Diferencia entre revisiones de «HISTORIA GENERAL DEL PERÚ. Fuentes, estructura y valor de la obra»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
Ir a la navegaciónIr a la búsqueda
Línea 3: Línea 3:
 
MANUSCRITO «A» LOYOLA.  
 
MANUSCRITO «A» LOYOLA.  
  
El original estaba en Loyola; hoy se supone que se encuentra en una colección privada de los Estados Unidos. Respecto al año de su redacción se dice: “En la misma portada del manuscrito hubo una afirmación, que la obra se terminó en 1590, pero esta afirmación es errónea. El capítulo 16 del libro II se escribió entre 1592 y 1598, y el libro IV entre 1600 y 1609”.   
+
El original estaba en Loyola; hoy se supone que se encuentra en una colección privada de los Estados Unidos. Respecto al año de su redacción se dice: “En la misma portada del manuscrito hubo una afirmación, que la obra se terminó en 1590, pero esta afirmación es errónea. El capítulo 16 del libro II se escribió entre 1592 y 1598, y el libro IV entre 1600 y 1609”.<ref>J. H. ROWE: “La mentira literaria en la obra de Martin de Murúa”, en Libro Homenaje a Aurelio Miró-Quesada Sosa. Lima, 1987, Tomo II, p. 754.</ref>  
  
Anteriormente a Loyola estuvo en el archivo de la Compañía de Jesús de Alcalá de Henares y fue donado al santuario jesuítico por el Padre María Arcos. Hacia 1931 desaparece de Loyola. Según nuestras investigaciones, entre los años 1952-1958 apareció en Bilbao, este manuscrito «con pinturas» y fue ofertado, tanto a la Biblioteca Nacional e Instituto de Cultura Hispánica, en Madrid; como a la Biblioteca Nacional del Perú. Al no adquirirlo ninguno de estos centros, se cree fue adquirido en Estados Unidos.  
+
Anteriormente a Loyola estuvo en el archivo de la Compañía de Jesús de Alcalá de Henares y fue donado al santuario jesuítico por el Padre María Arcos. Hacia 1931 desaparece de Loyola. Según nuestras investigaciones, entre los años 1952-1958 apareció en Bilbao, este manuscrito «con pinturas» y fue ofertado, tanto a la Biblioteca Nacional e Instituto de Cultura Hispánica, en Madrid; como a la Biblioteca Nacional del Perú.<ref>M. BALLESTEROS GAIBROIS: o.c. Vol. I, p. XXX; F. PEASE: “Tópicos sobre los Incas en Martín de Murúa”, Analecta Mercedaria XI (1992) pág. 10 y J. M. OSSIO: “Una Nueva Versión de ia Crónica de Fray Martín de Murúa” Revista del Museo Nacional 46 (Lima 1982) 567-576.</ref>Al no adquirirlo ninguno de estos centros, se cree fue adquirido en Estados Unidos.  
  
 
Copias  
 
Copias  
En marzo de 1890, se hace en Loyola una copia, que se conserva en la actualidad.  Otra copia sacó González de la Rosa; aparentemente fue preparada simultáneamente con otra para Clements R. Markham. Los editores de la segunda versión limeña debieron solicitar nueva copia a los jesuitas, como se explica en la nota preliminar.   
+
En marzo de 1890, se hace en Loyola una copia, que se conserva en la actualidad.<ref>Historia del Origen y genealogía Real de Reyes Incas del Perú, de sus hechos, costumbres, trajes y manera de gobiernos. Compuesto por el P. Fr. Martín de Murúa, natural de Guipúzcoa, del Orden de Nra. Sra. de la Merced, de Redención de Cautivos, conventual del Convento de la gran ciudad de Cuzco, cabeza del reyno y Provs. del Perú, acabado por el mes de Mayo del a. de 1590. 172 fols. (167 a 172 Índices). Copia del Original, sacada en Loyola, Marzo de 1890. Cfr. R. VARGAS UGARTE: Manuscritos peruanos en las bibliotecas del extranjero. Lima, 1935, Biblioteca Peruana, Tomo 1, p. 354.</ref>Otra copia sacó González de la Rosa; aparentemente fue preparada simultáneamente con otra para Clements R. Markham. Los editores de la segunda versión limeña debieron solicitar nueva copia a los jesuitas, como se explica en la nota preliminar.   
  
 
Ediciones  
 
Ediciones  

Revisión del 09:24 4 dic 2021

MANUSCRITOS, COPIAS Y EDICIONES DE LA OBRA

MANUSCRITO «A» LOYOLA.

El original estaba en Loyola; hoy se supone que se encuentra en una colección privada de los Estados Unidos. Respecto al año de su redacción se dice: “En la misma portada del manuscrito hubo una afirmación, que la obra se terminó en 1590, pero esta afirmación es errónea. El capítulo 16 del libro II se escribió entre 1592 y 1598, y el libro IV entre 1600 y 1609”.[1]

Anteriormente a Loyola estuvo en el archivo de la Compañía de Jesús de Alcalá de Henares y fue donado al santuario jesuítico por el Padre María Arcos. Hacia 1931 desaparece de Loyola. Según nuestras investigaciones, entre los años 1952-1958 apareció en Bilbao, este manuscrito «con pinturas» y fue ofertado, tanto a la Biblioteca Nacional e Instituto de Cultura Hispánica, en Madrid; como a la Biblioteca Nacional del Perú.[2]Al no adquirirlo ninguno de estos centros, se cree fue adquirido en Estados Unidos.

Copias En marzo de 1890, se hace en Loyola una copia, que se conserva en la actualidad.[3]Otra copia sacó González de la Rosa; aparentemente fue preparada simultáneamente con otra para Clements R. Markham. Los editores de la segunda versión limeña debieron solicitar nueva copia a los jesuitas, como se explica en la nota preliminar.

Ediciones - Clements R. Markham (Londres 1910, edición fragmentaria). - Manuel Gonzalez de la Rosa (Publicó sólo tres entregas de la obra; la última, impresa en Lima en 1911). - Horacio H. Urteaga y Carlos A. Romero (Lima 1922-1925, 2 vols.). - Padre Constantino Bayle, S. J. (Madrid 1946). - Raúl Porras Barrenechea (Lima 1946).

MANUSCRITO «B» O WELLINGTON

La historia de este manuscrito es de lo más curioso y variado. Dejando a un lado su ir y venir por tierras americanas, que se verá en el apartado dedicado a censuras y aprobaciones, pasamos a relatar su historia desde 1615. En dicho año, Martin de Murúa, dado su cargo de Elector General, tiene que viajar a España para asistir al capítulo General, que la Merced celebró en Calatayud (Zaragoza). Es lógico que trajese consigo el original de la «Historia». La obra sería guardada en el rico Archivo General del convento mercedario de Madrid, así lo atestigua el mencionado bibliófílo mercedario Padre Hardó, al afirmar que se hallaba en la «Matritensi Bibliotheca».

El manuscrito de Murúa desapareció del archivo mercedario, y pasó a manos de Lorenzo Ramírez de Prado, especial amigo del Padre Alonso Remón. Modernamente el Padre Placer estudió este particular y opinó: “Me inclino a creer, que se trató de un trapicheo literario entre ambos personajes, e, igualmente, que se trata de una cesión temporal, y no de un regalo definitivo. Pero, la cosa fue así, y el MS no volvió a la Merced. Para esclarecer en algo esta situación literaria, quiero recordar que fue De Pardo Ramírez quien proporcionó a Remón el manuscrito de la «Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España», escrita por Bernal Díaz del Castillo, y editada por el mercedario en Madrid, en 1632, con expresa dedicatoria a su donante. Este, a su vez, recibe la «Historia de los Incas», en año ignoto, y con fines desconocidos”.

Sin saber cómo el preciado manuscrito, acaso por donación de Lorenzo Ramírez, pasó a la biblioteca del Colegio Menor de Cuenca, en Salamanca. Ballesteros Gaibrois afirma: “Extinto el Colegio de Cuenca fue a parar a la Real Biblioteca, de Madrid, y en los días postreros de la ocupación, fue sacado de ella por José I”.

Sabido es que en 1808, la invasión napoleónica ocupó y arrasó las principales bibliotecas madrileñas (entre ellas la de la Merced). Así al huir a Francia José I, hermano de Napoleón, amontona cuadros, libros y otras piezas de valor; entre ellas iba el manuscrito de Murúa. El 21 de junio de 1813, en Vitoria, el rey José I, es sorprendido y derrotado por las tropas españolas, al mando del inglés Duque de Wellington. Todo el bagaje napoleónico es retenido por los vencidos.

Es cierto que el Duque intentó devolver el botín de Vitoria al rey Femando VII, pero desde allí, todo él pasó a Inglaterra. En la biblioteca personal del Duque es catalogado y valorado el manuscrito muruano. Wellington llegó a escribir al famoso novelista Walter Scott pidiéndole su opinión respecto a lo que haría con la «Historia del Perú y su primera conquista por un testigo presencial».

En 1950 D. Jacobo Fitz-James, Duque de Alba, da noticia a la Real Academia de la Historia, de Madrid, de que el Duque de Wellington posee importantes «papeles» valiosos para España. A partir de ese momento la obra de Murúa se pone a disposición de los investigadores, se deposita en la Biblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford, y Ballesteros Gaibrois hace su conocida edición. Hoy se encuentra en la colección del Museo Getty (Los Angeles).

Copias

Estando la obra en el Colegio Menor de Cuenca en Salamanca (no olvidemos que todavía subsiste en la portada del manuscrito, ya impreso, la nota: “Dé la biblioth” del collo/ mor de Cuenca”), D. Juan Bautista Muñoz, gran americanista español, sacó una copia en 1785. Esta copia fue a engrosar la fabulosa «Colección Muñoz» de la Real Academia de la Historia, de donde también desapareció. Ballesteros Gaibrois se pregunta si será esta copia, una que parece hallarse en Bogotá. El mismo Ballesteros, al editar el manuscrito Wellington en 1964, inserta al final una firma de fray Gaspar Núñez de León, mercedario andaluz, que sería el copista del manuscrito. Si esto es así, ¿dónde está el original?, ¿dónde se hizo la copia?

Ediciones

— Ballesteros Gaibrois (Madrid 1962-1964,2 vols. con láminas). — Ballesteros Gaibrois (Madrid 1986,1 vol. edición bolsillo sin láminas). — Ballesteros Gaibrois (Madrid 1992,1 vol. sólo abarca parte del libro I de la obra). Está por hacer una edición crítica de esta obra, cotejando los diversos manuscritos y copias. Una aproximación primera comparando algunos pasajes, en el artículo de Pease.

FUENTES, CITAS Y ESTRUCTURA

Tiene razón el Padre Bayle, al afirmar de Murúa que “el castellano no lo mamó con la leche”, de ahí que no sea un maestro del lenguaje. Con todo, juzgamos la obra sumamente valiosa, avalada por importantes fuentes y citas y guarda cierta estructura.

Fuentes

Entre las diversas utilizadas por Murúa, para las informaciones, podemos entresacar varias: — Los «quipus», grandes rollos de cuerdas con nudos de diversos tamaños y colores, que representaban las fechas y sucesos más importantes. Los encargados de los quipus, recibían el nombre de «quipucamayos». — Consulta de los indios ancianos. — Visión de la historia de la colonización desde dentro, tomando contacto con los que la vivieron en los primeros años. — Testigo directo de numerosos sucesos que acaecen y se narran en su Historia. — Viajes pastorales-misionales a lo largo del reino del Perú — Lectura de documentos acerca del trato que se debe dar a los indios. — En el campo mercedario, aparte de su importante cargo de Elector General, tendría a mano los libros conventuales. Es de imaginar, que también tendría la obra de fray Juan Caballero, su hermano de hábito, titulada «De la descendencia de los reyes Incas». Por desgracia, hoy inédita y desaparecida.

Citas 

Suponemos en fray Martín una enorme cultura humanística; nos asombra gratamente la gran cantidad de citas sobre personajes de la antigüedad: Cicerón , Claudiano , Aristóteles , Séneca , Teofrasto , un filósofo innominado. Sobre naciones y culturas: aspecto geográfico de F1andes, Alemania y Francia; sobre los egipcios, sobre los fenicios y cartagineses, sobre Asia, África y Europa, sobre matronas romanas, sobre las vestales, sobre Babilonia y otros. De igual modo muestra un profundo conocimiento en todo lo referente al reino peruano, en sus diversos aspectos: histórico, geográfico, lingüístico, económico, militar y ante todo religioso.

Estructura de la obra

Ballesteros Gaibrois afirma: “la disposición interior del libro es muy lógica y procede con un criterio que demuestra que la mente del autor estaba bien ordenada y que dedica cada libro a una materia diferente, con una orientación que le hace extraordinariamente original”. Se estructura la obra en tres partes:

— El libro I trata del origen y descendencia de los Incas. Es un tratado histórico, por orden cronológico. Cuenta la historia desde el lado incaico. Al final relata hechos curiosos, biografías detalladas e incluso verdaderas novelas (los capítulos XCI y XCII son una pequeña novela de amor). Esto último ha sido puesto de relieve por Walter Krickeberg, editando y comentando los capítulos aludidos bajo el título genérico de «El pastor y la Doncella Hija del Sol». Difiere la narración por cuanto están tomados de la edición de R. Porras Barrenechea, en base al manuscrito «A». Otro par de cantos de amor son la narración de la iniciación en el amor del príncipe Túpac Amaru (capítulos LXXXVIII y LXXXDI) y la vida amorosa de otro príncipe llamado Saire Topa (capítulo XCIII).

— El libro II, tratado independiente sobre la cultura incaica: la vida palaciega, el gobierno, aspectos religiosos y rituales. Un total de cuarenta capítulos, con temas tan interesantes como el relativo al calendario.

— El libro III, trata de la época contemporánea al autor, se podría agrupar así: a) Geografía y etnografía, en que trata del origen de las gentes y que describe la tierra (capítulos I al IV). b) Gobierno español, la organización y justicia (capítulos V al VI). c) Gobierno y conquista espiritual, donde destaca, como es lógico, la presencia de los frailes de la Merced (capítulos VIII, VIII bis y DO. d) Descripción de las ciudades del Perú (Capítulos X a XXXI, faltan los capítulos XXI y XXII).

Para finalizar, podemos afirmar que la división de la historia inca, tiene sobre todo dos etapas: 1) La historia anterior a la conquista, con su natural oscuridad, basada en hechos poco históricos y difíciles de demostrar, y 2) la etapa de la colonización, más reciente y demostrable, de la que Murúa puede tener más datos.

Es decir, hallamos una doble división: 1) una primitiva, donde los hechos vienen desfigurados por el tiempo y el recuerdo de las personas; y 2) otra final de los Atao-Hualpas y Huáscar Ingas, donde el recuerdo es reciente y no hubo tiempo para una desfiguración total. A pesar de ello, la historia en su conjunto, sufre en su veracidad la mentalidad mítica de la época y cultura en que está inmersa.

AUTORIZACIONES: PUNTO DE PARTIDA PARA UN ESTUDIO DE LA OBRA

Parece interesante analizar la amplia introducción, basada en las autorizaciones, licencias y recomendaciones buscadas por fray Martín de Murúa, con el fin de editar su manuscrito. Parece que esta introducción es una especie de resumen de las andanzas del autor, de su vida social, sus relaciones con personas de relevancia social y eclesial; todo ello para revalidar su obra, de ahí que nos detengamos en ella: El Arzobispado de la Paz es el primer lugar en el que busca aprobación eclesiástica. El Arzobispo de dicha ciudad, fray Domingo de Senteno y Balderrama, comisiona para ello a don Martín Domínguez Jara, Cura y Beneficiado de Ilabaya, en la Provincia de Laricay. La censura es positiva y laudatoria, ya el libro del mercedario será un «vademécum» “para los curas de los yndios deste dicho rreyno y para las demás personas”. Firma su parecer en Ilaya, a 25 de agosto de 1611.

El Arzobispado de la Paz recaba otra opinión, la del dominico Pedro González, Visitador del obispado, quien califica a la «Historia», como: “obra curiosa, bien y fielmente trabajada..., por lo cual es justo salga a la luz y se premie el trabajo del autor”. En la censura se extiende y afirma la condición mercedaria de Murúa, su cargo de Elector general de la Merced, y la advertencia de que, no sólo escribe la «Historia General», sino también sobre “otras cosas curiosas”, aludiendo a los dos tomos de la historia, diferenciados por el mismo Murúa. Firma su parecer en La Paz, el 6 de septiembre de 1611.

El tercer censor de la obra fue Diego de Guzmán, presbítero diocesano y párroco de La Paz. Su voto, favorable, es avalado por su experiencia, ya que añade: “todo lo qual sé y afirmo como persona nacida y criada en él...” (Perú). También distingue entre la “Relación del origen y genealogía de los grandes señores yacas...”; y lo que dedica a “otras cosas muy curiosas..., donde en particular trata deste dicho rreyno del Pirú...”. Opina que su literatura es de mucho gusto y deleite; que su contenido sobre ritos y leyes es atrayente y que “será de gran afecto y servicio de Dios”, el hecho de que este libro se imprima y salga a la luz. No olvida el cargo de Elector de Murúa y firma en La Paz el 8 de septiembre de 1611.

La siguiente aprobación se debe a D. Alonso de Peralta, Arzobispo primero de la Plata, quien le encomienda a su Arcediano, Francisco Vázquez, hombre ducho en la materia, puesto que lleva más de cincuenta años entre los indios. Encuentra el libro de Murúa, como obra perfecta, pues se acomoda: “a las relaciones que los yndios más antiguos me han dado y con las que... e visto por vista de ojos, y está tan ajustada a la verdad que no ay cosa que se pueda quitar, añadir, y enmendar y me parece que se debe ymprimir y sacar a la luz” .

Más aún, “se le deven dar gracias al dicho Padre Comendador, y hazer muy grande estimación del trabajo y diligencia que a puesto en saber e ynquirir las cosas deste reyno con rara verdad, claridad y distinción”. Al texto de la censura, añade que Murúa es Cura del pueblo de Huata, y Comendador de la Casa y Doctrina que allí tenía La Merced. Firma su aprobación, el 8 de febrero de 1612.

Don Alexo de Benavente Solis, Canónigo de la catedral metropolitana de las Charcas, es el siguiente censor del manuscrito. Actuando en su nombre de Don Antonio Calderón Obispo de la Barranca. Recomienda esta «famosa ystoria» como libro católico, curioso, útil y provechoso, tanto para indios, como para españoles; opina que tan gran trabajo, merece gran premio. Despacha su comisión el día 10 de mayo, de 1612.

El antiguo misionero Gutiérrez Fernández pide lo mismo que el censor precedente, y lo hace por dos razones: La una, “por el gran trabajo que le a costado (al autor), el poner en orden negocio tan dificultoso"; la otra, por ser “libro muy ymportante para todo género de gente curiosa". Firma la censura en la ciudad de La Plata, a 14 de mayo de 1612.

Como es de suponer, también hay aprobaciones mercedarias. En la villa de Potosí (Bolivia), Fr. Baltasar de los Reyes, Comendador del convento merced ario de dicha villa, da su parecer. Lo examina por orden del Padre Pedro de Arze, Provincial del Cuzco. Afirma que nada se opone a la santa y sana doctrina y alaba su estilo. Según él, Murúa sirve, con su pluma, a las dos Majestades: Dios y el Rey. Firma en Potosí, el 4 de marzo do 1613.

En el mismo día, mes y año, el mencionado fray Pedro de Arze, Provincial del Cuzco, Charcas, Santa Cruz de la Sierra, etc., conventual de Potosí, da su licencia afirmativa. En ella, intervino también el Padre Luis Carrillo, Comendador de la Concepción de Potosí, experto en lenguas indígenas. Con el Provincial firma su secretario, fray Luis Bernal.

En este mismo año, el autor se decide a dibujar la portada del libro; la del «MS. Wellington», que es la siguiente:

“+/ Historia General, del Piru. Origen i Degcen / Denqia de los Yncas donde se trata, assi délas guerree /ciuilles Suyas, como déla Entrada délos españoles / Descripción délas ciudades y lugares del, con / otras cosas notables, compuesto por el (bajo tachadura: muy Rdo) PC. / fr. Martin de Murua elector genl del orden de na sa - / de las mrdes Ron de captiuos, comor y la cura de Huata”.

La viñeta central, dibujada en negro, dispone de un espacio en blanco, sobre el que figuran: dos objetos, dos cabezas de ángeles soplando por trompetas, dos orejas que reciben el sonido, y, en punta, el escudo de la Merced sin corona. Entre estos signos, las siguientes palabras: “Quod / vidimus / e.t. / audivimus / TESTAMUR”; esta última palabra, espaciada sobre el contorno, que contiene tres escudos: de España, del Perú y de los Incas. Flanqueando la carátula, dos pares de hexámetros. El de la izquierda:

Auditus, si dulce melos, non prebeat estuo Illustra, lector, summe mentís opus. En el de la derecha: Auribus, arrectis, tener ceu plura = penetrans linceo visu, sum prius intiuitus.

Al pie de la portada se apunta: “EN LA PLATA por N. Año DE 1613”. La N. suponemos significará «nos». Lo extraño es la raya tachadora que lleva encima.

Al año siguiente, 1614, se halla en Córdoba de Tucumán; allí, D. Luis de Quiñones Osorio, Gobernador y Capitán General de esas provincias, da su aprobación laudable. La fecha en Tucumán, el 28 de septiembre de 1614.

De viaje a España, Muruá recala en Buenos Aires. En dicha ciudad, el Licenciado Francisco de Irujo, alto cargo de la Inquisición en las provincias del Río de la Plata y Paraguay, da su parecer. Ensalza su riqueza histórica, su estilo apacible y su firmeza doctrinal. Todo ello lo ratifica en Buenos Aires, de la provincia del Río de la Plata, a 17 de diciembre de 1614.

Ya en Madrid recabó las siguientes aprobaciones: El Padre General de la Merced, fray Francisco de Ribera, comisionó al famoso P. Alonso Remón, quien afirmó su rápido dictamen el 22 de octubre de 1615. En la misma fecha lo aprueba el mencionado general acompaña a su firma, la del Padre Maestro fray Juan de Villoria, su secretario. Será el 28 de abril de 1616 cuando Pedro de Valencia, censure la obra en nombre del Rey.

Pero la corona a todas estas censuras la pondrá el mismo Rey Felipe IV, el 26 de mayo de 1616. Junto al Rey firman: Pedro Contreras, su secretario; Gerónimo Núñez de León, escribano (curiosamente tiene los mismos apellidos que el copista mercedario fray Gaspar Núñez de León, a quien Ballesteros asigna la copia del MS. Wellington), y los contadores Diego y León. Se concede al Padre Murúa el privilegio de imprenta y venta por diez años, a partir de la fecha antes indicada.

Podemos hacer unas valoraciones, a modo de resumen: — La variedad de cargos y personajes que avalan el manuscrito. . — Provecho para los curas doctrinantes de indios y para las personas curiosas, siendo todo ello servicio a Dios. . — Veracidad de la historia narrada, comprobada, a nivel personal, por los que suscriben. — Nada contrario a la fe y buenas costumbres. — Catolicidad del libro. — Obra curiosa, bien y fielmente trabajada. Estilo grave, apacible y verdadero. — Agradecimiento y premio por la obra. — Mandato de obediencia en la publicación. — Obra que ayudará mucho al conocimiento dé la historia del Perú. — Merced que Dios le ha hecho al reino del Perú por mano de los católicos reyes españoles, para enviar a este los ministros eclesiásticos y seculares a la predicación evangélica.

Destaca, entre las diversas aprobaciones, la de la página once. Su falta de puntuación parece dejar entrever la estancia de Murúa en el Perú desde hace más de cincuenta años, cosa que confirmaría otro párrafo suyo en el mismo sentido. Murúa aparece aquí como una persona veraz, diligente y con una mira muy alta hacia una mejor promulgación del Evangelio en tierras incaicas.

La cantidad y variedad de personalidades que avalan la obra nos hace pensar que Murúa se movía con facilidad en las esferas elevadas de la sociedad de su tiempo. Todo ello nos hace comprender su cargo de Elector General, cosa no común en frailes poco cultos.

MARCO DE LA OBRA

La obra del fraile misionero Martín de Muruá tiene 37 láminas a la acuarela, en color, casi todas representan a incas o a sus esposas (coyas), salvo la primera y la última que son escudos. De las 35 restantes, 33 son de una mano y 2 (las 35 y 36) de otra diferente. Estas dos guardan un parecido increíble con las de Guaman Poma, hasta el punto de hacemos pensar que son de su autoría. Con lo cual nuestros autores habrían mantenido una relación más importante y estrecha de lo que se creía hasta ahora.


Se enmarca la obra en el conjunto de la historiografía peruanista, con un contenido de alto valor, ya que su autor unió documentos fidedignos con sus propias vivencias pastorales. Murúa se nos presenta como un profundo experto en materias indígenas, aportando su visión personal de la religión incaica, desde su misma experiencia.

Es sabido que suele clasificarse la historiografía indianista, en torno a los Incas, en dos grupos: a favor o en contra de ellos, según la postura adoptada por el virrey Francisco de Toledo. Así se habla de crónicas pretoledanas o postoledanas. Murúa habría iniciado su tarea de historiador al cesar el virrey. Por eso no se halla comprometido con la postura oficial; ama y admira a los indios y pondera sus excelencias, aunque en ocasiones pesa más su condición de español y cristiano.

Se destaca esta singularidad de Murúa: escribe su obra desde el lado de los incas. Su libro viene a presentarse como una gran enciclopedia del antiguo mundo andino; pero en él no sólo escribe sobre la religión, los usos y costumbres, sino que Murúa toma partido en favor de los incas frente a los españoles. Estos últimos cometieron desmanes y excesos y Murúa lo denuncia. Sólo desde un plano de fe justifica Murúa la conquista.

La teología de la época sostenía que las personas que no estaban bautizadas, se condenaban sin remedio. Sólo por medio del bautismo y de la Iglesia obtenían la salvación eterna: por eso los abusos de los españoles son comprensibles y excusables (aunque no justificables). Dios ha permitido un mal (la caída del pueblo de los incas) para conseguir de este modo un bien mayor. Lo español es una etapa más de su historia; esto diferencia a Murúa de otros escritores coetáneos, que colocan lo relativo a los incas como algo que sucedió antes. Murúa, por la contra, inicia, desarrolla y narra la historia en tanto es historia inca. La etapa hispánica es casi apéndice, pero nunca centro.

El estilo literario de fray Martín de Murúa es muy llano, con párrafos externos sin puntuar. El tono general es el narrativo sin mayores alardes ni florituras. No siempre ha sido fácil adaptar el contenido de la obra al esquema previo que aquí se propone para su estudio.

No queremos hacer aquí una comparación exhaustiva entre Murúa y otros historiadores de su época, aunque en ocasiones se haga para aclarar ciertos puntos; tampoco queremos hacer teología partiendo del texto de la obra. La pretensión en este artículo es mucho más sencilla: ver las aportaciones originales de Murúa, en relación a la religión inca y a la conquista y evangelización cristiana, entresacarlas y proceder a sistematizarlas, para un posterior estudio, catalogación y valoración.

La cultura, objeto del estudio de fray Martín, es la incaica, extendida en la parte oeste de la América del Sur, desde el actual Ecuador hasta Chile y el norte de la República Argentina. Regida por una monarquía, tenía su capital en la ciudad del Cuzco. Cuando llegaron los españoles al territorio inca se encontraron con una civilización muy avanzada. El Tahuantinsuyu o Reino de las Cuatro Regiones, tenía una extensión de más de 4.000 km. en sentido longitudinal, estaba comunicado por una red de caminos imperiales, una producción económica dirigida por el estado y una compleja organización social.

Para conocer este entramado tenemos la información recogida por los conquistadores en un primer momento, o por autores indígenas, mestizos o españoles más tarde. Aquí entra en juego Murúa y la importancia de su obra, cuyo análisis y estudio detallado es fuente de información de primera mano.

VALORACIÓN

Juzgamos la obra como una información importante sobre la cultura de los Incas. Una fuente principal si se piensa que los constructores de Machu-Picchu no conocieron la escritura. La lectura de esta crónica peruana debe considerarse como una aproximación inapreciable de excepcional interés histórico, pero a un tiempo parcial, no exenta de contaminación eurocéntrica.

Murúa tuvo que recurrir a conceptos europeos a la hora de interpretar hechos, relaciones sociales y mitos de un pueblo que, a sus ojos, estaba lleno de misterios. Aunque, a decir verdad, en nuestro autor destaca la libertad de su punto de vista, orientado a un claro propagandismo católico, pero no supeditado a la anti-incaica actitud oficial española en el Perú.

Murúa es plenamente consciente de su limitación y se da cuenta de que su escrito no está exento de fallos, así va vertiendo ciertas disculpas en su obra, para que el lector pueda comprenderla mejor. Está sujeto a los que escriben mejor que él, para que lo acepten, tal como lo expresa en «Al lector». Procura huir de la confusión, aunque se da cuenta del desorden que reina en los capítulos en que divide su obra para no equivocar a los lectores y no alargarse con descripciones embrolladas.

Su intención histórica es mostrar con veracidad todos aquellos sucesos que intenta narrar. Piensa que otros han tratado los temas que él toca, pero sin demasiado rigor, por eso muestra sus fuentes y métodos históricos: la experiencia adquirida en los años vividos en Perú, los archivos y depósitos olvidados, la consulta a los ancianos, y los quipus. Culpa a los españoles del descuido por el que se perdieron historias y tradiciones antiguas. Su rigor histórico se resume en el lema que aparece en la portada: «Quod vidimus et audivimus». Murúa es testigo presencial de todo lo que aporta para el estudio de la religiosidad incaica y de la evangelización cristiana.

La concepción histórica en tiempos de Murúa, es muy diferente a la nuestra. Hoy se vive en la documentación histórica y crítica de las fuentes. Hoy no es factible una historia de oídas, una recopilación de datos sin base documental. Cuando escribió Murúa no pasaba esto; por eso habrá que aceptar con ciertas reservas los datos basados en las concepciones mitológicas de lo religioso, en milagros creídos por la mayor parte de la gente, sin una crítica de discernimiento previo.

En aquel tiempo histórico imperaba más lo imaginativo que lo real, la mentira piadosa que la verdad pura y dura. Sin embargo hay que respetar a unos hombres que hicieron historia e intentaron dejar algo suyo para la cultura del futuro. No se puede quedar en la simple crítica, hay que dar el paso a la admiración y deambular por los caminos imaginativos que nos trazan estos textos, introduciéndonos en el mundo de los incas.

En ocasiones parece que Murúa tira la piedra y esconde la mano, critica los vicios y defectos de los españoles, rechaza a los dirigentes que no cumplen sus obligaciones, pero cuando escribe sobre personas concretas, con nombre propio, todo son alabanzas y plácemes. Los enormes deseos de publicar la obra nos pueden explicar este hecho, ya que cualquier enemigo con alto cargo podría frustrar los planes de publicación. Con todo, entre líneas descubrimos lo malo y lo bueno de las personas. Murúa no quiere decir, pero dice; no quiere acusar, pero acusa; no explícita, pero en realidad aclara. Hay unas contradicciones en su obra interesantes de estudiar.

Como dato destacable, está la postura política adoptada por Murúa en torno a los dos partidos que imperaban en el reino del Perú: Almagristas y Pizarristas. Murúa se decanta a favor de los primeros: ataca a los pizarros, acaso como fruto de la corriente que imperaba en los últimos años, dada la ejecución del más joven de los pizarros por ciertos abusos cometidos.

A pesar de lo afirmado hasta aquí, no se quiere acusar a Murúa de acrítico, de no discernir fuentes y sucesos. El mismo habla de rigor histórico y duda de la veracidad de algunos hechos. Pero por desgracia ese rigor histórico está basado, bastantes veces, en personajes que dada su posición religiosa o social, lo hacen fuente de verdad intocable. Además muchos relatos religiosos son fruto de una mezcla de cristianismo y religiosidad incaica. Por otro lado Murúa no es propiamente historiador y así las carencias de su obra son, en parte, lógicas.

Dando un paso más a lo visto anteriormente, cegamos el camino a una historia como tal y consideramos el libro dentro de una visión histórico-religiosa y moral del reino del Perú. Por lo tanto no debe extrañamos que se desvanezcan y difuminen unas posibles críticas al aspecto histórico narrado por Murúa. Si nuestra catalogación es verdadera poco importan los hechos en sí, dado que su dirección está trazada de antemano hacia una mejor pastoral, tanto de indios como de españoles. No queremos con esto negar el aspecto histórico profano, sino dirigir todo él hacia una consecución religiosa donde el cristianismo sea base para una sociedad mejor, la que tanto anhela Murúa.

Todo el texto está dirigido, desde su fondo, por una línea de aspectos religiosos y morales que lo engarzan y le dan una unicidad y uniformidad tal, que podríamos considerar la obra como un manual religioso de los reinos del Perú. Las numerosas disquisiciones religiosas y teológicas en los capítulos; el aspecto milagrero y cultural de los relatos, la dirección moralizante de los textos; el constante dirigir súplicas hacia la aceptación y confrontación de su obra con la Iglesia y Doctrina Romana, su obediencia a ella; el intento de entronque de lo perfecto de la religiosidad incaica en el cristianismo y tantos datos que encontramos diseminados, nos dan la suficiente base para apoyar esta afirmación.

El conocimiento de la historia y religiosidad inca, para una mejor promulgación del Evangelio por parte de los responsables, tanto eclesiásticos como civiles, son sin duda el punto central y más llamativo y que resume todo el trabajo de Murúa.

Se debe hacer notar el gran valor descriptivo que esta historia posee y que este artículo intenta sistematizar. De un lado, en el tema de la religiosidad incaica, Murúa ofrece datos muy significativos sobre la religión andina y aparece como verdadero «fenomenólogo de la religión». Se puede pensar que, desgraciadamente, las aportaciones de los cronistas (tanto hispanos como nativos) sobre el tema de la religión no han sido aún valoradas del todo, en una ciencia desarrollada desde perspectivas y fuentes codificadas por anglosajones, germanos y franceses. La aportación hispano-latino americana puede ser prioritaria en el futuro. En este sentido la obra de Murúa es fundamental e interesante.

El otro tema, la evangelización cristiana, es abordado por Murúa desde su ser misionero ofrece su propia experiencia del evangelio, y trata de ver tanto el encuentro y desencuentro entre el mundo incaico y el mundo hispánico, como el modo de actuar en la evangelización, ante los residuos y modos de la antigua idolatría.

Este artículo pretende lograr una síntesis del pensamiento de Murúa valiéndose de su obra. Su lectura y comprensión no siempre es fácil, pero al final se descubre su originalidad con aportaciones valiosas para el campo de la fenomenología religiosa del pueblo inca, y para el estudio de la evangelización cristiana de aquella época.

NOTAS

BIBLIOGRAFÍA

1. Ediciones de la obra de Murúa

1.1. Ediciones del manuscrito "A” o Loyola — “Fragmento de la “Historia del origen y genealogía real de los reyes Incas del Perú” en The Incas of Peru, de Sir C. Markham, Londres, 1910, pp. 408-414. — MURÚA, Martín de: Historia de los Incas, Publicada y anotada por Manuel González de la Rosa, Lima, 1911, Imprenta nacional de Federico Barrionuevo, Tercera Entrega. — Historia de los Incas Reyes del Perú. Por el R.P. Fr. Morúa, de la Orden de la Merced. Crónica del Siglo XVI, Anotaciones de Horacio H. Urteaga y biografía por Carlos A. Romero, Lima, 1922-1925, Colección de Libros y Documentos referentes a la Historia del Perú, 2 vols. — MURÚA, fray Martín de: Historia del origen y genealogía real de los Reyes Ingas del Perú, Introducción, notas y arreglos por Constantino Bayle, S. J. Madrid, 1946, Biblioteca Missionalia Hispánica, CSIC. — Los orígenes de los Incas: crónica sobre el antiguo Perú escrita en el siglo XVI por el Padre mercedario Fray Martín de Murúa, Estudio bio-bibliográfico por Raúl Porras Barrenechea, Lima, 1946, Colección “Los pequeños grandes libros de Historia Americana”.

1.2. Ediciones del manuscrito "B” o Wellington - Historia General del Perú, origen y descendencia de los Incas por Fray Martín de Murúa, Introducción y notas de Manuel Ballesteros Gaibrois, Madrid, 1962-1964, Bibliotheca Americana Vetus, 2 Vols. 279 y 272 pp. (Introducción: pp. XXIII-XLVIII). - MURÚA, Martín de: Historia general del Perú, Edición de Manuel Ballesteros, Madrid, 1987, Historia 16.583 págs. (Introducción: pp. 5-29). - MURÚA, Martín de: Historia general del Perú. De los orígenes al último Inca, Madrid, 1992, Cambio 16. (Abarca sólo parte del libro primero de la obra) 190 páginas.

2. Comentarios y estudios sobre la obra de Murúa

Además de las introducciones a las diferentes ediciones citadas anteriormente, pueden verse: — BALLESTEROS GAIBROIS, M.: “Relación entre fray Martín de Murúa y Felipe Huamán Poma de Ayala" en Estudios Americanistas, I (1978) 39-47. — BALLESTEROS GAIBROIS, M.: “Dos cronistas paralelos: Huamán y Martín de Murúa (confrontación de las series reales gráficas)”. Anales de literatura Hispano Americana IX (1981) 15-24. — BEYERSDORFF, M.: “Fray Martín de Murúa y el “Cantar” histórico inka”, Revista Andina 4 (1986) 501-521. — MANSILLA, J.M.: “Un paréntesis sobre Murúa y Tirso de Molina”, Presencia literaria, La Paz, Bolivia, domingo 18 de octubre de 1981. — OSSIO, J. M.: “Una nueva versión de la Crónica de Fray Martín de Murúa”, Revista del Museo Nacional 46 (Lima 1982) 567-576. — OSSIO, J. M.: Los retratos de los Incas en la crónica de Fray Martín de Murúa, Lima, 1985, Oficina de Asuntos Culturales de Cofide. — PEASE, F.: “Tópicos sobré los incas en Martín de Murúa”, Analecta Mercedaria XI (1992) 9-30. — PIKAZA, X.: “Religión pagana y Conversión cristiana en el antiguo Perú (Aportaciones del Padre Martín de Murúa)”, en AA. W.: Presencia de La Merced en América. Actas del I Congreso Internacional. Madrid, 1991, Revista “Estudios”, Vol. 1, pp. 489-593. — PLACER, G.: “Fray Martín de Muñía y su “Historia General del Perú”. Ruta del M. S. Wellington”, Boletín de la Provincia de Castilla XXV (1987) .33-44. — PLACER, G.: “Fray Martín de Murúa, apóstol de Perú", Estudios XLVI (1990) 49-62. — ROWE, J. H.: “La mentira literaria en la obra de Martín de Murúa" en Libro Homenaje a Aurelio Miró-Quesada Sosa, Lima, 1987, Tomo II, pp. 753-761.

3. Bibliografía de carácter general

— AA. W.: Gran Enciclopedia de España y América, Madrid, 1983, Espasa- Calpe, Vol. I. pp. 29-30, 228-229 y 247-248. — ALCINA, J.: El descubrimiento científico de América, Barcelona, 1988, Anthropos. — ALCINA, J.: Mitos y literatura quechua, Madrid, 1989, Alianza Editorial. — ALVAR, M. (coord.): La Realidad Americana y sus cronistas, Málaga, 1994, U.N.E.D. — ANTONIO, N.: Biblioteca Hispana Nova, Torino, 1963, Bottega d’Erasmo, 2 Vols. — APARICIO, S.: “Los mercedarios en los Concilios Limenses” en Estudios 102 (1973) 423-464. — BAKR1GA,'V.'M..: Los mercedarios en el Perú en el siglo XVI (1518-1600), Roma-Arequipa, 1931-1954, Editorial La Colmena S. A. 5 vols. — BOLTON, R. y MAYER, E. (eds.): Andean Kinskip and marriage, Washington 1977, American Anthropology Society. — BRAVO, C.: El tiempo de los incas, Barcelona, 1986, Alhambra. — BRUNET, J.: “Misioneros, mártires y laicos en la provincia mercedaria de Santo Bárbara del Tucumán” en AA. W.‘Actas del I Congreso Internacional Mercedario. Los Mercedarios en América, Roma, 1991, Institutum Historicum Ordinis de Mercede, Vol. 1, pp. 113-124. — CALANCHA, A. y TORRES, B. DE: Crónicas agustinos del Perú (1639 y 1657), Madrid, 1972, C.S.I.C. — CIEZA DE LEÓN, P.: El Señorío de los Incas (1553), Madrid, 1988, Historia 16. — CIEZA DE LEÓN, P.: La Crónica del Perú, Madrid, 1984, Historia 16. — ELIADE, M. y COULIANO, I. P.: Diccionario de las Religiones, Barcelona Buenos Aires-México, 1992, Ediciones Paidós. — ELIADE, M.: Tratado de historia de las religiones, Madrid, 1974, Cristiandad. — ESTEVE, F.: Historiografía Indiana, Madrid 1996, Gredos. — F. BRANDON, S. G. (dir.): Diccionario de Religiones Comparadas, Madrid, 1975, Ediciones Cristiandad, Tomo II. — GARCÍA SUÁREZ, G.: “Tarea evangelizadora de La Merced entre los indígenas de América: Motivaciones, métodos, vitalidad (siglo XVI)”, en AA. W.: Presencia de La Merced en América. Actas del I Congreso Internacional, Madrid, 1991, Revista “Estudios”, Vol. I, pp. 83-118. — GASCO CONTEL, E.: Viaje Alrededor de los Dioses, Madrid, 1973, Sala Editorial. — GONZÁLEZ DORADO, A.: De María conquistadora a María liberadora, Santander, 1986, Sal Terrae. — GUAMÁN POMA de AYALA, F.: Nueva crónica y buen gobierno, Madrid, 1987, Historia 16,3 Vols. — GUTIÉRREZ, G.: En busca de los pobres de Jesucristo, Salamanca, 1993, Ediciones Sígueme. — KRICKEBERG, W.: Mitos y leyendas de los Aztecas, Incas, Mayas y Muiscas, México, 1971, Fondo de Cultura Económica. — LAS CASAS, B. DE: Historia de las Indias, Madrid, 1957 y 1961, B.A.E., 2 vols. — LAURENCICH, L. (coord.): Los Reinos Preincaicos y los Incas, Barcelona Madrid, 1992, Lunwerg editores. — LEÓN PORTILLA, M.: El reverso de la conquista, México, 1983, J. Mortiz. — LEVILLIER, R.: Don Francisco de Toledo, supremo organizador de Perú, Madrid, 1935,1-II. — LÓPEZ VÁZQUEZ, E.: “Los padres Antonio de Almanza y Antonio de Solís, descubridores de Chile para la fe” en AA. W.: Actas del I Congreso Internacional Mercedario. Los Mercedarios en América, Santiago de Chile 6-9 de noviembre de 1991, Roma, 1991. Analecta Mercedaria. — LÓPEZ-BARALT, M.: Icono y conquista: Guamán Poma de Ayala, Madrid, 1988, Hiperión. — MENÉNDEZ PIDAL, R.: El Padre Las Casas, su doble personalidad, Madrid, 1963, Espasa. — MILLONES, L.: Historia y poder de los Andes Centrales, Madrid, 1987, Alianza Editorial. — MUÑOZ DELGADO, V.: “El Maestro fray Martín de Samunde (ca. 1539) y su defensa de Erasmo en 1527”, Revista Española de Teología 44 (1984) 441-464. — MUÑOZ DELGADO, V.: “Los Mercedarios en el Perú durante el período español. Colaboración hispano-peruana en estudios, profesores, colegios, universidades y escritos”, en Actas del IV Seminario de Historia de la Filosofía Española, Salamanca, 1988, Universidad de Salamanca, pp. 77-173. — NEUMANN, E.: La Grande Madre, Roma, 1981, Astrolario. — ONDEGARDO, P. DE: El Mundo de los Incas (1571), Madrid 1990, Historia 16. — PACHACUTI, J. DE: Crónicas peruanas de interés indígenas (1613), Madrid, 1968.B.A.E. — PEASE, F.: El Dios creador andino, Lima 1973, Mosca Azul. — PÉREZ DE TUDELA, J.: “El Padre de Las Casas”, en AA. W, América indígena, Madrid, 1968, Istmo. — PÉREZ, P. N.: Religiosos de la Merced que pasaron a la América Española (1514-1777) con documentos del Archivo General de Indias, Sevilla, 1924, Tipografía Zarzuela. — PIKAZA, X.: “María y el Espíritu Santo” en AA. W: Mariología Fundamental. María en el Misterio de Dios, Salamanca, 1995, Secretariado Trinitario, pp. 49-191. — PIKAZA, X.: La mujer en las grandes religiones, Bilbao, 1991, DDB. — PIKAZA, X.: Hombre y Mujer en las Religiones, Estella (Navarra), 1996, Editorial Verbo Divino, pp. 68-86. — PLACER, G.: Bibliografía Mercedaria, Madrid, 1968, Revista Estudios, 2ª edición, Tomo Primero. — REMON, A.: Historia General de la Orden de Ntra. Sra. de la Merced, Redención de Cautivos, Madrid, 1618, Luis Sánchez impresor del Rey N. S., 2 vols. — SALMERÓN, M.: Recuerdos históricos y políticos de los Servicios que los generales y varones ilustres de la Religión de Nuestra Señora de la Merced, Redención de Cautivos han hecho a los Reyes de España en los dos mundos, Valencia, 1646, Bernardo Nogués. — SARMIENTO DE GAMBOA, P.: Historia General llamada índica, Buenos Aires, 1943, Emecé. — SERRATOSA, R.: “Los Mercedarios y los Incas del Perú”, Boletín de la Orden de la Merced XIX (1931) 23-29. — SILVERBATT, I.: “Principios de organización femenina en el Tawantinsuyo”, Revista Museo Nacional de Lima 42 (1976) 299-340. — TÉLLEZ, G. (TERSO DE MOLINA): Historia General de la Orden de Nuestra Señora de las Mercedes, Madrid, 1973, Revista Estudios, Vol. II, 720 páginas. — TOBAR, B. DE: Compendio Bulario Indico, Sevilla, 1986. — TORRES, P.: La Bula Omnímoda de Adriano VI, Madrid, 1948, CSIC. — RODRÍGUEZ VALENCIA, V.: Santo Toribio de Mogrovejo, Madrid, 1957,21. — VAN DER LEEUW, G.: Fenomenología de la religión, México, 1964, F.C.E. — VÁZQUEZ FDEZ., A.: “Métodos psicopedagógicos de los mercedarios en la evangelización de América” en AA. W: Presencia de La Merced en América. Actas del I Congreso Internacional, Madrid, 1991, “Revista Estudios”, Vol. II, pp. 869-907. — VÁZQUEZ FDEZ., L.: Tirso y los Pizarro. Aspectos histórico-documentales. Fundación Obra Pía de los Pizarro. Trujillo (Cáceres) y Kassel - Edition Reichenberge, 1993. — VÁZQUEZ NÚÑEZ, G.: “Un gran misionero. El mercedario Padre Francisco de Bovadilla” Raza-Española, mayo-junio 1929, pp. 48-57. — VÁZQUEZ NÚÑEZ, G.: Mercedarios Ilustres, Madrid, 1966, “Revista Estudios”, pp. 327-334. — W. CONRAD, G. y A. DEMAREST, A.: Religión e imperio. Dinastía del expansionismo azteca e inca, Madrid, 1998, Alianza Editorial. — WACHTEL, N.: Los Vencidos. Los indios del Perú frente a la conquista española (1530-1570), Madrid, 1976, Alianza. — ZUBIRI, X.: El problema filosófico de la historia de las religiones, Madrid, 1993, Alianza Editorial y Fundación Xavier Zubiri.


MARIO ALONSO AGUADO

© Revista Peruana de Historia Eclesiástica, 8 (2004), 35-77

  1. J. H. ROWE: “La mentira literaria en la obra de Martin de Murúa”, en Libro Homenaje a Aurelio Miró-Quesada Sosa. Lima, 1987, Tomo II, p. 754.
  2. M. BALLESTEROS GAIBROIS: o.c. Vol. I, p. XXX; F. PEASE: “Tópicos sobre los Incas en Martín de Murúa”, Analecta Mercedaria XI (1992) pág. 10 y J. M. OSSIO: “Una Nueva Versión de ia Crónica de Fray Martín de Murúa” Revista del Museo Nacional 46 (Lima 1982) 567-576.
  3. Historia del Origen y genealogía Real de Reyes Incas del Perú, de sus hechos, costumbres, trajes y manera de gobiernos. Compuesto por el P. Fr. Martín de Murúa, natural de Guipúzcoa, del Orden de Nra. Sra. de la Merced, de Redención de Cautivos, conventual del Convento de la gran ciudad de Cuzco, cabeza del reyno y Provs. del Perú, acabado por el mes de Mayo del a. de 1590. 172 fols. (167 a 172 Índices). Copia del Original, sacada en Loyola, Marzo de 1890. Cfr. R. VARGAS UGARTE: Manuscritos peruanos en las bibliotecas del extranjero. Lima, 1935, Biblioteca Peruana, Tomo 1, p. 354.