Diferencia entre revisiones de «GUATEMALA; La Iglesia en el siglo XIX (I)»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Revisión actual del 18:38 17 jun 2018

Clérigos criollos en la Independencia

Lo que entonces constituía una única diócesis, Guatemala de la Asunción, abarcaba casi todo Centro América.[1]A finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, los arzobispos comenzaron a residir en la Nueva Guatemala de la Asunción tras su reconstrucción por el terremoto que había destruido la antigua Guatemala.

Entre 1794 y 1815 ocupan la sede metropolitana tres arzobispos: Juan Félix de Villegas (1794-1800), Luis Peñalver y Cárdenas (1802-1806) y Rafael de la Vara de la Madrid (1808-1809). Durante 6 años, entre 1809 y 1815, la sede estuvo vacante. En 1815 es consagrado como VIII arzobispo de Guatemala el dominico Ramón Casaus y Torres (1815- 1845). En 1816 el papa Pío VII (1808-1823) publica la bula «Etsi Longissimus» que en línea con la mentalidad conservadora de la Restauración (Congreso de Viena de 1814) critica los movimientos de independencia en América.

En Guatemala la Iglesia acogía positivamente la nueva situación dedicándose principalmente a la reconstrucción material de una ciudad en ruinas y construyendo hermosos templos como Santa Rosa, la Catedral, La Merced, Santo Domingo, San Francisco, la Recolección, Capuchinas, Santa Catalina, Santa Teresa, El Carmen, San Sebastián, el Calvario y otros que fueron inaugurándose en los años previos a la Independencia.

Dos sacerdotes guatemaltecos estuvieron en las Cortes de Cádiz representando al Reino de Guatemala, Antonio Larrazabal y Florencio del Castillo. Larrazabal, además, llevaba la comisión de pedir la autorización del regreso de los jesuitas para que se dedicaran a la educación y las misiones. Esta moción, común de todos los diputados representantes de las provincias americanas, fue rechazada por la enconada oposición de los diputados liberales peninsulares.

El clero en Guatemala estuvo muy presente en los movimientos independistas, por ejemplo, el sacerdote mexicano José María Castilla, miembro del Cabildo Metropolitano, colaboró estrechamente en la publicación de «El Editor Constitucional», periódico radical de la época. En el debate por incluir a los indígenas en el proyecto de nación que se quería, además del canónigo Castilla, se involucraron el dominico Matías de Córdoba, el colombiano Antonio García Redondo, deán del Cabildo, y el presbítero Fernando Antonio Dávila. Estos a la demanda por la independencia unían la defensa de los derechos de los indígenas.

En esa línea se destacó el mercedario Fray Mariano José López Ralón, académico universitario, que se dedicó a promover entre los indígenas nuevas técnicas de cultivo. Otros sacerdotes enseñaban en la Universidad de San Carlos. El más conocido de esos intelectuales fue el franciscano costarricense Fray Antonio Lindo y Goicochea, que introdujo las ideas de la Ilustración en la Universidad.

El presbítero Francisco de Paula García Peláez, defendió las tesis de Adam Smith para optar a la cátedra de economía civil en 1814, siendo el autor de «Observaciones Rústicas sobre Economía» y de las «Memorias para la Historia del Antiguo Reyno de Guatemala». Años más tarde será el primer arzobispo guatemalteco, después de la Independencia.

Con estos antecedentes no es extraña la presencia del Clero en la sesión del 15 de septiembre. De entre los 29 asistentes a la sesión, 17 eran miembros del Clero y la mayoría de ellos decididos defensores de la Independencia inmediata. Por la Diputación Provincial de Guatemala asistió a la sesión José Mariano Calderón, junto con los próceres Mariano de Aycinena, Pedro Molina, Mariano de Beltranena, José Cecilio del Valle, Mariano Larrave, José Antonio de Larrave, Manuel Antonio de Molina, Antonio de Rivera, Manuel Antonio de Molina, Ysidoro del Valle y Pedro de Arroyave.

Por la jerarquía eclesiástica el arzobispo Ramón Casaus, el deán Antonio Garda Redondo y el provisor y vicario general José María Castilla. Por las órdenes religiosas, Francisco Algarín, agustino; Luis Escoto, dominico; Juan de San Diego, bethlemita; José Antonio Taboada, franciscano; Luis Garda, mercedario y Mariano Pérez de Jesús, agustino recoleto.

En calidad de curas párrocos asistieron Juan José Batres, de San Sebastián; Enrique de Loma, de Candelaria; Ángel María Candina de El Calvario; Víctor Castrillo de La Merced y Mariano Pérez, de la Escuela de Cristo. Por la Universidad asistió el canónigo Antonio Larrazabal, como rector. La diputación de Guatemala, con la excepción del diputado de Sacatepequez Manuel J. Pavón, estaba representada por clérigos.

Los otros miembros fueron el sacerdote José Matías Delgado por San Salvador, José Simeón Cañas por Sonsonate, Mariano García Reyes por Chimaltenango, José Pérez por Quetzaltenango, Bruno Medina por Comayagua y Eulogio Correa por Chiapas. La presencia de clérigos criollos fue preponderante en la historia de las independencias hispanoamericanas. Guatemala no fue una excepción.

Esta presencia tan masiva de clérigos explica el influjo de los mismos en la vida civil, y explicará en parte el anticlericalismo que se difunde en toda la geografía hispanoamericana y la rivalidad creciente del mundo civil frente al poder efectivo de los eclesiásticos, que además detentaban generalmente una preparación académica más elevada, dado que los seminarios eran en la práctica, los centros mejor equipados y mayoritarios que ofrecían una educación por encima del nivel medio de la escasa población académica.

Como buenos criollos, la gran mayoría de los clérigos eran filo-independientes y serán protagonistas políticos -y a veces también militares-, como en el caso de México, en la lucha independentista. No fue siempre así en el caso de los obispos, ya que siendo de nominación regia debido al Patronato, se sentían obligados por juramento a la fidelidad a la Corona, a parte que una buena parte de ellos era también peninsular.

Tal fue el caso del arzobispo Fray Ramón Casaus y Torres, dominico,[2]que fue el último pastor nombrado por la Corona, y que por lealtad a ésta se abstuvo de firmar en el «Acta de Independencia». En el caso de Guatemala los clérigos, fueron además determinantes en la adhesión al apenas estrenado y efímero Imperio mexicano de Agustín de Iturbide, y lo serían luego en la definitiva declaración de Independencia y en la Asamblea Constituyente de la cual salió la Constitución Federal de las «Provincias Unidas del Centro de América».

Guatemala; parte del Imperio Mexicano de Agustín de Iturbide

El 5 de enero de 1822 Guatemala y sus provincias, excepto San Salvador y San Vicente, deciden incorporarse al Imperio mexicano de Iturbide. El 23 de junio de 1822 el gobernador español Gabino Gainza entrega el mando de la nación al general mexicano Vicente Filísola, llegado para incorporar el antiguo Reino de Guatemala al nuevo Imperio mexicano.[3]Pero éste pronto fue derrocado por el general Antonio López de Santana, y Centroamérica queda a la deriva y con un Estado empobrecido, que debe recurrir a las órdenes religiosas en busca de ayuda.

Será un precedente que seguirán ininterrumpidamente los futuros gobiernos liberales de los Estados centroamericanos. Se forma un triunvirato del cual se elige para presidente el liberal Dr. Pedro Molina (1823-1824), editor del periódico «El Genio de la Libertad» y fundador de «El Editor Constitucional».

El 1° de julio de 1823 el Congreso Federal declara la independencia total de España y de México. Ese mismo año se ve ya el papel de los Estados Unidos en la historia de América Latina cuando el 2 de diciembre el presidente de los Estados Unidos, James Monroe, proclama ante el Congreso la célebre y nefasta doctrina Monroe: «América para los americanos», que por entiende por «América» únicamente a los intereses de Estados Unidos de Norte América (USA).

Guerras civiles entre los insurgentes de Guatemala, San Salvador, Honduras, Nicaragua

En 1824, al no crearse el obispado de San Salvador, al que se oponían los guatemaltecos y el arzobispo metropolitano Ramón Casaus a la cabeza, en San Salvador los «insurgentes» y el congreso constituyen un nuevo Estado criollo y nombran inválidamente «obispo» al sacerdote José Matías Delgado.[4]

Pretenden ser herederos legítimos del Patronato Regio, pero ya en clave republicana, pretensión que perdurará a lo largo de todo el siglo. Ante esa amenaza de cisma, el papa León XII (1823-1829) escribe al Arzobispo de Guatemala Casaus el 28 de febrero de 1826, condenando “los impíos atrevimientos ... (y) ... el horroroso escándalo de la rebelión del Párroco José Matías Delgado ...”.[5]

El 24 de noviembre de 1824 se aprueba la «Constitución de la República de Centro América» como una República Federal constituida por los estados de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Se constituye un Congreso Federal y un poder ejecutivo dirigido por el Presidente Federal, pero cada estado tiene a su vez su propio Congreso y Jefe de Estado.

Al reforzar la autonomía de cada uno de los Estados se debilita la autoridad del poder federal central y con esto el mismo concepto de unión centroamericana termina siendo una alianza sumamente frágil. La situación económica es tan crítica que se ven obligados a hacer un préstamo a la «Casa Barclays, Herring & Richarson» que después se convierte en la deuda inglesa que se arrastrará por más de un siglo.

El Congreso Federal declara presidente federal a Manuel José Arce y Fagoaga (1825-1828).[6]La República de Centro América tendrá una vida efímera, debido a los intereses de las diversas oligarquías criollas, alimentados también por los intereses comerciales extranjeros y por las rivalidades entre liberales y conservadores que luchan por el poder y que son determinantes en la gradual desintegración de la Federación.

Mariano Aycinena (1827-1828)[7]y al año siguiente el también conservador guatemalteco Mariano Beltranena (1828-1829)[8]son electos presidentes de la Federación. Los liberales salvadoreños apoyados por liberales guatemaltecos atacan la Capital, iniciándose así las guerras civiles entre «liebres» (liberales) y «serviles» o «cacburecos» (conservadores), que ensangrentarán Centroamérica durante un siglo.

En este proceso de desintegración también influyen aspectos como: las distancias, condiciones geográficas y falta de buenas vías de comunicación. La hegemonía de los grupos comerciales de la Capital que derrumban y ensalzan al poder a sus preferidos. Prevalecen los intereses personales que generan continuas rivalidades entre terratenientes, comerciantes y caudillos militares. El caciquismo, el caudillismo y la corrupción administrativa hunden el funcionamiento del gobierno federal cuya Constitución es letra muerta.

También las intervenciones de ambiciosos políticos liberales como el general hondureño Francisco Morazán (1792-1842) dificultan el proyecto federal y lo hunden. Era amigo de Dionisio Herrera, quien fue gobernador de Tegucigalpa y luego pasó a ser jefe de Estado de Honduras, que es cuando nombra a Morazán como su secretario y promueve una constitución política del Estado radicalmente liberal.[9]

Los conservadores apoyados por el Clero se movilizan contra Herrera, que se hace fuerte en Tegucigalpa, y el presidente manda a Morazán a someter a Comayagua, hasta entonces capital de Honduras y sede del Obispado. Con el apoyo de los conservadores, la Asamblea en Guatemala elige presidente federal a Manuel José Arce. Éste sintiéndose políticamente inseguro disuelve Congreso Federal y convoca a elecciones para constituir otro Congreso que debía reunirse en San Salvador.

Al oponerse Honduras, Arce envía tropas para derrocar al liberal Herrera. Las fuerzas de Arce toman Comayagua enfrentándose con Francisco Morazán, que desde Nicaragua forma un ejército liberal con el que entra en Honduras, derrotando a las tropas federales. Morazán con el «Ejército Aliado Protector de la Ley» invade Guatemala (abril de 1829) donde nombra jefe de Estado al liberal José Francisco Barrundia (1829-1831),[10]y sigue un saqueo vandálico de la ciudad, especialmente de las casas de las familias conservadoras y de conventos donde existían valiosas obras de arte y de orfebrería y ricas bibliotecas.

Había también antiquísimas reliquias y manuscritos que eran verdaderos tesoros y que a los años aparecieron en los museos de Estados Unidos y Europa. Así se perdió gran parte de lo que se había podido salvar de la ruina de la Antigua Guatemala y del saqueo del traslado de la capital. El primer objetivo de esta bárbara revancha fue la Iglesia.

En 1830 asume la presidencia de la Federación centroamericana el general Francisco Morazán (1830-1834). El 28 de junio de 1831 es investido como jefe de Estado de Guatemala el liberal moderado doctor Mariano Gálvez (1831-1838).[11]Puso gran empeño en la reforma educativa mediante las «Bases para el arreglo general de la instrucción pública»; proclama la libertad de cultos, promueve varias reformas y encomienda al canónigo Juan José Aycinena,[12]la redacción de la «Ley de Garantías» con el «Ramo de Temporalidades».

Las reformas liberales introducen la desamortización de los bienes eclesiásticos; se secularizan los cementerios; se establece el matrimonio civil y el divorcio, porque “la ley solo consideraba los matrimonios como un contrato civil y que, en consecuencia, podían rescindirse...”.[13]

A partir de 1834 ofrece tierras a emigrantes que quieran mejorar la agricultura y la raza (¡!), para lo que se hace un contrato con una compañía inglesa para la colonización de la zona atlántica. En 1836 los inmigrantes comienzan a colonizar cerca del lago de Izabal en Boca Nueva, que ellos bautizan «Abbottsville». Se trata de colonos ingleses, que ya se habían apoderado de la vecina Belice.

En 1832 se da un conato de invasión conservadora desde Cuba, al mando del expresidente Manuel José Arce. Nicaragua se niega a pagar los impuestos del tabaco al gobierno federal, y en seguida le imitan otros estados. Quetzaltenango intenta independizarse del estado de Guatemala formando el «Sexto Estado» de la Federación centroamericana, inmediatamente reconocido por el Estado del Salvador y visitado por ciudadanos ingleses.

Corren rumores que también en oriente, Chiquimula quiere independizarse. En ese momento histórico se observa una tendencia común en otros lugares de América Latina, como en 1836 el estado de Tejas se independiza de México, siendo en seguida reconocido por los Estados Unidos. En las montañas de oriente comienza una insurrección conservadora encabezada por el joven Rafael Carrera. Pero, en la interminable historia de rivalidades y traiciones entre radicales y moderados, el tiro de gracia que recibe Mariano Gálvez es su enfrentamiento político con Morazán, que en 1837 le retira su apoyo y con los expresidentes liberales como él, Pedro Molina,[14]y José Francisco Barrundia, que el 1 de febrero de 1838 lo obligan a presentar su renuncia como jefe de Estado de Guatemala. En seguida sale exilado a México donde renuncia a su ciudadanía guatemalteca y toma la mexicana.

Confusión y orfandad eclesial

Indicando el papel que se espera jueguen los clérigos en los nuevos Estados, el «Acta de Independencia» dice: “Que se pase oficio a los dignos Prelados de las comunidades religiosas, para que cooperando a la paz y sosiego, que es la primera necesidad de los pueblos cuando pasan de un Gobierno al otro, dispongan que sus individuos exhorten a la fraternidad y concordia, a los que estando unidos en el sentimiento general de la Independencia, deben estarlo también en todo lo demás, sofocando pasiones individuales que dividen los ánimos y producen fuertes consecuencias”. (n. 12)

Como en otras nuevas repúblicas independientes, también en la todavía confusa proclamada «Federación de América Central» y dentro de la misma Guatemala, se comienzan a establecer medidas legislativas de claro signo liberal anticlerical y hostil a la Iglesia. En Guatemala bajo Francisco Morazán y del jefe de Estado José Francisco Barrundia, el 28 de junio de 1829 se decreta la extinción de las Órdenes religiosas, se confiscan sus propiedades y se suprime el diezmo.

El 11 de julio siguiente son expatriados el arzobispo Ramón Casaus y Torres y 176 religiosos,[15]los que son detenidos y embarcados hacia Cuba, entonces todavía parte de la Corona española. El arzobispo Casaus y Torres será luego (1 de julio de 1830) declarado «traidor» y desterrado a perpetuidad.[16]En toda la América española rige la incertidumbre eclesiástica y el desconcierto ante la proclamación de las independencias por parte de los criollos.

El mismo clero, del que formaban parte también numerosos criollos y otros peninsulares, vive desconcertado y dividido. Muchos se mantienen files a la Corona española, pero otros muchos, en su mayoría criollos, simpatizan con las independencias. En Guatemala tras aquellas expulsiones solo queda el Clero secular, en su gran mayoría formado por criollos. La Iglesia jerárquica queda descabezada y herida.

El canónigo Antonio Larrazábal, antiguo diputado en las Cortes de Cádiz, prócer de la Independencia y gobernador de la Mitra, en su «Memoria Documentada» informa que en 1805 había en Guatemala 453 sacerdotes y, 39 años después, en 1844 solo quedan 186, prácticamente el 40%, y este clero vive en un medio hostil a la Iglesia.[17]

Larrazábal en el mismo informe dice que en los últimos años “solo han sido ordenados 12 nuevos sacerdotes ... y hay más de 90 parroquias vacantes sin cura propio, servidas interinamente por curas que pasan de una a otra, para atender donde son mayores y más urgente son las necesidades espirituales”.[18]

Dos personalidades religiosas se destacan dentro de la Iglesia. Una es la religiosa carmelita María Teresa Aycinena (1784-1841),[19]quien dejó muchos escritos espirituales y por sus dones místicos murió con fama de santidad.[20]

Entre los desterrados se destaca el franciscano quezalteco Fr. José Ramón Rojas, de quien en la historia de la Iglesia en Perú nos cuentan que “entre los misioneros más conocidos de esa época estuvo el P. José Ramón Rojas, el Padre Guatemala. Exilado por los anticlericales, se hizo popular en Lima como predicador. Después de cuatro años en la capital, donde difundió el culto a la Virgen de Guadalupe, se estableció en Jea donde se dedicó a predicar misiones, fundar capillas, visitar conventos y otras actividades, hasta su muerte en 1839”.[21]

A comienzos de la década de 1840 se pide a la Santa Sede la erección canónica de las diócesis del Salvador y Costa Rica, a fin de que cada Estado tuviera su propio obispado y, también, para encontrarle una solución definitiva al grave problema de la «sede impedita» o la falta de pastor permanente en la Arquidiócesis de Guatemala.

El enviado Extraordinario de los Estados del Salvador, Guatemala, Costa Rica y Honduras de la República de Centro América ante la Sana Sede, fue el sacerdote salvadoreño Dr. José Jorge Viteri y Ungo. En Roma contó con la colaboración de un hábil diplomático que durante muchos años representó ante la Santa Sede los intereses de varias naciones latinoamericanas, el marqués de Belmonte, don Fernando Lorenzana. Fue él, quien, en 1852, firmó en nombre de Guatemala el Concordato con la Santa Sede.

En 1842 Gregorio XVI crea la diócesis de San Salvador, desmembrándola de la arquidiócesis de Guatemala, y nombrando como su primer obispo a José Jorge Viteri y Ungo, quien fue consagrado por Joaquín Pecci, el que luego será el papa León XIII.

Tomando en cuenta la avanzada edad del arzobispo Casaus, exilado en Cuba, nombran obispo coadjutor con derecho a sucesión a Francisco de Paula Garda Peláez (1845-1867), originario de San Juan Sacatepequez, guatemalteco de notable prestigio. Con estos nombramientos la Santa Sede reconoce de hecho a los Estados de la Federación Centroamericana como naciones soberanas.

Garda Peláez recibe su consagración episcopal el 11 de febrero de 1844 en San Salvador, de manos del primer obispo salvadoreño, Viteri y Ungo. Al morir en La Habana el arzobispo Casaus y Torres, en 1845, automáticamente Garda Peláez pasa a ser el IX arzobispo de Guatemala.[22]

El nuevo arzobispo busca religiosos que acepten venir al país para remplazar a los expulsados. Vuelven algunos franciscanos y dominicos. En 1843 con los primeros barcos de emigrantes belgas, también arriban los primeros jesuitas, no sin dificultades, causadas por la violenta separación de la Iglesia y el Estado.

NOTAS

  1. Tras la fundación de la ciudad de Santiago [de Guatemala], el 25 de julio de 1524 por don Pedro de Alvarado, sería erigida la diócesis de Goathemala y el Lic. Francisco Marroquín como su primer Obispo, por el Papa Paulo III mediante la bula del 18 de diciembre de 1534, sufragánea de la Archidiócesis de Sevilla. Marroquín fue el primer obispo consagrado en tierras americanas por Fray Juan de Zumárraga, obispo de México. En sus comienzos su jurisdicción abarcaba Guatemala, Chiapas y Comayagua (Honduras). Desde el 12 de febrero de 1546 forma parte de la provincia eclesiástica de México. El 16 de diciembre de 1743 fue elevada a archidiócesis metropolitana.
  2. Fray Ramón Casaús y Torres, O.P. (Jaca, España, 13 de febrero de 1765 - La Habana, Cuba, 10 de noviembre de 1845) fue Arzobispo de Guatemala entre los años 1815 a 1829. Llegó a la Ciudad de México en 1788 proveniente de España, siendo religioso de la orden de Santo Domingo. Para 1805 obtuvo el grado de doctor, y fungió como regente de estudios. El año siguiente se desempeñó como auxiliar del obispado de Oaxaca, y en 1807 fue consagrado. A finales de 1811 se desplazó a la Ciudad de Guatemala. Entre su equipaje resaltaban sus libros, valorados en 7072 pesos. Cuando quedó vacante el arzobispado de Guatemala, fue elegido arzobispo el 27 de agosto de 1814. En 1829, fue expulsado en la época de la Guerra Civil Centroamericana, luego de la derrota del régimen de Mariano Aycinena por el liberal hondureño Francisco Morazán. Murió en el exilio de Cuba.
  3. Vicente Filisola (n. 1789 - † 1850) nació en Ravello, Italia. Se incorporó al ejército español en 1804, y fue mandado a servir a la Nueva España en 1811, en plena guerra de independencia de México. Como simpatizante de Agustín de Iturbide, fue elevado a brigadier general en el ejército imperial. Gabino Gaínza dejó el poder de Guatemala en manos de Filisola. Cuando las provincias de Centroamérica declararon su unión al Imperio, El Salvador denunció la anexión como ilegítima y bajo la dirección de José Matías Delgado y Manuel José Arce y Fagoaga lucharon por su independencia en enero de 1823. Regresará a México donde intervendrá en los asuntos militares de la atribulada nueva República.
  4. José Matías Delgado y de León (San Salvador, 24 de febrero de 1767 - ibidem, 12 de noviembre de 1832), sacerdote y político salvadoreño. Realizó sus estudios en el Seminario Tridentino de Guatemala y en la Real y Pontificia Universidad de San Carlos de Guatemala, donde obtuvo el grado de Licenciado y Doctor en Cánones. En San Salvador, participó como uno de los principales líderes del fallido movimiento independentista del año 1811, y el año 1821 fue uno de los firmantes del Acta de independencia centroamericana como miembro de la Diputación Provincial de Guatemala.
  5. Agustín ESTRADA MONROY, Datos para la Historia de la Iglesia en Guatemala, I, 472-473.
  6. Manuel José de Arce y Fagoaga (San Salvador, 5 de enero de 1787-ibíd., 14 de diciembre de 1847) Fue un general y político salvadoreño, primer Presidente de la República Federal de Centroamérica y prócer de la Independencia de El Salvador. Era descendiente de Sancho de Barahona uno de los conquistadores que estaba con Hernán Cortés en Tenochtitlan y luego con Pedro de Alvarado.
  7. Mariano de Aycinena y Piñol (Nueva Guatemala de la Asunción, 16 de septiembre de 1789-ibídem, 1855) fue un comerciante y político conservador guatemalteco, Presidente del Estado de Guatemala del 1 de marzo de 1827 al 12 de abril de 1829 y jefe del Clan Aycinena que tenía el monopolio comercial durante la última etapa de la colonia española de Guatemala mediante el Consulado de Comercio. Promovió la anexión de ésta al imperio mexicano de Agustín de Iturbide. Tras ser expulsado junto con su familia en 1829, regresó a Guatemala tras el triunfo del general Rafael Carrera en donde dejó los asuntos políticos del Clan Aycinena en manos de Juan José de Aycinena y Piñol.
  8. Mariano de Beltranena y Llano fue un político guatemalteco, pertenecía a una familia criolla aristocrática. Fue Intendente de Nicaragua de 1816 a 1819. De 1820 a 1821 fue miembro de la Diputación Provincial de Guatemala, que el 15 de septiembre de 1821 proclamó la independencia absoluta del Gobierno español. De 1821 a 1822 formó parte de la Junta Provisional Consultiva presidida por Gabino Gaínza. En 1825 el Congreso federal centroamericano lo eligió Vicepresidente de la República para el período 1825-1829. En 1828 el Presidente Manuel José de Arce y Fagoaga lo llamó a ejercer temporalmente el Poder Ejecutivo, pero cuando quiso reasumirlo, Beltranena se negó y se mantuvo al frente del gobierno, hasta que en abril de 1829 las tropas del general Francisco Morazán Quesada entraron en la Ciudad de Guatemala y derrocaron su administración. Desterrado de Centroamérica y residió durante varios años en Cuba. Regresó a Guatemala al disolverse la Federación centroamericana. Murió en 1866.
  9. José Dionisio de la Trinidad de Herrera y Díaz del Valle (9 de octubre de 1781, Choluteca, Honduras-13 de junio de 1850) abogado y político hondureño, representante del liberalismo centroamericano. Fue el autor de la primera Constitución de Honduras (1825). Elegido primer Jefe Supremo del Estado de Honduras en 1824 fue destituido en 1827 por los conservadores de Guatemala.
  10. José Francisco Barrundia y Cepeda (Nueva Guatemala de la Asunción, 12 de mayo 1787 – Nueva York, 4 de agosto 1854), criollo acomodado, fue un político, presidente de la República Federal de Centroamérica y escritor guatemalteco.
  11. Mariano Gálvez ( Guatemala, 1790 - México, 29 de marzo de 1862), de padres desconocidos, fue recogido por un sacerdote. Su educación se la debió a la Iglesia. Elegido Jefe de Estado de Guatemala en agosto de 1831, fue un jefe de estado liberal, gobernó en la época en que Guatemala fue atacada por el cólera. De conservador cambió al liberalismo hostil a la Iglesia; fue derrocado en 1838. Gálvez entregó el territorio de Belice a Inglaterra.
  12. Juan José de Aycinena y Piñol ( Guatemala, 29 de agosto de 1792 - 1865), eclesiástico e intelectual conservador de Centroamérica, de familia criolla noble. Fue rector de la Pontificia Universidad de San Carlos Borromeo de 1825 a 1829 y de la Universidad Nacional de 1840 a 1865; hereda en 1814 del título nobiliario de III marqués de Aycinena; fue obispo in partibus de Trajanópolis desde 1859. Jurista y fecundo escritor. Duramente criticado por los liberales por su relación con el gobierno conservador de los treinta años del general Rafael Carrera, su participación en dicho gobierno es vista con mayor objetiva positividad por la historiografía reciente.
  13. Decreto del 10 de abril de 1837: cf. Alejandro MARURE, Efemérides, 94-96; John L, STEPHENS, Incidents on travel in Central America, Chiapas and Yucatan, Harper & Brothers, New York 1841, 2 cols.
  14. Pedro Molina Mazariegos (1777 - 1854) fue Jefe del Estado guatemalteco desde agosto de 1829 a marzo de 1830. Es considerado uno de los iniciadores del pensamiento liberal en Guatemala ejerció varios cargos diplomáticos: firmó el primer tratado internacional de la República Federal de Centroamérica en 1825 con la Gran Colombia, asistió al Congreso de Panamá, y ocupó el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores en 1829.
  15. Es la cifra dada por Antonio LARRAZABAL en Memoria Documentada que al Illmo. Señor Arzobispo Coadjutor de esta Santa Iglesia, doctor Francisco García Peláez, presenta el doctor Vicario Capitular gobernador de este Arzobispado, Imprenta del Ejército, Guatemala 1964; citado por R. BENDAÑA PERDOMO, La Iglesia en la Historia de Guatemala, 110.
  16. Casaus y Torres fue arzobispo titular de Guatemala desde 1815 a 1845, pero en su sede sólo pudo residir 14 años y el resto exilado en La Habana, donde lo nombraron administrador apostólico.
  17. R. BENDAÑA PERDOMO, La Iglesia en la Historia de Guatemala, 118, citando a Antonio LARRAZABAL, Memoria Documentada que al Illmo. Señor Arzobispo Coadjutor de esta Iglesia, doctor Francisco García Peláez, presenta el doctor Vicario Capitular Gobernador de este Arzobispado, publicado en Imprenta del Ejército, Guatemala, 1964, p. 121, da como desterrados en 1829 a 176, entre ellos el arzobispo Ramón Casaus y Torres.
  18. Carmelo SAEZ DE SANTAMARÍA, Centenario de la muerte del Canónigo Dr. Antonio Larrazabal, en Anales de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala 1 al 4 (XXVII) 58-71; César BRAÑAS, Antonio Larrazabal, un guatemalteco en la historia. Editorial Universitaria, Guatemala 1969; cita. en R. BENDAÑA PERDOMO, La Iglesia en la Historia de Guatemala, 118.
  19. María Teresa de la Santísima Trinidad Aycinena y Piñol, O.C.D.( Guatemala, 15 de abril de 1784- 29 de noviembre de 1841) monja carmelita descalza, hija de la poderosa familia criolla Aycinena y Piñol. Profesó como religiosa en 1808. Vivió con notable fama de santidad. Está en curso su proceso de canonización.
  20. Su Autobiografía, escrita a petición del arzobispo Casaus, se encuentra inédita y en el Archivo Eclesiástico de Guatemala se guarda la biografía escrita por Ildefonso Albores. Cf. Agustín Estrada Monroy, Datos para la Historia de la Iglesia de Guatemala, 492-493; Luis Diez de Arriba, Historia de la Iglesia de Guatemala, II, 97-115.
  21. José Ramón Rojas Morales, nacido en Quetzaltenango, el 31 de Agosto de 1775, criollo, franciscano, expulsado y perseguido por los caudillos políticos que gobernaban Centroamérica, llega a Perú estableciéndose en Ica. Fue conocido como "El Padre Guatemala" y vive y muere con fama de santidad. Jeffrey KLAIBER, La Iglesia en Perú, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima 1988, 153; José Díaz Durán, El Padre Guatemala, Guatemala 1979; Enrique TOVAR, El Apostol de Ica, Fr. José Ramón Rojas, Lima 1943; IDEM, El Padre Guatemala, en Anales de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala, 2, 3 y 4 (X) 206-236; 294-322; 490-516.
  22. Francisco FERNÁNDEZ HALL, Historiadores de Guatemala posteriores a la Independencia Nacional: el Doctor Francisco de Paula García Peláez, Anales de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala, 3 (XV) 261-278.

BIBLIOGRAFÍA

BENDAÑA PERDOMO, Ricardo S.J, Síntesis Histórica del Catolicismo Guatemalteco. Artemis Edínter, Guatemala, 2001. (2 tomos)

BENDAÑA, Ricardo, La Compañía de Jesús en Guatemala, siglo XIX, en Anales de la academia de Geografía e Historia de Guatemala, LXXXI, 169-212.

BRAÑAS, César, Antonio Larrazábal, un guatemalteco en la historia. Editorial Universitaria, Guatemala 1969.

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RICARDO BENDAÑA PERDOMO

(La Iglesia en la historia de Guatemala 1500-2000, Artemis Edinter©)