HUANCAVELICA; Pueblos y Parroquias virreinales

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Las doctrinas: el clero secular parroquial

Los estudios sobre el papel del clero parroquial en la evangelización del Nuevo Mundo son relativamente escasos. Las órdenes religiosas escribieron y han publicado sus crónicas. Por el contrario, los sacerdotes diocesanos no hicieron lo mismo. Sin embargo, cuando aparezcan estudios parciales de las diferentes diócesis, podrá valorarse cuantitativa y cualitativamente el trabajo apostólico desarrollado anónimamente por multitud de sacerdotes seculares.

De sobra es conocido que desde los tiempos de Fray Jerónimo de Loaysa, dominico, (1543-1571), primer obispo-arzobispo de Lima, se reglamentó en los dos primeros concilios limenses el funcionamiento de las doctrinas, repartiendo las provincias entre clero secular y órdenes religiosas, para evitar todo tipo de roces y conflictos.

La aplicación de las disposiciones tridentinas sobre la organización parroquial supuso un gran avance. El establecimiento de parroquias comenzó por las ciudades y lugares poblados. Y no resulta exagerado afirmar que a finales del siglo XVI la organización parroquial se extendía ya sobre todo el territorio peruano.

Parte del clero secular que trabajó en Perú provenía de España. No obstante, a medida que fructificaban los trabajos misionales, el número de clero nativo aumentó. Muchos de ellos recibirían su formación eclesiástica en el seminario fundado por Santo Toribio. Antes de su erección, los aspirantes al sacerdocio estudiaban artes, filosofía y teología en la Universidad de Lima, y en la catedral recibían clases de casuística moral.

Posteriormente se crearon otros seminarios, como el del Cuzco en 1603. El clero secular de Ayacucho, de donde salían los sacerdotes para las tierras huancavelicanas, se formó en el Seminario de San Cristóbal, fundado por el obispo Cristóbal Castilla y Zamora, aprobado por real cédula del 31 de diciembre de 1680 y elevado a la categoría de Universidad.

Las Parroquias en el siglo XVII

Para conocer la distribución parroquial de las tierras huancavelicanas en el siglo XVII, contamos con la obra «Compendio y descripción de las Indias Occidentales» del cronista Vázquez de Espinosa. Su descripción, aunque lejana en el tiempo, aporta datos suficientes. Se sigue aquí casi textualmente.

La villa de Huancavelica tiene iglesia mayor con vicario y cura, un convento de Santo Domingo, un hospital real con hermanos de San Juan de Dios para curar los enfermos, en particular los indios del cerro, donde hay un capellán con 800 pesos ensayados de renta que le da Su Majestad, y este es cura de la parroquia de San Sebastián, de indios que han ido al beneficio de las minas y se han quedado connaturalizados en ella.

Hay otra parroquia, a la otra parte de la villa, que llaman de Santa Ana, administrada por los religiosos de Santo Domingo. En la provincia de Angaraea, incluida en el gobierno de Huancavelica, había cuatro repartimientos, y en ellos cinco doctrinas de clérigos: Angaraos de la Viera, Angaraes de la Vendesu, Huayllay y Callanmurcu.

Vázquez de Espinosa describe los siete corregimientos de Huamanga. Aquí interesan únicamente los datos referentes a los corregimientos y provincias de Zángaro, Castrovirreyna, Chocorvos y Huachos. En la jurisdicción de Zángaro está el pueblo de Julcamarca, a seis leguas de Huanta, cerca de un misterioso cerro de sal que creó Dios en aquel paraje, en su providencia para remedio de todas aquellas provincias, (dice el texto citado).

El marqués de Cañete, Don García Hurtado de Mendoza, siendo virrey del Perú, habiendo tenido noticia e información de las minas de plata que se descubrieron el año de 1590 en los cerros que se llaman de San Juan del Griego y la Trinidad, dio comisión a Don Pedro de Córdova Mexía, caballero del orden de Santiago, para que fundase una villa y la nombrase Castrovirreyna, y repartiese 2.100 indios para la labor de las minas. La villa tenía plaza, donde estaba ubicada la iglesia, y casas reales. Todos los edificios eran de adobe, bajos, y cubiertos de paja.

Cuando el marqués de Cañete mandó poblar esta ciudad y minas, señaló para ellas 2.100 indios. Ordenó pagar a tres sacerdotes clérigos, dos para la ciudad y uno para los cerros, 800 pesos ensayados de sínodo (renta) anual a cada uno de ellos. Los ingresos de cada beneficiado ascendían a 2.000 pesos anuales, los 800 pesos que recibían de la Caja de los Granos, más las ganancias de pie de altar. El obispo de Huamanga los nombraba y el virrey, por el patronato real, los proveía.

Había tres hospitales. La Iglesia parroquial de Castrovirreyna está bajo la advocación de Nuestra Señora de las Nieves. En los cerros hay otras dos, una bajo advocación de San Agustín, y otra de San Juan. Había cuatro cofradías: una del Santísimo Sacramento, otra de Nuestra Señora, otra de la Vera Cruz y otra de las ánimas.

En la provincia de Chocorvos hay ocho pueblos de indios. Son: Santiago, San Juan de Huaytará, Sangayayco, Santiago de Quiraguara, San Francisco de Querco, La Concepción de Lamarca, San Juan de Córdoba, San Francisco de Ocobamba, fundados en tiempo del virrey Francisco de Toledo. En los ocho pueblos hay dos doctrinas, servidas por dos clérigos, presentados por el obispo de Huamanga y proveídos por el virrey. El uno atiende tres pueblos y el otro, cinco. El uno reside ordinariamente en el pueblo de Huaytará y el otro, en San Juan de Córdoba. Tienen de sínodo cada uno a 500 pesos. El pie de altar asciende a 200 pesos para cada uno.

En la provincia de Huachos hay ocho pueblos de indios. Son: San Cristóbal de Nucayca, que es la cabeza, la Concepción de Arma, la Asunción de Tantará, San Francisco de Cocéis, San Pedro de Huácetra, San Juan de Huemgetsca, Santiago de Chavín, San Pedro de Cáceura, fundados en tiempos del virrey Francisco de Toledo. En los ocho pueblos de esta doctrina hay dos curas clérigos. Tiene cada uno a su cargo cuatro pueblos. Uno reside en San Cristóbal y el otro, en Huácara. Tienen de sínodo 319 pesos. El pie de altar asciende a 200 pesos. No hay hospitales en esta provincia.

Las Parroquias en el siglo XVIII

El siglo XVIII fue una época señalada por algunos como de decadencia religiosa, debilitamiento de la fe, abandono de las prácticas de piedad y relajación de costumbres, afectando a las órdenes religiosas y al clero secular. Se intentó una reforma; sin embargo, en vísperas de la independencia la situación religiosa seguía siendo poco floreciente.

Apoyados en la obra «Geografía del Perú Virreinal (Siglo XVIII)» de Cosme Bueno, donde se describe el obispado de Huamanga, se puede reconstruir la geografía parroquial de Huancavelica. De las ocho provincias que abarcaba el obispado de Huamanga (hoy Ayacucho) nos interesan los datos de las de Huanta, Angaraes y Castrovirreyna.

La provincia de Huanta comprendía 12 curatos. Sólo cinco pertenecían a los actuales territorios de la diócesis de Huancavelica: Mayocc, Paucarbambn, Colcabamba, Pampas y Huairabamba. Mayocc tiene cuatro anexos, que son: Churcampa, Ayari, Paucarbambilla y Locroja. Paucarbamba tiene cinco anexos, que son: Hunchos, Santa Clara de Cosme, Cotay, Santiago de Tucuma y Anco. Colcabamba tiene tres anexos, que son: Ocoro y Tocllacuri, y en la otra parte del río Angoyaco, otro pequeño pueblo nombrado Anchoe. San Pedro de Pampas tiene dos anexos, que son: Huallun y Acóntombo. Huairabamba tiene ocho anexos, que son: Salcabamba, Santiago de Picchos, Roccha, Tongos, Ica, Ayayccocha y, en la caja de montaña, Surcobamba y Huachocolpa.

La provincia de Angaraes comprende nueve curatos: cuatro pertenecientes a lo villa y los restantes en lo demás de la provincia. Estos son: San Antonio, San Sebastián, Santa Ana, Santa Bárbara, Acobamba, Acoria, Conaica, Lircay y Julcamorca. El principal es el de San Antonio; en su jurisdicción había mucha vereda. Tiene al otro lado del río un anexo, nombrado San Cristóbal. El de San Sebastián tiene dos anexos, que son: la Asunción y Sacsamarca. El de Santa Ana con un anexo nombrado Huaylacucho, donde se labran todas las vascas de barro vidriado, que sirven para la extracción del azogue.

El curato del cerro de Santa Bárbara, que es el del mineral, tiene dos anexos. El uno en el brocal de la mina, nombrado San Francisco, y el otro en su contorno, nombrado Chacllatacana. El curato de Acobamba tiene cuatro anexos, que son: Espíritu, Todos Santos, Andabamba y Pucará. El de Acoria tiene cinco anexos, que son: Huando, Palca, Añancusi, Pallalla y Chupaca. El de Conaica tiene cuatro anexos, que son: el de Puente de Izcuchaca, Cuenca, Moya, Vilcabamba y Acobambilla. El de Lircay tiene seis anexos, que son: Huayllay, Ucchuhuayllay, Callanmarca, Huancahuanca, Huachocolpa y Anchonga. En Huayllay hay un crucifijo muy milagroso y muy venerado de todas aquellas comarcas. El de Julcamarca tiene cinco anexos, que son: Congalla, Pata, Antaparco, Llillinta e Incahuasi. Estos dos últimos pueblos pertenecen a la jurisdicción real de la provincia de Castrovirreyna.

La provincia de Castrovirreyna comprende seis curatos, que son: Castrovirreyna, Pilpichaca, Córdoba, Huaytará, Huachos y Arma. El de Castrovirreyna tiene una parroquia, dedicada a San Roque, y tres pueblos anexos, que son: Cinto, Sacsaquero y Huacahuaca, y dos haciendas con iglesias, nombradas Huallanto y Huallanga. El curato de Pilpichaca está en la cordillera y, por eso, este se conoce mejor por curato de los cerros. Tiene tres anexos, que son: Cargonacho, Santa Ana y Acostamba.

Hacia esta parte se hallan los pueblos de Llillinta e Incahuasi, que, aunque son de esta provincia, pertenecen en lo espiritual al curato de Julcamarca. El curato de Córdoba tiene ocho anexos, que son: Ocobamba, Ayamarca, Ocoyo, Lamari, Pacomarca, Querco, Laramarca y Quirahuará. El de Huaytará tiene siete anexos, que son: Tambillo, Ayavi, Tambo, Capillas, Sangayayco, Andaymarca y Santiago. El de Huachos tiene dos anexos, que son: Chiris y Cocas, y la estancia de Pauranga con iglesia.

El curato de Arma tiene seis anexos, que son: Cotas, Huanactambo, Huanaco, Cacrillo, Yanac y Tantará. Los tres primeros pertenecen a la jurisdicción de la provincia de Yauyos. Además de estos pueblos, tiene esta provincia en su jurisdicción otros que son anexos del curato de Chupamarca, de la de Yauyos, que son: Huácar, Chavín y dos estancias: Huanca y Huañupisa. También el curato de Viñac, que es de la de Yauyos, tiene estos cuatro anexos, que son: Huangasca, Tana, Ongos y Claca.

En vísperas de la independencia, el año 1793, Hipólito Unanue en su «Guía política eclesiástica y militar del Virreinato del Perú» aporta los siguientes datos estadísticos: la intendencia de Huancavelica comprende 22 doctrinas, una ciudad, una villa y 86 pueblos anexos, habitados por 30.917 almas; 81 clérigos, 18 religiosos, 2.341 españoles, 23.899 indios, 4.537 mestizos y 41 esclavos.

El cercado de Huancavelica comprende 4 doctrinas y 6 pueblos anexos, habitados por 5.146 almas; 21 clérigos, 18 religiosos, 560 españoles, 3.803 indios, 731 mestizos y 13 esclavos. Era vicario el Lic. Ignacio Oviedo y comisario del Santo Oficio el P. Pedro de San Martín. El partido de Angaraes comprende 5 doctrinas y 25 pueblos anexos, habitados por 3.245 almas; 23 clérigos, 219 españoles, 2.691 indios, 309 mestizos y 3 esclavos. Era vicario el mismo del cercado de Huancavelica.

El partido de Tayacaja comprende 5 doctrinas y 22 pueblos anexos, habitados por 13.161 almas, 21 clérigos, 1.394 españoles, 9.020 indios y 2.726 mestizos. Era vicario el Lie. Gregorio Quintanilla. El partido de Castrovirreyna comprende 8 doctrinas y 35 pueblos anexos, habitados por 9.365 almas; 16 clérigos, 168 españoles, 8.385 indios, 771 mestizos y 25 esclavos. Era vicario D. Félix Sánchez Barredo.


La doctrina de San Juan Bautista de Lircay y de San Pedro de Pampas

El Dr. Antonio de la Calle inauguró el servicio religioso en la doctrina de San Juan Bautista de Lircay. Era el año 1740, como recuerda un cuadro al óleo existente en la sacristía de la parroquia. Antonio de la Calle, como párroco y vicario foráneo, y Francisco Palomino, como teniente de cura, eran sacerdotes seculares de la diócesis de Ayacucho.

Desde esa fecha y hasta 1825 en la parroquia de Lircay había habitualmente 3 sacerdotes (párroco y dos tenientes de cura). Desde 1825 hasta 1860 solamente hubo dos sacerdotes (párroco y teniente de cura). A partir de entonces y hasta las últimas décadas del siglo XX la dilatada doctrina de San Juan Bautista fue atendida exclusivamente por un sacerdote, a pesar de haber crecido la población y el trabajo pastoral.

La evangelización y catequización de esta doctrina, regentada siempre por sacerdotes diocesanos, excepto desde el año 1917 hasta 1919 que fue regida interinamente por los religiosos vicentinos o paules Pedro Sampol C.M. y Pedro Juan C.M., es obra prioritaria y exclusiva del clero secular. Desde la fundación de la parroquia hasta la actualidad, ciento dos sacerdotes rigieron esta parroquia (28 párrocos, 5 curas interinos, 23 cursis coadjutores y 46 tenientes de cura).

Vivieron desde unos meses hasta más de 25 años. Los tenientes de cura, los coadjutores e interinos permanecieron poco tiempo en la doctrina, tres o cuatro años como máximo. Al ser el oficio de párroco vitalicio, la figura canónica del cura interino y coadjutor queda justificada cuando otro sacerdote ejercía las funciones en lugar del párroco. El sacerdote interino y coadjutor debía abonar una renta al párroco no residente, y otra al señor obispo. De este modo de proceder queda constancia en los libros parroquiales.

Luis Allende, sacerdote interino, dejó escrito que “el 16 de enero de 1905 me hice cargo de esta parroquia de Lircay con la pensión de 30 soles mensuales al cura propio, señor Estanislao E. Lozano, y 120 soles de contribución al limo. Sr. Obispo”.

También a modo de ejemplo se puede dejar memoria escrita de algunos sacerdotes seculares que gobernaron la doctrina de San Juan Bautista, así como las fechas extremas de su permanencia. Párrocos: de 1740 a 1760 el Dr. Antonio de la Calle; de 1760 a 1784 Dr. Luis Álvarez de la Cueva; de 1784 a 1794 Dr. Juan Urbano de Alarcón; de 1808 a 1824 Lie. Domingo del Barco; de 1825 a 1834 Luis Babillón; de 1834 a 1838 Lino Mariano Morales y de 1875 a 1907 Estanislao E. Lozano. Curas coadjutores: en 1789 y 1794 Lorenzo Hidalgo de Herrera; de 1764 a 1768 Dr. Francisco de la Calle y Dr. Blas Joaquín de Cárdenas, y de 1779 a 1782 Antonio Loayza.

Tenientes de Cura: de 1742 a 1748 Francisco Palomino y Fernando de Aguirre; de 1760 a 1799 Lorenzo Hidalgo de Herrera; de 1799 a 1824 Lie. Celedonio Paredes y Tomás Pareja; de 1847 a 1849 Felipe Mariano Oré; en 1857 Manuel Benjamín Gálvez y en 1858 José del Rosario Maldonado. La parroquia de San Pedro de Pampas es conocida desde los inicios del siglo XVIII.

Esta parroquia y toda la zona formaron parte de la diócesis de Ayacucho hasta el año 1944. La fe de las tierras tayacajinas, sembrada desde Cuzco, Ayacucho y Huancavelica, hunde sus raíces casi profundamente como los mismos comienzos de la evangelización del Nuevo Mundo. Las órdenes misioneras –franciscanos, dominicos, jesuitas, mercedarios, y luego últimamente en época republicana los redentoristas y otros... –, evangelizaron por estas tierras desde el primer momento de su asentamiento en Ayacucho y Huancavelica, como queda constancia en multitud de ocasiones por la iconografía de los templos virreinales.

Se conservan los libros sacramentales desde la fundación de la parroquia; de defunción desde el año de 1735; de matrimonios desde 1784; y libros de distintas cofradías: San Pedro, patrón del pueblo del año 1702; Corpus Christi de 1705; Nuestra Señora de las Nieves de 1729; Nuestra Señora de la Concepción de 1745 y las Benditas Ánimas del Purgatorio de 1812.

A continuación damos la nómina de sacerdotes, párrocos, curas interinos, curas coadjutores, tenientes de cura, que trabajaron en esta parroquia hasta principios del siglo XXI, casi en su totalidad sacerdotes seculares:

1. Lic. Mathias Merino de Heredia 1702 cura propio.
2. Félix Lozano 1726 cura y vicario.
3. Lic. Antonio Bendezú 1738 vicario.
4. Sebastián Gallego 1752 cura propio.
5. Diego Gallego 1754 compañero
6. Francisco Navarro 1755 vicario.
7. Diego Tello Ortiz de Espinoza 1757 cura propio.
8. Antonio Maldonado y Pacheco 1757 vicario. 9. Lie. Domingo Monterrey 1761 vicario.
10. Fermín Quesuruco 1770 cura y vicario.
11. Francisco Custodio Velarde 1773 cura propio.
12. Antonio José de Buendía 1773 coadjutor.
13. Miguel Tambino 1775 cura propio.
14. José Tadeo de Ortiz 1778 teniente de cura.
15. Lorenzo Navarro 1778 vicario.
16. Bernardo de Aybar 1784 vicario.

Concluyendo esta reseña histórica se puede afirmar, con certeza histórica, que la doctrinas de Lircay y Pampas siempre estuvieron regentadas por sacerdotes diocesanos. Y de la misma manera se podría bien afirmar –aunque no se pueda probar críticamente– que todas las doctrinas de Huancavelica, excepto la de Santa Ana, estuvieron gobernadas por sacerdotes diocesanos. Para ello habría que reconstruir la nómina de párrocos y sacerdotes residentes en las mismas, labor que no resultaría difícil partiendo de los «quinqué libri», que existen en todas las parroquias. Este trabajo de investigación se encuentra todavía en los archivos parroquiales, esperando un investigador.

JUAN JOSÉ POLO RUBIO ©Revista Peruana de Historia Eclesiástica, 8 (2004): 141-162.