CUAUTITLÁN; Convento franciscano y Juan Diego Cuahutlatoatzin

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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El lugar en que vivieron los videntes de Nuestra Señora de Guadalupe en 1531 ha sido un asunto controvertido, pero ahora revisando desapasionadamente el material que al respecto se tiene, ya se puede establecer con bastante seguridad el lugar en que habitaron Juan Diego y Juan Bernardino al ocurrir las apariciones en el Tepeyac. Revisando la literatura guadalupana se sabe que existen tres posibles lugares de residencia de los videntes en 1531: Cuautitlán, Santa María Tulpetlac y San Juanico. Según las fuentes de las apariciones, principalmente las fuentes indígenas como el Nican Mopohua, se tiene que el día 12 de diciembre de 1531, Juan Diego se dirigía a Tlatelolco desde su casa a buscar a un sacerdote o fraile misionero para que atendiera espiritualmente a su tío, que estaba gravemente afectado de la mortal enfermedad llamada cocoliztli; es lógico aceptar que Juan Diego para atender esos menesteres debía ir de su casa al lugar más cercano en donde hubiera frailes misioneros, que por aquel entonces eran prácticamente los únicos sacerdotes presentes en México.

Esto nos lleva a eliminar como su lugar de residencia en 1531todos los lugares en donde se podía encontrar dicha asistencia religiosa, ya que el vidente no tendría por qué desplazarse hasta Tlatelolco. Según el testamento de una cierta Juana Martín fechado el sábado 11 de marzo de 1559, Cuautitlán es la cuna de Juan Diego; y lo dice con fuerza, por lo que parece inverosímil que de haber sido también en ese mismo lugar una de las apariciones guadalupanas y cura milagrosa de Juan Bernardino, no lo hubiera afirmado. En Cuautitlán los franciscanos ya se habían establecido antes de 1531, lo que se comprueba mediante las siguientes fuentes: Fray Toribio de Benavente Motolinía indica: “El pueblo a que primero salieron los frailes a enseñar fue Quautitlan [...][1].

Fray Jerónimo de Mendieta dice: “[...] a do salieron a enseñar los religiosos que residían en México, fueron Guatitlán y Tepuzotlán [...]”.[2]Fray Agustín de Vetancurt indica: “El pueblo de Quauhtitlán [...], fue de mucha gente en su antigüedad, y de los primeros pueblos donde se predicó el Santo Evangelio [...]”.[3]El investigador guadalupano Fortino Hipólito Vera, indica citando a Manuel Orozco y Berra: Cuautitlán: “[...] una cruz de piedra labrada con esmero que se encuentra en el cementerio de este pueblo, en cuya peana se lee que fue labrada en 1525. En el mismo año se fundó el Convento.”.[4]Luego continúa Vera: “A los siete años de su fundación, ocupaba (Cuautitlán), un lugar tan distinguido que en 17 de noviembre de 1532 se reunieron en este curato, [...] escribiendo una carta al Emperador D. Carlos”. Y adelante se menciona: “El primitivo Convento de Cuautitlán fue chico, de la misma manera que lo fueron todos los de la Orden Seráfica en Nueva España”.

La carta mencionada del 17 de noviembre de 1532, es decir escrita unos 11 meses después de las Apariciones, y que dirigieron diez franciscanos al Emperador Carlos V para defender al obispo Zumárraga de las acusaciones que le imputaba la 1ª Audiencia, los firmantes la remitieron desde Cuautitlán, lugar en que habían tenido un especie de “Capítulo”, lo que presupone que tenían ya un convento desde tiempo atrás[5]. También se nombra al Hermano Alfonso (Arnoldo?) de Guadalupe, de quién dice que “vino a Nueva España [...] se le destinó al Convento de Guatitan o Guatitlán, donde residía, y firmó en 17 de noviembre del año de 1532 la carta [...][6].

Fray Pedro de Gante en carta del 27 de junio de 1529, dirigida a los franciscanos de Flandes, indica: “[...] estamos repartidos en nueve conventos, viviendo en las casas que nos hicieron los naturales, separados unos de otros siete leguas o diez, y aun cincuenta”.[7]Referente a dicha nota, Vicente de Paula Andrade deduce que dichos conventos serían: Texcoco, Tlaxcala, Huejotzingo, Cuernavaca, Cuautitlán, Tlalmanalco, Coyoacán y Veracruz. De lo anterior se puede afirmar que para 1531 ya existía en Cuautitlán un convento, por lo que es ilógico suponer que si los videntes hubieran vivido en ese lugar, Juan Diego hubiera tenido que ir hasta Tlatelolco.

Además es de suma importancia mencionar que existía un camino directo de Cuautitlán a Tlatelolco, que desde luego no pasaba por el Tepeyac, sitio, que era un lugar de paso obligado según la tradición histórica, independientemente del lugar de residencia de los videntes. Este dato es aún de mayor peso si, como sabemos, el día 12 de diciembre de 1531, Juan Diego intentó no encontrarse con la Virgen, lo cual hubiera hecho tomando ese camino en vez de rodear el Tepeyac. Por otro lado se sabe que en 1531 había ya sacerdote en Tlatelolco como se comprueba por una carta de fray. Jacobo de Testera al Rey de España en 1538, en donde se dice: “Desde que vinimos a estas tierras (1525) hay un fraile en Tlatelolco, y ahora dos años puse dos”.

Notas

  1. Motolinía, Historia de los Indios de la Nueva España, Tratado II Cap.1, § 191
  2. Mendieta, Historia Eclesiástica Indiana, Libro III, c. 33
  3. Vetancurt, Agustín de Teatro Mexicano [1697], 60, 4p. T. 2 X, § 133
  4. Vera, Fortino Hipólito Itinerario Parroquial del Arzobispado de México, 103
  5. Cartas de Indias, f. 54 y 770
  6. Ibídem,
  7. Motolinía, Historia...

Bibliografía

  • Cartas de Indias, f. 54 y 770.
  • Estudio Histórico sobre la Leyenda Guadalupana, en Torre Villar - Navarro de Anda, Testimonios Históricos Guadalupanos, 1289.
  • García Icazbalceta, Bibliografía Mexicana del Siglo XVI
  • Garibi Tortolero, Manuel, Juan Diego el Embajador Inmortal, Guadalajara 1944,
  • Juan Diego [Revista], mayo (1963) 31, tomado de Cartas de Indias, en el Museo Nacional de Historia.
  • Mendieta, Historia Eclesiástica Indiana, Libro III, c. 33
  • Motolinía, Historia de los Indios de la Nueva España, Tratado II Cap.1, § 191
  • Vera, Fortino Hipólito, Itinerario Parroquial del Arzobispado de México, 103.
  • Vetancurt, Agustín de, Teatro Mexicano [1697], 60, T. 2 X, § 133


Fidel González Fernández