CONGREGACIONES FEMENINAS EN CHILE

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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EL PERIODO ESPAÑOL

Desde la llegada de los españoles a América, las congregaciones religiosas se asientan favorablemente con múltiples vocaciones. Así como la mayoría de las órdenes masculinas son misioneras, la vocación de las mujeres implica la clausura. Las primeras monjas americanas son las concepcionistas, llegadas a México en 1540; en Lima las primeras religiosas se acogen en 1561 a la jurisdicción episcopal y a la regla de las canonesas regulares de San Agustín. Esta misma tendencia se observa en Chile.

La vida consagrada femenina supone una dote importante y sus aspirantes, además de ofrecer su vida a Dios, cultivan su intelecto. No sólo aprenden a leer y a escribir, sino que dominan el latín, se instruyen en la Teología, se perfeccionan en las manualidades, interpretan obras musicales y algunas son expertas matemáticas.

Asimismo, el convento se convierte en un «refugio» para mujeres abandonadas, viudas, huérfanas o solteras. Monjas, mujeres y conventos se implican mutuamente y paulatinamente van poblando los monasterios: damas de compañía, criadas, esclavas y donadas que aumentan ostensiblemente la población dentro de los claustros; convirtiéndose algunos en verdaderas ciudades al albergar hasta 600 personas, como los de clarisas y agustinas.[1]

Influye la mentalidad de una élite criolla que considera la vida consagrada a resguardo del mundo como el mejor destino para sus hijas, debido a los alcances del «Recogimiento», cuyos orígenes y mística se atribuyen a Francisco de Osuna (1492-1540) y a sus seguidores, especialmente Teresa de Ávila y fray Luis de Granada (1504-1588).[2]

Dentro de los claustros existe una jerarquía con un simbolismo propio entre las monjas; las de velo blanco, profesas, y las de velo negro, novicias o hermanas legas.

Muchos monasterios entregan educación, y también en sus locutorios se interpretan obras musicales y se practican danzas, convirtiéndose en centros culturales que atraen a los seglares. Asimismo, son agentes económicos relevantes, pues mantienen lazos monetarios con los vecinos a través de préstamos y créditos. Estos vínculos con el mundo se prestan para «excesos» que afectan el cumplimiento de sus reglas, siendo interpelados por los Sínodos de 1688 y de 1763; una excepción la constituyen las órdenes carmelitas y recoletas. Estos desarreglos no les impiden ser ejemplos de piedad, y lograr la admiración de sus vecinos.[3]

Los monasterios se concentran principalmente en Santiago. Debido a la Guerra de Arauco han emigrado a la capital aquellos ubicados en lugares vulnerables.

CONGREGACIONES LLEGADAS A CHILE EN EL PERIODO ESPAÑOL:

  • CLARISAS «DE ANTIGUA FUNDACIÓN»: establecidas en Osorno en 1567 como religiosas de «Santa Isabel de Hungría» por Isabel de Landa, son la cuarta Orden femenina que se instala en Sudamérica. Luego de Curalaba se dirigen a Castro y a la isla Quiriquina para llegar a Santiago en 1604, habiendo pasado por San Francisco del Monte.
En la capital cambian su nombre por «Santa Clara» y profesan la segunda regla de Urbano IV (Provincia Eclesiástica, 358). Se establecen en La Cañada, pasando a ser uno de los monasterios más importantes de Chile, dada su antigüedad y gran número de mujeres que lo habitan, entre ellas educandas que incluyen indígenas en Osorno. Destaca su colección artística con las obras más antiguas conservadas en Chile. Asimismo las monjas son un referente en las manualidades por la elaboración de cerámicas perfumadas (siglos XVII-XVIII) exportadas al Virreinato del Perú y España y por su aporte en repostería según la tradición hispano morisca y mestiza.
  • CLARISAS DE LA IMPERIAL: fundadas en 1584 con monjas del Monasterio del Cuzco, Luego de Curalaba se unen a las de Osorno.
  • AGUSTINAS O DE LA LIMPIA CONCEPCIÓN: deben su fundación al Cabildo de Santiago en 1574 y son canónicamente reglados por el Obispo Medellín dos años después.[4]El monasterio se ubica en la manzana comprendida entre las calles Agustinas y Ahumada hasta la Cañada por el sur y la calle atravesada de la Compañía (hoy Bandera) por el poniente; cuenta con siete claustros. Muy poblado, llega a albergar hasta 600 mujeres entre monjas y seglares.[5]Entre ellas, las educandas, pues son las primeras monjas que educan a las niñas;[6]instruyéndolas en la lectura, la costura, el bordado, la vestimenta de santos y la elaboración de dulces. Maria Graham (siglo XIX) alaba el mate que le ofrecen las monjas y considera al convento “uno de los más hermosos de Santiago”.[7]
  • CLARISAS DE LA VICTORIA: se fundan en 1663 por donación de Alonso del Campo Lantadilla. Las primeras religiosas provienen del Monasterio de Clarisas de antigua fundación y se establecen en Santiago en la esquina nororiente de la plaza mayor. La música que transmiten a las educandas y la consiguiente alegría y ambiente festivo perjudica la disciplina. Estas monjas deben dejar su convento con O`Higgins en 1821 siendo acogidas por los franciscanos. De esta Orden proviene la Relación autobiográfica de Úrsula Suárez (1666-1749), referente para conocer la vida dentro del claustro en su época.[8]
  • MONASTERIO DEL CARMEN DE SAN JOSÉ O CARMEN ALTO: data de 1690 por la necesidad de contar en el Reino con un monasterio carmelita como defensa ante los corsarios -portadores de la herejía- luego de las incursiones de Bartolomé Sharp en La Serena. La donación de Francisco Bardesi y su mujer Bernabela de Hermúa, unida a las gestiones de Juan de la Concepción, religioso de antigua observancia, permiten la fundación. Llegan a Santiago tres carmelitas desde Chuquisaca por la ruta de Almagro. Establecidas en la Cañada constituyen un ejemplo en la observancia de la Regla, así lo señala el Obispo Alday luego de inspeccionar los conventos santiaguinos en el siglo XVIII. Parte de la singularidad carmelita se debe a las disposiciones de Teresa de Ávila que no permiten sobrepasar las 21 monjas en sus claustros.[9]
  • CAPUCHINAS DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD: establecidas en 1727 en Santiago por Margarita Briones, quien viene con cinco monjas de Toledo. Se caracterizan por la austeridad de vida, con ayunos y mortificaciones y por observar su regla adecuadamente.[10]De este monasterio parten en 1749 cuatro religiosas para fundar en Buenos Aires.[11]
  • TRINITARIAS DE CONCEPCIÓN: se inician como beaterio hacia 1700; la llegada de tres monjas de Lima permite su regularización canónica en 1736, obteniendo título real en 1794.[12]Estas religiosas abandonan su convento en septiembre de 1818 pues el gobernador, realista, teme por ellas. Emprenden un fallido viaje a Valdivia para embarcarse a Lima, permaneciendo en Los Ángeles y Tucapel, en las peores condiciones hasta volver a su monasterio en 1822. Fieles a su Regla, esta odisea no les impide seguir observándola.
  • DOMINICAS DE SANTA ROSA DE LIMA: se fundan como beaterio en 1580 en Santiago, erigiéndose canónicamente en 1754 con la llegada de tres profesas de Lima. En este claustro profesa Sor Dolores Peña y Lillo, autora de un epistolario (1763-1769) que permite conocer la vida y admirable cultura de las religiosas de su siglo.[13]
  • MONASTERIO DEL CARMEN DE SAN RAFAEL O CARMEN BAJO: se erige en 1770 por iniciativa de Manuel de Zañartu, cuyas dos hijas entran en clausura. Las fundadoras provienen del Carmen de San José. Desde aquí Tadea García de la Huerta compone su Romance de la inundación que hizo el río Mapocho en el monasterio de las carmelitas de San Rafael el día 16 de junio de 1781, en versos octosílabos.
  • RELIGIOSAS DE LA BUENA ENSEÑANZA, DE LA COMPAÑÍA DE MARÍA, O DE LA VISITACIÓN: hijas de Jeanne de Lestonac, tienen su monasterio en Mendoza, cuya fundación en 1780 corresponde al Obispo Alday, debido al legado de Juana Josefa de Torres Salguero, residente en Tucumán. Se trata del único dedicado específicamente a la enseñanza de las jóvenes.[14]

LAS CONGREGACIONES FEMENINAS EN EL PERIODO REPUBLICANO

Junto con el siglo XIX y el advenimiento de la República se produce un declinar en los claustros femeninos a excepción de los monasterios carmelitas. Paralelamente, en Europa ha nacido una nueva posibilidad en la vida consagrada, la que abre los muros de los conventos a las necesidades de la población. Así estas nuevas religiosas de «vida activa», manteniendo prácticas de la clausura, se dedican principalmente a la salud y la educación. Luego de la Revolución, en Francia se produce una proliferación de estas congregaciones, cuyos principales referentes son las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, las ursulinas de Santa Ángela de Merici y la Compañía de María de Jeanne de Lestonnac, entre otras. Estima el especialista Claude Langlois, que entre 1800 y 1880 son más de 400 las nuevas fundaciones.[15]

Este modelo de vida activa se transplanta a Chile gracias a la confluencia de intereses por parte de la jerarquía eclesiástica, las asociaciones laicas y el Estado.[16]A partir de 1838 comienzan a llegar estas religiosas «modernas» que caminan por las calles, se trasladan por las ciudades, socorren a los vecinos en sus múltiples necesidades y educan a las niñas en colegios. Pese al desconcierto inicial de los chilenos, muy pronto comienzan a expandirse por el país, ganándose su admiración cuando comienza a debatirse la posibilidad de separar la Iglesia del Estado. Incluso surgen iniciativas locales.

CONGREGACIONES LLEGADAS A CHILE EN EL PERIODO REPUBLICANO

  • SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y MARÍA, o Picpus: fundada en 1800 por Henriette Aymer de la Chevalerie fruto de la Contrarrevolución, sus religiosas son misioneras, adoratrices y educadoras. Su llegada en 1838 se debe a la solicitud hecha al Gobierno por los padres de la rama masculina, en el país desde 1826. Las primeras, a cargo de Cléonisse Cormier, establecen colegios internos y escuelas externas en Valparaíso, Santiago y La Serena, que combinan lo intelectual con lo doméstico. Pioneras en la educación femenina chilena.[17]
  • HERMANAS DE LA PROVIDENCIA: llegan a Valparaíso en 1853 provenientes de Canadá, luego de una fundación fallida en Oregón. Lideradas por Bernarda Morín, se hacen cargo de la Casa de Expósitos y se separan de la congregación de origen. Paulatinamente asumen nuevas fundaciones y responsabilidades, siempre vinculadas con los niños huérfanos y los desamparados.
  • SOCIEDAD DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: fundada en 1800 por Santa Magdalena Sofía Barat, también nace del efervescente catolicismo post revolucionario. Adapta la «Ratio Studiorum» jesuita a las mujeres, con el fin de educarlas para propagar la fe desde el hogar al resto del mundo. Llegan en 1853 tres religiosas que rápidamente se multiplican. Encabezadas por Anna du Rousier, establecen una red de colegios bajo los estándares europeos en Santiago, Talca, Concepción, Valparaíso y Chillán; incluso fundan en Lima y Buenos Aires. Por encargo del gobierno dirigen la primera Escuela Normal de Preceptoras.
  • HIJAS DE LA CARIDAD: herederas de San Vicente de Paul y Santa Luisa de Marillac, datan del siglo XVII. Su principal vocación es auxiliar al pobre. Llegan en marzo de 1854 por iniciativa del Obispo Valdivieso y la Junta de Beneficencia. Se dedican principalmente a la labor hospitalaria.
  • BUEN PASTOR DE ANGERS: fundada por Santa Eufrasia de Pelletier en Francia y aprobada oficialmente en 1835, llega al país en 1855 y por disposición de Valdivieso –impulsor de su venida- se establecen en un antiguo beaterio en San Felipe. Se ocupan de las prostitutas, las casas de corrección de mujeres y también brindan educación. Debido al interés de la Junta de Beneficencia, se establecen prontamente en Santiago.
  • MONASTERIO DE LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN DE CHILLÁN: con autorización episcopal lo fundan cuatro religiosas del Monasterio de Santa Clara de la Victoria en 1859. Observan las reglas de las religiosas de la Purísima Concepción y tienen como obligación principal la educación de las niñas.
  • CONGREGACIÓN DE LA CASA DE MARÍA: fundada por el presbítero Blas Cañas, se dedica a asilar y educar a niñas huérfanas. Se erigen como instituto religioso el 15 de agosto de 1856.
  • COMPAÑÍA DE MARÍA O BUENA ENSEÑANZA: se funda por disposición testamentaria de María del Tránsito de la Cruz de Rosales, fallecida en 1850. Las fundadoras vienen de Cuyo en 1868 y ese año Valdivieso decreta su reconocimiento legal. Se dedican a la educación de las niñas en Santiago.
  • HERMANAS DE LA CARIDAD CRISTIANA, HIJAS DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN: proceden de la congregación alemana fundada por Paulina de Mallinckrodt, se ocupan de los enfermos y educación. Las fundadoras se establecen en Ancud a instancias del Obispo Francisco de Paula Solar en 1874.
  • MONASTERIO DE LA VISITACIÓN: fundada en 1873 como congregación religiosa diocesana de San Francisco de Sales. El Monasterio se erige canónicamente en Santiago.
  • HERMANITAS DE LOS POBRES: congregación francesa fundada en 1840 por el abate Pailleur, dedicada al cuidado de ancianos pobres y enfermos. Llegan a Valparaíso en 1885 debido a la iniciativa del sacerdote José Alejo Infante y a la generosidad de Juana Ross de Edwards. En 1894 se establecen también en Santiago.
  • MONASTERIO DE LA ADORACIÓN PERPETUA: fundada en Roma por Magdalena de la Encarnación a principios del siglo XIX, y sujeta a la regla de San Agustín. Promueve la fundación en Santiago el presbítero Miguel Tagle. En 1886 entran las primeras novicias.
  • PRECIOSA SANGRE: en 1865 el presbítero Manuel Tagle funda en Santiago el beaterio de Santa Ana para atender parturientas y huérfanos; el arzobispo Mariano Casanova la erige como congregación en 1887. Además tienen escuelas y promueven el matrimonio.
  • HERMANAS HOSPITALARIAS DE SAN JOSÉ: su origen como beaterio data de 1866 en la ciudad de San Felipe. Habiendo sido visitadas por Bernarda Morín, son erigidas como congregación en 1888 por Mariano Casanova. Asisten hospitales y entregan enseñanza gratuita. En 1890 son admitidas las primeras novicias.
  • HIJAS DE MARÍA AUXILIADORA: fundadas por San Juan Bosco en Italia, llegan a Punta Arenas el 3 de diciembre de 1888; dan educación a las niñas, cooperan “en la civilización de los indígenas”[18]de las misiones salesianas en la isla Dawson y en Tierra del Fuego.
  • HERMANAS CARMELITAS DE SANTA TERESA: se fundan en 1890 teniendo como superiora a una carmelita del Monasterio de San Rafael. Se dedican a la enseñanza de los niños pobres. Erigidas canónicamente por Mariano Casanova.
  • SANTA VERÓNICA: se originan como beaterio, y en 1887 se fundan gracias a la confluencia de voluntades del presbítero Miguel Tagle y una religiosa del Buen Pastor, María del Santísimo Sacramento Ugarte, con el fin de recoger “niñas del pueblo” y “educarlas como sirvientas honestas”.[19]El terreno se los ceden las religiosas de San Rafael. Erigidas como congregación por Mariano Casanova en 1892, entregan enseñanza gratuita.
  • PURÍSIMO CORAZÓN DE MARÍA: en 1889 se abre en Santiago en la calle San Ignacio el asilo para niñas; se erige como congregación en 1894. Se dedican a promover entre los pobres el matrimonio católico, a la conversión de mujeres de mala vida, las casas de corrección, y tienen escuelas gratuitas.
  • HIJAS DE SAN JOSÉ PROTECTORAS DE LA INFANCIA: provenientes de las Hermanas de la Providencia, se fundan en 1892. Se dedican a los huérfanos observando la antigua regla de Montreal, pero en 1895 pasan a ser una nueva congregación. Se considera superiora y fundadora a María Luisa Villalón. Acogen a los niños y a los enfermos; tomando a su cargo la casa que les ofrece la sociedad protectora de la Infancia.
  • SAN JOSÉ DE CLUNY: congregación francesa decimonónica dedicada a los pobres, la educación, los huérfanos, los «enajenados». Se hacen cargo de la sección mujeres de la Casa de Orates en 1895.[20]

NOTAS

  1. Guarda., 2011, 474
  2. Van Deusen, 137 y ss.
  3. Guarda 2011, 232
  4. Guarda, 243
  5. Guarda, Monacato, 51
  6. Peña, 64
  7. Graham, 235
  8. Guernica)
  9. Guarda 2011, 236; de La Taille, 2009, 136
  10. Guarda, 236
  11. Provincia Eclesiástica, 386
  12. Guarda, 2011, 244
  13. Kordic, 2008
  14. Provincia Eclesiástica, 407-411
  15. Langlois, 62-63
  16. Serrano, 2000
  17. Serrano, 2000; Pérez, 2002; Provincia Eclesiástica, 1895
  18. Provincia, 481
  19. Provincia, 494
  20. Provincia Eclesiástica, 411-514


BIBLIOGRAFÍA

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ALEXANDRINE DE LA TAILLE