Diferencia entre revisiones de «COFRADÍAS EN CHILE»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Las ''Cofradías'' eran asociaciones de fieles reservadas para fines distintos, sean estos piadosos, penitenciales, caritativos, sociales y/o profesionales, las que solían regirse por un estatuto o reglamento. Estaban dedicadas a la advocación de Cristo, de la Virgen o algún Santo Patrón, advocación a la que se le puede rendir culto en una capilla, iglesia parroquial o conventual.<ref>  BUSTOS, Alejandra. Piedad y muerte en [[CÓRDOBA_DE_LA_NUEVA_ANDALUCÍA | Córdoba]]). Editorial de la Universidad católica de Córdoba. 2005 p. 177.</ref>
 
Las ''Cofradías'' eran asociaciones de fieles reservadas para fines distintos, sean estos piadosos, penitenciales, caritativos, sociales y/o profesionales, las que solían regirse por un estatuto o reglamento. Estaban dedicadas a la advocación de Cristo, de la Virgen o algún Santo Patrón, advocación a la que se le puede rendir culto en una capilla, iglesia parroquial o conventual.<ref>  BUSTOS, Alejandra. Piedad y muerte en [[CÓRDOBA_DE_LA_NUEVA_ANDALUCÍA | Córdoba]]). Editorial de la Universidad católica de Córdoba. 2005 p. 177.</ref>
  

Revisión actual del 14:51 7 ago 2020

Las Cofradías eran asociaciones de fieles reservadas para fines distintos, sean estos piadosos, penitenciales, caritativos, sociales y/o profesionales, las que solían regirse por un estatuto o reglamento. Estaban dedicadas a la advocación de Cristo, de la Virgen o algún Santo Patrón, advocación a la que se le puede rendir culto en una capilla, iglesia parroquial o conventual.[1]

En Roma, hacia el 1267, bajo el pontificado de Clemente IV, encontramos la primera institución de personas piadosas que se hace mención, llamada de Confalón, la que tenía por función el librar a los cristianos que los sarracenos hacían cautivos. Desde esa fecha comenzaron a establecerse diferentes entidades, que se proponían una ayuda recíproca para la práctica de las virtudes cristianas; aliviar a las almas del purgatorio, con indulgencias, oraciones, limosnas; socorrer a los pobres, consolar a los afligidos, asistir a los enfermos, sepultar a los muertos; promover o conservar la devoción a María Santísima, los ángeles o santos[2].

En el territorio del Chile del siglo XVI, todavía no se percibe la presencia de estas agrupaciones pías, debido a que en Santiago solo podíamos encontrar una sola parroquia; además, las investigaciones en los archivos no dan cuenta de documentos que certifiquen la existencia de fundaciones de cofradías anteriores al 1600, pero ya para la primera mitad del siglo XVII, el Padre Alonso Ovalle en su Histórica Relación del Reino de Chile, nos entrega una detallada visión de las conmemoración de la Cuaresma y una minuciosa descripción de las procesiones que realizaban las cofradías durante la semana santa.

Con respecto a esta última celebración, relata la forma de como emergen desde distintos puntos de la ciudad las procesiones, así: La primera de ellas, era la cofradía de los negros, que salían de la Iglesia de La Compañía. Los hombres elevaban a la Verónica y la conducían a la plaza de Armas, frente a la Catedral. La segunda procesión, de la cofradía de los mulatos, se iniciaba en San Agustín y cargaban la imagen de Cristo con la Cruz a cuestas, este cortejo, asomaría en la plaza por la actual calle Estado. La tercera procesión venía de la Merced, eran los nazarenos vestidos con túnicas rojas, quienes traían consigo la Virgen Dolorosa y a San Juan Bautista. Las procesiones continuaban día a día, el Jueves Santo se efectuaba la procesión de sangre. En las primeras horas de la noche salían dos procesiones, una venía desde San Francisco, en la Cañada, que correspondía a los indios y la otra, procedente de Santo Domingo, de los morenos. Al correr las horas y al llegar la media noche, salía de la Merced la procesión de la Veracruz, compuesta por los caballeros.

En el Viernes Santo encontramos la procesión de La Piedad, que era organizada por la Cofradía de Santo Domingo, como también la llamada de la Soledad, que surgía de San Francisco. El sábado Santo había tres procesiones: en una participaban los encomenderos y vecinos, era organizada por los Dominicos; la otra, del templo de San Francisco, de indios, llevaba en andas al niño Jesús vestido de traje indígena. Por último, la Cofradía desde la Compañía, en la que también participaban indígenas[3]Con este relato se evidencia que las procesiones para las cofradías, especialmente las de Semana Santa y la fiesta de Corpus Christi, eran la oportunidad de mostrar públicamente el número de seguidores y el esplendor de las representaciones que se llevaban cabo en las cuales y en la mayoría de los casos, se daban a conocer escenas bíblicas, denotando la profunda devoción y entrega de una sociedad que evidenciaba su relación de fe.

Con posterioridad y bajo la ordenanza de los sínodos, la autoridad eclesiástica en la persona del obispo, se preocupaba del correcto funcionamiento de las cofradías, corrigiendo todos los abusos que pudiesen observarse para que estas instituciones fuesen un aporte a la vida religiosa de la comunidad. De esta forma, encontramos que el capítulo VII del sínodo del obispo Bernardo Carrasco y Saavedra (1689), enumera ocho constituciones para reglamentar la vida de las cofradías: 1. Que no se ponga la mesa para pedir la limosna dentro de la iglesia ni en lo sagrado del cementerio sino en parte vecina. 2. Las elecciones de los mayordomos y de los demás oficiales se haga en el templo terminándolas antes de las Ave Marías y sin repique de campanas. 3. Los mayordomos deben responsabilizarse de que las procesiones de la Semana Santa concluyan antes de las nueve de la noche. 4. Se manda la reducción del gran número de cofradías. Las dos fundadas en el colegio de la Compañía, la de los indios naturales (del Niño Jesús) y la de los morenos (Ntra. Sra. de Belén) se deben agregar, la primera a la del convento San Francisco (Ntra. Sra. de Copacabana) y la segunda a la del convento de los Predicadores. 5. No se puede cantar o rezar las misas de requiem en los días domingos y fiestas de guardar. 6. El obispo favorece la cofradía de la caridad de la iglesia catedral (que entierra a los pobres solemnemente) con su presencia, la de los canónigos, los curas y del clero. 7. No solo pone a los difuntos en una sala cerca de la iglesia (velatorio) sino se va el entierro desde la casa del difunto. 8. Llevar un libro de caja sobre las limosnas y los gastos, y las dos llaves distintas de la caja de depósito tiene una el capellán y la otra el mayordomo.

Por su parte en el sínodo del obispo Manuel de Alday y Aspée (1763), bajo el título decimocuarto, deplora la decadencia de las cofradías de los curatos, renueva las disposiciones del sínodo anterior y agrega otras nueve constituciones: 1. Que se forme un libro con los nombres de los hermanos, expresando el día de su entrada y su contribución anual. 2. Al que debe su cuota anual no se le costea ni la sepultura, ni la misa, ni otros beneficios, salvo que los herederos o albaceas paguen la deuda. 3. Sólo se admiten a la cofradía feligreses de la misma doctrina. 4. Para recoger la limosna no se permite poner mesas, ni en las puertas de la iglesia, ni en los cementerios por el bullicio; terminar antes de las Ave Marías y no despender bebidas de licores fuertes. 5. No se puede cantar misa de requiem cuando no está el cuerpo presente, aunque sea la del aniversario, en día festivo de precepto o domingo. 6. No se da licencia para sacar procesiones (salvo la de la Vera Cruz del Jueves Santo) sino con la condición precisa que salgan antes de las Ave Marías y se recojan, en verano a las nueve y en invierno a las siete de la noche. 7. Que no se permitan en las procesiones (particularmente de la Semana Santa) mujeres con traje penitente, disciplinándose o con cruces sobre los hombros, ni las que llaman “haspadas”. 8. En las procesiones las mujeres no deben mezclarse con los hombres. Su lugar es al final de la procesión. 9. A las rogativas públicas se pide la asistencia del cabildo secular, que éste ordene la limpieza de las calles y que los prelados regulares envíen unos doce religiosos para que asisten. Las tiendas y oficinas quedan cerradas durante la procesión[4]

A continuación, se da a conocer un cuadro que responde a las últimas investigaciones con respecto a las cofradías fundadas desde la llegada de los españoles al territorio de Chile, específicamente en Santiago sin incluir otros pueblos, muchas de las cuales han tenido un periodo de muy larga duración.


Cofradías fundadas desde la llegada de los españoles al territorio de Chile[5]
Ciudad Lugar Nombre Año que se tenga relación
Santiago La Catedral Esclavonía del Santísimo Sacramento 1682
Glorioso Patriarca San José 1672
De Ánimas s/ref.
San Antonio de la Caridad s/ref.
San Francisco N. Sra. de Copacabana 1646
La Soledad 1646
Santo Domingo N. Sra. del Rosario 1732
La Piedad 1646
Orden de la Merced Jesús Nazareno o Los Nazarenos 1610
N. Sra. de la Piedad 1646
N. Sra. de Guadalupe 1610
La Santa Cruz y la Santísima Veracruz 1617
Compañía de Jesús Niño Jesús 1646
Cofradía de los Morenos 1646
San Agustín N. Sra. De Chiquinquiray 1646
N. Sra. de la Consolación s/ref.
Santo Tomás de Villanueva 1690
N. Sra. de la Candelaria 1606
N. Sra. de Copacabana 1690
Señor de la Agonía 1680
Nuestra Señora del Carmen 1690
N. Sra. de las Nieves 1690
N. Sra. de los Reyes 1690
N. Sra. de Belén 1690
San Benito 1690
San Crispín 1690
N. Sra. de la Candelaria 1690
Santa Rosa 1690
Señora Santa Ana 1690
N. Sra. de la Misericordia 1690
San Nicolása 1690
Arcángel San Miguel s/ref.
De los Desamparados s/ref.
San Francisco s/ref.
Santa Ana de Río Claro s/ref.
Rosario s/ref.
Del Sagrado Corazón s/ref.
San Isidro s/ref.
De Minas y de Candelaria s/ref.


Notas

  1. BUSTOS, Alejandra. Piedad y muerte en Córdoba). Editorial de la Universidad católica de Córdoba. 2005 p. 177.
  2. DONOSO, Justo. Diccionario teológico, canónico, jurídico, litúrgico, bíblico, etc. Valparaíso 1855. Tomo I., p. 352
  3. OVALLE, Alonso de. Histórica Relación del Reino de Chile (Roma 1646), Santiago, Universidad de Chile, Instituto de Literatura Chilena, 1969, libro 5º, cap. VII, pp.187-188
  4. FALCH, Jorge Las Cofradías en Chile en tiempos virreinales. En Sánchez G. Marcial (Dir.) Historia de la Iglesia en Chile Tomo I, En los Caminos de la conquista Espiritual Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 2009.
  5. Ibídem, pp.325-344

Bibliografía

  • BUSTOS, Alejandra. Piedad y muerte en Córdoba (siglos XVI y XVII). Editorial de la Universidad católica de Córdoba. 2005
  • CAMUS, Misael, "La Cofradía del Santísimo Sacramento de la Catedral de Santiago", 1682-1831, AHICh 10, 1992

DONOSO, Justo. Diccionario teológico, canónico, jurídico, litúrgico, bíblico, etc. Valparaíso 1855. Tomo I. FALCH, Jorge Las Cofradías en Chile en tiempos virreinales. En Sánchez G. Marcial (Dir.) Historia de la Iglesia en Chile Tomo I, En los Caminos de la conquista Espiritual Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 2009.

  • FALCH, Jorge. "Cofradía de la Candelaria de Melipilla", AHICh 8, 1990; 'Cofradía de San José en Malloa 1670", Revista Católica 1101, 1994.; "Fundación de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario de Andacollo", AHICh 11, 1993.; "Cofradía de Nuestra Señora de la Candelaria de los Mulatos en el Convento de San Agustín de Santiago de Chile", AHICh 13, 1995.
  • OVALLE, Alonso de. Histórica Relación del Reino de Chile (Roma 1646), Santiago, Universidad de Chile, Instituto de Literatura Chilena, 1969, libro 5º, cap. VII.
  • RAMÍREZ, Ramón. "La Cofradía del Rosario en Chile", Anuario de la Historia en chile (AHICh) 10, 1992.
  • REHBEIN, Antonio. "La Ermita y Cofradía de San Clemente en San Juan de la Frontera. Siglo XVII", AHICh 10, 1992.


MARCIAL SÁNCHEZ GAETE