CARVAJAL, Fray Agustín de

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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(México, 1608-1613; Ayacucho, 1618) Religioso agustino, Obispo

Agustín de Carbajal nació en la ciudad de México; fueron sus padres Roberto de Carvajal, de origen extremeño y Bernardina de Tapia, nacida en México. Siendo muy joven ingresó al convento de la Orden de San Agustín en la ciudad de México. Tras una sobresaliente formación ocupó cargos importantes en su provincia religiosa, la cual pudo separar de la provincia española de Castilla, a la cual pertenecía. En 1595 viajó a Roma para participar en la celebración del capítulo general de la Orden de San Agustín, desempeñando en él las funciones de definidor y procurador general. Al término del Capítulo fue nombrado Asistente General Ultramontano, cargo que ejercería por seis años. En 1604, estando en España, fue elegido prior del convento de Valladolid y un año más tarde Felipe III lo presentaba a la Santa Sede para ocupar el obispado de Panamá, de la cual fue su decimotercer titular.

Con el obispo Carvajal se dio inicio la presencia agustiniana en Panamá, ordenando a los dos primeros sacerdotes agustinos: Fray Juan de San Agustín, y Fray Juan de la Concepción, los que junto con el padre Vicente Mallol, los tres procedentes de Nueva Granada, fundaron en 1612 el Convento de San José y el Seminario de San Agustín.

Fue fray Agustín de Carvajal quien consagró la primera catedral de Panamá, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción; esa catedral fue destruida en 1671 por el pirata inglés Henry Morgan. Tras la destrucción de Panamá “la vieja”, la ciudad fue reconstruida en 1673 en una nueva ubicación más segura, en la cual se edificó una nueva Catedral, trasladandose también el convento e iglesia de San José. El obispo mexicano llegó a Panamá probablemente a finales de 1605 y su episcopado se vio caracterizado por la grave tensión que se había ido creando entre la autoridad civil y la autoridad eclesiástica. Luego de haber visitado su diócesis, en una carta del 14 de junio de 1611, el prelado escribe al rey poniéndolo al corriente de la situación en que se encontraba la población de Natá de los Caballeros, en vista de las acusaciones que se habían hecho a sus habitantes sobre la observancia de la vida religiosa.

Si bien la fundación de la “ciudad” de Natá en 1522 tuvo su origen probablemente con la expansión que se iba dando hacia el oeste y con el proyecto de iniciar el desarrollo de la agricultura, en la segunda mitad del siglo XVI el auge que ésta conoció lo debió sobre todo a la explotación de las minas de oro de la Concepción y de Santiago de Turlurú, que se llevó a cabo principalmente entre los años 1559 y 1589. Sin embargo, el agotamiento de las vetas provocó a finales del siglo la dispersión de muchos de sus pobladores hacia el occidente dando origen a las nuevas colonias que irían conformando la gobernación de Veraguas.

Tal es la triste situación que el obispo expuso al rey sobre una colonia que veinte años atrás gozaba de cierta prosperidad. Natá se había convertido en un pueblo muy pobre, con unas diecisiete casas de paja y sin puertas. Aún así, la iglesia se encontraba en buenas condiciones y estaba atendida por dos clérigos que celebraban dos misas: una al amanecer para que asistieran los esclavos y la gente de servicio, y otra en la tarde para los amos. Eran unas doce personas las que se habían quedado poblando el lugar, pues la gran mayoría vivía a gran distancia, dispersa por los campos en los cuales trabajaba; sobre todo atendiendo el ganado, actividad que más habían desarrollado. Así, el estado de las cosas había obligado al obispo a dar licencia para que muchos de los pobladores de los campos asistieran a misa en Penonomé en el caso en que ésta fuese más accesible que Natá.

El obispo Carvajal expuso también porqué permitió a los sacerdotes imponer una especie de contribución de parte de los indios en los diversos pueblos, impuesto conocido generalmente como camarico. De hecho, en vista del intenso trabajo y de lo poco abastecida que se encontraba la región, se había concedido al clérigo una india que debía tener más de cuarenta años y ser viuda para que le preparara los alimentos. El trigo no podía ser cultivado y las indias hacían el pan con harina de maíz. El día en que el cura comía pescado se designaba a un indio para que se lo pescara. De esta manera el trabajo del sacerdote podía ser retribuido de alguna manera.

Fray Agustín de Carvajal fue trasladado en 1612 de la diócesis de Panamá a la diócesis de San Juan de la Victoria de Huamanga (hoy Arquidiócesis de Ayacucho, Perú), la que tenía cinco años de haber sido erigida pero sin tener designado a su titular. El obispo Carbajal dejó así la diócesis de Panamá, por la cual había trabajado tanto para mejorar su situación. En Huamanga falleció fray Agustín en 1621.

BIBLIOGRAFÍA

DE EGAÑA, Antonio, Historia de la Iglesia en la América Española, B.A.C.

DE TORRES, Bernardo, Crónicas Agustinianas del Perú II., Madrid 1972

VARGAS UGARTE Rubén, Historia de la Iglesia en el Perú II, Lima 1953

Historia General de España y América, Tomo IX-2, América en el siglo XVII, RIALP, Madrid.

HÉCTOR QUIRÓS

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