HURTADO CRUCHAGA, SAN ALBERTO

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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(Viña del Mar, 1901; Santiago, 1952) Santo, religioso jesuita, abogado

Infancia y juventud

Del matrimonio formado por Alberto Hurtado Larraín y Ana Cruchaga Tocornal, nació Alberto en Viña del Mar, Chile, el 22 de enero de 1901. La familia Hurtado-Cruchaga vivía en su propiedad rural “Los Perales de Tapihue”, fundo cercano a la población de Casablanca. Cuando Alberto tenía cuatro años de edad falleció su padre; entonces su madre decidió vender “Los Perales” y trasladarse con sus dos hijos –Alberto de 4 años y Miguel de 2 años- a Santiago.

La situación económica de su madre distaba mucho de ser desahogada, pero gracias a una beca, en 1908 Alberto pudo ingresar al colegio San Ignacio dirigido por la Compañía de Jesús.[1]En ese tiempo y ayudado por su director espiritual, el padre Fernando Vives S.J, empezó a descubrir tempranamente la responsabilidad social que la Doctrina Social de la Iglesia señala a todos los fieles católicos,[2]y, simultáneamente, su vocación al sacerdocio.

Concluidos sus estudios en el Colegio, en 1918 se inscribió en la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Para ayudar a su madre y su hermano Miguel trabajaba por las tardes y aún se daba tiempo para realizar diversos apostolados entre la gente pobre. En 1919 solicitó su inscripción en el Partido Conservador.[3]En 1923 obtuvo su título de abogado; en su tesis profesional manifestó su preocupación por la justicia social pues la tesis versó sobre de las deplorables condiciones de trabajo del llamado «trabajo a domicilio», especialmente de las mujeres.

Profesión y formación religiosa

Su título de abogado no le hizo menguar su vocación religiosa; por el contrario, la acentuó, y el 14 de agosto del mismo año de 1923 ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús en Chillán. Su instrucción la inició en el Noviciado de los jesuitas en Chillán, prosiguiéndola en Córdoba, Argentina donde la concluyó, profesando allí sus votos religiosos. En 1927 fue enviado a Sarriá, Cataluña, a estudiar teología y luego a Lovaina, Bélgica, donde fue ordenado sacerdote por el cardenal primado de Bélgica, Jozef-Ernest Van Roey, el 24 de agosto de 1933.

Ya como sacerdote fue comisionado por el Ministerio de Educación a que estudiara un doctorado en Pedagogía en Bélgica y Alemania, recibiendo el grado de Doctor el 10 de octubre de 1935. Regresó a Chile en febrero de 1936. Cuando volvió a Santiago, su trabajo se concentró en acercar la Iglesia a la juventud y a los más pobres. Trabajó como profesor en el colegio San Ignacio y en la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde también contribuyó a la creación de la Facultad de Teología. El 9 de octubre de 1938, puso la primera piedra del Noviciado y la Casa de Ejercicios de Marruecos, pueblo que en la actualidad lleva el nombre de Padre Hurtado en su honor.

En 1941 el padre Hurtado fue nombrado asesor de la Acción Católica Juvenil de la arquidiócesis de Santiago, responsabilidad que le llevó a trabajar con su antiguo compañero del Colegio San Ignacio, Manuel Larraín Errázuriz quien era ya obispo de Talca. El entusiasmo y claridad que el padre Hurtado ponía en todo lo que emprendía hizo que en poco tiempo el grupo de la Acción Católica incrementara el número de sus socios de 1500 a 12000 jóvenes.

En 1943, el Padre Hurtado creó el "Servicio de Cristo Rey", una agrupación de jóvenes consagrados elegidos personalmente por el sacerdote. Este "ejército" de jóvenes católicos motivó gran controversia, que llevaron al Padre Hurtado a renunciar a la Acción Católica”.[4]Lo mismo lo acusaban de ser un “cura comunista” que agente de la Falange. Lo cierto es que su guía de acción práctica fue siempre la Doctrina Social de la Iglesia y no los manuales ideológicos.


La acción social de San Alberto Hurtado

Todas las actividades del padre Hurtado se destacaban por su amor a Cristo y por su vocación social, la cual se vio reflejada en su permanente trabajo con los jóvenes, en su preocupación concreta por los más pobres, concretizada en la fundación del «Hogar de Cristo» (1944), en su interés por trabajar a favor del mundo obrero, formando la «Acción Sindical y Económica Chilena» (ASICH, 1947). Además, en su constante afán por iluminar los círculos intelectuales de Chile, creó la revista «Mensaje» (1951).

Ese amor a Cristo fue el centro de su apostolado y espiritualidad, la cual consistía en ser otro Cristo, no por una imitación externa y mecánica, sino vivir la vida de Cristo desde la propia e irrepetible situación: «¿En qué consiste la imitación de Cristo? No en hacer lo que Él hizo, sino lo que haría si estuviese en mi lugar ». Por eso, el texto bíblico que más usará es la afirmación de San Pablo: «ya no vivo yo, es Cristo que vive en mí» (Gál. 2,20). Por ello buscó mirar todas las realidades desde la fe, tal como lo destacó en la predicación de Ejercicios Espirituales. Esa mirada trascendente, lejos de desinteresar a Alberto Hurtado por las cosas del mundo, lo llevaron a un compromiso mucho más radical con la realidad. En su preocupación social, junto con la fundación del Hogar de Cristo, que mira a la caridad directo, buscó reformar la estructura de la sociedad, para que la sociedad se organice de modo que no se produzca la injusticia. En Humanismo Social afirma: "La injusticia causa enormemente más males que los que puede reparar la caridad". Los grandes problemas del mundo y de la sociedad los experimentó como sus propios problemas y entregó su vida por colaborar en su solución. El padre Hurtado ha llegado a ser un punto de referencia y un ícono de la solidaridad y de la entrega a los demás para la sociedad chilena, más allá de los límites visibles de la Iglesia.

El «Hogar de Cristo» fue inicialmente una Fundación que solo buscaba proporcionar un lugar para que los indigentes de Santiago pasaran la noche. Un año después la Fundación Hogar de Cristo, ya con personalidad jurídica, inauguró su primera hospedería y en 1946 una mayor ubicada en la Estación Central; en adelante dicha Fundación amplió sus objetivos para atender y acoger a ancianos desvalidos, enfermos terminales etc. El Hogar de Cristo es desde entonces la mayor institución de beneficencia de Chile A su vez la preparación académica del padre Hurtado y su conciencia social le llevaron a formar la Acción Sindical y Económica Chilena (ASICH), “no como una confederación de sindicatos, sino como un organismo para-sindical dedicado a la formación, religiosa, social y jurídica, de los líderes laborales católicos.[5]

Y la revista «Mensaje» que fundó en sus últimos años de vida, no fue otra cosa sino la concreción del anhelo del padre Hurtado de transmitir también la «buena noticia» al mundo de los jóvenes estudiantes, proporcionándoles una publicación orientadora del pensamiento social-cristiano, con la finalidad de evangelizar la cultura y dar testimonio de la presencia de la Iglesia en el mundo contemporáneo. En el editorial del primer número de la revista, que salió a la circulación el 1° de octubre de 1951, decía que el nombre de la publicación aludía “al Mensaje que el Hijo de Dios trajo del cielo a la tierra y cuyas resonancias nuestra revista desea prolongar y aplicar a nuestra patria chilena y a nuestros atormentados tiempos”.

Muerte, Beatificación y canonización del padre Alberto Hurtado

A finales de 1951 comenzaron a manifestarse los síntomas del cáncer de páncreas que finalmente le quitaría la vida, aceptando su sufrimiento como don de Dios. Esa enfermedad le provocó la muerte a la temprana edad de 51 años: falleció en Santiago el 18 de agosto de 1952.

Su causa de beatificación concluyó cuando la Congregación para la Causa de los Santos acreditó el 9 de noviembre de 1993 el primer milagro por intercesión del P. Alberto Hurtado. El 25 de julio de 1990 la señora María Alicia Cabezas Urrutia sufrió una primera hemorragia subaracnoíde, y fue trasladada al Instituto de Neurocirugia de Santiago, donde ingresó en estado de coma. Normalmente los pacientes en estos casos mueren, sobre todo al repetirse una segunda hemorragia, como fue el caso de María Alicia.

Una segunda hemorragia masiva, le ocurrió el 2 de agosto, con la cual debería haber muerto. El tercer episodio hemorrágico ocurrió el 4 de agosto, y María Alicia aún seguía con vida. Los médicos, Felipe Valdivia y Freddy Ayach, a pesar de que María estaba en coma, la sometieron al tratamiento nuclear, el cual demostró la falta de flujo sanguíneo en su cerebro, por lo cual debería morir en quince minutos. Sin embargo, ella se mantuvo así por muchas horas, en estado de coma, con altísima fiebre y varias infecciones.

Desde el día de la primera hemorragia ocurrida a María Alicia, en su hogar le hicieron múltiples oraciones a la intercesión del Padre Alberto Hurtado para que intercediera ante Dios y se diera un milagro con la salud de María Alicia. En la víspera del día del fallecimiento del Padre Hurtado (17 de agosto), muchas personas peregrinaron a la tumba del Padre Hurtado donde se celebró la Eucaristía, en la intención especial de la recuperación de María Alicia, dejando constancia en el libro de peticiones.

Mientras tanto, una doctora hacia su visita rutinaria en el instituto de neurocirugía, y con gran sorpresa encontró que la fiebre alta de María Alicia había desaparecido; es más, había recuperado la conciencia, podía hablar y moverse, lo cual antes no había podido hacer, reconocía a las personas y sus nombres. Ella declaró después: "Mi organismo no respondía a nada, hasta que me encomendaron al Padre Hurtado y al día siguiente comencé a recuperarme. Incluso desapareció la fiebre, mis órganos vitales empezaron a funcionar y me trasladaron a la sala común (…) En un primer momento dudaba. Posteriormente, cuando me fui informando más de lo que había ocurrido realmente conmigo, la duda despareció y ya me convencí".[6]

La pronta recuperación de María Alicia, inesperada e inexplicable para la ciencia médica, permitió prepararla para someterla a una ulterior operación que previniera nuevas hemorragias. El día 25 de septiembre fue operada para suturar el lugar de las hemorragias. Es en esta operación donde el cirujano, el doctor Valdivia, vio las muestras evidentes del infarto cerebral. María Alicia volvió a su casa sana y sin secuelas de lo ocurrido el día 8 de octubre de ese mismo año.

El caso fue analizado en 1993 por la Sagrada Congregación Para la Causa de los Santos, la cual ratificó que se trataba de un milagro intercedido por el Padre Hurtado. El Papa San Juan Pablo II beatificó al padre Alberto Hurtado el 16 de octubre de 1994 en la Plaza de San Pedro. A la ceremonia asistieron el presidente de la República, Eduardo Frei, y los presidentes de las cámaras legislativas. El gobierno chileno declaró el 18 de agosto como el «Día de la solidaridad».

El segundo milagro atribuido a la intercesión del Padre Hurtado, el cual abrió paso a su canonización, fue aprobado por la Congregación para la Causa de los Santos el día 2 de abril del 2004. Se refiere a la situación que vivió la jovencita de 16 años Viviana Marcela Galleguillos Fuentes, quien en 1996 resultó herida de gravedad a raíz de un accidente automovilístico, el cual la dejo con un problema cerebral de extrema gravedad. Los médicos la desahuciaron tras una intervención quirúrgica y no daban ninguna esperanza a sus padres, ya que Viviana había sufrido un daño neurológico que calificaron de irrecuperable.[7]El Padre de Viviana, fue hasta el Santuario del Padre Hurtado en Santiago, y a pesar de ser de madrugada, espero hasta que temprano abrieran la puerta; ya adentro hizo su oración de petición y la dejó en el libro que hay en la tumba.

Al medio día Viviana despertó como de un gran sueño, sin saber por qué se encontraba ahí. No presentaba secuelas de ninguna especie. Los médicos no encontraban explicación alguna. Luego de dos días Viviana salió del hospital por su propio pie. Tras lo ocurrido se inició la investigación de la comisión médica chilena y más adelante se hizo en Roma, donde las comisiones de médicos, teólogos y cardenales verificaran este segundo milagro y reconocieron en él la intercesión de Alberto Hurtado.

El padre Alberto Hurtado fue canonizado por el Papa Benedicto XVI en la plaza de San Pedro el 23 de octubre de 2005, siendo la primera canonización de su pontificado. La delegación oficial chilena estuvo encabezada por el presidente de la República, Ricardo Lagos Escobar. En la ceremonia el Papa hizo notar como “el programa de vida de San Alberto Hurtado” fue la síntesis de: “Amarás a Dios con todo tu corazón… y a tu prójimo como a ti mismo”.

NOTAS

  1. Cfr. www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=525
  2. En su tiempo fue señalada por S.S. León XIII en su encíclica Quod apostolici muneris (10-11) y posteriormente explicitada ampliamente en otros documentos del Magisterio como Gaudium et Spes (73-74) del Concilio Vaticano II, por S.S. Paulo VI (Octogesima adveniens 47), y más recientemente por San Juan Pablo II a lo largo del capítulo tercero de su exhortación apostólica Christi fideles laici.
  3. Cfr. http://es.wikipedia.org/wiki/Alberto_Hurtado
  4. http://www.santopedia.com/santos/san-alberto-hurtado
  5. Colegio de Abogados de Chile.Revista del Abogado. N° 34. http://www.colegioabogados.cl/cgi-bin/procesa.pl?plantilla=/cont_revista.html&idcat=32&id_cat=26&id_art=153
  6. https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=525
  7. http://padrehurtado.hogardecristo.cl/index.php/biografia/canonizacion/

BIBLIOGRAFIA

CASTELLÓN, J., Padre Alberto Hurtado, S.J. Su espiritualidad, Salesianos, Santiago 1998.

MIFSUD, T., El sentido social: el legado ético del padre Hurtado, EUAH, Santiago 2005.

CLAVERO, M. «Un punto de inflexión en la vida del padre Alberto Hurtado: Itinerario y balance de su viaje a Europa, de 1947», en Teología y Vida 46 (2005) 291-320.

FERNÁNDEZ, S. «Base documental para el estudio de san Alberto Hurtado. Estado de la cuestión», en Anuario de Historia de la Iglesia XVII (2008) 313-320.

FERNÁNDEZ, S. «El fundamento teológico del compromiso social de san Alberto Hurtado»: Gregorianum 91 (2010) 272-299.


SAMUEL FERNÁNDEZ EYZAGUIRRE / JUAN LOUVIER CALDERÓN