Diferencia entre revisiones de «BRASIL; Referencias étnicas, geográficas e históricas»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Revisión del 21:52 5 abr 2020

Geografía y Demografía

La «República Federativa do Brasil» es, en los inicios del siglo XXI, el mayor país de América Latina con 8.5 millones de kilómetros cuadrados y con algo más de 208 millones de habitantes. A nivel mundial viene siendo el quinto país más grande como dimensión geográfica, y también el quinto con mayor población.

La actual Federación se compone de la unión de 26 Estados, del Distrito Federal y de 5,570 municipios. Es también el mayor país de habla portuguesa en el mundo y una de las naciones más multiculturales y étnicas diversas, debido a las inmigraciones masivas que ha tenido, sobre todo a lo largo del siglo XX, provenientes de un mosaico muy variado y rico de países.

Su río Amazonas fecunda miles de kilómetros, es uno de los pulmones ecológicos del planeta y su cuenca incluye inmensas zonas tropicales, que albergan una riquísimas y variadas clases de vida animal y vegetal, sistemas ecológicos y riquezas naturales combinadas con numerosos espacios habitados por antiguas poblaciones indígenas locales o por otras inmigradas en busca de una vida mejor.

Todo ello convierte a Brasil en una de las 17 llamadas «grandes-diversas naciones», y por ello atrae la atención global desde todos los puntos de vista: antropológicos, sociales, económicos, ambientales y ecológicos, y ciertamente también religiosos. El Sínodo sobre la Amazonia celebrado por la Iglesia Católica en el Vaticano en octubre de 2019 lo ha puesto sobre una interesante y discutida mesa de apasionados debates.

Entre los elementos claves para entender y comprender la historia de este inmenso país se encuentra el tema de la presencia en su configuración de pueblos de origen africano, traídos forzadamente con la trata atlántica de los esclavos, y del mestizaje antropológico y cultural que ha construido la actual realidad del Brasil.

Descubrimiento y colonización El territorio que actualmente forma el Brasil fue descubierto por los españoles el 26 de enero de 1500, durante una expedición mandada por Vicente Yáñez Pinzón, que tocó el cabo de Santo Agostinho en el litoral de Pernambuco. La llegada de los portugueses a Brasil fue debido a circunstancias, que se podrían llamar fortuitas.

En el año 1500 el navegante portugués Pêro (Pedro) Álvarez Cabral (Belmonte, 1467 – Santarém, 1520), dirigía una expedición que buscaba llegar a la India bordeando las costas de África, pero los vientos alisios lo desviaron hacia Sudamérica, arribando a un lugar que llamó «Puerto Seguro», situado en el actual Estado de Bahía.

El objetivo original de la expedición de Álvarez de Cabral era llegar a la India y regresar a Portugal con especias valiosas, objetivo principal de aquellas exploraciones portuguesas. Su flota de trece navíos navegó a lo largo de la costa africana en el océano Atlántico. Buscando bordear los vientos llamados «alisios» se adentró en el Atlántico en busca de vientos que le empujaran hacia el sur, tocando accidentalmente el continente americano, en una de las puntas de Brasil que se adentran en el Atlántico y de las que tomó posesión para la Corona portuguesa.

Tal hecho iba contra lo estipulado poco antes en el Tratado de Tordesillas (1494), que había sido acordado entre las Coronas de Portugal y de Castilla, estableciendo que las zonas hacia el oeste del meridiano fuesen ámbitos de los descubrimientos castellanos (las que correspondían por ello al Nuevo Mundo), mientras que las que se encontraban hacia el este u oriente lo serían para Portugal. Un mal cálculo geográfico de aquel meridiano divisorio hizo que aquella punta de las futuras tierras brasileñas fuese considerada la concedida por aquel tratado a Portugal.

Con el Tratado de Tordesillas mal calculado -o mal interpretado-, se creyó que aquel cabo o punta era una gran isla a la que se llamó más tarde Terra de Santa Cruz; así el nuevo territorio se encontró de hecho dentro de la órbita portuguesa. Cabral exploró el litoral y percibió que la gran masa de tierra era posiblemente un continente, enviando enseguida un navío para notificar al rey de Portugal sobre el descubrimiento de nuevas tierras. Cabral había desembarcado en América del Sur, y las tierras que había reivindicado para Portugal más tarde constituirían lo que hoy es Brasil. Posteriormente la flota retomó su rumbo hacia el este, con el fin de continuar su viaje con dirección a la India.

Una tempestad en el Atlántico Sur hundió varios navíos, pero seis lograron seguir navegando hasta encontrarse a salvo en el canal de Mozambique; finalmente pudieron proseguir hacia la India. Inicialmente Cabral tuvo éxito en las negociaciones de los derechos de la comercialización de especias, sin embargo, esto fue considerado por los árabes como una amenaza a su monopolio comercial, provocando un ataque de musulmanes e hindúes a los almacenes portugueses cuyas instalaciones fueron destruidas.

Como represalia Cabral saqueó y quemó la flota árabe y bombardeó la ciudad de Kozhikode. De ahí se dirigió a Cochín, una ciudad-estado de la India, donde hizo amistad con su gobernante y cargó sus navíos con especias antes de partir de regreso a Europa. A pesar de la pérdida de vidas humanas y de los navíos, el viaje de Cabral fue considerado un éxito tras su regreso a Portugal.

Cabral fue más tarde sustituido en la empresa de las Indias Orientales retirándose de la vida pública y cayendo en el olvido. Empezó a ser recordado mucho después, hasta el siglo XIX cuando la Corona de Brasil se separó de la portuguesa. Desde entonces los historiadores han discutido sobre si Cabral fue el descubridor de Brasil, y si dicho descubrimiento fue accidental o intencional. Ninguna exploración llevada a cabo antes de Cabral contribuyó de manera importante al futuro de la tierra que se convertiría en el Brasil portugués.

El territorio brasileño estaba habitado por indígenas amerindios divididos en centenas de grupos étnicos y lingüísticos diferentes. La colonización del Brasil se iniciaría sólo a partir de 1534, cuando el rey Dom Juan III dividió el territorio en 14 capitanías hereditarias, pero tal división se demostró problemática, ya que apenas pudieron prosperar las capitanías de Pernambuco y de San Vicente.

Los portugueses asimilarán algunas tribus indoamericanas nativas, mientras que otras fueron exterminadas por la enfermedades endémicas llegadas de Europa con los colonizadores y para las cuales las poblaciones nativas no estaban inmunizadas. Cuando a mediados del siglo XVI el azúcar de caña se convirtió en el producto más importante de exportación en Brasil, los portugueses comenzaron la importación de esclavos africanos, comprados en los mercados de esclavos del África Occidental. Estos comenzaron a ser transportados a Brasil, en los comienzos para responder al creciente pedido de esclavos como mano de obra por el llamado «ciclo del Azúcar».

Los portugueses, ignorando el Tratado de Tordesillas de 1494 entre Castilla y Portugal, avanzaron poco a poco sobre la frontera que limitaba con los dominios españoles de América del Sur a través de expediciones conocidas como «bandeiras», ocupando territorios que actualmente forman parte del mapa brasileño.

A partir del siglo XVII Portugal defenderá aquellas conquistas y fronteras frente a España, que exigía la observancia de los antiguos tratados sobre los límites y fronteras, y también frente a los intentos de otras potencias europeas que intentaban arrebatar o penetrar algunos territorios brasileños. Tal fue el caso de incursiones por parte de los franceses en Río de Janeiro en 1567 y en Maranhão en 1615; y más tarde, ya en la década de 1640 a 1650 serán los holandeses que ocuparán parte del territorio brasileño portugués, ocupando al mismo tiempo parte del Angola portugués con el fin de explotar la trata de esclavos destinados a Brasil en las grandes haciendas de caña de azúcar.

Conflictos internos y externos Con la llamada «Insurrección de Pernambuco», la parte ocupada en el noreste de Brasil por los holandeses, estalla el conflicto entre holandeses y portugueses, ya independientes de la Corona de España, con la que habían mantenido una unión de 80 años entre 1580 y 1640. Con aquella guerra luso-holandesa, Portugal recobra aquellos territorios reintegrándolos en su posesión del Brasil.

A finales del siglo XVII las exportaciones del azúcar brasileño comienzan a disminuir, pero el descubrimiento del oro por los «bandeirantes» en la década de 1690 abre un nuevo ciclo para la economía esclavista de la colonia, promoviendo una fiebre del oro en Brasil que atrajo a miles de nuevos colonos, llegados de Portugal y de otras colonias portuguesas en África y en Oriente, y que provocarán conflictos como la «Guerra dos Emboadas» entre los antiguos colonos y los recién llegados .

Para garantizar el mantenimiento del orden colonial interno y la defensa del monopolio de la exploración económica de Brasil, la administración colonial portuguesa se concentró en mantener bajo control y arrancar las principales formas de rebelión y resistencia de los esclavos; por ejemplo la del «Quilombo de los Palmares», como en reprimir todo movimiento de autonomía o independencia política como la llamada «Inconfidência Mineira».

Proceso de independencia A finales de 1807 la invasión de los ejércitos españoles y napoleónicos al Reino de Portugal obligaron al Príncipe Regente, Dom João VI, en nombre de la Reina Doña María, a transferir la corte real de Lisboa a Río de Janeiro. El establecimiento de la Corte portuguesa en territorio brasileño trajo consigo el establecimiento de algunas de las primeras instituciones brasileñas como las bolsas de valores locales y un banco nacional, acabando con el monopolio comercial que el Portugal metropolitano ejercía sobre el Brasil, abriendo el comercio también a otras naciones. En 1809 como represalia por haberse visto obligado a aquel exilio en Brasil, el Príncipe Regente ordenó la conquista de la Guayana Francesa, geográficamente continuación de los territorios americanos ibéricos.

Con la caída de Napoleón (1814) y el final de la Guerra de Independencia española contra los invasores franceses, las Potencias europeas vencedoras exigen a la reina María de Portugal y al Príncipe Regente Dom João, que regresaran a Europa y restablecieran de nuevo el antiguo régimen. En 1815, para justificar su permanencia en Brasil, donde la corte portuguesa prosperaba visiblemente, fue creado el «Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarves», estableciendo así una monarquía transatlántica y pluricontinental.

Ello no satisfizo a los portugueses peninsulares que exigían la vuelta de la Corte a Lisboa, como la revolución de Oporto exigiría en 1820, surgiendo varios conatos por parte de algunos grupos brasileños de establecer en Brasil una república (Revolución Pernambucana de 1817). En 1821, como una exigencia de los revolucionarios que habían tomado la ciudad de Oporto, Dom João VI fue incapaz de resistir por más tiempo por lo que salió para Lisboa, donde fue obligado a jurar la nueva Constitución, dejando a su hijo, el príncipe Pedro de Alcántara como Regente del Reino del Brasil.

Como consecuencia de tales acontecimientos, la Corona portuguesa intentó una vez más de transformar el Brasil en una colonia, abrogando el estatuto de Reino, adquirido en 1815, que se le había concedido. Los brasileños rechazaron aquella decisión y Dom Pedro accedió a tal decisión, declarando la independencia del país del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarves el 7 de septiembre de 1822. El 12 de octubre de 1822, Dom Pedro fue declarado primer emperador de Brasil y coronado el 1 de diciembre del mismo año, fundando así el Imperio del Brasil.

Primer Imperio de Brasil La primera Constitución brasileña fue promulgada el 25 de marzo de 1824, tras ser aceptada por los consejos municipales de todo el país. Dom Pedro, agobiado por las dificultades sufridas en Brasil, periodo en el que tuvo también que enfrentarse en Pernambuco con el movimiento separatista conocido como «Confederação do Equador», y disgustado con el rumbo que los absolutistas portugueses habían dado a la sucesión de Dom D. João VI, Dom Pedro I abdicó el 7 de abril de 1831 en favor de su hijo de cinco años y heredero, que sería el emperador Dom Pedro II, y regresó a Portugal para recuperar la Corona para su hija.

Como el nuevo emperador no podría ejercer sus prerrogativas hasta ser declarado mayor de edad, tuvo que ser introducida una regencia. Durante el periodo de la regencia, Brasil sufrió una serie de rebeliones en varias localidades como consecuencia del descontento generalizado por un poder político centralizado en un país de inmensas dimensiones, y por las latentes y graves tensiones sociales existentes. En aquel ambiente político crispado Dom Pedro fue declarado prematuramente mayor de edad y por lo tanto emperador el 23 de junio de 1840.

Pero las revueltas continuaron periódicamente y tras ser sofocadas el país gozará de una relativa paz política, con momentos de crisis, como la pérdida de Cisplatina, que regresó a Uruguay. Sin embargo, Brasil salió victorioso de tres guerras en el Cono Sur, durante el reinado de Dom Pedro II: la guerra de Prata, la de Uruguay y Paraguay, en la que además de haber sido uno de los mayores conflictos de la historia de América del Sur, fue la que exigió mayores sacrificios de guerra en la historia del país.

La República El 15 de noviembre de 1889, desgastado por años de crisis económica y de conflictos con el ejército y con las clases burguesas dominantes, la monarquía fue derrocada por un golpe militar. Se proclamaba la república tras un golpe de estado dirigido por el mariscal Deodoro da Fonseca, su primer presidente. Comenzaba así lo que los historiadores llaman la era de la «República Velha».

El ejército estuvo en el poder a lo largo de gran parte del período republicano. Inaugurándose la República se constituyó una legislatura bicameral, llamada Congreso Nacional, que ya existía desde la ratificación de la primera Constitución en 1824. Desde los comienzos de la etapa republicana, el gobierno democrático de Brasil será interrumpido durante numerosos periodos por regímenes autoritarios, hasta que un gobierno civil, elegido democráticamente, subiría al poder en 1985 poniendo así fin a una casi ininterrumpida dictadura militar. Una constitución aprobada en 1988 lo define como una República Democrática Federal.

Un país multirracial.

La mayoría de los brasileños desciende de colonos portugueses, inmigrantes europeos, esclavos africanos. Desde la llegada de los portugueses en 1500, se llevó a cabo un considerable número de uniones entre estos tres grupos. La población parda (de origen mestizo: de negro-africano, blanco y amerindio) es una categoría amplia que incluye caboclos (descendientes de blancos e índios), mulatos (descendientes de blancos y negro-africanos) y cafuzos (descendientes de negro-africanos e índios).

Así, según el censo brasileño de 2010, el 47,1% de la población (unos 90,6 millones) se declaraban como blancos; el 43,42% (unos de 82,8 millones) como pardos (de origen mestizo de negro-africano, blanco y amerindio); el 7,52% (unos 14,4 millones) como negros; el 1,1% (unos 2,1 millones) como amarillos; y solo el 0,43% (unos 821 mil) como indígenas; el 0,02% (unos 36 mil) no declaraban sobre su origen racial.

En el 2007, la «Fundação Nacional do Índio» (FUNAI) declaraba la existencia de 67 tribus indígenas aisladas en regiones remotas de Brasil, una mayoría de las mismas en el interior de la Selva Amazónica, siendo Brasil el país con el mayor número de pueblos aislados en el mundo.

En el siglo XIX Brasil abrió sus puertas a la inmigración extranjera. Unos cinco millones de personas provenientes de Portugal, Italia, España, Alemania, Japón y el Oriente Medio emigraron a Brasil entre 1808 y 1972.


NOTAS

DHIAL: Edición y notas de FIDEL GONZÁLEZ FERNÁNDEZ