PANAMÁ. Fundación de Santa María la Antigua del Darien
Prólogo.[1]
La ciudad de Santa María la Antigua fue fundada con el nombre de «La Guardia» por el Bachiller Martín Fernández de Enciso en compañía de Balboa y sus hombres, sobre el poblado principal del cacique Cémaco, a fines de octubre o principios de noviembre de 1510. Unos meses más tarde recibió el nombre de Santa María La Antigua Del Darién como cumplimiento del voto hecho a la Virgen.
El poblado de Cémaco, o Santa María la Antigua estaba situado en el fondo del Golfo de Urabá o Golfo Dulce, a una legua y media (a media legua según otros) de la playa situada en lo que más tarde se llamaría Bahía de la Gloria, es decir la Playa Tanela. Un río pasaba al lado de la población, el río Tanela o Tarena (corrupción de Tarién o Darién) y varias quebradas o caños denominados de Las Lajas atravesaban incluso la población, caños que eran tributarios del río Tanela, el cual desembocaba en un estuario en la mencionada playa.
El río era escaso, difícil de navegar y en algunas partes tan estrecho que sólo una canoa podía remontarlo y con mucho trabajo, motivo por el cual no era utilizado más que para el transporte lento de materiales y no de personas que preferían seguir una trocha cercana al cauce del río que ascendía por abruptas elevaciones. Al parecer había dos rutas, una corta, de cuatro millas y una larga, de ocho millas para llegar desde la playa a la Ciudad de Santa María.
El clima era húmedo y el terreno pantanoso, lo cual causaba molestias e inconvenientes a los españoles, siendo causa de enfermedades y muertes.[2]A la llegada de los españoles con Enciso y Balboa, el poblado indígena sobre el cual se construyó la ciudad estaba compuesto por bohíos, construyéndose poco a poco viviendas adaptadas para alojar a los nuevos pobladores, que se agregaron a las existentes.
Balboa se ganó la confianza de sus compatriotas y de los indígenas y fue proclamado jefe de la colonia debido a su benignidad y buena disposición, El Padre Las Casas lo describe de “buen entendimiento, mañoso, de muy linda disposición, hermoso gesto y presencia”. Enciso no pudo hacer válido su título de teniente de Ojeda, perdido en el naufragio. Tuvo que partir para Santo Domingo y La Española, y luego para España donde acusaría a Balboa ante el Rey.[3]
La colonia fue declarada ciudad, con escudo de armas por el rey Fernando el 20 de julio de 1515. El escudo de armas es colorado, y dentro hay un castillo dorado y sobre él la figura del sol y debajo del castillo un tigre a la mano derecha y un lagarto (caimán) a la izquierda, que están enlazados el uno contra el otro alrededor, de esta manera siguiente, y por divisa, la imagen de Nuestra Señora de la Antigua.
Hubo en la ciudad cabildo, alcalde mayor, casa de contratación, catedral y capítulo metropolitano, convento de franciscanos, un hospital, cementerio, carnicería, pescadería y panadería y una construcción llamada el Toldo o el Placel que servía de almacén o de aduana, además de los bohíos y viviendas de los españoles.
Los indios se acercaban al poblado llevándoles maíz y otros alimentos e intercambiando productos e informaciones sobre la región. Poco a poco fue Balboa explorando la región y relacionándose con los principales caciques: Careta, Ponca, Comagre, cuyo hijo mayor Panquiaco le habló sobre las riquezas de la región y sobre un mar desconocido.
Varios viajes exploratorios confirmaron en Balboa el deseo de llevar a cabo una empresa descubridora del desconocido mar. Para ello necesitaba hombres y medios, y con el objeto de solicitarlos al Almirante Colón envió a Juan de Quicedo o Caicedo y a Rodrigo de Colmenar en un bergantín, con oro y joyas que enviaban a la Corona de Castilla.
Anteriormente había sido enviado Pedro de Valdivia a las autoridades de Santo Domingo a solicitar provisiones y a ponerlas al corriente del estado en que se encontraba la región, y de la conveniencia de conservar este asiento, como punto de partida para iniciar la conquista y poblamiento de las regiones vecinas. En este segundo viaje a Santo Domingo, Valdivia había partido con despachos a las autoridades, quince mil pesos de oro correspondientes al quinto del Rey y la relación de Panquiaco para que enviaran los mil hombres que se requerirían para llevar a cabo la empresa descubridora del Mar del Sur. Mas se perdió la carabela y lo que en ella iba cerca del cabo Cruz en las Antillas, siendo esta la primera gran pérdida de oro de Tierra Firme.
Surgen querellas en la colonia entre los conquistadores. En medio de ellas, llegó el capitán Cristóbal Serrano con dos navíos, ciento cincuenta hombres y alimentos y provisiones designando a Balboa Capitán General de aquella tierra. También traía noticias de que las acusaciones de Enciso contra Balboa ante el Rey, y el Consejo de Indias había dado como resultado una rigurosa sentencia en su contra. Todo esto hizo que Balboa, temiendo que llegaran malas noticias de un momento a otro, organizara la expedición con los hombres experimentados en las luchas en el Darién mas los recién llegados con Cristóbal Serrano.[4]
Balboa Descubre El Mar Del Sur
De Santa María salió Balboa el primero de septiembre de 1513 acompañado de 190 españoles y más de 600 indígenas darienitas, embarcado en una canoa bergantín y diez piraguas en búsqueda del Mar del Sur. En la expedición le acompañaban tres sacerdotes: los padres Andrés de Vera, Pedro Sánchez y Juan Pérez de Salduendo. Atravesando la espesa selva darienita, el martes 25 de septiembre divisó el inmenso océano que llamaría Mar del Sur desde la cumbre de un cerro.
Hincando las rodillas dio gracias al Todopoderoso y a su Madre Nuestra Señora por el favor inmenso de haberle permitido descubrir aquella mar de la cual tomó posesión en nombre de los Reyes Católicos. Mandó enseguida que todos hicieran lo mismo e implantó una cruz en la cumbre del cerro, en la cual hizo que se inscribiesen los nombres de sus compañeros. El Padre Andrés de Vera, acompañante, entonó un solemne «Te Deum» de Acción de Gracias.[5]
De vuelta a Santa María la Antigua despachó a Pedro Arbolancha con la feliz noticia del descubrimiento, lo que causó gran alegría en España. El Rey Fernando le otorgó el título de Adelantado del Mar del Sur y Gobernador de Panamá y Coiba, mas no pudo concederle la solicitud de la gobernación de Castilla del Oro por haber sido nombrado Pedrarias Dávila, quien se encontraba en camino hacia la misma.[6]
Creación De La Diócesis De Santa María La Antigua
Mientras ocurrían estos acontecimientos, en el Viejo Continente se estaba gestando la creación de la primera Diócesis de Tierra Firme. La Bula del Papa León X «Pastoralis officii debitum» del 9 de septiembre de 1513 erige la diócesis de Nuestra Señora de la Antigua en la villa de Nuestra Señora de la Antigua y da a su capilla la categoría de catedral con la misma advocación.
Pedrarias Gobernador De Castilla Del Oro
Con cédula firmada en Valladolid el 27 de julio de 1513, el rey Fernando nombra a Pedrarias Dávila gobernador y capitán general de Castilla del Oro, nombre debido a las fabulosas riquezas encontradas en esa tierra cuyos límites se extendían desde la mitad del Golfo de Urabá o del Darién hasta el Cabo de Gracias a Dios.
El gobernador Pedrarias partió de San Lucar de Barrameda el 11 de abril de 1514 con treinta y cuatro naves que en su mayoría ostentaban en sus proas títulos de misterios o advocaciones marianas, ondeando entre ellas la bandera de Santa María la Antigua; más de 2000 hombres lo acompañaban y cuanto era necesario para la instalación en la colonia. Con él viajó su esposa Doña Isabel de Bobadilla, el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo y el Primer Obispo de Tierra Firme, el franciscano Fray Juan de Quevedo, el Licenciado Gaspar de Espinosa como Alcalde Mayor, el Bachiller Martin Fernández de Enciso y otras personas que serían importantes figuras, como el descubridor del Mississipi Hernando de Soto, el cronista Bernal Diaz del Castillo, Diego de Almagro y el clérigo Hernando de Luque.
La zona encomendada a Pedrarias comprendía la gobernación de Urabá o provincia de Darién, donde se hallaban Santa María la Antigua y Nombre de Dios. Las facultades concedidas al nuevo gobernador eran amplias: fundar pueblos sin limitación, repartir tierras y solares entre los vecinos según normas declaradas en el documento regio, hacer ordenanzas para que los vecinos de la gobernación y pueblos “vivan como buenos cristianos e en toda paz e sosiego e mucha policía, e se aparten de las malas costumbres e vicios que comúnmente tienen las otras gentes donde esto no se hace”; reglamentar la explotación de las minas y administrar justicia.[7]
Organización Civil De La Colonia
Se creó enseguida una organización civil, con cargos de tesorero, contador, factor y veedor, asignados a Alonso de la Fuente, Diego Márquez, Juan Tavira y Juan Quincedo o Caicedo, quien fue sustituido por el futuro cronista de Indias Gonzalo Fernández de Oviedo. Alcalde Mayor se nombró a Gaspar de Espinosa y Alguacil Mayor al Bachiller Enciso. Además, fueron nombrados un médico, un boticario, un cirujano, dos escuderos a las órdenes de Pedrarias, y treinta peones con el encargo de velar las fortalezas de Tierra Firme cuando se construyeran.
Fray Juan De Quevedo Primer Obispo De Tierra Firme
Fue nombrado Obispo de Santa María la Antigua del Darién, primera Sede episcopal de Tierra Firme, Fray Juan de Quevedo. Junto con los cuatro oficiales formaban un consejo, especie de órgano consultivo para el gobernador sobre todo en asuntos de mayor importancia. La cédula real de nombramiento de Pedrarias aludía también a la evangelización de las tierras conquistadas: “e para que nuestro Señor sea en las dichas tierras servido e su santo nombre conoscido y los vecinos de la dicha tierra sean convertidos a nuestra santa fe católica y doctrinados e enseñados en ella e puestos en camino de salvación e non se pierda tanto que deseamos habemos enviado a suplicar a nuestro muy Santo Padre provea de prelados que sean personas eclesiásticas e religiosas doctas, de buen ejemplo, que vayan a enseñarles e predicarles”.
El rey había escrito a su embajador en Roma, Jerónimo de Vich, solicitara al Papa la designación del arzobispo don Juan Rodriguez de Fonseca, Universal Patriarca de las iglesias que se erigieran en la región llamada Castilla del Oro, y que la iglesia principal y cabeza del patriarcado se estableciera con anuencia y consentimiento real, donde señalare el electo; presentaba el monarca para obispo de la provincia Betica Aurea de aquella zona e iglesia correspondiente a fray Juan de Quevedo, franciscano, provincial y guardián anteriormente de la provincia de Andalucía y predicador real.
Acompañaba a esta carta un memorial de fray Juan de Quevedo, pidiendo al Papa entre otras mercedes el seguir gozando las gracias y privilegios de su orden, ejercer sobre los franciscanos que residiesen en Castilla del Oro igual autoridad que los vicarios de la Orden, facultad de tener consigo dos frailes franciscanos sin menoscabo de los privilegios que gozan en las órdenes de sus respectivos prelados. (Ob. cit. P. 226)
El 9 de agosto del mismo año escribe el monarca al arzobispo de Sevilla consagre allí a fray Juan de Quevedo, puesto que aceptaba la mitra de Darién “movido con muy buen celo y deseo del servicio de Nuestro Señor y acrecentamiento de su santa fe” para procurar “la conversión y salvación de las ánimas de los indios”. (Ob cit. P. 267)
Ya señalamos que la bula de León X «Pastoralis officii debitum» erigió la diócesis de Nuestra Señora de la Antigua y la villa en ciudad, dando a su capilla la categoría de catedral con la misma advocación. Se reconoce al Rey el derecho de fijar los límites de la diócesis. El obispo cobraría los diezmos “excepto de oro y plata y otros metales, perlas y piedras preciosas”. El Papa concede a perpetuidad el Patronato a los reyes de Castilla y León.[8]Antes de la llegada del Obispo Quevedo ya existía en la colonia un convento de franciscanos y personal eclesiástico y secular.
Los primeros frailes franciscanos
Los frailes que habían acompañado a Nicuesa y Ojeda en sus expediciones se congregaron en un convento con su iglesia en la ciudad de Santa María la Antigua del Darién. En la primera época existió una humilde capilla construida por el Padre Vera, que más tarde ampliaría el obispo Quevedo, transformándola en Catedral que tomó el nombre de Santa María y fue la primera catedral construida en Tierra Firme. Algunos nombres de los franciscanos que vivieron en Santa María son: Fray Pablo Avilés, Fray Fernando de Sepúlveda, Fray Diego de Torres, Fray Francisco de San Román, Fray Alonso Descobar, Fray Andrés Valdés, Fray Juan de Escobar, Fray Sebastián de Rivadeneira y Fray Juan de Mendaño.
Se dedicaron a la evangelización de los indígenas, y a la educación de los mismos, y acompañaron a los conquistadores en sus expediciones. Una importante tarea fue la educación de los hijos de los caciques para que les enseñaran la religión y a leer y a escribir. Fray Diego de Torres, Comisario de Tierra Firme hizo petición formal al Rey el día 31 de diciembre de 1514 para que “se mande por si trujese algunos hijos de caciques o de otros principales de la tierra o oros dispuestos para ser informados de las cosas de la fee, se los manden para que se los crien y enseñen”.
El Rey accedió a esta petición con un «Fiat» como se mandó dar a los frailes de La Española. Entre los indios entregados, según la voluntad real, a los franciscanos figuran los dos hijos del cacique Careta, como lo dice Pedrarias al Rey en enero 20 de 1515; el hijo del cacique de las Perlas; el de Chimán y el del cacique Natá, entregados por Gaspar de Espinosa. Refiriéndose a los franciscanos, Pedrarias comunica al Rey, con fecha del 28 de diciembre de 1515: “que el monasterio de San Francisco está en muy buen lugar y bien hecho, y aquel Fray Diego de Torres lo hace muy bien y los religiosos también y que le parece que vuestra alteza los debe proveer de algunas limosnas y les hace merced de algunos indios pequeños de los que hubieren en las entradas. A lo cual accedió el Rey.”[9]
Actividad De La Primera Iglesia De Tierra Firme
Con el obispo Quevedo vinieron 17 clérigos y seis religiosos franciscanos que traían como superior a Fray Diego de Torres. Le correspondió al Obispo Quevedo organizarla y servir de mediador entre las autoridades y residentes de la colonia. Así describe la colonia al llegar: “El pueblo estaba muy bien aderezado; la gente alegre y contenta; tenían muy bien sembrada la tierra de maíz y de yuca, puercos hartos para comer al presente y ordenado descubrir la tierra, porque tenían mucha disposición para ello”.
Al poco tiempo de llegados comenzaron a escasear los alimentos, llegaron el hambre y las enfermedades disminuyendo alarmantemente la población, parte de la cual se fue a La Española o a otras islas. Surgieron desavenencias entre Balboa y Pedrarias creándose entre ellos un antagonismo que el obispo Quevedo trató de remediar lográndose que Pedrarias accediera a que su hija mayor Doña María, residente en España casara por poderes con Balboa. A pesar de esto, no desapareció la rivalidad entre ambos.
Las relaciones entre Pedrarias y el obispo Quevedo fueron armoniosas en un principio llegando inclusive éste a sustituir al Gobernador en el gobierno de la colonia, por enfermedad del gobernador; sin embargo, surgieron serias dificultades entre ambos por las irregularidades y abusos que se cometían en la colonia, apareciendo acusaciones contra el Obispo Quevedo, sin fundamento, que subieron hasta el rey. El 3 de mayo de 1515 zarpó hacia España la carabela Santa María de la Consolación, llevando al franciscano Diego de Torres y al historiador Gonzalo Fernández de Oviedo, quienes llevaban un memorial del obispo a Su Majestad que recogía todo lo que acontecía en la colonia.
Así describía la situación el obispo Quevedo (según Críspulo Ruiz Cajar, p. 15): “los indios, en completa rebeldía; las tierras, sin labrar; los españoles, defraudados en sus esperanzas de rápido enriquecimiento, sucumbiendo por hambre o abandonando el país; el tesoro público, en constante déficit, porque los derechos reales sobre el producto de las minas y de las contribuciones impuestas a los indios en las expediciones no alcanzaban ni con mucho a satisfacer los sueldos”. A tal punto llegaron los rozamientos existentes entre el Gobernador y el Obispo, que éste, resentido, solicitó que se le llamara a España o se le trasladase a la diócesis de Santo Domingo.
En cuanto a la labor eclesiástica, se hizo sumamente difícil por la ola de crímenes y abusos cometidos contra los indígenas por los capitanes de Pedrarias y por la escasez de personal para la evangelización. Vanos fueron los esfuerzos intentados por el Obispo Quevedo de pacificación y de conciliación entre los habitantes de la colonia. Además, hubo una notoria disminución del personal eclesiástico que en el primer momento lo acompañó pues unos perecieron y otros retornaron a la Metrópoli. También los religiosos franciscanos disminuyeron por haber regresado a España el Comisario Fray Diego de Torres, su compañero Andrés de Valdés y probablemente Fray Francisco de San Román (C. Ruiz Cajar, p. 16), Todo ello impidió que la labor evangelizadora se desarrollara como se había esperado.
A principios de 1519 viajó el Obispo Quevedo a entrevistarse con el monarca Carlos V, quien se encontraba en Molins del Rey, cerca de Barcelona, con el objeto de exponerle personalmente lo que acontecía en la colonia. Allí se encontró con el P. Bartolomé de las Casas con quien sostuvo una acalorada discusión acerca de la colonización de los indios y sobre el comportamiento y desmanes de algunos gobernadores. Tres días después de este encuentro, por indicación del Rey, se celebró la audiencia real.
Expuso el obispo Quevedo la situación del Darién y todo lo que allí acontecía. Poco después enfermó de calenturas, y desde que se sintió en peligro, no hizo sino predicar las excelencias de Nuestra Señora según que las sabía él siempre en gran elocuencia decir y sus defectos, con humildad suplicándole que no se olvidase de él. Fue muy notada y notable su muerte por este buen fin de ella, y por ser a tal tiempo, habiendo primero significado la verdad de las cosas malas de estas Indias. Murió el 24 de diciembre de 1519.
Erección De La Catedral Por El Obispo Fray Vicente Peraza
El segundo obispo de Santa María fue Fray Vicente de Peraza, natural de Sevilla, de la orden dominicana, de quien los historiadores de su orden dicen que era hijodalgo y de buena casta, hombre docto y religioso, a quien el capítulo general de su orden había nombrado doctor en teología (P. Mesa, p. 42). El 3 de diciembre del año 1520 fue firmada la bula «Apostolatus Officium» de su nombramiento oficial por el Papa Leon X. Estando en el convento dominicano de San Pablo de Burgos, le tocó la erección in scriptis de la sede episcopal de Darién con fecha 1 de diciembre de 1521.
El obispo Peraza tomó posesión de su sede por procurador, quien era don Hernando de Zelaya llegado a Santa María el 1 de julio de 1522. (23) La llegada del Obispo fue en marzo de 1524. En el libro de Mons. Pedro Mega «Compendio biográfico de los Ilmos y Exmos Monseñores Obispos y Arzobispo de Panamá» (p. 26 a 34) aparecen publicados copias de las bulas en que consta la creación en 1513 y la erección de la Diócesis de Santa María la Antigua, en 1521. Según el historiador Críspulo Ruiz, el Acta de erección de la Catedral de Santa María debió ser destruida en el siniestro ocurrido en Panamá en el año de 1571.
Las dos cédulas reales en que consta la erección de Diócesis de Santa María la Antigua, hecha por Fray Vicente Peraza, segundo Obispo de Panamá, de orden del Rey y del Soberano Pontífice Leon X dicen:
…“El Rey- Reverendo en Cristo Padre Obispo de la Iglesia Catedral de la ciudad de Panamá, de la Provincia de Tierra Firme, de mi Consejo. Por cuanto, de parte del Dean y Cabildo de esa Iglesia, me ha sido hecha relación que respecto de no estar en ella la erección, que en virtud de Bulas Apostólicas hizo el Obispo Fray Vicente de la Peraza el año de mil quinientos veinte y uno de las Dignidades, Canonicatos y Prebendas, y demás beneficios y oficios que había de haber en esa Iglesia, que entonces se intitulaba Santa María del Antigua de la Provincia de Bética la Nueva, se ofrecían de ordinario muchas dudas y dificultades, que todas cesarían teniendo en ella la dicha erección; suplicóme les mandase enviara copia de ella. Y habiéndose visto por los de mi Consejo de las Indias, se mandaron reconocer fuera para este efecto los papeles de la Secretaría del dicho mi Consejo, y entre otras Bulas y Erecciones de las Iglesias de esas provincias, que están en ella, se halla una, que, traducida del latín en Romance por Francisco Castañer, traductor de los papeles de mi Consejo, y Tribunales, es del tenor siguiente:
“Fray Vicente de Peraza, por la Gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Obispo de Nuestra Señora del Antigua. A todos y cualesquiera personas presentes y venideros, salud eterna en el Señor. Por cuanto el Serenísimo y muy poderoso Don Fernando, Católico Rey de Aragón, y de las dos Cicilias, y de inmortal memoria, y Gobernador y Administrador de los dichos Reinos por la Serenísima Reina Juana de Castilla y León, su hija, mientras vivió cuidadoso de las ofensas de Dios, y con celo de la ampliación de la fe católica, y amparo de la Religión Cristiana, después de haber ganado nuestros Reinos y Señoríos a los infieles, conquistó con el favor de Dios una notable Provincia que la llaman BETICA LA NUEVA. Y para que sus moradores, saliendo de las tinieblas, viniesen a la luz de la verdad y conociesen a Cristo su Redentor y Salvador, a pedimento del dicho Rey Católico, el Santísimo en Cristo Padre y Señor LEON por la Divina Providencia Papa Décimo, para alabanza y gloria de Dios Omnipotente, y honra de la Virgen bienaventurada su Madre, y regocijo de toda la corte celestial, dio título de ciudad a la dicha villa o pago de Santa María del Antigua, en la dicha Provincia, en la cual había entonces una capilla de la misma invocación de Nuestra Señora del Antigua, para un Obispo el cual procurase ampliar sus edificios, de la dicha capilla, y ponerla en forma de Iglesia Catedral; y exigiere e instituyere en las dichas iglesias, Ciudad y Diócesis, Dignidades, Canonicatos y Prebendas y demás beneficios eclesiásticos con cura y sin ella, sembrase otras cosas espirituales, como mejor conociese que convenía para el aumento del divino culto y salvación de las almas de los dichos moradores; con Sede y otras jurisdicciones episcopales, privilegios, inmunidades y gracias de que las demás Iglesias Catedrales, y sus Prelados en España, usan y gozan y pudieren usar y gozar de cualesquiera manera de derecho, o por costumbre. Y concedió y señaló a la dicha Iglesia por ciudad, la villa de pago hecha ciudad por dicho Serenísimo Señor Nuestro, y la parte de la dicha Provincia que escogiere el dicho Católico Rey D. Fernando, puestos limites, y sus moradores por clero y pueblo, según que más largamente se contiene en las Letras que en razón de esto concedió la dicha Santidad de LEON DECIMO. Y con consentimiento del dicho Rey Católico nombró por Obispo y Pastor de la dicha Iglesia del Antigua, al Reverendo en Cristo Padre Juan de Quevedo, de buena memoria, el cual, por haber sucedido su muerte, después de algún tiempo no pudo poner n ejecución la Erección de dichas Dignidades, Canongías y Prebendas y los demás beneficios y las demás cosas que se le habían comentido en las Letras susodichas. Y ahora el Invectísimo Carlos, Rey de los Romanos y de Castilla y León, electo Emperador, deseando poner en ejecución sus santos intentos, y los del dicho Rey Don Fernando, después de haber recibido la corona de los dichos reinos, habiendo conquistado con no menos valor mucha parte de la dicha Provincia con mucho gasto, y sujeto a su poder, nos hizo presentar las dichas Letras de Erección de la dicha Santidad de LEON DECIMO, con su Bula de plomo, pendiente con cordones de seda amarilla y colorada, según estilo de la Corte Romana, sanas y enteras, no viciadas ni chanceladas, ni en parte alguna sospechosas antes bien sin género de sospechas, las cuales recibimos con la debida reverencia y son del tenor siguiente”:
He ahí la BULA del Papa.
“LEON, OBISPO, Siervo de los siervos de Dios, para perpetua memoria. Para cumplir con cuidado la obligación del oficio de Pastor en que nos ha puesto Dios, miramos cuidadosamente todas las provincias del mundo, y donde vemos ser necesario erección de iglesia, y otros píos lugares para el culto divino y salvación de las almas, ponemos allí con mucho gusto todo nuestro cuidado, honrando las dichas provincias y lugares con dignos títulos. Conformándonos con la devoción de los Reyes y Príncipes, a cuyo señorío temporal están sujetas; y como vemos ser útil las calidades de los moradores, y para la honra de Dios, y como el Serenísimo en Cristo Hijo Fernando, Nuestro Ilustre Rey de Aragón y de las dos Cicilias, con celo del servicio de Dios, como quien tiene el cuidado del amparo de la Religión Cristiana, y ampliación de la fe católica, no deja nunca de conquistar y sujetar a su poder, ya en Africa y en Asia, remotos y escondidos lugares cuyos moradores, ciegos de la divina luz, sirvieron mucho a Satanás y a sus miembros, quitándolos del yugo de los paganos e infieles, debajo de cuyo poder estaban, y reduciéndolos a Dios, cuya es la tierra y su plenitud y todos lo que en ella viven. Y habiendo el dicho Rey Don Fernando ganado a los infieles muchos reinos y señoríos, y ahora nuevamente con el favor de Dios conquistado una notable provincia que llamamos de Betica la Nueva, tierra a lo que se cree que está en las Indias, para que sus moradores que son bien capaces de razón, dejando las tinieblas vengan a la luz de la verdad, y conozcan a Cristo su Redentor y Salvador, es necesario primeramente sembrar plantas, y hacer cercas donde se recojan las ovejas que fueron erradas; y recogidas hallen amparo. Y habiendo este negocio tratado con los venerables hermanos nuestros Cardenales de la Santa Iglesia Romana con su consejo, suplicándolo el dicho Rey Don Fernando, que también es General Gobernador y Administrador de los Reinos de Castilla y León, a los cuales está anexa la dicha provincia por la carísima su hija, Reina de dichos Reinos, que ésta desea mucho, en alabanza de Dios Omnipotente y honor de la Bienaventurada y gloriosísima Virgen María su Madre, y regocijo de toda la Corte celestial, por autoridad Apostólica, y por el tenor de las presentes, honramos e ilustramos con título de ciudad a la dicha Villa o pago de Nuestra Señora del Antigua, en dicha Provincia en la cual también está constituída una capilla de la misma invocación, y residen algunos cristianos. Y perpetuamente la erigimos e instituimos en ciudad. Y la dicha capilla de la misma invocación, en Iglesia Catedral, con invocación de Nuestra Señora del Antigua, para un Obispo que predique la palabra de Dios en la dicha Iglesia, y en su ciudad y Diócesis, y convierte a los moradores e infieles a la fe católica, y después de convertirlos los instruya en la dicha fe, y les de la gracia del Bautismo y administre los sacramentos a los dichos convertidos, y demás fieles que residieren en las dichas ciudades y Diócesis; y haga y procure ampliar los edificios de la dicha capilla, y ponerla en forma de Iglesia catedral. Y erija en ella, y en la dicha ciudad y Diócesis, Dignidades, canonicatos, prebendas y otros beneficios eclesiásticos, con cura y sin ella, y haga otras cosas espirituales como pareciere convenir para el aumento del culto divino y salvación de las almas de los dichos moradores. Y conceder otras insignias y jurisdicciones …”
Fundación de la Ciudad De Panamá
Después de la ejecución de Balboa en Acla ocurrida en enero de 1519, Pedrarias se traslada a la costa del Mar del Sur, donde toma posesión del mismo el 27 de enero queriendo borrar lo hecho por Balboa. Meses después, el 15 de agosto, funda la ciudad de Panamá, a la que da el nombre de Nuestra Señora de la Asunción de Panamá, llamada así por la festividad litúrgica celebrada ese día. Carlos V, por cédulas reales de septiembre de 1521 le dio título de ciudad con su blasón correspondiente, y el gobierno de Darién se trasladó a la nueva ciudad.
Traslado De La Sede Episcopal
Al poco tiempo el gobernador Pedrarias regresó a Santa María con el objeto de convencer al nuevo obispo de la conveniencia de trasladarse a Panamá, lo cual hizo, muriendo a los pocos días en Panamá. El cronista Fernández de Oviedo describe el hecho en el Libro XXIX cap. XXIII de su «Historia de Indias»:
“Llegado el gobernador a la ciudad del Darién, después que se hubo visto con el nuevo obispo, dijole mucho mal de aquella ciudad e loóle mucho a Panamá; e así lo sacó de allí y en público y secreto procuró con los vecinos que se fuese a Panamá e Acla, diciendo que allí estaban perdidos… E volvióse a Panamá él y el obispo. Después, a dos o tres meses adelante, se despobló el Darién por el mes de septiembre del año mil e quinientos e veinte y cuatro”
“Sin embargo –según el cronista Herrera- todavía se conservaba en La Antigua la Catedral y el rey no se avenía en que se mudase, pareciéndole que habiendo sido aquella primera fundación y asiento de los castellanos en aquella Tierra Firme era bien que se sustentase; por lo cual mandó que las porciones de clérigos fuesen aumentadas, para que en atención a su antigüedad fuese aquella iglesia oficiada y servida con más decoro…” (P. Mesa, p. 43).
La Sede Episcopal de Santa María la Antigua del Darién tuvo una duración de diez años, contando el tiempo desde la llegada del Obispo Quevedo hasta la salida del segundo obispo, promediando el año 1524 (Dr. Crispulo Ruiz, p. 27). Se desconoce la fecha exacta de la traslación de la Catedral de Santa María a Panamá, pero se sabe que ésta ocurrió durante el Episcopado de Fray Vicente Peraza entre los años 1520 y 1524.
Juan Requejo Salcedo, autor de la «Relación sobre la Provincia de Panamá», dice: “Poco después de poblada la ciudad de Panamá, que fundó Pedrarias Dávila contra la voluntad de los vecinos de Santa María la Antigua del Darién, en 1519, se pasó la iglesia catedral a esta dicha ciudad”.
No sabemos que existan documentos que nos ilustren sobre este hecho, y se deduce que el traslado de la Catedral de Santa María a Panamá debió verificarse a voluntad del Obispo Peraza, y en consecuencia, en el término comprendido en los meses de marzo a octubre de 1524. Se desconoce acerca de la labor desarrollada por este Prelado, quien murió poco después de llegar a Panamá.
Epilogo
En Santa María la Antigua del Darién se inicia una vida nueva para el hoy Panamá con la llegada de los conquistadores y de los primeros evangelizadores, quienes buscaban conquistar nuevas tierras para la Corona y en ocasiones para el propio enriquecimiento. El suelo panameño se convirtió en escenario de batallas, luchas fratricidas y de esfuerzos arduos por conquistar una tierra hermosa pero hostil.
De este centro parten las expediciones que explorarían el interior del país, encabezadas por Gonzalo de Badajoz, Gaspar de Espinosa, Diego de Albítez y Tello Guzmán. La más importante de todas, encabezada por Balboa lograría descubrir el Mar del Sur. Más adelante en otra llegaría hasta el Archipiélago de las Perlas y exploraría la costa del Darién hasta Puerto Piñas.
Juan de Ayora reconocería el Darién fundando poblaciones que más tarde serían destruidas por los indios, debido al mal trato de los españoles. En medio de todo esto se va sembrando la semilla evangelizadora por los frailes que acompañaron la gesta descubridora y por los propios conquistadores, que profesaban la fe cristiana. Conquistadas aquellas tierras, había que colonizarlas, pacificarlas y evangelizarlas.
Muy poco se conoce sobre la labor de estos primeros evangelizadores. No cabe duda que con ellos vino la devoción a María bajo la advocación de Santa María de la Antigua, que dio lugar a la fundación de la ciudad y luego a la primera diócesis de Tierra Firme. Es igualmente probable que esta devoción pasara a otras tierras americanas más tarde. No hay que olvidar que Panamá fue el punto central desde donde se iniciaron las expediciones que dieron origen a la conquista de Centro América y del Perú.
Después de muchos años se ha vuelto a revivir esta devoción dando su nombre a la Universidad Católica Santa María La Antigua, idea surgida del Congreso Nacional de Padres de Familia Católicos celebrado en el Colegio María Inmaculada en octubre de 1962, cristalizada cuando el Presidente Marcos A. Robles firmara el Decreto No. 33 de apertura de la nueva Universidad el 28 de abril de 1965. Mons. Tomás A. Clavel, Arzobispo de Panamá en esa época encargó al P. Benjamín Ayechu, agustino recoleto, la fundación de la Universidad Católica Santa María La Antigua.
En 1980 Mons. Marcos G. McGrath, siendo Arzobispo de Panamá, creó el 30 de noviembre la Vicaría Parroquial de Santa María La Antigua y nombró al P. Rafael del Valle, agustino, primer Vicario Parroquial, fomentando la devoción a Santa María la Antigua. En dicha parroquia se celebra el 15 de agosto, día de la Asunción de María en cuerpo y alma a los cielos, la fiesta de Santa María La Antigua, fecha que también conmemora la fundación de Panamá.
Mons. José Dimas Cedeño, Arzobispo Metropolitano, inició en 1998 la celebración de la fecha del 9 de septiembre, como conmemoración de la fecha de fundación de la diócesis de Santa María La Antigua. Proclamó como Patrona de la Arquidiócesis de Panamá a Santa María La Antigua en una solemne ceremonia que tuvo lugar en la Catedral Metropolitana el 9 de septiembre de 1999. La Santa Sede mediante un decreto de la Congregación del Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos con fecha del 20 de diciembre de 1999 confirmó y aprobó la proclamación de la Virgen María como Patrona de la Arquidiócesis de Panamá bajo la advocación de Santa María La Antigua.
El 18 de marzo del año 2000 se inició una peregrinación con la imagen de Nuestra Señora de la Antigua en el Vicariato de Darién, la que recorrió todo el país, como parte de la celebración del Gran Jubileo del año 2000. El 9 de septiembre de 2000 fue proclamada oficialmente Santa María La Antigua como la Patrona de la República de Panamá en la clausura del Congreso Eucarístico Nacional, como actividad del Gran Jubileo, durante una solemne ceremonia religiosa en el Gimnasio Roberto Durán, a la que asistieron los obispos de la Conferencia Episcopal Panameña y como invitado especial el Arzobispo de Sevilla Mons. Carlos Amigo Vallejo, autoridades nacionales y una gran cantidad de fieles de toda la República.
Anexos
Decreto que proclama oficialmente a Santa María La Antigua Patrona de la Arquidiócesis de Panamá
«Nos José Dimas Cedeño Delgado, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Arzobispo Metropolitano de la Arquidiócesis de Panamá, CONSIDERANDO: PRIMERO: Que el 9 de septiembre de 1513 el Papa León X mediante la Bula “Pastoralis Officii Debitum” creó la Diócesis de Santa María la Antigua con sede en el poblado de este mismo nombre elevando su Capilla al rango de Catedral y asignándole perpetuamente como titular a la Santísima Madre de Dios bajo esta misma advocación. SEGUNDO: Que el Emperador Carlos V en ejercicio del privilegio del Patronato autorizó al Gobernador Pedrarias Dávila para que Fray Vicente Peraza, segundo Obispo de Santa María la Antigua trasladara la sede de esa Iglesia en 1524 a la Ciudad de Panamá. TERCERO: Que por el hecho arriba mencionado la actual Arquidiócesis de Panamá es la misma creada por el Papa León X en la fecha ya señalada y por lo tanto la titular de la Catedral es Santa María la Antigua. CUARTO: Que no consta que antes de hoy alguno de los 45 Obispos que han regido esta Iglesia en sus 486 años de historia haya elegido ni aprobado el Patronato de Santa María la Antigua para esta Arquidiócesis. QUINTO: Que a tenor de la instrucción de la Sagrada Congregación para el Culto Divino del 19 de marzo de 1973 en el No. 7 “corresponde al Obispo Diocesano aprobar la elección del Patrono o Patrona de la Diócesis que le ha sido confiada”. SEXTO: Que en este final del Milenio el pueblo de Dios desea recuperar la memoria histórica y tener la titular de la Catedral de Panamá como Patrona de la Arquidiócesis por su tradicional amor a la Santa Madre de Dios que ha acompañado a esta Iglesia y al pueblo panameño desde su nacimiento. DECRETAMOS: ARTICULO UNICO: Proclamar oficialmente a la Santísima y siempre Virgen María, Madre de Dios y Madre Nuestra, Patrona de la Arquidiócesis de Panamá, bajo el título de Santa María la Antigua, primera advocación mariana llegada a estas tierras istmeñas.
Panamá, a los nueve (9) días del mes de septiembre del año del Señor, mil novecientos noventa y nueva (1999), en el 486º aniversario de la creación de la Diócesis de Santa María la Antigua. +José Dimas Cedeño D. Arzobispo de Panamá Por mandato de su Excia. Rvdma.: P. Rosendo Torres, Canciller Libro 2, Folio 99, Número 768
Decreto que proclama a Santa María La Antigua como Patrona de la República de Panamá
LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE PANAMA (C.E.P.), TENIENDO EN CUENTA:
PRIMERO: Que el 9 de septiembre de 1513, Su Santidad el Papa León X, mediante la Bula “Pastoralis Officii Debitum” (En Cumplimiento De Nuestro Deber Pastoral), creó en el poblado de SANTA MARIA LA ANTIGUA, en el Darién, la primera Diócesis en Tierra Firme, nombrándosele como primer obispo a Fray Juan de Quevedo, franciscano. SEGUNDO: Que la primitiva Capilla fue elevada ala rango de Catedral, asignándosele a perpetuidad como Titular la Santísima Madre de Dios, bajo la misma advocación de SANTA MARIA LA ANTIGUA. TERCERO: Que la Sede de Panamá, con SANTA MARIA LA ANTIGUA como Titular, es la misma Sede creada por el Papa León X en 1513. QUINTO: Que el 9 de septiembre de 1999, en el Aniversario 486 de la erección de la Primera Diócesis de Tierra Firme, recuperando la memoria histórica, fue proclamada SANTA MARIA LA ANTIGUA como PATRONA DE LA ARQUIDIOCESIS DE PANAMA, acto que fue ratificado por la Santa Sede el día 20 de diciembre del mismo año. SEXTO: Que como respuesta al amor del pueblo panameño a Nuestra Señora, y según la Instrucción de la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos de 19 de marzo de 1973, Nº 7, corresponde a la Conferencia Episcopal, proclamar este PATRONATO a nivel Nacional. DECRETA: ARTICULO ÚNICO: Proclámase oficialmente a la Santísima y siempre Virgen María, Madre de Dios y Madre Nuestra, PATRONA DE LA REPUBLICA DE PANAMA, bajo el Título de SANTA MARIA LA ANTIGUA, primera advocación mariana llegada a estas tierras istmeñas. Dado en la Sede de la Conferencia Episcopal de Panamá a los 9 (nueve) días del mes de septiembre del año 2000, Año Santo Jubilar y 487º Aniversario de la creación de la primera Diócesis en Tierra Firme.
+ Jose Dimas Cedeño Delgado +Fernando Torres Duran Arzobispo Metropolitano De Panamá Obispo De Chitre Presidente De La Conferencia Episcopal Secretario General De La “Cep”
NOTAS
- ↑ Informaciones del Dr. José María Reverte “Santa María la Antigua del Darién”
- ↑ MERCADO SOUSA Elsa, ob. Cit. p. 71-81
- ↑ En mayo 1513 llegan a la Corte Juan de Quicedo y Rodrigo de Colmenares quienes se entrevistan con el Rey, exponiendo los motivos de su presencia allí, y quienes rindieron informes desfavorables de Balboa. El Rey, deseoso de conocer la verdad sobre lo que acontecía en Tierra Firme, apeló al Tesorero Pasamonte, residente en La Española, persona de su entera confianza, quien confirmó los malos informes sobre Balboa. Deseando poner orden en Castilla de Oro e impulsar la conquista, colonización y pacificación de las nuevas tierras, decide mandar un nuevo gobernador.
- ↑ TOBON BETANCUR Julio Fr.: “La historia de Antioquia comienza en Urabá”, Rev. Lotería No. 131, p. 78-79-80.
- ↑ Balboa había informado al rey del resultado de sus exploraciones. Con Arbolancha había despachado no solamente cartas para el rey detallando cuanto tenía hecho, sino también los tesoros que había encontrado, oro y perlas finas. “En esta provincia del Darién hay descubiertas muchas y muy ricas minas, hay oro en mucha cantidad hacia el mediodía”, escribió Balboa (Historia de la Iglesia en la América Española desde el descubrimiento hasta comienzos del siglo XIX- I Tomo p. 263). En sus viajes exploratorios, había conocido y se había relacionado con los jefes indígenas que habitaban la región quienes le habían informado de la riqueza y obsequiado presentes de oro.
- ↑ LOPETEGUI Leon- ZUBILLAGA Félix, “Historia de la Iglesia en la América Española desde el descubrimiento hasta comienzos del siglo XIX”, I tomo BAC, Salamanca, 1965, p. 265-66-67)
- ↑ MORIN Alfredo, P.S.S.: “Santa María la Antigua y Panamá”, Separata de la Rev. Medellín- Vol. XII No. 47, sept. 1986 p. 413-22.
- ↑ MORIN Alfredo, P.S.S.: “Santa María la Antigua y Panamá”, Separata de la Rev. Medellín- Vol. XII No. 47, sept. 1986 p. 413-22.
- ↑ TOBON BETANCUR Julio, ob. Cit. p. 78-79-80. Véase también Dr. CRISPULO RUIZ CAJAR, “Historia de las Misiones en Panamá en el siglo XVI”, Madrid, Talleres Gráficos Jura, 1967, p. 5-9, quien dice al respecto: “En el libro de Cuenta y Razón de la Casa de Contratación de Sevilla consta que en la expedición de Nicuesa vinieron franciscanos, que indudablemente pasaron al Darién y Urabá con los capitanes Ojeda y Nicuesa. En cuanto al personal eclesiástico secular existen pruebas fehacientes de que en la colonia del Darién se encontraban tres curas y un diácono antes de la llegada de la armada de Pedrarias en junio de 1514. Se sabe que el diácono Jerónimo de Aguilar y el sacerdote Pedro Sánchez vinieron al Darién con Nicuesa. Del clérigo secular Juan Pérez de Zalduendo, sobre el que existe extensa documentación, puede decirse que llegó a las Antillas en el año de 1506 y que probablemente pasó al Darién después de fundada la villa de Santa María, de acuerdo a una Real Cédula fechada en Madrid el 24 de diciembre de 1513… Se sabe, pues que antes del arribo de la armada de Pedrarias moraban en la colonia de Santa María tres clérigos seculares y un diácono fuera del personal franciscano, y que al momento de la llegada de aquella no se encontraban en la colonia ni Jerónimo de Aguilar, ni Juan Pérez Zalduendo, entre el personal eclesiástico secular”.
En lo que respecta a los franciscanos dice:
"…Desgraciadamente, los historiadores de Indias nada nos dicen de los franciscanos que llegaron al Darién en compañía de Ojeda y Nicuesa. No obstante, en el Libro de Cuenta y Razón de la Casa de Contratación de Sevilla consta que en la expedición de Nicuesa vinieron varios religiosos franciscanos…Es probable que estos mismos religiosos pasasen a Santa María después del descalabro sufrido por las huestes de Nicuesa en las costas del Atlántico del Istmo y, de ser así, se reunirían con los otros religiosos que vinieron con Ojeda y que se encontraban en Santa María, procedentes, a su vez, de la acosada población de San Sebastián. Así es como se explica que Rodrigo de Colmenares diga en su memoria al Rey contra Balboa: “Hay hecho un monasterio de franciscanos, muy devoto, por los primeros que pasaron a la tierra antes de que fuese la armada. Son los frailes muy devotos y muy pobres. El Rey, que haya gloria, les mandaba anualmente ocho botas de harina y seis de vino, ciertos tocinos, aceite y vinagre, habas, garbanzos y algunas conservas Debe Vuestra Alteza mandar les dé limosna”. “En consecuencia según los datos alegados, tenemos que en la colonia moraban cinco religiosos y dos clérigos al momento de la llegada del Obispo en 1514: Fray Andrés Valdés, Fray Pablo de Avilés, Fray Fernando Sepúlveda y otros dos, cuyos nombres no hemos podido averiguar; dos clérigos seculares, Pedro Sánchez y Andrés de Vera, pues el diácono Jerónimo de Aguilar se encontraba entre los mejicanos y el clérigo Juan Pérez de Zalduendo en la Metrópoli…”
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MANUELITA NUÑEZ