CALENDARIOS INDÍGENAS MEXICAS

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Los problemas de datación

Las antiguas culturas mesoamericanas, como las del resto del continente, poseían calendarios precisos, a veces complicados para el entendimiento de la mentalidad occidental moderna. Los códices de dichas culturas indígenas se usaron durante siglos, incluso tras la conquista ibérica de gran parte del Continente. ¿Cuál era el modo indígena de las culturas mesoamericanas mexicas de contar y de medir el tiempo y su correlación con el calendario europeo hoy en uso? La numeración no era decimal, sino vigesimal, con el número 20 que se llama pohualli y significa ‘cuenta’ como base fundamental.


Representaban la unidad con un punto, un círculo o un dedo. Una pluma o palma representaba veinte veintes, es decir cuatrocientos (20 veces 20). El Tzontli, que significa ‘cabellos’, era el múltiplo fundamental, también sub-divisible en fracciones, y una bolsa, es decir el xiquipilli, equivalía a 20 veces 400, o sea 8000. Era una forma práctica de contar, porque con unos cuantos guarismos podían expresar cuantos millones quisiesen. En náhuatl entonces 1,2,3,4,5, tienen nombre propio, pero 6 ya se dice ‘5 1’; 7, ‘5 2’; 8, ‘5 3’ etc. El 10 tiene también nombre propio pero el 11 ya se dice ’10 1’; el 12, ’10 2’; el 13, ’10 3’... El 15 tiene también nombre propio y así el 20, 400 y 8000. Aquí se acaba el sistema, pero con estos pocos elementos podían formar todos los demás.


En cuanto a los calendarios, por la inmensa importancia que dan al tiempo, los nahuas conocían con exactitud el período de 365 días que emplea la tierra en dar la vuelta al sol; conforme a él regían su calendario de fiestas religiosas, dividiéndolo en 18 meses de 20 días cada uno, más 5 días “vacíos” al final, (6 cada cuatro años); llamaban a este calendario solar Xiuhpohualli, que significa “cuenta de los años”.


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Del 7 al 11 de febrero eran los cinco días Nemontemi, es decir, ‘vacíos’. De hecho sabían cuándo se debía celebrar una fiesta o sembrar la cosecha, pues son cosas que se repiten cada año. Sin embargo surge una pregunta ¿cómo hacían para precisar un acontecimiento importante dentro de la historia? Aquí se introduce la cuestión de la datación de un acontecimiento histórico. Para datarlo usaban simultáneamente el calendario solar y otro lunar y planetario de carácter mágico astrológico, llamado Tonalpohualli, es decir “cuenta de los destinos”, de sólo 260 días. En una fecha al día se contaba según el Tonalpohualli; en cambio el año (Xihuitl) era según el Xiuhpohualli, de modo que en un mismo año solar podía haber dos días iguales. Llamaban Huehuetitliztli, es decir ‘vejez’, a cada coincidencia de esos dos calendarios que ocurría sólo cada 104 años solares y Xiuhmolpilli, ‘gavilla de años’ a su mitad, 52 años, que era el ciclo básico para medir su tiempo histórico”.Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; las referencias sin nombre deben tener contenidoEs interesante conocer ahora los nombres de los días porque luego con su combinación se podrá saber cómo los nahuas databan un acontecimiento histórico.


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La cuenta de los días: El proceso de contar los días consistía en enumerar del 1 al 13. Al llegar a este punto se recomenzaba pero continuando con el día siguiente; así en la segunda cuenta el 1 corresponde a ‘Jaguar’. La cuenta de los años: El año tomaba el nombre del día en que empezaba, que solamente podía ser: ‘Casa’, ‘Conejo’, ‘Caña’ o ‘Pedernal’, por una simple razón matemática: 365 días del año solar dividido entre los 20 nombres de los días dan los 18 “meses” de 20 días, dejando los otros cinco vacíos, de modo que sólo el tercero, octavo, décimo tercero o décimo octavo de los días de la lista de 20, pueden ser el primero de la numeración siguiente, y así los años se contaban: año ‘1 casa’, año ‘2 conejo’, año ‘3 caña’, año ‘4 pedernal’, año ‘5 casa’, año ‘6 conejo’, etc.


Esta cuenta no se repetía sino cada 52 años, en la que se empezaba a contar otra vez. Un ejemplo histórico: Cortés desembarcó en las costas mexicanas el 22 de Abril de 1519, que las fuentes nahuas registraron como el día Chiconahui Ehecatl (‘9 viento’) del año Ce Acatl (‘1 Caña’). La fecha náhuatl tiene también dos números: 9 y 1 y dos “signos”: ‘viento’ y ‘caña’. Entendemos claramente la fecha ‘22 de abril de 1519’ porque conocemos que ese ‘22’ corresponde a una serie conocida de 30 y que el “signo” ‘abril’ es el cuarto también de una serie conocida de 12: una combinación cíclica que se repite cada año y que ese 1519 es otra serie, ya no cíclica, sino abierta, a partir de un principio conocido: el nacimiento de Cristo. Es el conocimiento de estas series lo que da sentido a esta fecha; de lo contrario no significaría nada. Por esto en la fecha náhuatl el 9 y el 1 son el noveno y el primero de una serie de solo 13 números, tanto para los días como para los años, pero el “signo” Ehecatl (Viento), es el segundo de una serie de 20 y Acatl (Caña), el segundo también de una serie de sólo 4, ambas, por supuesto, perfectamente conocidas.


De todo esto se derivan una serie de dificultades a la hora de comparar fechas del calendario indio con fechas del calendario corriente occidental o gregoriano: En el proceso de conteo, mientras en el calendario gregoriano se deben realizar 365 combinaciones, en la datación india se exigen 365 días x 52 años, es decir 18993 combinaciones, contando 13 años bisiestos. Aunque permite gran exactitud, esta realidad requería de verdaderos especialistas, que en efecto se llamaban los tonalpouhque, que eran los adivinos, “a los cuales tenían en mucho, los honraban como profetas y sabios de las cosas futuras y así acudían a ellos en muchas cosas”.Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; las referencias sin nombre deben tener contenido


El problema es que se prestaba a titubeos y aún a errores al querer parear su calendario con el gregoriano; además que a esto se suma la situación conocida que refleja una profunda antipatía de los misioneros hacia eso que algunos escritores misioneros tildaban de “invención del demonio y arte de adivinación”. El esfuerzo de parear los calendarios encontraba otra grave dificultad, y es que al tiempo de la conquista el calendario occidental, entonces juliano, arrastraba ya un grueso error de 10 días, pues como se sabe, en el año 45 a.C., Julio César fijó el año en 365 días y un cuarto, siendo lo exacto 365. 242119: un pequeño error de 11 minutos y 14 segundos anuales, pero que con el correr de los siglos se acumuló en días y que no se corrigió sino hasta 1582 cuando el Papa Gregorio XIII (1572-1585) asumiendo toda responsabilidad, decide que el viernes 5 de Octubre de ese año (1582) se cambiase por el viernes 15.


También Fray Bernardino de Sahagún testimonia que “discrepan mucho en diversos lugares del principio del año”.Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; las referencias sin nombre deben tener contenidoResultaría obvia consecuencia del querer concordar un calendario errado con uno exactísimo. Un caso que ayuda a la comprensión, corresponde, por ejemplo, a la datación de la muerte del rey Acamapichtli. Según el Códice en Cruz, la muerte del rey habría sucedido el II Acatl (1403), el Códice Aubin dice el VII Acatl (1395); fray Diego Durán da como fecha el III Técpatl (1404) y los Anales históricos, ed. Mengin, presenta el VIII Técpatl (1404). Cuatro fechas diferentes para un mismo hecho. Esta panorámica sobre el calendario en la cultura de los nahuas nos permite comprender las divergencias de fechas en las diversas fuentes indígenas, por ejemplo en el caso histórico de las fuentes guadalupanas en México y su difícil interpretación.


De todos modos hay que subrayar que cuando algo queda consignado en códices o anales nahuas, indica ya de por sí que lo consideraron trascendente e importante. Con la llegada de los españoles, los mexicanos indígenas y mestizos usarán muchos elementos pertenecientes a las dos culturas, entremezclándolos; usarán, por ejemplo, el papel europeo. No obstante, el estilo característico nahua de contar la historia no se perdió, y esto permitió que algunos indios o mestizos cultos tuviesen acceso a la información de las antiguas tradiciones. Es cierto que también se comenzó a usar el calendario europeo, pero con frecuencia encontramos en su uso discrepancias cronológicas debidas a la mentalidad indígena y a la modalidad de fondo proyectada en la nueva usada.