CARO RODRÍGUEZ, José María

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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(LOS VALLES, 1866- SANTIAGO DE CHILE, 1958) CARDENAL, ARZOBISPO

Nace el 23 de junio de 1866, en «Los Valles», lugar situado dentro de la hacienda San Antonio de Petrel, provincia de Colchagua, actualmente provincia Cardenal Caro diócesis de Rancagua, Chile. Fueron sus padres don José María Caro Martínez y su esposa doña Rita Rodríguez Cornejo.

En 1881 ingresa al Seminario Conciliar de Santiago y en 1887 el Arzobispo de Santiago, Ilmo. Sr. D. Mariano Casanova, decide enviar dos seminaristas a proseguir sus estudios en el Colegio Pío Latinoamericano en Roma. Fueron seleccionados los jóvenes Gilberto Fuenzalida y José María Caro. El 20 de diciembre de 1890 recibe en Roma la Ordenación sacerdotal y obtiene el titulo de Doctor en Teología, por la Universidad Gregoriana. En 1892 es profesor en el Seminario de Santiago y ya entonces la salud del sacerdote Caro está muy resentida por la tuberculosis, enfermedad contraída en Roma.

En 1899 llega a Mamiña, en la Provincia de Tarapacá, y se hace cargo de esa parroquia; un año después retoma su labor de profesor en el Seminario de Santiago. En 1911 es nombrado Vicario Apostólico de Tarapacá y el 28 de abril de 1912 recibe la Consagración Episcopal, asignándosele la calidad de Obispo titular de Milas. Su labor pastoral en Tarapacá tropieza con la animosidad beligerante de elementos anticlericales. En 1925 es trasladado, por el Papa Pío XI, a La Serena, como Obispo y en 1939 es nombrado primer Arzobispo de La Serena.

El 23 de agosto de 1939 el Santo Padre lo nombra Arzobispo de Santiago, sucediendo al Excmo. Mons. José Horacio Campillo Infante. Durante el fecundo gobierno arzobispal en Santiago del Cardenal Caro merece destacarse especialmente la creación de numerosas nuevas parroquias, más que duplicando las existentes hasta su llegada, y la construcción de los nuevos edificios del Seminario.

El 18 de febrero de 1946 es creado Cardenal presbítero de la Santa Iglesia Romana, recibiendo el título de Santa María della Scala, y en 1950 el Papa Pío XII le otorga el titulo de Primado de Chile, anexo a su persona de por vida, pero no transmisible a sus sucesores en el cargo de Arzobispos de Santiago. En 1958 toma parte en el Cónclave que elegiría al Papa Juan XXIII. A su regreso, la salud del Cardenal, ya más que nonagenario, se debilitaba ostensiblemente hasta llevarlo a la muerte.

Las fuentes para el estudio de la vida y obra de este insigne Príncipe de la Iglesia son, principalmente, tres: «Monseñor José María Caro, Apóstol de Tarapacá», del R. P. Juan Vanherk Moris (Editorial del Pacifico, 1963); «El Cardenal Caro» (Artes Graficas Mistral, 1969), por Monseñor Joaquín Fuenzalida Morandé, quien fuera su secretario particular, y contiene la autobiografía del Purpurado; «Un Pastor Santo» (Editorial del Pacifico, 1981) cuyo autor es el Excmo. Mons. Augusto Salinas Fuenzalida, ss.cc., que fuera Obispo Auxiliar del Cardenal Caro.

La raigambre familiar, el contacto con la naturaleza, los largos tiempos de silencio durante sus desplazamientos, los sufrimientos que le deparó la fragilidad de su salud a lo largo de casi toda su vida, su intensa vida de oración y el desapego de todo interés personal, fueron los elementos que se fundieron en admirable armonía para hacer del Cardenal Caro un hombre de Dios.

Nunca, a no ser por motivos ajenos a su voluntad, dejaba de celebrar con fervor la Santa Misa. Lo hacia con profunda piedad y con delicada exactitud en el cumplimiento de las normas litúrgicas establecidas por la Iglesia. Los vínculos del Cardenal con el clero diocesano de Chile eran vastos, variados y profundos, marcados con un sello de respeto, aprecio y vivencia de las tradiciones religiosas de la patria. Fue un hombre profundamente humilde, en el más justo sentido de la palabra. Nunca se sobrevaloró y siempre atribuyó sus éxitos a la bondad y misericordia de Dios, sin mérito alguno de su parte.

La humildad sincera del Cardenal Caro era perfectamente coherente con su amor a la pobreza. Sus orígenes, ajenos a lo superfluo, le permitían mantenerse lejos de la fascinación que suelen ejercer los bienes de ese mundo. Es perfectamente explicable que, siendo Vicario Apostólico de Tarapacá, solicitara y obtuviera su incorporación a la Orden Tercera franciscana. Su programa cotidiano era sencillo, austero y marcado por su profundo sentido del deber.

El Cardenal Caro, cuyo profesor de Teología dogmática fue el padre Billot, y de moral el padre Bucceroni, estaba bien preparado para hacer frente a las posibles dificultades que surgieran entre las responsabilidades propia de la Iglesia y las de las autoridades políticas. Con estas últimas fue siempre respetuoso, e incluso acogedor y amable, pero jamás servil, y fue por ellas respetado, porque conocían su rectitud y su firmeza que se escondía bajo las apariencias modestas, sencillas y frágiles del pastor.

La estadía en Roma del joven Caro coincidió con el Pontificado del gran Papa León XIII y es seguro que la encíclica «Rerum Novarum» caló hondo en su espíritu. Tuvo siempre una honda preocupación por los pobres y manifestó simpatía por quienes realizaban acciones que pudieran aliviar los sufrimientos de las personas menesterosas. Exteriorizó su aprecio hacia quienes remuneraban con justicia y generosidad a sus empleados y trabajadores, así como manifestaba su desaprobación hacia quienes con ellos fueran mezquinos. Deseaba el conocimiento y la aplicación de la doctrina social de la Iglesia.

El Cardenal nunca se identificó con algún partido político, cualquiera que este fuera. Los escritos que salieron de la pluma del Cardenal Caro son numerosos y abarcan distintas áreas, desde los folletos con finalidad catequística a las obras de índole doctrinal, desde las cartas pastorales a otras publicaciones aún.

El Cardenal José María Caro Rodriguez falleció en Santiago de Chile el 4 de diciembre de 1958. La Conferencia Episcopal de Chile, en su sesión plenaria realizada en Chillan, en los días 6 a 11 de mayo de 1968, acogió la introducción de la causa de beatificación y canonización del Cardenal José María Caro Rodríguez; y posteriormente el Cardenal Arzobispo de Santiago, D. Raúl Silva Henríquez, salesiano, con fecha 4 de diciembre de1969, nombró Postulador y Procurador de la causa del Siervo de Dios, al Pbro. D. Iván Larraín Eyzaguirre.

BIBLIOGRAFÍA

PRIETO DEL RÍO L.F. Diccionario biográfico del clero secular de Chile, 1535-1918, Santiago 1928.

OVIEDO CAVADA C. Episcopologio chileno, Santiago 1992-2003.


JORGE MEDINA ESTÉVEZ