FERROCARRIL TRANSÍSTMICO DE PANAMÁ

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
Ir a la navegaciónIr a la búsqueda

Con el advenimiento del «Gold Rush» o «fiebre del oro» de California se inicia, en Panamá, una nueva etapa histórica que se extendió de 1849 a 1869. Durante dicho lapso, se inaugura el ferrocarril transítsmico de Panamá en 1855. Una compañía privada estadounidense construye el camino de hierro de ochenta kilómetros y ocurre una mutación en la forma de transportarse a través del istmo de Panamá.

Desde los siglos coloniales, el modo de trasladarse de océano a océano, consistía en utilizar un camino de tierra que ligaba a Portobelo con la Ciudad de Panamá, u optar por el Camino de Cruces combinándolo con el periplo por el río Chagres. Este itinerario de varios días será reemplazado, a partir de 1855 por un viaje más rápido, de algunas horas, merced al uso del ferrocarril transístmico. La era del predominio del ferrocarril se extenderá de 1855 a 1914 cuando se inaugura el canal interoceánico norteamericano.

Se puede afirmar que el año de 1849 marca, en Panamá, el inicio de otro período histórico, la auténtica finalización de la etapa colonial, formalmente culminada con la independencia de Panamá de España – 1821 – aun cuando no del todo concluida, pues de la independencia se pasa a unos decenios de estancamiento que durarían alrededor de 28 años míseros. Cambian también las cosas en Colombia – la Nueva Granada – con la promulgación de las reformas liberales.

La construcción del ferrocarril transístmico se deslizó por espacio de cinco largos años. Se tuvo que importar una mano de obra extranjera para perfeccionar las obras, brazos sobre todo de origen costeño colombiano, antillano, europeo e inclusive chino. La Compañía del ferrocarril pagará una anualidad a Bogotá y recibirá unas tierras en virtud del contrato firmado con Colombia, transformándose en un nuevo poder muy actuante que se manifestará a lo largo del siglo decimonono y con ocasión de la separación de Panamá en 1903. Otorgará prestigio, para las élites panameñas, trabajar en dicha compañía, a semejanza, después, de la Compañía Universal del Canal Interoceánico, entidad francesa, vivaz a partir de la penúltima década del siglo decimonono.

Desde 1849, el tránsito multitudinario de viajeros europeos, norteamericanos, latinoamericanos rumbo a “El Dorado” californiano reaviva la escuálida economía ístmica, provocando metamorfosis apreciables en la zona de tránsito y aun en el agro panameño. Las ciudades terminales de Panamá y Colón – establecida ésta en 1852, la cual suplantaría al colonial puerto atlántico de Portobelo – se saturan de pasajeros y se convierten en urbes cosmopolitas, repletas de “buscadores de oro” (gold-seekers) y de habitantes de la más diversa procedencia.

Numerosos grupos humanos comienzan a manifestar sus afanes a partir de esas calendas. Obreros chinos, antillanos, europeos, algunos hindúes, mercaderes judíos sefarditas, provenientes de Jamaica, Saint-Thomas y Curazao, diversifican el paisaje del istmo central aportando nuevos hábitos, curiosas costumbres totalmente inéditas. Al principio, esas nuevas comunidades vivirán enclaustradas en especies de ghettos para luego irse adaptando a las nuevas circunstancias, hasta terminar fundidas con el paso de las generaciones, a la nacionalidad. Durante la California, como vemos, Panamá tenderá a internacionalizarse y a transformarse en una torre de Babel, algo inusitado durante las décadas de recesión económica ulteriores a la independencia de 1821.

Las ciudades terminales y el país comienzan a despertarse de la siesta colonial y, merced a la revolución de los transportes, encarnada en el ferrocarril transístmico, Panamá hospedará a múltiples elementos foráneos en su territorio. Asimismo, la región experimentará su primer bautismo de norteamericanización por el influjo de la Compañía del ferrocarril y de una vasta población estadounidense que atraviesa el Istmo, la cual, a veces, provocaría fricciones con los habitantes autóctonos, como acaeciera en el incidente de la tajada de sandía en abril de 1856. Durante la California, Panamá se convertirá en una fuente de dolores de cabeza para Colombia por los conflictos intestinos e internacionales que generará el tránsito multitudinario de viajeros por la estrecha garganta de esa lengua de tierra bañada por los océanos Pacífico y Atlántico.

A poco de inaugurado el ferrocarril transístmico, Panamá ingresa al período federalista en el plano político – 1856-1886 - al declararse primer estado federal de Colombia. Coinciden, pues, en parte la etapa de la California – 1849-1869 – con el advenimiento del federalismo en Panamá - 1856-1886 -. A partir de 1863, Panamá integrará un Estado Soberano de los Estados Unidos de Colombia. La teoría estatal federalista la expondrá en 1855 Justo Arosemena en su célebre opúsculo “El Estado Federal de Panamá”. Naturalmente, el federalismo auspició con largueza el autonomismo local, emancipando al país del lastre del excesivo centralismo bogotano.

Sin embargo, la experiencia federal aportó anarquía e inestabilidad en el plano del gobierno, aun cuando coadyuvó a practicar el abecedario de la democracia al instaurar el voto universal de los ciudadanos. También, durante el federalismo, se ensayarán novedosos experimentos pedagógicos como, por ejemplo, el establecimiento de las escuelas normales consagradas a educar a los maestros de primera y de segunda enseñanza que se necesitaban para instruir a la niñez y a la juventud colombianas. Comoquiera que dichas escuelas normales se fundaron en el período de hegemonía de los radicales del liberalismo colombiano, se confió la educación de los futuros docentes a profesores alemanes protestantes.

Asimismo, coincidió la California con la desamortización de los bienes eclesiásticos promulgada en 1861 por el general Tomás Cipriano de Mosquera. Ésta generará una etapa de secularización en Colombia que se prolongará durante un cuarto de siglo y que se detendrá en 1888 al suscribirse un nuevo concordato con la Santa Sede. En Panamá, ese lapso de predominio conservador perdurará hasta 1912, en que arranca una era liberal representada por las distintas administraciones de Belisario Porras y sus satélites que culminan en 1924.

La hegemonía de la era del ferrocarril transístmico se prolonga en Panamá durante casi sesenta años, de 1855 a 1914, antes de la inauguración del Canal interoceánico. Sin embargo, pese al decrecimiento de la importancia del camino de hierro, éste seguirá utilizándose a lo largo del siglo veinte y del siglo veintiuno, como una vía alterna aun cuando disminuyera su primacía al construirse la carretera transístmica que conectó la Ciudad de Panamá a la Ciudad de Colón antes del promediar de la vigésima centuria y de la nueva autopista Panamá-Colón, una realidad del tercer milenio.

Definitivamente, Panamá cambió a partir de 1855, con el «Gold Rush» y el ferrocarril, como tuvimos la oportunidad de apreciar. Por ello, el antropólogo y economista Hernán Porras considera la eclosión del camino de hierro como uno de los traumas de la historia nacional.


Bibliografía

  • ARAÚZ, Celestino y PIZZURNO, Patricia, El Panamá colombiano, 1821-1903, Primer Banco de Ahorros y diario La Prensa, Panamá, 1993.
  • FIGUEROA NAVARRO, Alfredo, Dominio y sociedad en el Panamá colombiano, 1821-1903. Escrutinio sociológico, 3ª edición, Editorial Universitaria, Universidad de Panamá, Panamá, 1982.
  • JAÉN SUÁREZ, Omar, La población del istmo de Panamá del siglo XVI al siglo XX, 2ª edición, Impresora de la Nación, Panamá, 1979.
  • McGUINESS, Aims. Path of Empire. Panama and the California Gold Rush, Cornell University Press, Ithaca and London, 2008.
  • OSORIO OSORIO, Alberto, Historia eclesiástica de Panamá, 1815-1915, Zetta, Centroamérica y Caribe, S.A., Bogotá, 2000.


ALFREDO FIGUEROA NAVARRO