CENICEROS Y VILLARREAL RAFAEL

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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(Durango, 1855; México 1933) Abogado, Político, Dramaturgo

Quien fuera uno de los fundadores y presidente de la «Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa», el abogado Rafael Ceniceros y Villarreal, nació en la ciudad de Durango el 11 de julio de 1855, en el seno de una familia de clase media formada por el profesor de música don Pedro Ceniceros y su esposa doña Desideria Villarreal, quienes supieron educar a sus hijos en la vivencia de profundos valores morales y religiosos

Rafael cursó sus primeros estudios en su ciudad natal, y a los once años ingresó al Seminario Conciliar de Durango. “En todos los cursos obtuvo siempre las primeras calificaciones; estudió Teología Dogmática, y ganó, previo examen, el acto público que presentó en el aula mayor de aquel establecimiento. En la clase de Humanidades obtuvo el primer premió con su composición «La Descripción de la Siembra,» que se conserva en la Secretaría de dicho plantel, escrita de puño y letra del autor. Por mandato del Rector Dr. Don Jesús Arrítola, escribió en tres actos y en verso un drama sagrado, para substituir con él las pastorelas que anualmente se representaban en la fiesta de Navidad; dicho drama, «La Plenitud de los Tiempos,» se estrenó con gran éxito en el mismo Seminario, representado por alumnos de dicho plantel, repitiéndose después año por año, y aún á la fecha suele representarse.

También se pusieron en escena, en el teatro de Durango, varias composiciones dramáticas del joven seminarista, que fueron muy aplaudidas, entre otras el drama «Tempestades del Alma,» estrenado por la compañía dramática de Don Antonio Silíceo el 9 de Julio de 1876, y que ha sido muchas veces representado por aficionados en varias ciudades de la República, y al cual, a pesar del buen éxito que obtuvo, el autor llamaba «Tempestad de versos.».[1]

Sin embargo abandonó el Seminario al comprobar que su vocación no era el sacerdocio, por lo que decidió seguir la carrera de Derecho. A ese efecto tuvo que inscribirse en el «Instituto Juárez», dado que los gobiernos liberales –incluido el de Maximiliano de Habsburgo- habían clausurado las universidades en México. “Para arbitrarse recursos durante sus estudios de facultad mayor, dio la catedra de latín en el Colegio de Comercio, y abrió un plantel de instrucción primaria con el nombre de «Liceo del Señor San José» al cual concurrieron niños de las principales familias durangueñas.”[2]

En julio de 1878 presentó su examen profesional en dicho Instituto, y el jurado lo aprobó por unanimidad. Ya con el título de abogado en la bolsa se trasladó a la ciudad de Zacatecas, donde puso su despacho y adquirió pronto fama por su capacidad y honestidad. Allí conoció a la señorita Josefa Fuertes, quien pertenecía a una distinguida familia zacatecana y, tras un breve noviazgo, contrajeron matrimonio en 1881.

“En medio de las arduas tareas profesionales, se dedicó al periodismo y a la Bella Literatura con el entusiasmo de una vocación verdadera. Fundó, editó, redactó y sostuvo por veinte años el semanario «La Rota del Tepeyac;» fundó y fue el Redactor en Jefe del periódico científico «La Revista Forense»; escribió un librito dedicado a la educación de sus hijas intitulado «Páginas para mis hijas», del cual se agotó la edición en breve tiempo; compuso unas fábulas morales que fueron puestas de texto en las escuelas católicas por disposición del Ilustrísimo señor Lic. Don José María Armas, entonces Vicario Capitular de Zacatecas y después Obispo de Tulancingo.”[3]

Sus inquietudes por el bienestar y progreso de la sociedad mexicana se hicieron manifiestas también en el campo de la política, participando en la fundación del Partido Católico Nacional en mayo de 1910. A la renuncia a la Presidencia de la República del General Porfirio Díaz y el triunfo de la Revolución encabezada por Francisco I. Madero, el licenciado Ceniceros y Villarreal se presentó como candidato del Partido Católico Nacional a Gobernador del Estado de Zacatecas, alcanzando el triunfo en las elecciones del 30 de junio de 1912.[4]

“Entre 1911 y 1913 el Partido Católico logró llevar a la Cámara de Senadores a 4 miembros, 29 a la de Diputados, 4 más al gobierno de otros tantos Estados y muchos más a las legislaturas locales.”[5]

Gobernó poco tiempo porque Venustiano Carranza decretó en el Plan de Guadalupe (26 de marzo de 1913), que él gobernaría en todos los estados de la República que no lo reconocieran como «primer jefe», cargo inexistente en la Constitución que decía defender. Sólo el estado de Sonora reconoció al «primer jefe», aparte del estado de Coahuila cuyo gobernador era el mismo Carranza.

Pero, por medio de las armas, Carranza logró imponerse a los demás grupos revolucionarios y por el indudable apoyo que recibió de los Estados Unidos, que incluso invadieron Veracruz en abril de 1914. El entonces general carrancista Francisco Villa,[6]con su «División del Norte», tomó Zacatecas en junio de 1914; el gobernador Rafael Ceniceros se tuvo que retirar a la vida privada.

En diciembre de 1924 tomó posesión de la Presidencia de la República el general Plutarco Elías Calles, quien radicalizó la persecución religiosa que había iniciado Venustiano Carranza y continuado Álvaro Obregón. “En febrero de 1925 Morones (secretario de trabajo en el gabinete de Calles) había tratado de instaurar una Iglesia mexicana cismática, separada de Roma; pero como una iglesia no se funda como un sindicato, fracasó rotundamente.”[7]

Ese intento cismático organizado por el gobierno provocó que un grupo de seglares mexicanos formaran en la ciudad de México la «Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa», la cual se dio a conocer el 9 de marzo de 1925. Los principales organizadores de la «Liga» fueron Miguel Palomar y Vizcarra, Luis G. Bustos, René Capistrán Garza y Rafael Ceniceros y Villarreal.

“Nacida de una reacción de defensa, la Liga se convirtió inmediatamente en un movimiento político, llevada por los acontecimientos y embriagada por un crecimiento prodigioso (…) En 1925 y 1926, la Liga lleva un combate legal y no violento, inspirado en el Kulturkampf alemán, en la resistencia de Alsacia a las medidas de Herriot, y en la lucha de Ghandi contra los ingleses. Pero Calles no era Bismarck y no se inclinó ante la opinión pública. Los levantamientos espontáneos que acompañaron a la suspensión del culto dieron a los ligueros la esperanza de ver al pueblo derribar por una verdadera guerra santa ( La Cristiada) al gobierno perseguidor y decidieron organizar y dirigir un movimiento nacido al margen de ellos.”[8]Le tocaría a Rafael Ceniceros y Villarreal encabezar esos propósitos.

Poco se conoce de los esfuerzos de la Liga a partir de la entrada en vigor de la «Ley Calles» en Agosto de 1926, porque la persecución resultante de dicha “ley” obligó al pueblo católico a vivir su fe en «catacumbas», y a la Liga a desempeñarse en la clandestinidad. “Su historia (dela Liga) es mal conocida porque fue vencida; porque luchando en la clandestinidad, en ella ha quedado parcialmente (…) El historiador (Jean Meyer) tiene la suerte de poder disponer de los formidables archivos de Palomar y Vizcarra (…) y las «Memorias» inéditas de Ceniceros y Villarreal…”.[9]

Que la historia de la Liga es mal conocida, lo prueba el hecho de la casi absoluta ignorancia que existe -incluso entre muchos historiadores-, acerca de la existencia de una « Constitución Cristera»,[10]en cuya redacción participaron seguramente los dirigentes de la Liga que eran abogados: Miguel Palomar y Vizcarra y Rafael Ceniceros y Villarreal.

Al concluir la Cristiada en 1929 tras la “firma” de unos “arreglos” (“si «arreglos» pueden llamarse”), llevados a cabo entre los obispos Pascual Díaz Barreto y Leopoldo Ruiz y Flores con el Presidente Emilio Porte Gil, los dirigentes de la Liga fueron hostilizados de diversas maneras, incluso el Vicepresidente José González Pacheco fue brutalmente torturado y su cadáver arrojado al gran canal de desagüe de la ciudad de México.[11]Un año después, en 1933, el licenciado Rafael Ceniceros y Villarreal falleció en la ciudad de México.


NOTAS

  1. Obras del Lic. Rafael Ceniceros y Villarreal. tomo I. ed. Agüeros, México, 1908, Prólogo, I-VI.
  2. Ibídem, VII
  3. Ibídem, VII
  4. Cfr. Andrés Barquín y Ruiz, Bernardo Bergoend S.J. Ed. JUS, México, 1968, p. 51 y ss.
  5. Joseph. H.L. Schlarman, México, tierra de volcanes, Ed. Porrúa, México, 14 ed., 1987, p. 506
  6. Cuatro meses después, durante la “Convención de Aguascalientes”, Villa y Carranza se declararon mutuamente la guerra. Cfr. Schlarman, Ob., cit., pp.549-550
  7. Jean Meyer, La Cristiada, Vol. I, Siglo XXI, 5 ed. México, 1977, p. 8
  8. Meyer, pp. 50-51
  9. Meyer, p. 51
  10. Enrique Lira y Gustavo Villanueva. La Constitución de los cristeros y otros documentos.
    Cuadernos del Archivo Histórico de la UNAM (N° 18) UNAM, México, 2005
  11. El libro “Al borde del canal” (Ed. JUS, México) de LOPEZ REY (probablemente sea un seudónimo), narra minuciosamente el martirio del arquitecto José González Pacheco en 1932.

BIBLIOGRAFÍA

BARQUÍN Y RUIZ Andrés, Bernardo Bergoend S.J. Ed. JUS, México, 1968

LIRA Enrique - VILLANUEVA Gustavo. La Constitución de los cristeros y otros documentos. Cuadernos del Archivo Histórico de la UNAM (N° 18) UNAM, México, 2005

MEYER Jean, La Cristiada, Vol. I, Siglo XXI, 5 ed. México, 1977

Obras del Lic. Rafael Ceniceros y Villarreal. tomo I. ed. Agüeros, México, 1908

SCHLARMAN Joseph. H.L., México, tierra de volcanes, Ed. Porrúa, México, 14 ed., 1987


JUAN LOUVIER CALDERÓN