COMPAÑÍA DE JESÚS; Métodos misionales

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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A partir de la experiencia misionera de la Compañía de Jesús en Oriente y en Brasil, primero bajo la dirección de la Provincia de Portugal y, luego, de las provincias de Goa y de Brasil, que nacen de ella, se van perfilando las líneas maestras del método misional propio de la Compañía de Jesús.

Aprobadas esas líneas, impulsadas o rectificadas por san Ignacio de Loyola para acomodarlas a las Constituciones, durante el tiempo de ser redactadas van a ser diligentemente mantenidas y aplicadas por Juan Alfonso de Polanco y san Francisco de Borja, quienes las van a adaptar también a las regiones de las Indias del Rey Católico donde se comienza a establecer la Compañía: Florida, Perú y México, de donde pasarán a Filipinas en un periodo posterior.

El tema es muy amplio por su extensión en el tiempo y en el espacio, que abarcan diferentes culturas y estados de desarrollo sometidos a cambios de todo tipo. Sin embargo, se puede hablar de una elemental unidad dada por el espacio geopolítico y eclesiástico evangelizado por las siete provincias de las Indias Occidentales, integradas en la Asistencia de España de la Compañía de Jesús, que formaban una unidad orgánica, dentro del gobierno y división administrativa de la Compañía de Jesús y del sistema del Regio Patronato Indiano, con problemas y métodos misionales similares.

Metodología misional

Entre los elementos que configuran el método de la Compañía cabe destacar: el conocimiento del evangelizado y de su lengua; la formación y utilización de auxiliares seglares para el trabajo apostólico y promoción humana; la enseñanza de la doctrina y predicación por calles y plazas; misiones circulares o volantes; universidades, colegios y escuelas para la instrucción y educación religiosa y humana de la población; atención peculiar a las clases dirigentes (colegios de indios principales: caciques, etc.).

En cuanto al que supuestamente se ha creído y llamado método propio de la Compañía, las « Reducciones» y « Doctrinas», o parroquias de Indios, en especial las del Paraguay, son preexistentes a la fundación de la Compañía y ajenas a su Instituto o peculiar «modo proceder», por lo que presentan una seria problemática que merece un estudio particular.[1]Baste indicar que la dificultad nacía de ser estas doctrinas parroquias de indios con cura de almas, estipendios y «camaricos» (ofrendas de los indios), lo que se prohíbe en las Constituciones como contrario al modo de ser y a la pobreza de la Compañía aprobada por las letras apostólicas de Paulo III y Julio III.

Francisco de Borja recordaba esta constitución al primer provincial de Nueva España, como había hecho con los visitadores de Brasil y de la India, y especialmente con el virrey Toledo y con Portillo. Decía en su Instrucción al provincial P. Pedro Sánchez:

“No tome assumpto de repartimientos que llaman de la doctrina christiana, ní tome sobre la Compañía cura alguna de almas, sino antes ayude con missiones, según la forma de nuestro Instituto, sin tomar por ello stipendio alguno, aunque sea lícito tomar para su sustentación la limosna necesaria”.[2]

De los diversos aspectos enunciados, se señalan tres interesantes por estar también presentes en las Leyes de Indias: a) el estudio de las lenguas, b) el empleo de auxiliares en la evangelización y c) la educación, tanto general como la específica de los colegios para hijos de los indios principales, fijándonos en la enseñanza elemental, quizás la menos atendida en la historiografía pedagógica de la Compañía de Jesús.

Todos estos aspectos conllevan un elemento metodológico propio de la Compañía, como se observa en las relaciones y en las cartas anuales: el estudio y conocimiento del evangelizando para su mejor instrucción en la fe y vida cristiana; lo que incluía un catecumenado intenso y, al mismo tiempo, diversificado por la exigencia de ocuparse de modo especial más de aquellos neófitos con mayor posibilidad de influjo en los demás, según el espíritu y letra de las Constituciones en relación con la selección de ministerios: el bien más universal (P.VII, c. 2, D).

La experiencia apostólica de Ignacio en Roma, con judíos y musulmanes, le llevó a establecer una casa de catecúmenos donde se les instruía en la fe y se les ayudaba a vivirla fuera de su anterior ambiente. Por ello aconsejó erigirla en el colegio de San Pablo de Goa para la mejor preparación al bautismo, instrucción y conservación en la fe de los neófitos.[3]

De igual modo, Francisco de Borja, de acuerdo con esta tradición, trató de este punto en sus Instrucciones a los visitadores del Brasil y de la India y al recién nombrado provincial de las Indias Occidentales. Tratándose de regiones ya evangelizadas y habitadas por españoles, las instrucciones miraban, en primer lugar, a la conservación de los ya cristianos y luego a la evangelización de los no bautizados, pero, en todo caso, insistían en la atención a los catecúmenos para evitar las apostasías. Era también la expresa intención del papa (san) Pío V:

“no. 3. Donde quiera que los Nuestros fueran, sea su primer cuidado de los ya hechos cristianos, usando diligencia en conservarlos y ayudarlos en sus ánimas, y después atender a la conversión de los demás que no son baptizados, procediendo con prudentia y no abraçando más de los pueden apretar; y así no tengan por cosa expediente discurrir de una en otras partes para convertir gentes, con las quales después no puedan tener cuenta; antes vayan ganando poco a poco, y fortificando lo ganado; que la intención de su Santidad, como a nosotros lo ha dicho, es que no se baptizen más de los que se puedan sostener en la fe”.[4]

Recién fundada la misión de la Florida, Borja intentará que, en el colegio de la Habana, al igual que Ignacio quiso en San Pablo de Goa, se destinara una parte para los catecúmenos. Así el plan del colegio de la Habana incluía la habitación de los jesuitas, la iglesia, las escuelas y la casa de catecúmenos, con su enfermería, con intención de que pudiera servir también de hospital.[5]

En cuanto al conocimiento del evangelizado, para acomodar el mensaje a la persona concreta y a su universo religioso (creencias, ritos, organización, vida moral, etc.), Borja, en su Instrucción a Portillo (marzo 1567), llama la atención sobre este punto, recordando la transcendencia de ganar las cabezas (según el espíritu de las Constituciones P VII c. 2 D) y el valor del propio ejemplo y de la dulzura evangélica:

“no 5. Tengan mucha advertencia qué gente es aquella en que han de aprovechar: qué errores y sectas de gentilidad siguen; qué inclinaciones y vicios tienen; si ay doctos o personas de crédito entre ellos, para que éstos se procuren ganar; y qué remedios conformes a estas cosas se les puedan y devan aplicar; y, con los de más intendimiento, procure antes con suavidad de palabras y exemplo de vida affectionarlos al verdadero camino, que por otros rigores”.[6]

Esta suavidad la recomendará especialmente al superior de Florida, Juan Bautista de Segura, en Octubre 1567, siguiendo la línea ignaciana:

“...cómo se han de aver con los nuevamente venidos a la luz del evangelio, las cosas presentes, la experientia y prudentia y sobre todo la unctión del Spíritu Santo lo enseñará; pero siempre se tenga particular cuenta con la ternura de aquellas almas, y con la rudeza de sus entendimientos que no sufrirán las cargas que acá se podrían poner a los que usan de perfecta razón, y tienen mayor conocimiento de Dios nuestro Señor”.[7]

NOTAS

  1. Para este asunto véase, p.ej., Martín Mª MORALES, Los comienzos de las Reducciones de la Provincia del Paraguay en relación con el Derecho Indiano y el Instituto de la Compañía de Jesús. Evolución y conflictos. Archivum Historicum Societatis Iesu (AHSI) 67 (1998) 3-129; pp. 12-37.
  2. ZUBILLAGA Instrucción de S. Francisco de Borja... (1571) 163.
  3. Ignacio a Lancilotto. Roma, 27 marzo 1552. MHSI EppIgn 4, 116; MHSI Polanco Chron 2, 145-146 y 6, 787-788; GRANERO 161-165.
  4. «Instructión ... Margo 1567» MHSI MonPer 1, 122.
  5. Segura a Borja. Habana, 18 nov. 1568. MHSI MonAntFlor 361-363.
  6. MHSI Mon Per 1, 122-123.
  7. Dionisio Vázquez (ex comm.) a Segura. Roma, 30 octubre 1567. MHSI MonAntFlor 210.

BIBLIOGRAFÍA

GRANERO Jesús Mª, La acción misionera y los métodos misiona1es de San Ignacio de Loyola, Bibliotheca Hispana Missionum VI, Burgos 1931

LETURIA Pedro de, Un significativo documento de 1558 sobre 1as misiones de infieles de la Compañía de Jesús. AHSI 8 (1939)

LEITE Serafim, Historia da Companhia de Jesus no Brasil (Lisboa 1938)

LOYOLA san Ignacio de. Obras. Edición manual. BAC 86, Madrid 51991

MATEOS Francisco Antecedentes de la entrada de los jesuitas españoles en las misiones de América (1538-1565), en Missionalia Hispanica I (1944)

MHSI DocInd = (Documenta Indica.) Ed. J. WICKI 14-16 coed. J. GOMES 18 vol. Roma: 1948-1988

MonAntFlor = (Monumenta Antiquce Florida 1566-1572) Ed. F. ZUBILLAGA. Roma 1946

MHSI MorMex = (Monumenta Mexicana), ed. F. ZUBILLAGA, 8 vol. 1956-1991

MHSI DocInd = (Documenta Indica.) Ed. J. WICKI 14-16 coed. J. GOMES 18 vol. Roma: 1948-1988

MHSI MonBras = ( Monumenta Bmsiliae) Ed. S. LEITE, 4 vol. 1956-1960

MHSI EppIgn = (Sancti Ignatii de LoyoIa Societatis Iesu fundatoris epistolae et intstructiones.) 12 vol. Madrid 1903-1911. Reimpresión 1964-1968

MHSI Polanco Chron. = (Vita Ignatii Loiola et rerum Societatis Iesu historia). Auctore J.A. DE POLANC0. 6 vol. Madrid

MHSI Epp mixtae = (Epistolae mixtae ex variis Europae lociis ab anno 1537 ad 1556 scriptae). 5 vol. Madrid 1898-1901

QUINTÍN ALDEA (ed.), Ignacio de Loyola en gran crisis del siglo XVI. Congreso Internacional de Historia. Madrid, 19-21 noviembre de 1991. Universidad Complutense. Bilbao 1993


FRANCISCO DE BORJA MEDINA, S.J. © Mar Oceana Revista del humanismo español e iberoamericano