ANAHUAC PRECORTESIANO; Agricultura, Comercio e Industria

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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En el Valle de Anáhuac tuvieron su asiento los pueblos que alcanzaron mayor desarrollo cultural de Mesoamérica antes de la llegada de los españoles: teotihuacanos, tecpanecas, texcocanos y aztecas o mexicas. Sus centros de población fueron las ciudades de Teotihuacán, Azcapotzalco, Texcoco y Tenochtitlán. Salvo Teotihuacán, misteriosamente abandonada por sus pobladores desde el siglo IX d.C, las otras tres estaban en su apogeo cuando, en 1519, arribó al Valle de Anáhuac la expedición comandada por Hernán Cortés.

Azcapotzalco y Texcoco estaban situadas en las márgenes del Lago de Texcoco; y Tenochtitlán, que era una isla artificial en el centro del mismo, unida a tierra firme por medio de tres calzadas. La «economía»[1]de los habitantes del Valle se fundamentaba en tres actividades: la agricultura, el comercio y la industria.

Agricultura

Dadas las condiciones geográficas naturales de un valle lacustre rodeado de altas montañas cuyos escurrimientos pluviales abastecen sus lagos, los agricultores contaban en abundancia con el mayor recurso necesario en el cultivo de la tierra: el agua. Fueron principalmente los «macehuales»[2]quienes se dedicaban a la agricultura. En el lago de Texcoco se practicó un sistema original producto del gran ingenio de los agricultores aztecas.

Siendo este Lago de poca profundidad, encajaban en el fondo unas estacas de madera para formar rectángulos los cuales eran rellenados con tierra, la cual así siempre tenía humedad suficiente para cultivar sin mucho esfuerzo diversas hortalizas, verduras y flores, pudiendo producir varias cosechas al año, con lo que la necesidad de alimentos para la población estaba de sobra satisfecha. Esas pequeñas «islas» artificiales eran llamadas «chinampas» (del náhuatl «chinamitl», cerco de cañas); aún en la actualidad pueden verse «chinampas» en la zona de Tláhuac y Xochimilco.

Comercio

Las actividades comerciales de los habitantes de Valle se llevaban a cabo en los «tianquiztli» o «tianguis», grandes mercados que se instalaban en las diferentes plazas siguiendo un preciso ordenamiento según fuera el producto que se intercambiaba y el origen del mismo. Siendo lugar obligado de convivencia social, en los «tianguis» se llevaban a cabo actividades de impartición de justicia mediante jueces que atendían las disputas comerciales, así como la recaudación de tributos. El comercio se realizaba mediante el sistema de trueque de mercancías, o bien con semillas de cacao que hacían las veces de moneda.


En la rígida escala social prehispanica los comerciantes tenían un lugar destacado, solo por debajo de sacerdotes y guerreros. Pero dentro de los comerciantes hubo un gremio que rivalizaba con guerreros y sacerdotes: los «pochtecas».

Era en un barrio de Tlatelolco llamado «pochtécatl» (lugar del humo), donde tenían su establecimiento aquellos comerciantes que realizaban su actividad con los pueblos tributarios de los Aztecas (cempoaltecas, mixtecos, purépechas, etc) y por tanto podían obtener mercancías que no procedían del Valle, como por ejemplo el algodón y el oro. Fue tal la importancia de los pochtecas, que éstos tenían sus propios dioses, ritos y tribunales.

Industria

a) Herramientas y armas

Tanto las herramientas como las armas se fabricaban a partir de la obsidiana, llamada también vidrio volcánico, un tipo de roca ígnea de gran dureza pero quebradiza, que al fracturarse deja bordes muy afilados con los que se elaboraban hachasy herramientas para la agricultura, pero sobre todo armas.

Lanza de madera y flechas con puntas de obsidiana fueron las principales armas que usaron los guerreros mesoamericanos; los del Valle de Anáhuac usaban también el «macuahuitl», un garrote de madera de aproxidamadamente un metro de largo que tenía incrustadas varias series de afiladas hojas de obsidiana y capaces de matar a los adversarios en los combates cuerpo a cuerpo.

Como equipos de protección los guerreros usaban un escudo de madera reforzado con pieles llamado «chimalli», el cual era adornado con plumas de ave y con grecas ricamente pintadas. También fabricaban yelmos de madera con figuras de animales (águilas y jaguares) que eran usados por determinados guerreros; los más famosos fueron los «cuauhpilli» llamados por los españoles «caballeros águila». Este tipo de yelmos se complementaba con armaduras de madera cubiertas de algodón acolchado.


b) Vestimentas

Aunque el clima en el Valle de Anáhuac es templado casi todo el año, en las madrugadas tiende a ser frío.[3]Por ello la vestimenta es necesaria, además de que proporcionaba distingo social. Por ello hiladores, tejedores y sastres eran artesanos muy bien valorados en las sociedades. “El buen hilador lo que hila va parejo, y delgado, y bien torcido, y así hilado lo compone en mazorca y lo devana (...) la buena tejedora sabe poner en telar la tela y estirarla con la medida que es una caña, que estira la tela para tejerla igual, sabe hacer también la trama de dicha tela.”[4]


La nobleza usaba prendas confeccionadas con algodón, el cual era cultivado en la zona chihimeca, al norte del Valle, pues las condiciones climatológicas del mismo no permiten el cultivo de esta planta. La vestimenta de la nobleza era complementada con artísticas grecas de varios colores, pues los artesanos teñían las fibras de algodón con tintes vegetales. El arte plumario era parte importante en el complemento de los atuendos de los nobles.

En cambio los macehuales y demás plebeyos usaban prendas toscas confeccionadas con fibras de maguey. Los varones taparrabos llamados «maxtl» que tenían una larga tira para atarse al frente, y atada al cuello una especie de capa llamada «ayate» o «tilma», que servía más como bolsa para cargar fruta o leña que como abrigo. Las mujeres usaban una falda llamada «cueitl» que ataban con una banda; en el torso usaban una blusa sin mangas llamada «huipilli». Los niños menores andaban desnudos, pero a los tres años se les ponían vestimenta blanca.


c) Minería y Orfebrería

Durante la época prehispánica la actividad minera en el Continente fue muy marginal, pues se reducía a la explotación de yacimientos superficiales de arcillas, obsidianas, arenas, cobre, piedras preciosas y oro, todo ello por medio de minas «a cielo abierto».“Antes que viniesen los españoles a esta tierra nadie se curaba (ocupaba) de la plata, ni del plomo; buscaban solamente el oro en los arroyos, porque de donde corre el agua lo sacaban con jícaras, lavando la arena, y así hallaban granos de oro, unos tan grandes como granos de maíz, otros menores, otros como de arena.”[5]

En efecto, la plata no tuvo importancia alguna en la época prehispánica porque, aunque la conocían ya que con frecuencia aparece junto con el oro, no fue apreciada ni tenía valor alguno ni utilidad, debido al total desconocimiento de la aleación de metales, y como en estado puro la plata es extremadamente susceptible a doblarse y deformarse, no les servía para nada.

La orfebrería era realizada por artesanos llamados « toltecas». “Los oficiales que labran oro son de dos maneras, unos de ellos se llaman martilladores amajadores, porque estos labran oro de martillo, majando el oro con piedras o con martillos, para hacerlo delgado como papel; otros se llaman «tlalianime», que quiere decir, que asientan el oro...(y) estos son verdaderos oficiales que por nombre se llaman «tolteca»…[6]


NOTAS

  1. La economía (del griego οίκος – casa y νέμoμαι – administración) entendida como la actividad humana que busca la consecución de los bienes necesarios a la subsistencia y perfección del ser humano, y cuya mayor o menor escasez hace necesaria una administración eficaz.
  2. Los macehuales formaban la clase social más baja del pueblo azteca, solo por encima de los esclavos; pero podían ser propietarios de su chinampa y heredarla a sus descendientes.
  3. En los amaneceres del Valle, la temperatura promedio en verano es de 13 a 15° c., y en invierno de 0 a 3°, subiendo a los 21° hacia el mediodía. La temporada de lluvias va de mayo a octubre.
  4. Bernardino de SAHAGÚN, Historia general de las cosas de Nueva España. L.X, cap. X. Ed. Porrúa, México, 7 ed. 1989, p. 556
  5. SAHAGÚN. Libro XI, Cap. IX, Ed. Porrúa, México, 1989 p.696
  6. SAHAGÚN, Libro IX, Cap. XV, 1., p. 515

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