un maestro de ceremonias.
En cuanto a la ciudad de Portobelo, la misma contaba con un curato atendido por dos clérigos, un convento de La Merced y el hospital de San Juan de Dios. Natá de Los Caballeros contaba con un curato atendido por un sacerdote y un teniente y el hospital de San Juan de Dios atendido por uno religioso. La Villa de Los Santos, que contaba con más de cinco mil habitantes, estaba atendida por dos clérigos al igual que Santiago de Veraguas. Las demás poblaciones habitadas principalmente por indígenas, mestizos y mulatos se encontraban atendidas por un solo cura.
Preconizado obispo de Huamanga (hoy Ayacucho) el 2 de noviembre de 1698, se dio el pase a las bulas correspondientes al año siguiente y tomó posesión de su nueva sede el 7 de julio de 1700. En su labor en esta diócesis destaca la restauración de la Universidad de San Cristóbal, la construcción de un puente e impulsar la terminación del convento e iglesia de Santa Teresa. Pero pronto hubo de trasladarse al obispado de Quito (1705), que se hallaba vacante. En este nuevo destino destacó como promotor de la cultura y como organizador de los tribunales de justicia, además de promover obras de defensa ante la piratería inglesa que asolaba las costas.
Al fallecer el Virrey del Perú, don Manuel Oms de Senmenat, el obispo Ladrón de Guevara fue designado Virrey “interino”, cargo que desempeñó de 1710 a 1716, periodo en el cual ordenó la reconstrucción de la Catedral de Lima. Debido a malentendidos por los gastos de obra pública, en 1716 fue sometido a “juicio de residencia”; una auditoría demostró la bondad de su desempeño, pero él, ya con 75 años de edad, quiso regresar a España yendo primero a México. No pudo continuar su viaje pues falleció en la Capital de la Nueva España el 9 de septiembre de 1718. Sus restos fueron depositados en la Catedral de México.
Bibliografía
- VARGAS UGARTE Rubén, Historia de la Iglesia en el Perú III, Lima 1953
HÉCTOR QUIRÓS