DOMINICOS; Fundación de la Provincia peruana de San Juan Bautista

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Los orígenes de la Provincia Dominicana de San Juan Bautista del Perú provienen de un largo peregrinar por los caminos de la evangelización y de una serie de experiencias entre los religiosos que misionaban en el Perú y sus legítimos superiores, con sede en la Isla Española y en México.

De la primera expedición de misioneros quedó únicamente Fray Vicente Valverde. En el camino murieron Fray Juan de Yépez y Fray Pablo de la Cruz. Regresaron a Panamá desde la Isla Puná (Ecuador) Fray Alonso Burgalés y Fray Tomás Toro, así como el Vicario Fray Reginaldo de Pedraza. En 1534 Fr. Vicente Valverde viajó a España y logró comprometer a ocho religiosos que pasaron al Perú el 9 de diciembre de 1536. Estos fueron: Fr. Toribio de Oropesa, Fr. Alonso Daza, Fr. Gaspar de Carvajal, Fr. Alonso de Sotomayor, Fr. Antonio de Castro, Fr. Pedro de Ulloa, Fr. Gerónimo Pónez y Fr. Francisco de Placencia.

El 10 de enero de 1537 pasó otra expedición de misioneros comprometidos por Fr. Francisco Martínez Toscano. Venían asignados a la Provincia de Santa Cruz de las Indias, en la Isla Española; pero en realidad todos pasaron al Perú. He aquí sus nombres: Fr. Tomás de San Martín, Fr. Juan de Magdalena, Fr. Juan de Santa María, Fr. Martín Esquivel, Fr. Diego de Aguilar, Fr. Agustín de Zúñiga y Fr. Pedro de Ortega. Estos misioneros dominicos y otros cuyos nombres aparecen en las crónicas de la época, comprendiendo la situación que los separaba de sus provincias de origen y discerniendo lo que mejor convenía hacer para garantizar la presencia de los misioneros llegados al Perú, y para crear nuevas formas de vida y evangelización adaptadas a las necesidades de los naturales, determinaron enviar Procuradores a Roma para hablar del asunto con el Maestro de la Orden, Fr. Juan Fenario.

Para esta importante misión nombraron a Fr. Francisco Martínez Toscano y a Fr. Agustín de Zúñiga. El viaje de los Procuradores fue oportuno: “llegaron a tan buen tiempo, dice Meléndez, que hallaron junta a la Orden, en el Capítulo General que se celebraba en la ciudad de Lyon de Francia, por la Pascua del Espíritu Santo del mismo año de 1536.”

Escuchadas las razones aducidas por los procuradores peruanos, los capitulares “aceptaron la petición y erigieron la nueva Provincia, separándola de las Provincias de Santiago de México y de la de Santa Cruz de la Isla Española.” El cronista Meléndez justifica la tardanza de tres años en expedir el decreto de erección de la nueva Provincia, a posibles papeleos y trámites engorrosos de la época. “No se sacaron por entonces los recaudos de la nueva erección, quizá, por alguna contradicción que nunca faltan en semejantes despachos.” Lo cierto es que el Papa Paulo III, el 23 de diciembre de 1539, mediante el Breve «Cum Sicutaccepimus», autorizaba al Maestro General de la Orden la creación de la nueva Provincia.

El 4 de enero de 1540, el Maestro General Fr. Agustín Recuperado, firmó la patente en la cual declaraba fundada la Provincia de San Juan Bautista del Perú. Meléndez nos ofrece una traducción elegante del texto latino del documento, que, en sus párrafos más relevantes, reza así: “A sus muy amados, en el Hijo de Dios, los Venerables Padres y Hermanos nuestros de la Orden de Predicadores, que están trabajando por el nombre de Jesucristo y padeciendo innumerables descomodidades, en la tierra y parte de las Indias, que se dicen del Perú. (…) Supimos, Hermanos míos, vuestros trabajos y tribulaciones y cuantas desdichas padecéis cada día, por el nombre de Nuestro Señor Jesucristo y por la amplitud de nuestra y vuestra Religión [Orden], en esas remotísimas tierras.

(…) Por lo cual vimos y reconocimos a vuestros Ángeles Fr. Francisco Martínez y Fr. Agustín de Zúñiga, y con suma atención deliberamos todas las cosas que en nombre de Jesucristo y aumento de la religión en esas partes, nos quisieron declarar: y hecha entera relación de vuestras cosas a N. S. P. y Sr. nuestro Paulo III, él nos envió unas letras en forma de Breve, cuyo tenor es como sigue: «que sus casas que están en las partes de las dichas Indias, que se llaman del Perú, se separen de la Provincia de quien han sido hasta ahora, y en las mismas partes se erija nueva Provincia, según la costumbre de la Orden, y sé nombre Provincial que la gobierne y se establezca otras cosas para su conservación». (…) Las cuales letras con toda reverencia aceptadas y leídas, y meditadas de nuevo vuestras cosas, con maduro acuerdo, (…) decretamos: Primeramente hemos dividido y, por el tenor de las presentes, dividimos y apartamos los conventos que están edificados y se han de edificar en las partes de las Indias, que se dicen del Perú, de la jurisdicción, autoridad y de cualquier presente obligación u obligación de nuestra Provincia de Santa Cruz [de la Isla Española] y de la de Santiago de Las Indias [México], y establecemos y, por el tenor de las presentes, declaramos estar instituida aquella Patria en una Provincia, totalmente apartada y dividida de las sobredichas, la cual se llame, como por las presentes queremos que se llame, la Provincia de San Juan Bautista; a quien señalamos por términos desde el Puerto de Nombre de Dios a Panamá, y discurriendo desde allí por la costa, hasta incluir el puerto de Guatemala y, por tanto, la Provincia de Nicaragua sea de la Provincia de San Juan con la Provincia del Perú, hasta el Río de la Plata; desde el Mar que se dice del Norte, hasta el Mar del Sur, con todas las Islas y Tierra Firme descubiertas, y así, desde el puerto de Acla [Panamá], hasta el Río de la Plata [Argentina], exclusivamente es de la Provincia del Perú; la cual Provincia de San Juan Bautista, por el tenor de las presentes y con autoridad Apostólica, queremos y declaramos que goce de todos los privilegios, inmunidades, autoridad y jurisdicciones que acostumbraban gozar las Provincias de nuestra Orden.”

De acuerdo a las normas de las Constituciones de la Orden, y en el mismo decreto, consta que el Maestro General nombró Provincial a Fr. Tomás de San Martín, para un período de ocho años continuados. Ordenó, además, que en el Convento del Santo Rosario de Lima se estableciera la Casa de Estudios de la Orden, “donde se instituyan lectores en artes y de Teología.”

Asimismo, asignó a la Provincia peruana a los siguientes religiosos: Fr. Tomás de San Martín, Provincial, Fr. Juan Olías, Fr. Martín Esquivel, Fr. Rodrigo de Ladrada, Fr. Juan Trujillo, Fr. Francisco Martínez Toscano, Fr. Agustín de Zúñiga, Fr. Bartolomé de Ojeda, Fr. Blas de Castilla, Fr. Pablo de Santa María, Fr. Diego Manzo, sacerdotes, y Fr. Pedro Mártir, lego.

Con excepción de Fr. Tomás de San Martín, Fr. Martín Esquivel y Fr. Agustín de Zúñiga, en el decreto de fundación de la Provincia, no aparece ninguno de los misioneros que pasaron de España al Perú los años 1536 y 1537; lo que estaría significando que para reforzar a la naciente Provincia, el Maestro de la Orden asignó a religiosos que venían misionando en las Provincias de Santa Cruz de la Isla Española y de la de Santiago de México. Lo dicho se deduce fácilmente de las palabras introductorias de la Patente del Maestro de la Orden.

La dilatada extensión territorial de la Provincia peruana y el reducido número de misioneros con que contaba, obligaron al Provincial, Fr. Tomás de San Martín, a recurrir a los conventos de España en demanda de más religiosos. El 25 de marzo de 1540, a los tres meses de creada la Provincia, encontramos a Fr. Francisco Martínez Toscano, en Sevilla, tramitando el paso de doce religiosos dominicanos para el Perú.

El 7 de abril de 1540, el Rey extendió la cédula en la cual recuerda que a petición de Fr. Francisco Martínez “que vino de la provincia del Perú a estos reinos [de España], a procurar que fuesen a ella, alguna cantidad de religiosos, para que entendiesen en la instrucción y conversión de los naturales de aquella tierra.” Ordenaba a los oficiales de Sevilla proveer de pasaje y matalotaje al peticionario y a doce religiosos del Convento de Sevilla, “que el General de la dicha Orden, a nuestro pedimento, ha proveído que vayan a la dicha Provincia.” Los religiosos comprometidos que pasaron al Perú fueron: Fr. Francisco de San Miguel, Fr. Alejo de la Magdalena, Fr. Francisco de Zurita, Fr. Juan de San Pedro, Fr. Francisco de la Magdalena, Fr. Juan Bautista, Fr. Pedro de Castillo, Fr. Martín de Mendoza, Fr. Lope Castrisera, Fr. Diego de Salazar y Fr. Juan de Santa María.

El mismo año de 1540 pasó también de la Provincia de Santa Cruz, Fr. Domingo de Santo Tomás. El mismo Fr. Domingo así lo da a entender en su carta del 1° de julio de 1550: “nada diré que no lo haya visto con los propios ojos, en esta tierra, porque ha diez años que estoy en ella.” Entre el año 1529 y el ocaso del siglo XVI, se efectuaron por lo menos 26 expediciones de misioneros. Es oportuno aclarar que, “con el nombre general de «misioneros» se designaba a todos los religiosos que venían a la América. Y la palabra «evangelización» señalaba el objetivo principal de su destino,” puntualiza el P. José M. Vargas O. P. La relación numérica que sigue nos da una idea de lo dicho


AÑO MISIONEROS DOMINICOS QUE PASARON AL PERÚ
1529 6
1536 8
1537 8
1540 12
1546 50
1553 20
1555 1
1557 19
1558 2
1559 1
1560 50
1561 14
1562 8
1564 31
1566 26
1567 5
1569 15
1572 26
1576 7
1578 9
1579 1
1586 31
1588 23
1594 2
1598 22
1598 22


Irradiación misionera

Con este contingente de misioneros españoles, en el siglo XVI la Provincia de San Juan Bautista del Perú dejó sentir su influencia evangelizadora durante un período -más o menos largo- en Panamá, Colombia, Ecuador, Chile, Bolivia (Alto Perú), Argentina y Paraguay. “Pues los conventos que en Nicaragua fundó [Fr. Bartolomé de Las Casas], estuvieron muchos años sujetos a esta Provincia [de San Juan Bautista del Perú], por lo menos, desde el año 1540 en que se erigió la Provincia, hasta el de 1551, en que los separaron y dieron a la Provincia de Guatemala y Chiapa, que se erigió en el mismo año.”

Panamá estuvo bajo la jurisdicción de la Provincia peruana desde 1540 hasta que se acentuó el movimiento emancipador en el siglo XIX. La Provincia tenía en este país un convento y cuatro doctrinas. Colombia fue parte de la Provincia peruana desde 1540 hasta 1571, año en que se fundó la Provincia de San Antonio de Florencia [hoy, Provincia San Luis Bertrán], con 17 conventos y 42 doctrinas.

Ecuador también formó parte de la Provincia del Perú desde los días de la conquista hasta el 26 de octubre de 1584, cuando se creó la Provincia de Santa Catalina, Virgen y Mártir de Quito, con 13 conventos y 30 doctrinas.

Chile, asimismo, estuvo bajo el gobierno de la Provincia peruana desde el año 1540 hasta el de 1588, cuando se creó la Provincia de San Lorenzo Mártir de Chile, con 6 conventos y más de 10 doctrinas. A partir de la fecha, Argentina con sus 10 conventos y 10 doctrinas y Paraguay con su único convento, entraron a formar parte de la Provincia chilena. Bolivia (Alto Perú), permaneció bajo la jurisdicción de la Provincia de San Juan Bautista desde 1540 hasta muy entrado el siglo XIX, con 7 conventos y 10 doctrinas.

Conventos dominicanos en territorio peruano, hacia 1586

Con el desmembramiento de las Provincias dominicanas de Colombia, Ecuador, Chile y Argentina, la Provincia madre de San Juan Bautista del Perú quedó circunscrita al actual territorio peruano y con representación vicarial en el Alto Perú (Bolivia) y Panamá. Los conventos en el territorio peruano hacia 1586 fueron:


Cada uno de estos conventos tiene su propia historia respecto a la evangelización de la ciudad, pueblos y anexos de la región encomendados a su ministerio de enseñanza y asistencia espiritual. Se puede apreciar la notable influencia evangelizadora de estos conventos, sobre todo si se tiene en cuenta que, en la mayoría de los casos, el convento era «cabeza de Doctrina».

Doctrinas dominicanas hacia 1586

Se daba el nombre de «Doctrina» al pueblo alrededor del cual se congregaban algunos ayllus, caseríos, parcialidades y comunidades indígenas, para recibir la instrucción de la doctrina cristiana, oraciones, cantos y prácticas sacramentales. Las Doctrinas estaban visiblemente representadas por el templo y la escuela.

La Doctrina nacía bajo el patrocinio de algún misterio de la fe cristiana o de un santo o santa. Los párrocos y priores de conventos no siempre tuvieron la precaución de consignar los nombres de los pueblos, ayllus y comunidades pertenecientes a la parroquia o convento cabeza de Doctrina. Por eso daremos a conocer solamente algunos casos.

- Conventos de Santo Domingo de Huaylas (fundado en 1579) fue cabeza de 14 Doctrinas: de los pueblos de Yungay, Carhuaz, Caraz, Pariacoto, Huata, Maleto, Atunhuaylas, Macate, Moro, Calamarca, Huantar, Chavín, Huari y Santa Ana.

- Convento de San Cristóbal de Parinacochas (1568) fue cabeza de 9 Doctrinas: Pausa, Rampa, Paca, Paraca, Coracora, Pullo, Chumbi, Sancos y Chala. - Convento de Santo Domingo del Valle de Chicama (1568) fue cabeza de 3 Doctrinas: Chocope, Cao y Santiago. - Convento de San Juan Bautista de la Chimba, en Arequipa, (1856) fue cabeza de 4 Doctrinas: Paucarpata, Tiabaya, Cayma y Chiguata. - Convento de Santa Fe, en el Valle de Jauja (1534), fue cabeza de 6 Doctrinas: Atunjauja, Tarama, Acobamba, Huaripampa, Pal langa y la Punta. - Convento de Santo Domingo de Yauyos (1590) fue cabeza de 8 Doctrinas: Omas, Huañec, Pampas, Atunyauyos, Alluaca, Huaquis, Mangos y Ayaviri. - Convento de Santo Domingo de Huancayo (1590) fue cabeza de 6 Doctrinas: Chongo, Iapallanga, La Mejorada, Chupaca, Sicaya y Cochangara. - Convento de Santa Ana de Huamanga (1544) fue cabeza de la Doctrina de la Magdalena, centro de extraordinaria responsabilidad misionera, sobre 31 anexos, ayllus y encomiendas. Estas Doctrinas, en lo civil estaban sujetas a un cacique, y en lo religioso, a un padre doctrinero.

El «padre doctrinante» en las doctrinas del siglo XVI

El padre-doctrinante (o cura-doctrinante, como le llamaba el Primer Concilio Limense de 1567) era el principal encargado de la evangelización de los indígenas correspondientes a su Doctrina. Cada padre doctrinante debía estar versado en el idioma de los naturales (quechua, aymara, mochica, etc.) y debía vivir inserto en su Doctrina para impartirles la doctrina cristiana y enseñarles a vivir en cristiano. El padre-doctrinante desempeñaba, pues, una labor intensa de evangelización y promoción de sus feligreses y catecúmenos. Como miembro de una Orden religiosa estaba sujeto a la autoridad del Prior del convento al que pertenecía la Doctrina. Dada la multiplicidad de ayllus, parcialidades y comunidades campesinas bajo la responsabilidad de una doctrina, el Prior del convento nombraba a otros religiosos como colaboradores de los padres-doctrinantes, con la salvedad de que estos colaboradores no siempre eran peritos en el idioma nativo.


NOTAS

BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES

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GUILLERMO ÁLVAREZ, O.P. ©Revista Peruana de Historia Eclesiástica, 2 (1992) 11-52