Diferencia entre revisiones de «GONZÁLEZ OBREGÓN, Luis»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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GONZÁLEZ OBREGÓN, Luis (Guanajuato, 1865 – Ciudad de México, 1938) Historiador.

Nació en la ciudad de Guanajuato el 25 de agosto de 1865. Fue hijo del abogado Pablo González Montes, quien fue colaborador del gobierno imperial de Maximiliano, y de María de Jesús Obregón. A la caída del Imperio en 1867, la familia González cambió su residencia a la ciudad de México, donde el pequeño Luis fue inscrito en el colegio de la señora Mitchell. Sin embargo, debido a su frágil salud y su miopía, abandonó la escuela para continuar con sus estudios en casa, bajo la instrucción del Sr. Breheme, educador suizo. Al morir éste, Thomas Murphy y John Barry continuaron con su educación. Ya en la adolescencia ingresó al Seminario Conciliar, pero nuevamente su salud le hizo abandonar los estudios durante tres años, después de los cuales se inscribió en la Escuela Nacional Preparatoria donde tuvo como maestro al liberal Ignacio Manuel Altamirano. Al terminar sus estudios de preparatoria, ingresó en la Escuela de Jurisprudencia; su interés por las letras y la historia lo llevó a participar en la fundación de «El Liceo Mexicano» en 1885, a cuyas reuniones asistían personajes como Vicente Riva Palacio, Ignacio Manuel Altamirano y Guillermo Prieto.


En 1890 comenzó a escribir para periódicos como el Siglo XX y El Nacional, sobre el pasado y las leyendas de la ciudad de México; desarrolló un especial interés en la vida del México virreinal y colonial. Precisamente el objeto de estudio que interesaba a González Obregón y la forma en que lo abordó, hicieron que se adelantara a las nuevas corrientes historiográficas que surgieron durante el siglo XX: “Más que a las grandes figuras, le placía historiar a los personajes sin historia; más que relevantes acaecimientos políticos, le atraía la vida cotidiana del pasado; tanto como los hombres, le interesaban las cosas”[1].


En efecto, “Los pequeños acontecimientos, las costumbres, los tipos de la época virreinal, y los relatos de la tradición oral que éstos protagonizaron constituyeron así su proyecto narrativo, encaminado a hacer accesible la historia a la mayoría, a través de la anécdota colorista y de la utilización de un estilo que se aviniera a tal objetivo, es decir, de un lenguaje popular[2].


De hecho, este intento por acercar la ciencia histórica a cualquier persona es considerado como una de sus grandes aportaciones: “Antes de él, la era colonial permanecían ignorada. Era entretenimiento de eruditos (…) Y éste fue el secreto y la gloria de González Obregón en las letras mexicanas: hacer amar la historia; tratarla amablemente, pintorescamente, de suerte que llegase al profano con la gracia y el interés de novelesco relato, sin por ello despojarla de la verdad austera, ni dejar de apoyarse nunca en auténtica referencia[3].


También se ocupó de actividades de corte administrativo. En 1903 se convirtió en el encargado de Publicaciones del Museo Nacional. Más tarde formó parte de la Junta Directiva del Desagüe del Valle de México, para la cual elaboró una crónica de las obras del mismo. En 1907 se encargó del departamento de publicaciones de la Biblioteca Nacional. En 1909, con motivo del centenario de la Independencia de México, fue propuesta la integración de una Junta reorganizadora del Archivo General de la Nación, de la cual fue nombrado director. Asimismo, en 1911 fue designado director del Archivo, cargo que desempeñó hasta 1919 cuando Venustiano Carranza se convirtió en presidente y designó un nuevo director, pasando González Obregón a ocupar el cargo de Jefe de Investigaciones Históricas, puesto en el que permaneció hasta su muerte.


Luis González Obregón participó en muchas instituciones y asociaciones como el mencionado Liceo Mexicano, el Liceo Hidalgo, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, la Academia Nacional de Ciencias Antonio Alzate, el Instituto Biográfico Nacional, la Academia Mexicana de Historia y la Academia de la Lengua. El trabajo que realizó en el Archivo General de la Nación fue determinante, ya que además de reorganizarlo y convertirlo en un centro de investigación histórica, aumentó el acervo del mismo consiguiendo documentos como la correspondencia particular de Iturbide y los documentos del Hospital de Jesús, entre otros.


En sus últimos días, con la ayuda de sus amigos y viejos colaboradores, se dedicó a ordenar sus obras. Meses antes de morir su biblioteca fue adquirida por el Sr. Luis Álvarez y Álvarez, amigo suyo. Finalmente falleció el 19 de junio de 1938, a la edad de 72 años, en su casa de la ciudad de México.


Obras: México Viejo; Las calles de México; Los orígenes del hombre americano; Una posada; La vida de México en 1810; Los precursores de la Independencia mexicana en el siglo XVI; Vetusteces; Croniquillas de la Nueva España; Novelistas mexicanos: Don Joaquín Fernández de Lizardi (El Pensador Mexicano); El capitán Bernal Díaz del Castillo; El abate Francisco Javier Clavijero: notas bio-bibliográficas; Don Guillermo Lampart: La Inquisición y la Independencia en el siglo XVII; Cuauhtémoc; La Biblioteca Nacional de México.


Notas

  1. González Peña, p. XIII.
  2. Valero Juan, p. 238.
  3. González Peña, p. XIII.


Bibliografía

  • González Peña, Carlos. “Prefacio”, en González Obregón, Luis. La vida de México en 1810. Stylo, México, 1943.
  • Hurtado, Flor Ma. “Prólogo” en González Obregón, Luis. México Viejo. Alianza Editorial, México, 1991.
  • Valero Juan, Eva Ma. “De la Intrahistoria a la Literatura: la capital novohispana en la obra de Luis González Obregón”, en Tema y variaciones de Literatura, no. 32, (enero-junio 2009), Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, pp. 237-254.


SIGRID MARÍA LOUVIER NAVA