Diferencia entre revisiones de «BETLEMITAS; orden religiosa»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Una de las manifestaciones evidentes de la vitalidad de la Iglesia Hispanoamericana ha sido la formación en estas tierras de institutos y órdenes religiosas, las cuales han venido a complementar la labor realizada por  las venidas de Europa. Tal es el caso de la Orden de los ''Betlemitas'' u ''Orden de los Hermanos de Nuestra Señora de Bethlehem'' creada en la ciudad de Guatemala en 1653 por San ''José de Betancourt''  bajo el carisma del servicio a los más necesitados. Una vez que la Orden fuera  aprobada en 1687 por el Papa Inocencio XI inició su expansión por tierras de América, fundando conventos y hospitales en Lima, Quito y Popayán.  
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Una de las manifestaciones evidentes de la vitalidad de la Iglesia Hispanoamericana ha sido la formación en estas tierras de institutos y órdenes religiosas, las cuales han venido a complementar la labor realizada por  las venidas de Europa. Tal es el caso de la Orden de los ''[[BETLEMITAS;_orden_religiosa | Betlemitas]]'' u ''Orden de los Hermanos de Nuestra Señora de Bethlehem'' creada en la ciudad de [[GUATEMALA;_Afrodescendientes | Guatemala]] en 1653 por San ''José de Betancourt''  bajo el carisma del servicio a los más necesitados. Una vez que la Orden fuera  aprobada en 1687 por el Papa Inocencio XI inició su expansión por tierras de América, fundando conventos y hospitales en Lima, Quito y Popayán.  
  
En 1674 llegaron a la ciudad de México procedentes de Guatemala los frailes Bethlemitas  Francisco del Rosario y Gabriel Rodrigo de la Cruz; éste último había renunciado al Marquesado de Talamanca y a los altos cargos que el Rey de España le había ofrecido, para dedicar su vida a atender a los menesterosos. “Se aposentaron en el hospital del Amor de Dios, y en seguida, previas ciertas condiciones, se les donó el terreno que ocupó su casa, en la esquina del callejón de Villerías  (hoy de Bethlemitas) y la calle de Tacuba (ahora de San Andrés). Tomaron posesión del lugar indicado el 17 de marzo de 1675, conforme a la escritura firmada el día 9 del mismo mes. Fabricaron la casa con el carácter de convento y hospital, y una capilla que se dedicó el 12 de febrero de 1677, bajo la advocación de San Francisco Javier (…) Respecto al Hospital, se abrió el 29 de mayo de 1675 con 19 camas, y con el tiempo le dieron mayor extensión, hasta concluirlo del todo en 1754, año en que tenía 100 varas de largo por la calle de Vergara, y 50 de fondo por la de San Andrés que todavía entonces era designada con el nombre de Tacuba. En este espacio hubo 19 accesorias que abrieron los Bethlemitas, no solo para resguardo y muralla del convento, sino con el fin de proporcionarse rentas para el sostenimiento de la institución.”<ref>González Obregón Luis. México Viejo época colonial. Ed. Alianza Editorial, México, 1991, pp. 374-375.</ref>
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En 1674 llegaron a la ciudad de México procedentes de [[GUATEMALA;_Afrodescendientes | Guatemala]] los frailes Bethlemitas  Francisco del Rosario y Gabriel Rodrigo de la Cruz; éste último había renunciado al Marquesado de Talamanca y a los altos cargos que el Rey de España le había ofrecido, para dedicar su vida a atender a los menesterosos. “Se aposentaron en el [[HOSPITAL_DEL_AMOR_DE_DIOS | hospital del Amor de Dios]], y en seguida, previas ciertas condiciones, se les donó el terreno que ocupó su casa, en la esquina del callejón de Villerías  (hoy de Bethlemitas) y la calle de Tacuba (ahora de San Andrés). Tomaron posesión del lugar indicado el 17 de marzo de 1675, conforme a la escritura firmada el día 9 del mismo mes. Fabricaron la casa con el carácter de convento y hospital, y una capilla que se dedicó el 12 de febrero de 1677, bajo la advocación de San Francisco Javier (…) Respecto al Hospital, se abrió el 29 de mayo de 1675 con 19 camas, y con el tiempo le dieron mayor extensión, hasta concluirlo del todo en 1754, año en que tenía 100 varas de largo por la calle de Vergara, y 50 de fondo por la de San Andrés que todavía entonces era designada con el nombre de Tacuba. En este espacio hubo 19 accesorias que abrieron los Bethlemitas, no solo para resguardo y muralla del convento, sino con el fin de proporcionarse rentas para el sostenimiento de la institución.”<ref>González Obregón Luis. México Viejo época colonial. Ed. Alianza Editorial, México, 1991, pp. 374-375.</ref>
  
Una segunda casa de la Orden Bethlemita en la ciudad de México fue fundada por fray Francisco de la Trinidad quien, como todos los frailes de esta Orden, se distinguía por su hábito pardo ceñido con un cinturón de cuero, por dejarse crecer la barba, pero sobre todo por su extraordinario celo con el que atendía  a “los más pobres entre los pobres”. La Orden Bethlemita extendía su acción en los hospitales a la atención y educación de los niños, por lo que casi todos sus hospitales tenían una escuela anexa. Para 1721 la Orden realizaba su labor en la Nueva España a través de  diez hospitales y otras tantas escuelas.  
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Una segunda casa de la Orden Bethlemita en la ciudad de México fue fundada por fray Francisco de la Trinidad quien, como todos los frailes de esta Orden, se distinguía por su hábito pardo ceñido con un cinturón de cuero, por dejarse crecer la barba, pero sobre todo por su extraordinario celo con el que atendía  a “los más pobres entre los pobres”. La Orden Bethlemita extendía su acción en los hospitales a la atención y educación de los niños, por lo que casi todos sus hospitales tenían una escuela anexa. Para 1721 la Orden realizaba su labor en [[NUEVA_ESPAÑA;_Virreinato_de_la | la Nueva España]] a través de  diez hospitales y otras tantas escuelas.  
  
 
En sus conventos, hospitales y escuelas reinaba  siempre un gran aseo y limpieza. “Fue tan proverbial la limpieza y aseo de los Bethlemitas, que dieron origen a una piadosa tradición, hija del candor y de la buena fe de aquellos inocentes tiempos y que nos ha conservado  Fr. José García de la Concepción, en su «Historia Bethlemítica», citada a su vez por Orozco y Berra en el «Diccionario de Historia y geografía». Dice así: «No solamente en las enfermerías sino en todo este convento de México es singular el aseo y primor, porque está adornado de muchas y exquisitas pinturas, así en las escaleras, claustros altos y bajos, y tránsitos de las celdas, todo limpísimo…»”<ref>Ibídem, pp. 372-373</ref>
 
En sus conventos, hospitales y escuelas reinaba  siempre un gran aseo y limpieza. “Fue tan proverbial la limpieza y aseo de los Bethlemitas, que dieron origen a una piadosa tradición, hija del candor y de la buena fe de aquellos inocentes tiempos y que nos ha conservado  Fr. José García de la Concepción, en su «Historia Bethlemítica», citada a su vez por Orozco y Berra en el «Diccionario de Historia y geografía». Dice así: «No solamente en las enfermerías sino en todo este convento de México es singular el aseo y primor, porque está adornado de muchas y exquisitas pinturas, así en las escaleras, claustros altos y bajos, y tránsitos de las celdas, todo limpísimo…»”<ref>Ibídem, pp. 372-373</ref>
  
Pero el vendaval regalista de los borbones que se inició en 1767 con la expulsión de la Compañía de Jesús↗, alcanzó en 1820 a la Orden de los Bethlemitas que fue suprimida en 1820 por decreto de las Cortes españolas cuando la Orden tenía en América cinco noviciados (Guatemala, México, La Habana, Quito y Cuzco) y ejercía su caritativa labor en más de treinta hospitales; en todas partes sus bienes fueron lastimosamente dilapidados. El sobrio edificio del Templo de la ciudad de México y su escuela anexa  fue convertido en Escuela Militar en 1829; después de la Guerra de Reforma↗ se entregó a la Compañía Lancasteriana y tras la Revolución fue convertido en bodega del Departamento de Pesas y Medidas. Desde 1964 alberga al Museo Histórico del Colegio Militar.
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Pero el vendaval regalista de los borbones que se inició en 1767 con la expulsión de la [[JESUITAS_(Compañia_de_Jesús) | Compañía de Jesús]]↗, alcanzó en 1820 a la Orden de los Bethlemitas que fue suprimida en 1820 por decreto de las Cortes españolas cuando la Orden tenía en América cinco noviciados ([[GUATEMALA;_Afrodescendientes | Guatemala]], México, La Habana, Quito y Cuzco) y ejercía su caritativa labor en más de treinta hospitales; en todas partes sus bienes fueron lastimosamente dilapidados. El sobrio edificio del Templo de la ciudad de México y su escuela anexa  fue convertido en Escuela Militar en 1829; después de la Guerra de Reforma↗ se entregó a la Compañía Lancasteriana y tras la Revolución fue convertido en bodega del Departamento de Pesas y Medidas. Desde 1964 alberga al Museo Histórico del Colegio Militar.
  
 
El 16 de enero de 1984 la Orden Bethlemita fue restaurada por Decreto de la Santa Sede, nombrándose en el mismo a Mons. Luis Álvarez García Superior Delegado para la restauración, teniendo su  Casa de Gobierno en la ciudad de La Laguna en la isla de Tenerife, España.
 
El 16 de enero de 1984 la Orden Bethlemita fue restaurada por Decreto de la Santa Sede, nombrándose en el mismo a Mons. Luis Álvarez García Superior Delegado para la restauración, teniendo su  Casa de Gobierno en la ciudad de La Laguna en la isla de Tenerife, España.
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* González Obregón Luis. México Viejo,  época colonial. Alianza Editorial, México, 1991
 
* González Obregón Luis. México Viejo,  época colonial. Alianza Editorial, México, 1991
* http://es.wikipedia.org/wiki/Betlemitas
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* http://es.wikipedia.org/wiki/[[BETLEMITAS;_orden_religiosa | Betlemitas]]
  
  
 
'''JUAN LOUVIER CALDERÓN'''
 
'''JUAN LOUVIER CALDERÓN'''
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Revisión del 17:54 26 may 2015

Una de las manifestaciones evidentes de la vitalidad de la Iglesia Hispanoamericana ha sido la formación en estas tierras de institutos y órdenes religiosas, las cuales han venido a complementar la labor realizada por las venidas de Europa. Tal es el caso de la Orden de los Betlemitas u Orden de los Hermanos de Nuestra Señora de Bethlehem creada en la ciudad de Guatemala en 1653 por San José de Betancourt bajo el carisma del servicio a los más necesitados. Una vez que la Orden fuera aprobada en 1687 por el Papa Inocencio XI inició su expansión por tierras de América, fundando conventos y hospitales en Lima, Quito y Popayán.

En 1674 llegaron a la ciudad de México procedentes de Guatemala los frailes Bethlemitas Francisco del Rosario y Gabriel Rodrigo de la Cruz; éste último había renunciado al Marquesado de Talamanca y a los altos cargos que el Rey de España le había ofrecido, para dedicar su vida a atender a los menesterosos. “Se aposentaron en el hospital del Amor de Dios, y en seguida, previas ciertas condiciones, se les donó el terreno que ocupó su casa, en la esquina del callejón de Villerías (hoy de Bethlemitas) y la calle de Tacuba (ahora de San Andrés). Tomaron posesión del lugar indicado el 17 de marzo de 1675, conforme a la escritura firmada el día 9 del mismo mes. Fabricaron la casa con el carácter de convento y hospital, y una capilla que se dedicó el 12 de febrero de 1677, bajo la advocación de San Francisco Javier (…) Respecto al Hospital, se abrió el 29 de mayo de 1675 con 19 camas, y con el tiempo le dieron mayor extensión, hasta concluirlo del todo en 1754, año en que tenía 100 varas de largo por la calle de Vergara, y 50 de fondo por la de San Andrés que todavía entonces era designada con el nombre de Tacuba. En este espacio hubo 19 accesorias que abrieron los Bethlemitas, no solo para resguardo y muralla del convento, sino con el fin de proporcionarse rentas para el sostenimiento de la institución.”[1]

Una segunda casa de la Orden Bethlemita en la ciudad de México fue fundada por fray Francisco de la Trinidad quien, como todos los frailes de esta Orden, se distinguía por su hábito pardo ceñido con un cinturón de cuero, por dejarse crecer la barba, pero sobre todo por su extraordinario celo con el que atendía a “los más pobres entre los pobres”. La Orden Bethlemita extendía su acción en los hospitales a la atención y educación de los niños, por lo que casi todos sus hospitales tenían una escuela anexa. Para 1721 la Orden realizaba su labor en la Nueva España a través de diez hospitales y otras tantas escuelas.

En sus conventos, hospitales y escuelas reinaba siempre un gran aseo y limpieza. “Fue tan proverbial la limpieza y aseo de los Bethlemitas, que dieron origen a una piadosa tradición, hija del candor y de la buena fe de aquellos inocentes tiempos y que nos ha conservado Fr. José García de la Concepción, en su «Historia Bethlemítica», citada a su vez por Orozco y Berra en el «Diccionario de Historia y geografía». Dice así: «No solamente en las enfermerías sino en todo este convento de México es singular el aseo y primor, porque está adornado de muchas y exquisitas pinturas, así en las escaleras, claustros altos y bajos, y tránsitos de las celdas, todo limpísimo…»”[2]

Pero el vendaval regalista de los borbones que se inició en 1767 con la expulsión de la Compañía de Jesús↗, alcanzó en 1820 a la Orden de los Bethlemitas que fue suprimida en 1820 por decreto de las Cortes españolas cuando la Orden tenía en América cinco noviciados ( Guatemala, México, La Habana, Quito y Cuzco) y ejercía su caritativa labor en más de treinta hospitales; en todas partes sus bienes fueron lastimosamente dilapidados. El sobrio edificio del Templo de la ciudad de México y su escuela anexa fue convertido en Escuela Militar en 1829; después de la Guerra de Reforma↗ se entregó a la Compañía Lancasteriana y tras la Revolución fue convertido en bodega del Departamento de Pesas y Medidas. Desde 1964 alberga al Museo Histórico del Colegio Militar.

El 16 de enero de 1984 la Orden Bethlemita fue restaurada por Decreto de la Santa Sede, nombrándose en el mismo a Mons. Luis Álvarez García Superior Delegado para la restauración, teniendo su Casa de Gobierno en la ciudad de La Laguna en la isla de Tenerife, España.

Notas

  1. González Obregón Luis. México Viejo época colonial. Ed. Alianza Editorial, México, 1991, pp. 374-375.
  2. Ibídem, pp. 372-373


Bibliografía


JUAN LOUVIER CALDERÓN