ERMITA DEL TEPEYAC

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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ERMITA DEL TEPEYAC

Antes de la llegada de los españoles a México, el cerro del Tepeyac[1], ubicado a unos 6 kilómetros de Tenochtitlán, era un centro religioso del Imperio azteca. Fray Bernardino de Sahagún, en su Historia de las cosas de la Nueva España, escrita entre 1570 y 1582, lo refiere con las siguientes palabras: “Cerca de los montes hay tres o cuatro lugares donde solían hacer muy solemnes sacrificios, y que venían a ellos de muy lejas tierras. El uno de éstos es aquí en México, donde está un montecillo que se llama Tepeácac, y los españoles llaman Tepeaquilla, y ahora se llama Ntra. Señora de Guadalupe; en este lugar tenían un templo dedicado a la madre de los dioses que llamaban Tonantzin, que quiere decir Nuestra Madre; allí hacían muchos sacrificios a honra de esta diosa, y venían a ellos de muy lejas tierras, de más de veinte leguas, de todas estas comarcas de México, y traían muchas ofrendas; venían hombres y mujeres, y mozos y mozas a estas tierras[2].” Por tanto, era un lugar con gran tradición religiosa para los pueblos mesoamericanos, donde se veneraba a una divinidad femenina.

Con la presencia de María de Guadalupe, a partir de 1531 dará comienzo una realidad nueva en este sitio. En efecto, en la primera aparición de María de Guadalupe a San Juan Diego, el 9 de diciembre de ese año, de acuerdo con el Nican Mopohua, escrito hacia 1560 por el indígena Antonio Valeriano y que es el documento fundante de la tradición guadalupana, Ella, después de revelar su identidad, le dice: ”Deseo vivamente que se me erija aquí un templo para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa madre[3].” Juan Diego llevó esta petición a fray Juan de Zumárraga, franciscano y obispo electo de México, quien pide una señal. Después de muchas peripecias y luego de cuatro apariciones de la Virgen María, el 12 de diciembre el indio Juan Diego lleva al obispo la señal indicada por María: las rosas del Tepeyac, y al momento de presentárselas quedó estampada la imagen de la Santísima Virgen en el ayate de Juan Diego, donde llevaba las rosas. Casi al final del Nican Mopohua, se narra lo que hizo Zumárraga después que vio esto: “Los hospedó [a Juan Diego y a su tío Juan Bernardino] el obispo en su casa algunos días, hasta que se erigió el templo de la Reina del Tepeyac, donde la vio Juan Diego. El señor obispo trasladó a la iglesia mayor la santa imagen de la amada Señora del cielo[4].

En esa iglesia, pues todavía no se construía la Catedral de México, la imagen estuvo unos cuantos días, hasta que se fabricó la primera ermita. Miguel Sánchez, en 1648, refiere que el traslado de la imagen de la iglesia mayor a esta primera casa de María de Guadalupe fue el día “segundo de Navidad, martes a los quince días del descubrimiento de la Imagen, por tanto el 26 de diciembre de 1531[5]. En el escrito titulado Nican Motecpana ( = aquí se pone en orden), de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, del primer tercio del siglo XVII y publicado en 1649, junto con el Nican Mopohua por el vicario del Santuario de Guadalupe Luis Lasso de la Vega, en una obra que lleva el título de Huei Tlamahuizoltica (= el gran acontecimiento), se señala que a Juan Diego se le permitió construir un pequeño cuarto junto a la ermita. Él se encargaba de barrer y tener aseado este templo, también se ocupaba de ejercicios espirituales; ahí vivió hasta su muerte; también se dice que en esa ermita fueron sepultados Juan Diego y su tío Juan Bernardino, muertos en 1548 y 1544 respectivamente[6].

En 1554 el humanista Francisco Cervantes de Salazar, en unos diálogos latinos dedicados al arzobispo fray Alonso de Montúfar O. P., con motivo de su llegada a México que ocurre en junio de ese año, señala en el diálogo tercero la existencia de la ermita del Tepeyac, que aparece con el nombre de Tepeaquilla. En la traducción castellana hecha en 1875 por Joaquín García Icazbalceta se indica: “Desde las lomas hasta la ciudad (cosa que realza su mérito), hay por cualquier lado diez leguas, y aun más, de campos y regadío, bañados por las aguas de acequias, ríos y manantiales. En ellos tienen asiento grandes ciudades de indios como Tetzcoco, Tlacopan, Tepeaquilla, Azcapotzalco, Cuyoacan, Iztapalapan y otras muchas. De ellas son esas iglesias blanqueadas, desde las cuales se disfruta la vista de México[7].

El lugar en el cual se encontraba la ermita construida en tiempo de Zumárraga, se sitúa al lado del presbiterio de la Antigua Parroquia de Indios, una pequeña iglesia del actual recinto guadalupano, donde hay unas excavaciones que dan testimonio de una construcción del siglo XVI. Hacia el año 1556 va a ser reemplazada por una nueva ermita en el mismo sitio, construida por orden del arzobispo Montúfar. Otro testimonio importante, aunque no se puede precisar si pertenece a la ermita construida por Zumárraga o a la construida por Montúfar, es un mapa geográfico que se encuentra en la Universidad de Uppsala, Suecia. Aunque atribuido a Alonso de Santa Cruz, cartógrafo de Carlos V, por la dedicatoria que de él hace al emperador, fue realizado hacia 1556 por diversos pintores, probablemente estudiantes del Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, pues se destaca esta población sobre la Plaza Mayor y el convento de San Francisco de México. Fue dado a conocer hasta 1880. Tal vez fue regalado por Carlos V (1500-1558) a su hermano menor y sucesor en el Imperio Fernando I (1503-1564), o adquirido por el emperador Rodolfo II (1552-1612) -apasionado coleccionista- de los herederos de Alonso de Santa Cruz, luego de la muerte de éste en Praga en 1572. Probablemente llegó a Suecia como fruto del saqueo que en 1648 realizaron las tropas de Gustavo Adolfo en Praga. En el mapa se representa también el Tepeyac, apareciendo varios edificios junto al cerro, uno de ellos, con una torre y una cruz en su remate, parece ser la ermita guadalupana[8].

Podemos decir que la importancia que tiene esta primera ermita del Tepeyac, es el haber sido el primero de los muchísimos templos que la devoción de los habitantes de México ha construido en honor de la Virgen de Guadalupe, así como la respuesta inmediata que tanto Zumárraga como los fieles dieron a la petición de Ella.

NOTAS:

  1. Significa extremo o punta de los cerros, o también nariz de los cerros.
  2. SAHAGÚN, BERNARDINO. de. Historia general de las cosas de Nueva España, (“Sepan cuantos...” 300), Porrúa, México 1982, 704-705.
  3. VALERIANO, Antonio. Nican Mopohua, en Testimonios históricos guadalupanos. Compilación, prólogo, notas bibliográficas e índices de Ernesto de la Torre Villar y Ramiro Navarro de Anda, Fondo de Cultura Económica, México 1982 [segunda reimpresión 2004], 28.
  4. Ibidem, 34.
  5. SÁNCHEZ, M. Imagen de la Virgen María, Madre de Dios de Guadalupe, Milagrosamente Aparecida en la Ciudad de México. Celebrada en su Historia, con la Profecía del capitulo doce del Apocalipsis. A devoción del Bachiller Miguel Sánchez Presbítero. Dedicada al Señor Doctor Don Pedro de Barrientos Lomelín, del Consejo de Su Majestad, Tesorero de la Santa Iglesia Metropolitana de México, Gobernador, Provisor y Vicario de todos los Conventos de Religiosas de esta Ciudad, Consultor del Santo Oficio de la Inquisición Comisario Apostólico de la Santa Cruzada en todos los Reinos y Provincias de esta Nueva España, &c, Imprenta de la viuda de Bernardo Calderón, México 1648, f. 74r.
  6. Huei Tlamahuiçoltica... Libro en Lengua Mexicana, que el Br. Luis Lasso de la Vega hizo imprimir en México, el año de 1649 ahora traducido y anotado por el Lic. Don Primo Feliciano Velásquez. Lleva un prólogo del Pbro. Don Jesús García Gutiérrez, Secretario de la Academia, Ed. Academia Mexicana de Santa María de Guadalupe, Carreño e hijo editores, México 1926, 79-83. La primera edición en náhuatl lleva el siguiente título: Huei Tlamahuiçoltica omenexiti in ilhuicac tlatoca çihuapilli Santa Maria Totlaçonantzin Guadalupe in nican huei altepenahuac Mexico itocayocan Tepeyacac, [publicada por Luis Lasso de la Vega], en la Imprenta de Juan Ruiz, México 1649.
  7. CERVANTES DE SALAZAR, F. México en 1554. Tres diálogos latinos que Francisco Cervantes Salazar escribió e imprimió en México en dicho año. Los reimprime, con traducción castellana y notas, Joaquín García Icazbalceta, Antigua Librería de Andrade y Morales, Portal de Agustinos núm. 3, México 1875, 281.
  8. Cfr. MIRANDA GODÍNEZ, F. Dos cultos fundantes: Los Remedios y Guadalupe (1521-1649), El Colegio de Michoacán, Zamora Michoacán 2001, 258.

BIBLIOGRAFÍA:

GUSTAVO WATSON MARRÓN