BURRUS, Ernest Joseph

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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BURRUS, Ernest Joseph. (El Paso, Texas, 1907; Tucson, 1991) Sacerdote jesuita, escritor e historiador

Nace en El Paso, Texas y muere en Nueva Orleáns el 12 de diciembre de 1991, en la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Entra en la Compañía de Jesús en 1925. Se ordena sacerdote tras sus estudios en las universidades de Loyola, Santa Clara, Gonzaga, Innsbruck y San Luis Missouri. Imparte cátedra de literatura en la Universidad Loyola en Nueva Orleáns durante 14 años. Autor o coautor de 43 libros y más de 100 artículos sobre México colonial y el suroeste de Estados Unidos. Descubrió, descifró y editó cinco tomos de escritos de Alonso de la Veracruz, lo mismo que otros estudios sobre misioneros jesuitas (Kino, Link, Piccolo, Salvatierra). Escribió varios estudios científicos sobre la historia y devoción guadalupanas: Clavijero and the lost Sigüenza y Góngora Manuscripts (1959), A Major Guadalupan Question Resolved (1979), ¿Dónde está la Colección de Sigüenza y Góngora? (1980), y La copia más antigua del Nican Mopohua (1981).

En este último se refiere a una de las tres que se encuentran en la biblioteca pública de Nueva York, concluyendo que es de mediados del siglo XVI, sin excluir la posibilidad de que este relato sea el original atribuido a Valeriano. En los cuarenta años que dedicó a la historia mexicana, investigó en más de cincuenta archivos y colecciones de manuscritos en América y Europa. Escribió en numerosas revistas históricas. Desde 1965 fue director de la División Americana del Instituto Histórico de la Compañía de Jesús, y en ese puesto publicó 14 tomos. En la publicación del Centro de Estudios Guadalupanos Cuarto Encuentro Nacional, (Editorial Jus, 1980) presentó un enjundioso artículo: ¿Dónde está la Colección de Sigüenza y Góngora?, que es una síntesis de otros trabajos suyos sobre el mismo tema.

En este artículo realiza un cuidadoso "rastreo" sobre el itinerario del manuscrito original, que entregó su autor, Juan Valeriano, a su gran amigo y primera autoridad en documentos náhuatl, Francisco de Alva Ixtlixóchitl. El primer testimonio apodíctico de la existencia y paternidad sobre el documento lo consigna Carlos Sigüenza y Góngora en La Piedad Heroica de Don Fernando Cortés: "Digo y juro que esta relación hallé entre los papeles de Don Fernando de Alva (que tengo todos) y que es la misma que afirma el Lic. Luis Becerra en su libro, haber visto en su poder. El original mexicano está de letra de Don Antonio Valeriano, indio que es su verdadero autor". Ante tan explícito y claro testimonio de un sabio y serio hombre de letras como fue Sigüenza, no puede quedar duda sensata acerca de la paternidad sobre el Nican Mopohua y la localización del documento original, más de 150 años después de escrito por su autor.

Es tan evidente el valor crítico de este testimonio, que el mismo Joaquín García Icazbalceta, que negó la existencia de cualquier documento guadalupano del siglo XVI, acepta los términos con que Sigüenza jura la posesión del escrito original y más importante, "de letra de Don Antonio Valeriano"; dice Icazbalceta textualmente: "ya que Sigüenza jura que tuvo una relación de letra de Don Antonio Valeriano, no pondré duda en ello". El padre Cuevas afirma que Sigüenza donó su colección riquísima de manuscritos, 28 tomos, al Colegio de San Pedro y San Pablo de la Compañía de Jesús, a su muerte en 1700. Afirma también que con la extinción de la Compañía de Jesús (1767) pasó todo este caudal invaluable de documentos a la Universidad Nacional. Y termina afirmando Cuevas que en 1847 el general Winfielcl Scott se llevó todos los documentos guadalupanos, entre ellos el escrito original de Antonio Valeriano, a Washington, desde donde prometieron devolverlo y nunca lo han hecho.

Burrus estudia cada uno de estos pasos y, con documentos fehacientes, prueba que todos son falsos. Entre los numerosos e importantes escritos que recogió pacientemente el gran sabio y humanista Sigüenza y Góngora, desde 1668 hasta 1700, conocemos la relación de lo que fue entregado a su muerte al Colegio de San Pedro y San Pablo; pero nunca hay la más mínima mención de que entregara el documento original del Nican Mopohua; como tampoco aparece en los entregados a la Universidad. Mucho menos aparece en la bien detallada lista de cuanto se incautó el General Scott en 1847, lista que coincide exactamente con lo devuelto por el gobierno norteamericano, sin que faltase ni uno solo de los incautados por Scott. En esa lista no se encuentran el Nican Mopohua ni ningún otro documento y guadalupano.

Tampoco aparece nunca la mención del escrito de Antonio Valeriano, ni en la colección que logró reunir Boturini (de 1736 a 1744), ni en los que consultaron Eguiara y Eguren en 1752 y en 1759 Francisco Javier Clavijero S.J. El investigador norteamericano Roscoe R. Hill siguió los pasos de estos documentos llevados por el general Scott y declara paladinamente: "En este inventario no hay ninguna indicación de que una parte de la colección de Sigüenza esté en poder de la embajada americana. Pues los cuatro cajones de materiales fueron despachados en 1854 a la Casa Profesa de México. Obviamente hay que concluir que estos cajones fueron devueltos a la Compañía de Jesús". Así se termina la odisea de los documentos que el general Scott llevó de México a Washington en 1847 (Hill, Roscoe R. The Odyssey of Some Mexican Records, Durham 1944).

En su acucioso trabajo de historiador, que trató siempre de comprobar honestamente lo que afirmaba, contribuyó Burrus con éxito a enriquecer la investigación guadalupana, destruyendo falsedades que se daban por ciertas y aportando nuevos documentos a esta tarea de crítica histórica. En un trabajo brillante que expuso en el Congreso Mariológico del 450 aniversario de las apariciones, en 1987, presentó aportes valiosos, que resumimos escuetamente:

1- La imagen del ayate es el documento número uno de la Historia Guadalupana. Si fue extraordinario su origen, no menos lo es su conservación. 2- Es el elemento mejor documentado, escritura jeroglífica o jerográfica. En el Discurso Crítico de la Colección Ramírez se dice: "Se contempla la sagrada imagen como libro misterioso, escrito con caracteres simbólicos, milagrosamente conservado por Dios". 3- Los documentos se hallan en los cinco tomos de manuscritos recogidos por el parralense José Fernando Ramírez y su amanuense Faustino Chimalpopoca y se titula Documentos Guadalupanos; consta de 1,300 hojas. 4- Al Nican Mopobua, documento clave, le analizó la letra, el papel, la filigrana (marca de agua) para determinar la fecha de las copias más antiguas, (hacía 1545); las tres se encuentran en la Biblioteca Pública Municipal de Nueva York. 5- Durante 160 años se conoció el paradero del original, en manos primero de su autor, luego de Fernando de Alva Ixtlixochitl, del que hizo una traducción parafrástica y le añadió varios milagros. 6- Todos estos valiosos documentos los legó a su hijo Juan de Alva y Cortés, quien a su vez los entregó al erudito Carlos de Sigüenza y Góngora: "Digo y juro que esta Relación hallé entre los papeles de don Fernando de Alva". 7- García Icazbalceta acepta como válido el testimonio de Sigüenza: "El original mexicano está de letra de don Antonio Valeriano, indio, que es su verdadero autor". 8- Desmiente Sigüenza al P. Florencia cuando afirma en su «Estrella del Norte», que el autor del Nican Mopohua fuese fray Jerónimo de Mendieta. 9- Coincide con Boturini al negar que Lasso de la Vega fuese el autor del Nican Motecpana; fue nada más su editor, añadiendo una consideración de cinco páginas y una bellísima oración, de una página. 10- Sigüenza examinó 31 obras guadalupanas aparecidas hasta entonces (1700); sólo en la del P. Florencia encontró algunos defectos o inexactitudes. 11- Aunque el texto original de Antonio Valeriano no aparece todavía, Burrus le da una importancia sicológica, no histórica ni científica, por la cauda de otros documentos probativos que poseemos. 12- El "argumento del silencio" esgrimido después ni tiene valor probativo, puesto que el Nican Mopohua tal como lo poseemos, es fidedigno como pocos documentos históricos. 13- El general Winfield Scott no llevó a Washington el original del Nican Mopohua, como afirma varias veces el historiador Mariano Cuevas. Lo que Scott llevó (1847) fue devuelto íntegramente a México.


Notas


Bibliografía

ENCICLOPEDIA GUADALUPANA

p.152-154