FRANCISCANOS en el Nuevo Mundo
En el año de 1208, Francisco de Asís fundó una orden de frailes mendicantes que fue aprobada canónicamente al año siguiente por el Papa Inocencio III con el nombre de Ordo Fratum Minorum (OFM: Orden de Frailes Menores). En referencia a su fundador, San Francisco de Asís, sus miembros son comúnmente conocidos como «franciscanos». Correspondió a los franciscanos ser los primeros evangelizadores del Nuevo Mundo: fray Bernardo Boyl OFM, en calidad de representante espiritual del Papa, fray Román Pané OFM y fray Juan Infante OFM, quienes arribaron a «Las Indias» en el segundo viaje de Cristóbal Colón, en noviembre de 1493. Fueron también los franciscanos los primeros en llegar a Nueva Granada en 1509 con la expedición de Alonso de Ojeda, a Nueva España en 1522, aunque el grupo «de los doce» llegó en 1524, al Brasil en 1530 y al Perú en 1532.
Los misioneros fueron “los evangelizadores por antonomasia. Ellos estuvieron en contacto directo con el indio y fueron su defensa directa contra los abusos de muchos colonos (conquistadores, encomenderos, aventureros)….La mayor parte de los misioneros fueron religiosos. Solo en un segundo momento el campo roturado por aquellos pasó al clero secular (…) Estos misioneros procedían en su mayor parte de España (aunque encontramos miembros de otros lugares de Europa)…Además pertenecían a las llamadas «congregaciones» de observancia dentro de las antiguas Ordenes renovadas… Tanto los superiores de la Órdenes como la Corona sólo permitieron el paso a las Américas con una selección compleja y detenida. Era imprescindible que fueran hombres de vida ordenada y santa. Además sólo se permitía ir a las Américas como misioneros a quienes lo pedían explícita y voluntariamente, lo que explica la entrega con que el misionero se daba a su vocación. Además gozó siempre de una gran libertad de iniciativa, como pocas veces se vio en los siglos posteriores…”[1]
Fue el mismo Hernán Cortés quien, al dar cuenta a Carlos V de la conquista de Nueva España, en su “Primera Carta de Relación” solicitó el envío de misioneros “para que nos ayudasen a plantar más por entero nuestra santa fe católica” pues, concluida la conquista militar, las nuevas circunstancias exigían “soldados espirituales” para incorporar a los indígenas a la nueva nación que se empezaba a gestar. Mientras Carlos V tramitaba su solicitud a Roma y a las autoridades de los franciscanos para que enviaran a los misioneros solicitados, pidió a su confesor fray Juan de Tecto, a su primo fray Pedro de Gante, y a su acompañante fray Juan de Ayora, que se trasladaran a México. “La venida de «los tres» primeros: Tecto (Dekkers), Aora (Van den Auwera) y Gante, fue otra manifestación del sincero interés apostólico de Carlos V, pues a ocho meses de tomada Tenochtitlán por Cortés, salían (abril 1522) de Gante aquéllos, por invitación del Emperador, y arribaron a Veracruz el 13 de agosto de 1522. Les faltaba, sin embargo, la misión de la Santa Sede y la jurisdicción canónica. Otro grupo célebre, es el «los doce», llegados a Veracruz el 13 de mayo de 1524, con misión del Papa Adriano VI.”[2]
En este grupo de «los doce», encabezado por fray Martín de Valencia, venía fray Toribio de Benavente, a quien los indígenas llamaron desde el primer momento «Motolinia» (hombre pobre). Los franciscanos que «evangelizaron civilizando y civilizaron evangelizando», marcaron la pauta a las otras Órdenes religiosas que llegaron después de ellos: aprendieron y dominaron las lenguas nativas, redactaron catecismos pictóricos, enseñaron a leer y escribir, usaron el canto y el teatro en métodos novedosos, enseñaron oficios, establecieron escuelas y colegios para los naturales, pero sobre todo trabajaron «con» y «para» los naturales. “Los franciscanos abrieron la brecha al Apostolado en casi todas las regiones y tuvieron siempre durante los tres siglos de su actuación, incansables misioneros que en alto relieve, sobresalen en la historia de nuestras misiones. Dieron 19 obispos a las Diócesis mexicanas, algunos tan notables como Zumárraga y Ramírez de Prado. Escribieron muchas de las obras básicas de la Historia y la Lingüística Mexicanas; y tuvieron una producción literaria tan copiosa, que llevan la primacía numérica con 522 obras entre las 3,687 enumeradas por Beristáin.”[3]
Por lo que se refiere a Nueva Granada, el primer grupo de franciscanos se estableció en 1510 en la primera población española de América erigida en tierra firme: Santa María del Darién, donde levantaron un pequeño convento. En 1524 se establecieron en Panamá y en 1548 en Santa Fe de Bogotá. Al Perú llegaron los franciscanos en 1532 en las personas de fray Marcos de Niza, fray Pedro Rodeñas y los belgas fray Jacobo Ricke y fray Pedro Gosseal, que construyeron su primer convento en Quito. “Siguiendo el ejemplo de fray Marcos de Niza, entró una expedición de doce, designados como los Doce Apóstoles, a semejanza de la de Méjico, a la que siguieron otras varias. De este modo en 1553 formaban una provincia con casas en Lima, Trujillo y en los principales centros de la región.”[4]
La labor de los franciscanos en Nueva Granada y en todos los territorios de Hispanoamérica donde se instalaron, siguió las mismas pautas que en Nueva España: enseñaron a los indios nuevas técnicas de agricultura, a fabricar yugos, arados y carretas, a leer y escribir, a tocar instrumentos de cuerda y viento, y desde luego, la doctrina cristiana. Establecieron escuelas y colegios, e investigaron las culturas indígenas, como lo hizo Bernardino de Sahagún sobre la cultura azteca, Fray Luis Jerónimo de Oré redactó el «Símbolo Indiano» que, además de una descripción geográfica y étnica del Perú, incluye una gramática de la lengua quechua.
Más hacia el sur, los franciscanos llegaron al fuerte de la Asunción en 1538, que con la evangelización de los indios carios y el traslado de los españoles que habían fracasado en su primer intento de fundación de Buenos Aires, se transformó rápidamente en una ciudad. En 1547 fue erigida la Sede Episcopal de Asunción, siendo su primer obispo el franciscano fray Juan Barrios. A Chile llegaron los franciscanos “a petición de Felipe II en 1553, donde los PP. Martín de Robleda, Juan de la Torre y otros tres organizaron una residencia en Penco entre los araucanos.”[5]
También los franciscanos fueron los primeros en llegar al Brasil y fue fray Enrique de Coimbra quien celebró la primera misa el 26 de abril del año 1500. “Ya en la primera expedición de Cabral en 1500 … tocó en las tierras del Brasil, y los cinco franciscanos que lo acompañaban, bajo la dirección de Enrique de Coimbra, erigieron una cruz, por lo cual aquel lugar recibió el nombre de Bahia de Santa Cruz. Una segunda expedición de 1503 terminó con el martirio de dos franciscanos.”[6]
Sin embargo la colonización y poblamiento de Brasil no prosiguió sino treinta años después cuando Martín Alfonso de Souza fundó la ciudad y puerto de San Vicente en el año de 1530; dos franciscanos acompañaron a De Souza en esa ocasión, iniciando de inmediato su labor evangelizadora y civilizadora con los indígenas. Los jesuitas se sumaron pronto a la labor evangelizadora de los franciscanos en Brasil, pero sus primeros evangelizadores fueron los discípulos de San Francisco.
NOTAS:
BIBLIOGRAFÍA:
González Fernández Fidel. La Evangelización en Latino-América. La Formación de un Nuevo Pueblo. Revista Vertebración, N°. 15, Puebla, 1990
Bravo Ugarte José. Historia de México. Tomo II La Nueva España. JUS, 5 edición, México, 1970
LLorca B.- García Villoslada R.- Montalbán F. Historia de la Iglesia Católica. Vol. III. BAC, Madrid, Cuarta edición, 1999
JUAN LOUVIER CALDERÓN