CRÓNICA EN EL ISTMO PANAMEÑO

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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La crónica Castellana

Aparece en el siglo XIII con el rey Fernando III «el Santo» y su hijo Alfonso X «el Sabio»; el primero es el iniciador de la historiografía especializada que se dio antes de la Crónica General.[1]Alfonso X mandó escribir los cantares épicos del pueblo, con lo cual algunos consideran que se dio inicio a las crónicas propiamente dichas. Que surgió para conservar la tradición de la nación y la tradición religiosa

A mediados del siglo XV se puede afirmar con certeza que en el reino de Aragón ya había una Crónica Oficial organizada, la cual contaba con el cronista del reino y el de la corona. Como podemos ver, cuando los ibéricos llegaron al Nuevo Mundo ya contaban con toda una tradición en lo referente a la utilización de la crónica; es decir, estaban habituados a escribir todo, como lo habían hecho durante la reconquista. Por eso no es de extrañar que al arribar a América, un gran número de hombres de las más diversas formaciones – historiadores, frailes, soldados – se dedicasen a describir la nueva realidad que enfrentaban, a contar las hazañas que presenciaron o en las que actuaban, y a narrar la forma en que se desarrollaban los diversos acontecimientos.

Los cronistas del Nuevo Mundo

Fueron diversos: Gonzalo Fernández de Oviedo, Fray Bartolomé de las Casas, Pedro Mártir de Anglería, Bernal Díaz del Castillo, a los que se les llama « Cronistas Generales»,[2]porque no se circunscriben a un lugar en especial, sino que nos hablan de la experiencia española en toda América en diversos periodos; así mismo hubo cronistas locales que describían sucesos ocurridos en lugares concretos en periodos muy cortos. Un buen número de estos escritores eran «Reporteros de Guerra» que escribían en los momentos de descanso o en las noches en el campamento, por iniciativa personal y creando, sin ser conscientes, un gran movimiento historiográfico espontáneo que va a abrazar al Nuevo Mundo.[3]

En el momento del descubrimiento y conquista del Istmo de Panamá estuvo presente la crónica local de Gaspar de Espinosa y la de Pascual de Andagoya; es decir, que se dedicaron a describir sucesos ocurridos en este lugar concreto y en un período muy corto. También estuvo en las grandes obras de Gonzalo Fernández de Oviedo, Cronista General de América: «Sumario de la Natural Historia de las Indias», así como la «Historia General y Natural de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano».

Pascual de Andagoya

Fue una figura política de primer grado en los inicios de la Época Colonial; su vida privada y pública se desarrolló en América, específicamente en Panamá, donde realiza sus primeras experiencias de las Indias Occidentales, al igual que Pizarro, Almagro y Oviedo.

Andagoya formó parte de los individuos de confianza del Gobernador Pedrarias. Esto unido a su calidad de buen observador, a su capacidad analítica, a su diligencia y esfuerzo en el trabajo, hace que se destaque entre sus compañeros. Fue uno de los conquistadores de más renombre al sobresalir como soldado, regidor, visitador, descubridor, conquistador, gobernador, teniente de gobernador y cronista.

Al leer su «Relación de los Sucesos de Pedrarias Dávila en la Provincia de Tierra Firme o Castilla del Oro, y de lo Ocurrido en el Descubrimiento del Mar del Sur y Costas de Perú y Nicaragua», y sus cartas, no se puede más que coincidir en que era una persona noble, que trata de ser lo más objetivo posible y con una capacidad de análisis excepcional.[4]

Además le acompañan la sencillez al narrar, y la descripción concisa y precisa de los acontecimientos, sin restarle importancia; dice lo que tiene que decir sin usar de las divagaciones de Oviedo ni la crudeza de De Las Casas.[5]

Apunta en su relación detalles de la geografía de cada uno de los lugares sobre los que escribe, comparándolos alguna vez entre sí y otras con el paisaje español. Además hace referencia sobre las diferencias de clima. Uno de sus temas favoritos es de los habitantes de esta nuevas tierras: describe su físico, sus atuendos y joyas, sus costumbres, su forma de poblar y de hacer justicia, así como los maltratos recibidos por los españoles; también critica y adversa los comportamientos inhumanos de sus compatriotas, al catalogarlos como inhumanos.

Además de esta relación, Andagoya escribió una carta – informe al Emperador Carlos V sobre su partida desde Panamá y su viaje hasta Cali, el 15 de septiembre de 1540, en la cual habla de su gobernación. Para la historia de Panamá también es importante la carta que como Teniente General escribe la Rey en 1534, pues en ella ya planteaba la posibilidad de construcción de una barca que actuase como puente por el río Chagres, a la unión de dos mares por el Istmo de Panamá.

Gaspar de Espinoza

Sus tres relaciones son el resultado de las tres expediciones que realizó como Capitán y Alcalde Mayor en el gobierno de Pedrarias. La primera es de 1515, cuando el gobernador Pedrarias lo envió a “hacer justicia” a los indios que habían destruido el pueblo de la Santa Cruz, y habían eliminado a los españoles que estaban en él. Si bien es cierto que recorre durante esta expedición algunas tierras ya visitadas por otros capitanes, es gracias a su Relación como podemos tener un conocimiento bastante completo de la región, incluyendo plantas, animales, paisaje y población aborigen de aquella época.[6]

En 1519, recién fundada la ciudad de Panamá, el gobernador envió a Espinoza con algunos barcos al oeste del istmo, con el fin de recoger alimentos y enviarlos a la nueva ciudad, pues le hacían mucha falta. Esta es la segunda visita de Espinoza a las tierras centrales del Istmo. Espinoza realizó una tercera visita y llegó hasta Punta Burica. Decidió regresar por tierra, visitando la Costa Pacífica de la mayoría del nuestro territorio.[7]

Sabemos que una vez que acumuló suficiente riqueza en Panamá, el Licenciado Espinoza regresó a España donde ejerció como Corregidor en Madrid. Oviedo afirma que, como en las Indias Occidentales había mayores posibilidades, Espinoza prefirió volver a ellas donde ocupó el cargo de Oidor de la Audiencia de Santo Domingo, y luego pasó por Panamá para mediar en el conflicto entre Pizarro y Almagro, acto que le costó la vida. La opinión que los contemporáneos de Espinosa tenían sobre él es muy severa; así Oviedo nos dice que sacó provecho explorando la vertiente pacífica del Istmo, donde tomó muchos indios y se apoderó de su oro, pues sabía que el precioso metal era el único medio para obtener honor y honra. “Fue el espíritu de Pedrarias y el furor de Dios encarnado en ambos” nos dice Bartolomé de las Casas.

El Dr Porras Barranechea nos dice que fue en todo momento personaje de influencia, arbitrador de pleitos y consejero jurídico de las barrabasadas de indoctos capitanes españoles. Las responsabilidades que le dio Pedrarias le permitieron ser una persona de primer orden en los albores de nuestra historia.

Alcalde Mayor de Santa María y Panamá, hombre de confianza del gobernador, facultado parta hacer justicia, pudo recorrer la costa pacífica del istmo e interactuar con sus etnias como conquistador y colonizador. Espinoza logra sus objetivos, pues tuvo éxito en América, adquirió títulos y reconocimiento oficiales.

Escribe sus dos relaciones de los viajes por Panamá porque era necesario informar a los monarcas de todo lo que acontecía en las expediciones, y porque como Capitán General tenía que hacerlo y no porque le nacía hacerlo, como Andagoya y Oviedo.

Estas dos relaciones son muy particulares y tiene un gran valor para nuestra historia; en ellas se percibe la insistencia de los españoles por las forma legales, por ejemplo la lectura del « requerimiento» es observada al pie de la letra, sea antes o después de apresar y maltratar a los aborígenes; tenían el convencimiento de que sus actos estaban respaldados por principios jurídicos. También caracteriza a estas relaciones la forma grata que describe los lugares recorridos, lo que nos da un hermoso detalle de la geografía ístmica.

Gonzalo Fernández de Oviedo.

Su existencia se desarrolla entre dos mundos, Europa y América. Cuando se inició la preparación de la armada que llegaría a Castilla del Oro, Oviedo se enlistó dispuesto a pasar al Nuevo Mundo, lo más probable con el deseo de probar fortuna. Llegó a Castilla del Oro en 1514, regresó a España en busca de apoyo del Rey, pero por acontecimientos fortuitos, no logró sus objetivos. De regreso tuvo a su pesar que instalarse en Panamá, dejando su amada Santa María la Antigua.

En un segundo intento se hizo escuchar el Rey Carlos I y éste le mando a escribir sus relatos; para 1526 veía la luz el «Sumario de la Natural Historia de las Indias», y al presentarlo logra una orden real de escribir su «Historia General de las Indias» en 1533, siendo Alcalde de la Fortaleza de la Ciudad de Santo Domingo. En 1535 es publicada la primera parte de su Historia General. Después de una vida intensa y ajetreada muere en 1557 en Santo Domingo. Lo que es discutido por algunos historiadores.

Oviedo fue una persona con mucha experiencia, tuvo amistades influyentes que utilizó muy bien; a pesar de que no tenía estudios formales, poseía cierta información que le ayudaba a desenvolverse muy bien, especialmente en el mundo de las letras. Le caracteriza la pasión con que vivió su estricta moral, vivió en el momento de esplendor de su patria, durante su existencia no había una potencia mayor que España. En torno a él hay muchos puntos de vista, pero nos quedamos con Juan Pérez de Tuleda cuando afirma que “es un hombre de rudezas hirientes y delicadezas de exquisitas sensibilidad. Un hombre medieval.[8]

Tanto el Sumario como la Historia General de las Indias le dieron fama entre sus contemporáneos, debido a las noticias inéditas que recogió sobre los ritos, costumbres y tradiciones de los indígenas; también por el interés de dar a conocer el medio ambiente americano: plantas, árboles, bosques, montañas, flores y animales, y especialmente porque planteaba una visión conjunta de lo americano. Completó su obra con el recuento de la conquista y parte de la colonización.

En el Sumario, Oviedo compendia los acontecimientos históricos y nos da una visión rápida y sustancial del medio natural y del hombre americano, en base a los territorios que había visitado. La Historia Natural de las Indias es su obra cumbre, la cual concluye en el umbral de su muerte, pues le incluía todos los nuevos acontecimientos y experiencias que obtenía; en ella afirma que fue testigo de lo que escribe y lo hace porque busca dar a conocer a todos los hombres como son las Indias Occidentales y, a la vez, dejarles ver lo que debe hacerse para salvar el alma, por medio de los ejemplos que proporcionan los actores de su Historia.


NOTAS

  1. Carbia 1940
  2. Gasteazoro 1990
  3. Morales Padrón 1980
  4. Moreno Davis 1965
  5. Gasteazoro 1990
  6. Gasteazoro 1982
  7. Torres de Arauz 1972
  8. Pérez de Tuleda 1957

BIBLIOGRAFÍA

FERNANDEZ DE OVIEDO, Gonzalo, Historia General y Natural de las Indias, editorial Real Academia de la Historia, Madrid 1910.

ESPINOSA, Gaspar. Relación e Proceso que el Licenciado Gaspar de Espinosa…, Editorial Imprenta Universitaria, Santiago 1914.

ANDAGOYA, Pascual. Relación de los Procesos de Pedrarias Dàvila

MITANDA, José. Estudio Preliminar, en Sumario de la Natural Historia de las Indias, Editorial FCE, México 1950.

BALLESTEROS GABROIS, Manuel. Estudio Preliminar, en Sumario de la Natural Historia de las Indias, colección Crónicas de América.

PERÉZ DE TULEDA, Juan. Rasgos del Semblante Espiritual de Oviedo, en Homenaje a Gonzalo Fernández de Oviedo en el IV centenario de su muerte, Madrid 1957.

CARBIA, Rómulo. La Crónica Oficial de las Indias Occidentales, Ediciones Buenos Aires, 1940.

MORALES PADRÓN, Francisco. Los Conquistadores de América, Espasa Calpe, Madrid 1980.

GASTEAZORO, Carlos Manuel. Introducción al Estudio de la Historia de Panamá, Ediciones Manfer, Panamá 1990.


JOAQUIN VERGARA