ARBELÁEZ GÓMEZ, Juan Vicente
(San Vicente de Ferrer, 1822 – Bogotá, 1884) Arzobispo.
Primogénito de Fermín Arbeláez y María Braulia Gómez, nació en San Vicente de Ferrer, Antioquia, el 8 de abril de 1822. Estudió en su juventud en su pueblo natal hasta que fue abierto el Colegio San José en Marinilla, donde ingresó como uno de los primeros alumnos a cursar los estudios medios, y más tarde se trasladó a Bogotá para ingresar al Seminario de esa ciudad, alternando sus estudios eclesiásticos con los de derecho en la Universidad Central. Fue ordenado sacerdote el 6 de diciembre de 1845 de manos de Mons. Manuel José Mosquera, al tiempo que recibía el título de abogado. En 1846 fue trasladado a Antioquia, esta vez al municipio de Abejorral del que fue nombrado párroco por dos años hasta ser designado rector del Colegio San José de Marinilla, labor que alternó con la titularidad de la parroquia de esa ciudad. Participó en la vida política de su departamento y del país, fue así como resultó elegido para la Asamblea de Antioquia y dos veces Senador de la República. En su viaje a Bogotá en 1858 conoció al delegado papal en Colombia, Mons. Miescislao Ledochowski, quien lo recomendó ante la Santa Sede para que fuera promovido a la tarea episcopal, siendo designado así Obispo de Santa Marta en 1859, sede vacante desde 1855.
Fue consagrado obispo en Bogotá por Mons. Antonio Herrán y Zaldúa en 1860. Durante el régimen liberal que gobernó a Colombia a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, Mons. Arbeláez protestó enérgicamente contra el Gran General Tomás Cipriano de Mosquera, quien lo condenó al destierro en la isla de San Andrés, lugar en el que permaneció hasta ser rescatado en 1862 por una goleta enviada por las damas cartageneras y que lo llevó a la ciudad de Colón en Panamá[1]. En Colón conoció al sacerdote chileno Víctor Eizaguirre, quien lo invitó a acompañarlo en su viaje a Roma donde conoció en persona a S.S. Pío IX, quien también enfrentaba a los liberales italianos que pretendían la unificación de la península y la abolición de los Estados Pontificios. Permaneció en Roma hasta 1865, cuando gracias a las garantías ofrecidas por el gobierno del presidente Manuel Murillo Toro pudo regresar a Colombia, esta vez nombrado como obispo coadjutor de BogotḠentró al país por el puerto de Cartagena y permaneció en Antioquia un tiempo con su familia antes de llegar a Bogotá, donde fue nombrado Vicario General del Arzobispado con la especial tarea de reabrir el Seminario de la ciudad que había sido clausurado.
En 1866 el Gral. Mosquera retornó al poder y desterró a Mons. Arbeláez por segunda vez, pero cuando llegaba a Santa Marta cayó enfermo de fiebre amarilla; en esa ciudad debió permanecer mientras se recuperaba bajo los cuidados del médico francés Alejandro Próspero Reverland, quien asistió al libertador Simón Bolívar durante su deceso. Una vez recuperado se cumplió la orden de destierro y se retiró a Francia, una vez en París conoció al joven Bernardo Herrera Restrepo, quien más tarde fue Arzobispo de Bogotá, que se hallaba estudiando en el seminario de San Suplicio. En París fue recibido por el embajador colombiano Manuel María Mosquera, hermano gemelo de Mons. Manuel José Mosquera y hermano el presidente que le había desterrado, Tomas Cipriano Mosquera.
Siguió a Roma y regresó a Colombia en 1867, cuando el presidente Santos Acosta le ofreció garantías necesarias para volver al país; una vez que falleció Mons. Herrán y Zaldúa, Arzobispo de Bogotá, automáticamente se convirtió en Arzobispo de la capital pues ya ostentaba el título de obispo coadjutor con derecho a sucesión. Mons. Arbeláez sufrió una dura campaña de desprestigio por parte de los dirigentes liberales que interceptaban sus comunicaciones con la Santa Sede para que nunca llegaran sus cartas, al tiempo que lo bombardeaban con cartas acusadoras y requerimientos al arzobispo que tampoco llegaban a sus manos. A la muerte de S.S. Pío IX perdió totalmente la confianza de la que gozaba en Roma, donde se rumoraba que estaba demente y que era dominado por los clérigos libertinos. Una de las señales de esa discordancia fue la creación de la diócesis de Tunja a sus espaldas y el envío de un delegado apostólico para que investigara su conducta.
Falleció a causa de una enfermedad coronaria que padecía de tiempo atrás, en el año 17 de su episcopado en Bogotá, el 29 de junio de 1884. Fue sepultado en el Cementerio Central y después trasladado a la Iglesia de Lourdes que él había construido; años después se llevó su cuerpo a la Catedral Primada de Colombia, donde permanecen hoy bajo una placa con el siguiente epitafio: “Aquí se guarda el corazón del Arzobispo Vicente Arbeláez, de santa memoria, que por más de diez y seis años y en tiempos muy difíciles gobernó la Iglesia bogotana; varón de exquisita virtud, en la prudencia sobre todo, y en la mansedumbre admirable”.[2]
Notas
BIBLIOGRAFÍA
Zuluaga Gil, Ricardo. “El Arzobispo Vicente Arbeláez Gómez”, en Centro de Historia Municipio de San Vicente Ferrer. Consultado el 19/11/2014, disponible en: http://historiasferrerinas.blogspot.mx/2014/04/el-arzobispo-vicente-arbelaez-gomez.html (DHIAL)
Zuluaga Gil, Ricardo. Un gran Prelado. Editorial Zuluaga, Medellín, 1984. (DHIAL)
RICARDO ZULUAGA GIL